Por: Egbert Méndez Serrano. 16/07/2024



“Entre derechos iguales decide la fuerza”
K. Marx
Las ideas del siguiente escrito fueron expuestas en el “Encuentro de trabajadoras y trabajadores de la Ciudad de México” que organizó la agrupación Queremos Trabajo Digno, el evento se realizó el pasado 13 de julio de 2024.
Hola compañeras, compañeros. Voy a hablar de cuestiones controvertidas, en la que no todos estaremos de acuerdo, y que bueno que así sea, pero para nuestra lucha es necesario abrir el dialogo sobre estos temas y llegar a acuerdos que nos permitan tener un piso común. Por eso titulé a esta exposición “Derechos, lucha y ley” pues pienso hablar de estos tres temas.
1. Derechos
Lo que consideramos como derechos de las y los trabajadores, fueron puestos así en las luchas de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Lo que desde entonces se comenzó a reclamar como derechos, no siempre fue considerado así, como la prohibición del trabajo infantil, la disminución de las jornadas de trabajo (que eran de hasta 16 horas o más), la eliminación del trabajo esclavo, o los pagos del salario por arriba de un mínimo para vivir. Estas medidas tienen la clara intención de humanizar la vida, que esta no se vuelva una desgracia para la mayoría de la población. La lucha del pueblo mexicano en la Revolución, a pesar de las traiciones de Venustiano Carranza, logró presionar para consagrar derechos para la clase trabajadora en el artículo 123 de la Constitución de 1917, como que “La duración de la jornada máxima será de ocho horas”, seis días por uno de descanso, es decir, cuarenta y ocho horas a la semana.[1]
Sin embargo, sabemos que los derechos se han perdido por múltiples razones, por la falta de su defensa, por las agresivas ofensivas de las patronales o del Estado; ocasionando retrocesos históricos para la clase trabajadora. En nuestro caso, en vez de simplemente pedir que se cumplan los derechos que nuestro pueblo conquistó en la Revolución mexicana y luchas posteriores, se tienen que volver a exigir como tales, como derechos. Muchos de nosotros, hoy, hemos perdido el derecho a ser reconocidos como trabajadores, las patronales, como el DIF de la Ciudad de México, se inventaron formas de contratación precarias que eluden el reconocimiento a la relación laboral, aunque cumplamos los requisitos ante la ley para tenerlo: horario establecido, lugar de trabajo, jefe inmediato y retribución salarial.
Y entonces ¿de qué nos valemos para exigir los derechos perdidos?, ¿del derecho que los niega? Evidentemente no, en eso tenemos una gran diferencia con diversos abogados que apelan a una supuesta resolución exclusivamente legal, ¿cómo pueden trazar una resolución así, si es ese mismo derecho que defienden el que nos agravia? Claramente lo hacen porque defienden una legalidad que protege al sistema social capitalista, que está en contra de la clase trabajadora y de la cual se benefician con cargos públicos y jugosos contratos que les otorgan en la academia o hasta en sindicatos a los que manipulan, impulsando un nuevo corporativismo.
Como clase trabajadora no podemos recurrir a ese derecho que nos agravia, recurrimos a un derecho primario no siempre formalizado: el derecho a luchar por lo que consideramos justo por humanidad; no pedimos privilegios, sino mejoras para hacer más fácil la vida de la clase trabajadora, como dos grandes revolucionarios señalaron. El gran problema es que ese derecho primario colisiona con el derecho que nos niega derechos. Esa lucha es la que proponemos dar y sé que es problemática para muchos de los que aquí estamos presentes. Veamos por qué nos ha resultado problemática.
2. La lucha
La lucha resulta problemática porque hay intereses contrapuestos y enfrentados entre patronales y trabajadores, ellos defienden un derecho que les beneficia, nosotros lo cuestionamos porque nos perjudica. Es difícil asumir esa contraposición y enfrentamiento, pues es una tragedia, la tragedia de la historia. Se piensa que, dialogando, sentándonos en la mesa, podremos resolver nuestras diferencias, como si se tratara de malos entendidos. Yo pregunto ¿se nos dio un contrato civil en vez de uno laboral por un mal entendido?, ¿se nos bajó el salario por un error?[2] Los que llevamos trabajando más de una década en la misma dependencia sabemos que no se trata de errores ni de malos entendidos, sino de políticas oficiales. Si no asumimos esa cruda realidad, lo único que vamos a obtener, porque ya lo hemos vivido, es que nos den largas, que administren nuestro malestar y no resuelvan ninguna de nuestras justas exigencias.
¿Seremos capaces de asumir esa tragedia? Necesitamos dialogar sobre este punto y llegar a algún acuerdo, porque de esto dependen muchas de las acciones que proponemos desde la agrupación Queremos Trabajo Digno. Voy a ejemplificar a lo que me refiero. De palabra puedo decir que estoy de acuerdo con que existe la confrontación entre trabajadores y patronales, porque la vivimos, pero al mismo tiempo puedo decir que “hoy tenemos un presidente popular, que no sabe por las injusticias que pasamos, por eso no se ha corregido nuestro problema”, perdón compañeras, compañeros, pero esa es una ingenuidad, si bien es imposible que el presidente conozca caso por caso todas las injusticias que se comenten, es claro que aquí no se trata de una situación personal, sino social: la 4T empeoró las contrataciones precarias y el presidente tiene responsabilidad en esa degradación.
Otro ejemplo: de palabra puedo decir que acuerdo con la confrontación, pero cada que se proponen acciones como cierres de avenidas, no se respaldan, porque afectan a terceros. El problema es que cada que hacemos acciones que no afectan a nadie, para las autoridades es mejor, porque pasamos inadvertidos. Es importante decir que no llevamos a cabo estas acciones por gusto, así como tampoco nos negamos a realizar otro tipo de acciones, pero pregunto ¿de qué manera hemos reinstalado a las compañeras despedidas y logrado algunas mejoras laborales? Por desgracia no ha sido tocando el arpa.
Me parece importante que dialoguemos abiertamente sobre esta situación, que se den argumentos de por qué se está en contra o a favor de asumir esta tragedia (la confrontación entre trabajadores y patronales) o por qué no, así podemos avanzar hacia acciones conjuntas, no solo de palabra. Hay que ser sinceros, porque muchos podemos asumir esta tragedia, pero por temor a que nos despidan no apoyamos las acciones. Y no estamos aquí para ser acusados de miedosos o agachones, sino de buscar la manera de llevar a cabo acciones conjuntas, que nos protejan del despido y del acoso laboral, porque las autoridades constantemente recurren a estas medidas cada que las y los trabajadores decidimos organizarnos por nuestros derechos.
En el tipo de lucha que hemos llevado a cabo desde la Agrupación Queremos Trabajo Digno, llegamos a una encrucijada: necesitamos ser más en número y tener formación política.
Es claro que mientras más seamos, más logros vamos a conseguir, porque tendremos más fuerza en las acciones que realicemos. ¿Y por qué la formación política? Dos son las razones que destacaría: 1) la primera es de carácter inmediato, se necesita en las negociaciones con las autoridades, porque están precisamente para contener nuestra organización, desarmarla, darnos migajas en vez de mejoras, desgastarnos. Lo hemos visto con movimientos mucho más grandes que el nuestro, a las y los profesores de la CNTE el gobierno de López Obrador los estuvo desmovilizando, para al final ni siquiera echar abajo la contra-reforma educativa peñanietista. 2) En segundo lugar, porque la formación política colectiva abre los horizontes históricos de cambio, ¿cómo resolver los problemas de la violencia y los feminicidios en el país?, ¿cómo resolver el problema de la vivienda y la gentrificación, el acceso a la educación y la salud? No podemos seguir esperando la solución de las dadivas de algún político de los partidos oficialistas, no podemos seguir entregando nuestra voluntad en manos de otros que terminan negociando con los grandes oligarcas.
3. La Ley
Por último, voy a abordar el tema de la legalidad. El entorno nos ha dotado de un sentido común que cuando tenemos problemas laborales, pensamos que la ley los va a resolver, basta con acudir a los tribunales. Se suele tener la idea de que el camino legal es la ruta principal que se tiene que seguir, incluso sin lucha política. Nosotros creemos que no, pensamos que el proceso legal se tiene que subordinar a la lucha que llamamos política, que tiene que ver con las acciones que llevamos a cabo en las manifestaciones y las denuncias en los medios, es la que nunca se tiene que abandonar.
Puesto que cuando se emprenden demandas legales contra las patronales, se verifica su ineficiencia, justificamos diciendo que “sí la ley funcionara, bastaría con su justa aplicación”, atribuyendo el problema no a la ley, sino a su mala aplicación. A mi parecer, la ley es letra muerta no por que exista corrupción, ineptitud o mala voluntad al aplicarla, sino porque hay una sociedad fragmentada, dividida, que impide un entorno en donde la ley pueda mediar los conflictos. La corrupción, la ineptitud o la mala voluntad no es la causa del problema sino sus derivados. Un gran filosofo se dio cuenta que, ante el desgarramiento de la sociedad, la modernidad da una falsa solución observando las leyes, creyendo que el problema está en su buena o mala redacción. El problema no es la ley, sino la sociedad desgarrada que impide cualquier aplicación justa, porque siempre termina beneficiando a uno de los lados: la patronal.
No hay que olvidar que los juicios son largos, generan costos para el trabajador, que lo desgastan, y aun cuando llega a ganar, sin organización que lo respalde, es común que sufra acoso laboral. En la agrupación no renunciamos a la ruta legal, pero la subordinamos a las acciones políticas. Por lo mismo, no somos una agencia que gestione demandas laborales, sino que impulsamos acciones de mayor efectividad para reconquistar nuestros derechos, incluida la unidad con otros trabajadores, como ahora lo es la Coordinadora de Trabajadores y Trabajadoras de la CDMX conformada por diversas organizaciones y sindicatos, en donde también participamos.
[1] Hoy se lucha para que la jornada se reduzca, ya que desde hace más de cien años no ha disminuido, a pesar de los grandes avances tecnológicos de nuestro tiempo.
[2] En 2019, el gobierno de la Ciudad de México entrante, a cargo de Claudia Sheimbaum, realizó despidos y ajustes perjudicando a los trabajadores más precarizados y con más bajo salario. El 14 de febrero de 2019, en el DIF de la Ciudad de México, la entonces directora, Esthela Damián Peralta, arremetió contra aproximadamente 3 mil trabajadores, realizándoles un descuento salarial del 25%, varios trabajadores se comenzaron a organizar, conteniendo la agresión. Aunque no pudieron echarla abajo, disminuyeron el descuento al 3%.
Fotografía: Egbert Méndez Serrano