Por: Andrea Bárcena. 07/01/2018
Para nuestros padres y abuelos el mundo parecía caminar siempre hacia el progreso. Sin embargo, los padres de hoy ya no estamos seguros de que a nuestros hijos les tocará vivir en un mundo mejor que a nosotros.
Estamos viviendo en medio de toda clase de incertidumbres, que incluyen la preocupación por el planeta y por la supervivencia de la especie humana. Por ello la escuela tiene que ser revisada y reinventada: superar los vicios y errores del pasado; no educar a los niños de acuerdo con la lógica del modelo económico actual y sí, en cambio, apuntalar la acción pedagógica hacia el desarrollo y fortalecimiento de las mejores capacidades humanas.
Los primeros 12 años de la vida deben ser los más importantes para el sistema educativo, ya que del desarrollo y las oportunidades en esas edades depende el éxito en los siguientes niveles. Para decirlo rápido y fácil: los genios no se forman en la universidad, sino en el jardín de niños. Entre más joven es el cerebro humano mayor es su avidez y su capacidad de aprendizaje. Si los niños reciben la correcta estimulación en edad prescolar, posteriormente, entre los seis y los 12 años estarán en óptimas condiciones para aprender a pensar
. Es así porque en ese periodo el cerebro humano alcanza su mayor tamaño y madurez. Por eso una educación primaria centrada en la instrucción es obstructiva para el desarrollo intelectual; hace trabajar demasiado a la memoria en detrimento de otras facultades superiores.
Frecuentemente, en la educación tradicional los alumnos necesitan hacer un esfuerzo para no pensar por su cuenta, no indagan ni preguntan, pues se preocupan más por memorizar la información dictada por el maestro y el libro de texto, para así poder contestar fielmente exámenes carentes de sentido.
Ya deberíamos tener muy claro que el pensamiento lógico no es algo con lo que el niño nace, sino algo que se desarrolla mediante la experiencia, la investigación y el aprendizaje. De ahí que la escuela debe superar la tendencia a saturar a los niños con información, como si tuvieran que aprenderlo todo de una vez. El programa y el examen escolar son estorbos que impiden a los niños aprender con interés y alegría.
Jean Piaget, el gran epistemólogo suizo, quien estudió cómo se construye el conocimiento en la infancia, encontró que los científicos y los niños siguen estrategias muy parecidas en la búsqueda y construcción de conocimientos. Entonces, lo recomendable es estimular a los niños a investigar, porque las preguntas son a los procesos de aprendizaje lo que las llaves a las puertas. Maestros creativos y niños preguntones es lo que necesita hoy la escuela.