Por: Luis Palacios Ortega. Académico de la Benemérita Escuela Normal Veracruzana. 04/08/2021
INTRODUCCIÓN
La creatividad es indispensable para la educación, para una educación que, articulada con el arte, fomente en el aula una dinámica de encuentro con la inteligencia creativa (Gastelú, s/f) de la que está impregnada la expresión artística. Un estudiante formado en la ausencia de creatividad y arte se expresa en los diversos ámbitos de su vida de forma lineal, mecánica, rígida o repetitiva; reduciendo su pensar y sentir a lo establecido, sin elementos y fortalezas para cambiar, transformar y crear. La relación entre percepción estética y educación, entre arte y aprendizaje, entre creatividad y procesos en el aula, constituye una parte fundamental en un quehacer educativo que busque despertar la inteligencia y el espíritu del alumno.
La creatividad ha sido vapuleada, debido a que los enfoques educativos estandarizantes, la cultura global, las TIC, los medios de comunicación y la publicidad, así como por una cultura docente que piensa que, “enseñar consiste en mantener el orden en la clase, comunicar hechos (por lo común mediante disertaciones y textos), efectuar exámenes y adjudicar puntos, cliché que es urgente eliminar” (Rogers, 1990, p.67), a esto hay que añadir el evidenciar las competencias del perfil de egreso de cualquier nivel educativo. En la llamada “sociedad del conocimiento”, debiera ser el principal componente de cualquier actividad, sin embargo la creatividad que “vale” es aquella que produce rentabilidad para la economía y las corporaciones. La información y el conocimiento se constituyen en una materia prima más, en un producto para ser consumido. En contraste, la creatividad (de la cual uno de sus productos es el arte), debe promoverse en el aula como emoción creativa y como expresión cognitiva, toda vez que el arte es conocimiento y comunicabilidad, complejidad y lenguaje humano.
Diversos autores mencionan que el arte es una forma de conocimiento y comunicabilidad, donde se entrelazan emoción, cognición y sentido de la vida, desde una perspectiva estética y artística. Creo que es necesario que la educación busque estrategias pedagógicas para hacer viables nuevos procesos educativos creativos, con sentido estético y gozo de hacer y ser en libertad y, como resultado, la percepción de la armonía, de la belleza y la forma de aprender se verán beneficiados. La creatividad nos traslada hacia la transformación y promueve la vinculación entre el conocimiento y el aprendizaje, de ahí que educar con sentido creativo, representa una educación que promueva procesos de formación en libertad.
LA CREATIVIDAD
La creatividad es una traducción del término inglés creativity, su concepto análogo sería creación. Creatividad se relaciona con el verbo crear, y según el diccionario de la Real Academia Española (RAE, 2021), se entiende como: “producir algo de la nada”. Las palabras crear, creación, creador tienen una asociación y significados culturales principalmente con aspectos religiosos. La palabra creatividad cuenta con varias definiciones que van desde descripción, producto, proceso interno, interrelación, aptitud, actitud, dependiendo de la línea teórica donde se ubiquen, por lo que los problemas terminológicos en relación a la palabra creatividad abundan. Se pueden encontrar hasta cuatrocientos significados diferentes o significados relacionados con ella como: productividad, pensamiento creador, productivo, divergente, creativo lateral o como originalidad, inventiva, descubrimiento.
La creatividad representa pensamiento en acción, capacidad para pensar de manera diferente, original e innovadora, que resulta en la solución correcta a determinados problemas, lo que aporta algo hasta ese momento inexistente, algo nuevo. Para comprender el significado del término creatividad es importante vislumbrar que existe una relación estrecha con el concepto de inteligencia, la cual es concebida como: “la capacidad para comprender el mundo, pensar racionalmente y emplear adecuadamente los recursos a su alcance cuando se enfrenta a un desafío” (Wechsler, 1975, p. 65). Esta capacidad implica un espacio entre el estímulo y la respuesta para discernir, es decir, mirar lo bueno y lo malo de las opciones que se presentan y adoptar la que se cree correcta.
Para comprender esta capacidad de la mente, es necesario una visión más profunda de cómo la creatividad personal puede darse y de cómo puede ser estimulada o desinhibida en el plano individual y cómo se integra al plano social (Corbalán y Limiñana, 2010). La creatividad se puede localizar como la capacidad propia del hombre de asumir retos a su ingenio e inventiva. Es un proceso que a través de operaciones lógicas del pensamiento como la observación, interpretación, imaginación, reflexión, análisis, deducción, intuición, genera y da vida a nuevas ideas, conceptos, perspectivas, enfoques, relaciones, procedimientos tecnológicos, obras de arte y alternativas, que se constituyen en algo novedoso. Comprende también las transformaciones parciales o totales que perfeccionan, refinan y hacen más eficientes las teorías, prácticas o productos tecnológicos, sociales, éticos y estéticos existentes. La creatividad, las habilidades de pensamiento creativo, las imaginaciones, constituyen una dotación con la que viene nuestro cerebro.
La creatividad es la capacidad que tiene todo ser humano para recibir, procesar, almacenar información para luego recuperarla y ser utilizada de manera adaptativa (Aldana et al, 1998). Este enfoque distingue la inteligencia cristalizada (almacenamiento de información, habilidades y estrategias, un banco de conocimientos, que constituye el patrimonio intelectual (Vigotsky, 1997)), de la inteligencia fluida (la velocidad, la capacidad para hacer relaciones, la profundidad, la creatividad, la cual se refiere a la capacidad para enfrentar situaciones y problemas nuevos en forma acertada (De Zubiría 1998)).
A continuación incluyo algunos conceptos de creatividad que, en mi búsqueda de clarificar el concepto, encontré y que considero importante mencionar: Rogers menciona que la creatividad se manifiesta en la aparición de un producto relacional nuevo que resulta de la unicidad del individuo, de las circunstancias de su vida y de los aportes de otros. Destaca la apertura a diversas experiencias, la capacidad para explorar el medio ambiente y manipular elementos y conceptos. Plantea como condición indispensable para el desarrollo de la creatividad, un clima de libertad (De Zubiría et al, 1998).
Piaget postula que en el desarrollo del individuo se dan dos procesos básicos: el de organización y adaptación, tanto de las estructuras biológicas como intelectuales. En cada periodo de desarrollo, la imaginación creadora actúa de modo peculiar, concordante con el escalón de desarrollo en que se encuentra la persona. (De Zubiría et al, 1998). Guilford, Psicólogo estadounidense, conocido por sus estudios sobre la inteligencia con su modelo de Estructura de la inteligencia, propone un modelo de estructura del intelecto, según el cual existen cerca de 120 habilidades intelectuales diferentes. Insiste en que la creatividad es múltiple, caracterizada por el pensamiento divergente que está conformado por cerca de 24 aptitudes (De Zubiría et al, 1998).
Existen factores característicos del proceso creativo, entre los cuales se encuentran:
- Fluidez ideacional: Facilidad para producir cantidad de ideas, hipótesis y puntos de vista ante una situación o problema; este concepto se amplía con la idea de que tiene que ver con la capacidad de producir más objetos, obras, diseños, en un mínimo de tiempo, es decir con la productividad, eficacia y efectividad que tiene el individuo
- Flexibilidad: Capacidad para adaptarse rápidamente a las situaciones nuevas y a los cambios; se explica también como una posibilidad que tiene la persona para ver un problema desde diferentes puntos de vista.
- Sensibilidad: El individuo creativo tiene una aguda percepción de todo lo extraño e inusual y se deja interrogar por ello.
- Originalidad: Habilidad para producir respuestas poco comunes y establecer asociaciones remotas o no convencionales, el ser humano piensa, propone y desarrolla cosas diferentes a las del grupo al que pertenece (De Zubiría, et al, 1998).
Existen diversas propuestas de estudio de la creatividad: la propuesta cognitiva, centrada en los procesos de solución de problemas, analizando los procesos cognitivos que se realizan y descubriendo las funciones mentales en términos de símbolos y reglas que operan. Estudiar computacionalmente la creatividad, la cual parte del supuesto que el pensamiento creativo puede ser formalizado como un programa de cómputo, sin embargo, resulta difícil ubicarla como diferencial o experimental. La propuesta biográfica, que estudia la creatividad real y concreta de los individuos en su contexto social y cultural, la cual no es diferencial ni experimental, debido a que propone mantener el ambiente artístico, privilegiando lo cualitativo de los resultados. La creatividad desde la antropología filosófica, en la que existe un sujeto que formula preguntas a una realidad desde lo aptitudinal y actitudinal, interviniendo en la realidad, “expresándose y expresándola en un lenguaje que es producto del contexto en el que se articula” (Guersi y Pérez, 2010, p. 246).
Creatividad, inteligencia y motivación están correlacionadas. A partir del reconocimiento de ésta correlación se evidencia la importancia del campo afectivo en los procesos de creación. El sujeto creativo es menos selectivo con la información y utiliza mejor sus mecanismos de desinhibición (impulsividad), esto puede favorecer la construcción de productos creativos. La creatividad y la inteligencia sirven para crear grandes obras de arte o descubrimientos científicos que asombren al mundo entero, pero lo verdaderamente importante es que ayudan a enfrentar los retos de la vida diaria, lo cotidiano y para observar la realidad con una nueva mirada. Ser creativo una oportunidad, un reto, una invitación a que emerja una solución novedosa. La verdadera inteligencia radica en saber utilizar las condiciones físicas y cognitivas que cada uno posee. La gente más creativa en el ámbito profesional tiene capacidad para el manejo de los conflictos, para ser receptivos en las necesidades propias y ajenas (Paoloni y Vaja, 2013).
La combinación de inteligencia y creatividad, sumadas a una autonomía intelectual, origina los genios, personas excepcionales que mediante el estudio y trabajos constantes, pueden llegar a contribuir de manera contundente al desarrollo de la humanidad. Existe creación no sólo allí donde se da origen a los acontecimientos históricos, sino también donde el ser humano imagina, combina, modifica y crea algo nuevo. Si se agrega a esto la existencia de la creación colectiva que agrupa todos los aportes de la individualidad, se comprende la inmensidad de todo lo creado por el género humano y la potencialidad de logros futuros en todos los campos como respuesta del hombre a los retos del porvenir. La imaginación creadora del ser humano penetra con su obra a través de toda la vida personal y social, imaginativa y práctica en todos sus aspectos (Ribaud citado por Vigotski, 1997).
LA CREATIVIDAD Y LA FORMACIÓN DOCENTE
En este apartado quiero compartir una experiencia enriquecedora, relativa a la relación creatividad-formación docente. La dirección de la Benemérita Escuela Normal Veracruzana, “Enrique C. Rébsamen, convocó a plasmar, a través de la técnica del mural, imágenes acerca de la educación en nuestro país en la barda perimetral de la misma. Esta convocatoria fue atendida por el Taller de Artes Plásticas de la misma, a cargo del Profr. Joaquín Miranda Portilla, quien trabajó en ello.
Al dirigirme hacia mi cubículo, en un anexo de la Escuela Normal, observé en la barda mencionada un mural que llamó mi atención, el cual representa el estado que guarda la creatividad en la educación actual. La imagen es contundente:
Mi primer pensamiento fue que la educación ha llevado a la creatividad a una tumba, en la cual “descansan en paz” todos los elementos que la propician en el aula.
La creatividad, elemento imprescindible en la docencia, sufre hoy más que nunca de una degradación al punto de casi eliminarla de la formación y la práctica docente. Esto es claro en la implementación del enfoque por competencias, donde se le concibe como una estrategia que se utilizará para apoyar, fundamentalmente, el análisis de tareas, en la adquisición de las habilidades y destrezas que le permitan un desempeño eficiente en alguna tarea. Para esta visión desarrollista, el de las competencias, no es necesaria la creatividad, ya que el conocimiento deja de ser una aportación o patrimonio de la humanidad, lo que se privilegia es el conocimiento y la creatividad con fines de lucro. El conocimiento que vale es aquel que es rentable para la economía y las corporaciones. La educación debiera, a través de la creatividad, orientarse al desarrollo pleno del ser humano, recuperando el sentido vital de este, para los niños, jóvenes y adultos (Bruner y Olson, 1973).
Otro concepto que afecta a la creatividad es el concepto de “calidad”. En la educación convencional aparece estrechamente relacionado con el concepto de eficiencia, y sus distintos significados, en la educación y la formación docente: eficiencia en el uso de recursos, eficiencia en la orientación de los contenidos del proceso educativo y eficiencia en la gestión del sistema educativo y de las escuelas e instituciones educativas. Se han estableciso estándares de calidad: una lista de veinte comportamientos concretos que debe tener el maestro en el salón de clase y que los evaluadores consideran importantes para mejorarla en la enseñanza, por ejemplo: “planear la clase”, “hacer uso apropiado del tiempo”, “propiciar la interacción entre los alumnos”, entre otros. Las evaluaciones propuestas por el mismo instituto presentadas como “científicas”, “objetivas” e “infalibles” (cuando en realidad no tenían ninguno de estos tres atributos), presionan fuertemente a los docentes a asumir como falta de capacidad o de esfuerzo propio lo que son los resultados de evaluaciones superficiales, de mala calidad, y cultural y socialmente discriminatorias y en ningún caso se contempla formar y valorar la creatividad del docente al realizar su práctica, pero, ¿y la creatividad?
En cuanto a los planes de estudios 2012 y 2018 para la educación normal, menciona sólo en un momento la existencia de la creatividad, la cual deberá ser fomentada por los docentes con base en su experiencia estética (si es que la tuvieran), reconociendo la importancia de los lenguajes artísticos como un recurso pedagógico para el desarrollo de habilidades expresivas, críticas, de análisis y observación en los alumnos de educación básica, esperando que los futuros maestros integren sus conocimientos y experiencias artísticas a su planeación y práctica docente, pues el arte, dicen: “aporta al alumno elementos para la exploración, experimentación y conocimiento del mundo que le rodea, lo que ayuda a un desenvolvimiento óptimo y estimula la creatividad” (SEP, 2012, p.3).
La educación normal se encuentra en este momento como una estructura rígida, secuestrada por un marco legal y por cuestionamientos de su actuación como formadora de docentes. En la lógica actual de la educación normal, la inteligencia humana, su capacidad organizativa y creativa, a través del arte y el aprendizaje académico, se diluyen. En contraste en lo cotidiano, en la educación informal, las relaciones humanas y la práctica intensiva promueven acciones y aprendizajes alternativos para la vida académica y el aprendizaje colectivo, estas son capaces de evadir la inercia burocrática y total de la institución.
La creatividad, la libertad y la autonomía, que nacen de estos espacios de diálogo ligados, a pesar de la rigidez institucional y sus inercias, por el afecto, trascienden las evaluaciones y los análisis estadísticos. La escuela normal, al igual que las demás escuelas del sistema educativo, se ha convertido en el lugar donde los alumnos aprenden, a pesar de los esfuerzos por que no sea así, por repetición para acumular conocimiento, para aprobar los exámenes, evaluaciones o alcanzar certificaciones; para ganarse la vida o por algún propósito utilitario, y no meramente por el gusto de conocer y experimentar. Su habilidad para ver algo nuevo y original se va perdiendo gradualmente hasta que desaparece, es evidente que el terreno no está abonado para que pueda crecer nada en él.
Es necesario insistir en la importancia de dar prioridad a la acción del aprendizaje, por encima del contenido específico que se ha propuesto externamente aprender. Aprender algo nuevo se basa en el estado que guarda la mente del ser humano y la acción del aprendizaje es básicamente la percepción, y sin ella una persona no puede definir, en cualquier situación nueva, lo que es un hecho y lo que no lo es. No depende de talentos especiales ni tampoco funciona en campos especiales como la ciencia, el arte, la música o la arquitectura, y cuando funciona, opera con un interés total y absoluto en lo que está haciendo.
Se hace necesarios que la creatividad en la educación normal se oriente no sólo a la definición y conocimiento del término por los docentes, hoy se cuestiona cómo favorecerla o señalar su importancia en los diversos espacios sociales, destacando el sentido educativo para su desarrollo y orientación. La creatividad es una actitud de vida con posibilidades de cambio, flexible, enmarcada en un modelo bio-psico-social, que permita estudiar y contemplar cada uno de los aspectos que intervienen en su proceso. Se debe abordar como un aspecto pluridisciplinario, ya que se estudia no sólo el organismo sino a todas las personas y comunidad, por lo que el espacio social de la educación es el idóneo para profundizar en el estudio del concepto de creatividad y sus aplicaciones (González, 1981). Como resultante, la educación de la creatividad, en los contextos escolares, requiere una propuesta pedagógica de la creatividad, que contemple el enfoque filosófico, la metodología y la didáctica (Sefchovich y Wasburd, 1985).
¿CÓMO DESARROLLAR EL PENSAMIENTO CREATIVO EN LA ESCUELA NORMAL?
Las reflexiones realizadas en los apartados anteriores, así como mi propuesta de abordar la creatividad como elemento fundamental en la formación docente, son la motivación para proponer que se fomente el desarrollo en la escuela normal. Para tal efecto debemos considerar que el docente debe promover un clima que favorezca y estimule la expresión de la creatividad y, a la vez, eliminar o minimizar los obstáculos o barreras que impiden su manifestación. Así mismo es necesario entrenar o fortalecer las habilidades y las características de la persona creativa, y enseñar las estrategias y técnicas que facilitan la secuencia de las fases del proceso creativo.
En la sociedad del conocimiento, de la cultura global, del uso de las TIC por doquier, aprender a pensar resulta una necesidad de nuestro tiempo, entendiendo que existen dos tipos de pensamiento: convergente y divergente y la importancia del pensamiento creativo. Considero que la creatividad se comprende mejor cuando se no se “encajona” como una habilidad o como un rasgo de personalidad, sino como una conducta que es resultado de un cúmulo de habilidades cognitivas desarrolladas, propiciadas, de una serie de características de personalidad y de influencia del medio social. En esa idea el producto creativo sería el resultado del proceso creativo, cuya característica más importante es la originalidad, ser diferente, inusual. Considerando lo anterior y las necesidades que he podido visualizar en los docentes en servicio, en formación y mi experiencia en el área artística, considero que el trabajo creativo en los docentes debe contemplar los siguientes elementos:
- Conocer las dimensiones de la creatividad en los procesos de formación docente.
- Dimensión de los rasgos personales: en donde la práctica de la creatividad es conceptualizada como actividad lúdica, artística y de creación intelectual, estimulando al docente a ser productivo y crítico con su práctica educativa, a desarrollar la empatía con sus alumnos, a ser tolerante con las conductas y comprensivo con las nuevas ideas de los educandos (Ramos, 1992).
- Dimensión de la práctica educativa del docente creativo: en donde la clase es un espacio de creación, de experimentación, de búsqueda y de hallazgos fascinantes.
- Dimensión institucional, donde las contribuciones son esenciales para mantener un perfil humanista y no tecnócrata en las instituciones formadoras de docentes, para promover la innovación constante del sistema educativo a las nuevas realidades de la vida contemporánea, contribuyendo a mantener un currículum que tenga algo que decir al mundo de las emociones y los afectos, al aspecto subjetivo del sujeto en formación y a destacar el aspecto estético de la enseñanza (Ramos, 1992).
- La formación de docentes a partir de las contribuciones de la creatividad.
Estas contribuciones pueden ser tan sustanciales como los procesos de investigación, es decir, que el perfil creativo puede ser tan importante como el perfil del profesor-investigador o profesor-profesional-reflexivo. Así, la creatividad, tiene mucho que aportar tanto como la investigación–acción, la tecnología, la didáctica crítica y otras corrientes que han imperado en los procesos de formación docente, ya que los aportes de la creatividad en la formación de profesores han sido importantes en lo cualitativo, no tanto en lo cuantitativo (Schön, 1992). Se puede iniciar durante la formación docente con realización de actividades lúdicas, dramáticas y artísticas para la estimulación de la creatividad, se debe estimular y desarrollar la imaginación del docente. Se puede trabajar el desarrollo de la creatividad mediante el movimiento y la expresión corporal, por medio del drama y sus técnicas, como el juego dramático, juegos de fantasía, improvisaciones, y mediante algunas técnicas de las artes plásticas entre otros, como el collage.
Trabajar y desarrollar la creatividad en distintas fases como la integración grupal, la sensibilización, la estimulación y desarrollo de las capacidades creativas y la aplicación de técnicas creativas en la enseñanza y aprendizaje de asignaturas escolares. Se debe dotar al docente de elementos metodológicos que enriquezcan su práctica educativa, inducir acciones participativas, construcción de significados a partir de los saberes y conocimientos personales, demostrar compromiso en la acción; y sobre todo plantear el reto de un docente cualitativamente diferente, un docente que sea animador, que dinamice la clase, la volviera una fiesta donde todos aprendan de todos, donde todos construyan significados, donde todos se expresen de formas originales y creativas. Un docente animador de las expresiones creativas y humanas, del desarrollo de las potencialidades creativas.
Una concepción pedagógica creativa se centra en la autonomía, la libertad, la vivencialidad, el ludismo, la individualidad, el pensamiento comunitario, la creatividad y el desarrollo de las estructuras cognitivas. Esto se contrapone con la tradición escolar de favorecer el pensamiento convergente, ahogando el pensamiento divergente, de ahí la necesidad de implementar alternativas dirigidas a los docentes, ya que serán ellos los que favorezcan o no la expresión del potencial creativo de los estudiantes (Ramos, 1992). Por eso, es urgente convertir los procesos educativos en sistemas creativos que transformen la práctica docente, volviéndola interesante, dinámica y útil. La docencia debe generar, fomentar, desarrollar y cimentar una lógica de pensamiento creativo como una estrategia necesaria que forme parte del trabajo cotidiano de los estudiantes, que se aplique no sólo en el ámbito académico sino también en diversos escenarios de la vida.
III. Clima creativo.
Es de vital importancia para la educación y el desarrollo de los procesos de creatividad lo relacionado a la influencia del clima creativo, en la identificación del ser creativo dentro de los estudiantes, así como sus formas de expresión. El profesor debe favorecer la creatividad a partir de distintos rasgos personales como: ser sensible, contar con recursos didácticos, flexibilidad, no dar importancia a las evaluaciones memorísticas, respetar a sus alumnos y fomentar en sus estudiantes “la originalidad, la inventiva, la necesidad de preguntar, la autodirección y la percepción sensorial” (Keneller, 1965, p. 15).
Se hace necesario que los profesores desarrollen una buena relación con los estudiantes y fomenten un clima que permita el desarrollo de las tendencias naturales creativas, donde los estudiantes aprendan a aprender, a crecer, a descubrir, a crear. Para ello es necesario, entre otras acciones, revalorar los métodos de evaluación convencionales (de los cuales hablaré más adelante), ya que en relación a evaluar la creatividad, la docencia se ha concentrado en desarrollarla, pero no en probar la validez y la repercusión en el ambiente escolar. Existen cuestionarios, test u otros instrumentos que se diseñan para medir el nivel de creatividad, puede que esto, medir, sea necesario, en mi opinión no lo es. Considero que la creatividad debe articularse con la actividad docente, en otros términos, la función de la educación es promover la autorrealización (Rogers, 1990), y “estimular las potencialidades de los individuos para que lleguen hasta la altura máxima que la especie humana puede alcanzar, porque el propósito final de la educación es ayudar a que las personas logren lo mejor de lo que son capaces” (Maslow, 1962, p. 112). Bajo este enfoque cobra sentido la afirmación de Rogers (1990), en cuanto a que:
[…] el móvil de la creatividad parece ser la misma tendencia que en la psicoterapia, se revela como la fuerza curativa más profunda: la tendencia del hombre a realizarse, a llegar a ser sus potencialidades. Con ésta me refiero al impulso de expandirse, crecer, desarrollarse y madurar, que se manifiesta en toda la vida orgánica y humana, es decir, la tendencia a expresar y realizar todas las capacidades del organismo o del sí mismo (p. 301).
La educación en todos los niveles enfrenta el reto de preparar a la persona para sentar las bases de la formación del espíritu científico, de indagar, forjar habilidades investigativas fundamentales y responder así a los acelerados avances de la ciencia y la tecnología. El desarrollo del clima creativo logra en la educación básica un cambio en su actitud sobre el aprendizaje, el conocimiento, la verdad, alienta su curiosidad, el interés de experimentar, la actividad y el interés lúdico. Cuando se pasa por la adolescencia, en la educación media, se accede al pensamiento formal y puede realizar construcciones ideológicas, hasta la formación de adultos con madurez y capacidad de pensamiento dialéctico que comprenden múltiples y complejas relaciones.
El clima creativo es trascendental para el desarrollo intelectual de los protagonistas del proceso educativo, complementa la formación que privilegia el pensamiento convergente con la que impulse el pensamiento divergente, indispensable en el proceso de la creatividad, con la utilización de procedimientos pedagógicos como las metáforas, la fantasía y métodos didácticos que motiven y dinamicen la acción creativa promoviendo el desarrollo personal, científico, tecnológico y cultural (Ramírez, 1994).
- Reorganización del saber.
Reorganizar el saber implica incorporar a la creatividad en los procesos de aprendizaje, representa un esfuerzo de reflexión fundamental. La creatividad se desarrolla en una dialéctica evolutiva multidimensional en la que la recursión cerebro-mano-técnica-cultura tiene un papel determinante, debido a que el cerebro del ser humano se ha desarrollado a partir de la evolución genética/anatómica/fisiológica, sin embargo, no debe separarse la evolución práxica (que actúa) (Savater, 2003), cuyos progresos van de la mano a los desarrollos sociales, que generan el lenguaje y la cultura. Estos elementos influyen en el pensamiento, el cual ha evolucionado superando la computación en cogitación, evolución inseparable del lenguaje y de las posibilidades de consciencia (Morin, 1999).
La creatividad, la idea de un bucle recursivo (Morin, 1999), la autoproducción y la autoorganización, son procesos en los que los efectos o productos al mismo tiempo son causantes y productores del proceso mismo y en el que los estados finales son necesarios para la generación de los estados iniciales. Esta reorganización debe disponer la posibilidad de integrar la experiencia personal y la experiencia colectiva/histórica almacenada en la cultura y redistribuida en cada espíritu, vía una educación en la creatividad, disponiendo de una dialéctica cerebro-espíritu-mano-útil (Morin, 1999).
En esta idea de reorganizar el saber hacia incorporar la creatividad, coincido con Bohm (2002) en que:
[…] lo que en verdad se necesita para crear un nuevo orden genuinamente novedoso en cualquier campo (y no sólo una continuidad mecánica en una forma modificada de conflicto entre órdenes fragmentarios) es un estado mental que esté continua e incesantemente observando los hechos del orden actual del medio en el que estamos trabajando […] Así los seres humanos no podrían producir ninguna transformación verdaderamente creativa, ya sea en la naturaleza o en la sociedad, a menos que se encuentren en un estado mental creativo, sensible a las diferencias que siempre existen entre el hecho observado y cualquier idea preconcebida, por noble, hermosa y magnificente que parezca” (p. 53).
Reorganizar el saber debe considerar las propuestas emergentes en torno a la creatividad. Me parece parte de nuestra responsabilidad revisar y, si es el caso, rescatar propuestas que emergen de las diferentes formas en que se ve al mundo y a la educación, por supuesto desde un enfoque que permita fomentarla en los distintos ámbitos locales donde nos desempeñamos como docentes.
Podemos encontrar diversas propuestas para su abordaje en la práctica docente, de las cuales las dos que presento a continuación son las que considero más significativas. La primera es la praxis artística ecosófica. El hecho ecosófico consiste en una articulación ético-política entre el medio ambiente, lo social y la subjetividad. Se trata de reconstruir a través de la educación, un territorio político perdido, destrozado por la violencia desterritorializante del modelo capitalista. La ecosofía puede pretender “sustituir las viejas ideologías que fragmentaban de manera abusiva lo social, lo privado y lo civil”. Desde esa perspectiva, el arte se revela también como un auxiliar precioso, en la medida en que proporciona un “plan de inmanencia, muy organizado y muy “absorbente” a la vez para el ejercicio de la subjetividad” (Bourriaud, 2008, p.128)
La segunda posibilidad es la posibilidad de promover el arte relacional. Bourriaud (2008), menciona que el arte siempre ha sido relacional en diferentes grados, o sea, elemento de lo social fundado junto con el diálogo. Esta propuesta plantea que el arte tomaría como base teórica el entorno de las interacciones humanas y su contexto social, más que la afirmación de un espacio simbólico autónomo y privado, como lo es hoy, dando cuenta de un cambio radical de los objetivos estéticos, culturales y políticos puestos en juego por el arte moderno, de una cultura urbana mundial y de la extensión del modelo urbano a la casi totalidad de los fenómenos culturales. Una posibilidad que, en mi opinión, resultaría positiva si se trasladara al ámbito relacional que representa la escuela.
- ¿Evaluar la creatividad?
Uno de los aspectos que resulta más complicado formar y operar en la docencia es la evaluación, y si hablamos de evaluar la creatividad la cosa se complica. Todo proceso educativo requiere evaluarse, y nos han vendido la idea de que la evaluación es una “actividad sistemática integrada en el proceso educativo, cuya finalidad es el mejoramiento del mismo mediante un conocimiento, lo más exacto posible, del alumno en todos los aspectos de su personalidad y una información ajustada sobre el proceso educativo y los factores personales y ambientales que en ésta inciden” (Castillo, 2002), y requiere de precisión, lo que implica una planeación previa al inicio del proceso educativo, de manera que aquello que el alumno desarrolle pueda ser comparado con un modelo (Díaz-Barriga, et al., 2005) previamente estructurado. Debemos tener muy presente que la evaluación es un proceso amplio, porque es posible considerar en ella todo lo que la persona es, lo que implica que la creatividad también puede estar sujeta a un proceso valorativo bajo esta consideración.
Tradicionalmente se asocia a la creatividad únicamente con la expresividad, no se considera a la creatividad como algo que le dé valor a la persona o al mundo, ni como un elemento que genere aprendizaje. Los esfuerzos de evaluación de ésta se concentran en los resultados, olvidándose de escuchar la interpretación del producto, para lo que se recomienda, por ejemplo, que el alumno explique con sus propias palabras lo que ha producido. Considero, en alusión a lo anterior, que no cualquier docente es capaz de evaluar la creatividad, ya que implica que su formación le permita dominar, entre otras, la fase preparatoria de la evaluación, por ejemplo.
La formación a la que aludo le permite conceptualizar el producto creativo como un todo, manifiesta su conocimiento de la cultura y sus sistemas, y cómo se articulan éstos y entiende la subjetividad de la evaluación de un producto creativo (Christiaans, 2002). La formación del docente que evaluará la creatividad, comienza con la definición de los criterios para evaluarla, es decir, lo que se evalúa en realidad debe ser el proceso que lleva a resultados creativos. La creatividad no sólo debe relacionarse con las fortalezas y las debilidades del estudiante, implica mirar aquello que no representa lo creativo. Se recomienda ampliamente la autoevaluación y la coevaluación, siempre y cuando éstas utilicen los mismos criterios (Moore, 1982), partiendo de preguntas guía y preguntas poco comunes, preguntas creativas (McLaren, 1997).
Evaluar la creatividad implica para Christiaans (2002), considerar elementos como: la fluidez, la variedad que ha sido demostrada en las variaciones (de la técnica, el color, la armonía) presentes en el producto creativo. Flexibilidad, los riesgos que se asumen. La elaboración, es decir, lo que se pensó en detalle; la elaboración, que corresponde a la profundidad del producto final. La originalidad, es decir, la novedad sobre todo en términos de nuevas relaciones entre ideas, recursos y procesos, así como la resolución o integración final de los conceptos desarrollados. Por supuesto los detalles, o sea, los elementos necesarios que integran el resultado creativo. La atracción que se tiene por el resultado. La expresividad, representada como la denotación del significado real. La integración o articulación entre la forma, la función y la construcción, lo que implica un desarrollo adecuado donde se asocian, balancean y se vuelven dinámicos los valores y los recursos. El grado de expectación, que el resultado no sea visto u obvio, podríamos conceptualizarlo como el impacto en el observador o la emoción que transmite y la precisión del alumno, la actitud de búsqueda de nuevas ideas, retos y formas.
Complementario a lo anterior es necesario que el docente deje de considerar a la creatividad como un resultado y diseña un registro adecuado de todas las etapas por las que se pasa incluyendo aspectos del área afectiva como la emotividad generada por el hecho creativo, comprendiendo que una persona creativa se distingue por la emotividad puesta frente a las situaciones (Russ, 1999). Tener presente el interés que se tiene en el proceso creativo de la otra persona, el apoyo ofrecido durante el desarrollo sin llegar al control, debido a que éste tiende a inhibir la creatividad. Clarificar el contexto situacional, ya que un ambiente facilitador de la creatividad está caracterizado por brindar autonomía, complejidad y exigencia, a fin de profundizar en factores como la autonomía, es vital una reflexión sobre la forma en que la persona se conduce frente al problema (Shalley, Wilson y Blum, 2000).
Ahora bien, si se requiere de un dominio para llevar a cabo estas prácticas evaluativas, entonces las instituciones tienen un papel crucial como formadoras de maestros. Esto obliga a desarrollar programas de formación docente donde se pueda profundizar sobre el proceso evaluativo y el proceso creativo, así como su articulación de igual manera la discusión, el planteamiento, la aplicación y la revisión de las propuestas de evaluación de cada contexto o educador.
PARA FINALIZAR…
Hacer creativa la práctica docente, requiere que se estimule el desarrollo de la creatividad a través de la creación de un clima de libertad, un ambiente rico que facilite la posibilidad de las preguntas, cuestionamientos, pensamiento dirigido al logro de un propósito, tener parámetros claros de lo que se requiere, pero dar libertad en el cómo se lleva a cabo. Una educación en la creatividad exige una actitud de interrogación, de búsqueda, de investigación, que está en plena sintonía con lo que se requiere para el desarrollo de una visión integral del mundo.
En la práctica son muchos los obstáculos que enfrenta la persona creativa y la organización escolar utiliza una serie de mecanismos que inhiben el desarrollo de la creatividad, como la prohibición de hacer preguntas y tener opiniones opuestas, por ejemplo. Actualmente no se valora la inteligencia que despliegan los estudiantes que preguntan, cuestionan, juegan y repiten las preguntas, frecuentemente se les da respuestas inadecuadas o no se les contesta, frustrando así su curiosidad e imaginación. Recordemos que la tendencia natural del hombre a interesarse en el porqué y el cómo de las cosas, bien orientada, es una manera de desarrollar la curiosidad científica y la creatividad.
Un obstáculo de la creatividad, y que es evidente en las escuelas de todos los niveles educativos, es el conformismo. Esta actitud comienza con el docente y tiene mucho que ver con los perjuicios frente al comportamiento creativo al que se relaciona con anormalidad o deseo de llamar la atención. La historia de la humanidad contiene ejemplos acerca de la forma en que fueron tratados los seres humanos creativos, quienes muchas veces pagaron con su vida la osadía de pensar diferente al común de la época. Otro obstáculo de la creatividad es el uso de expresiones para responder a las iniciativas de los estudiantes tales como: “sí, pero… ya intentamos eso antes” o “está bien, pero vamos a realizarlo con lo que nos ha funcionado…” o, “siempre se ha hecho de ésta manera…”, entre otras.
La educación en México se mantiene centrada en la actividad del maestro más que en la del estudiante, y esta actitud supervisora, crea un ambiente contrario al que necesita la creatividad para manifestarse, el cual, reitero, debe ser de aceptación, respeto, tolerancia a los ensayos y errores, no con un enfoque evaluativo, pues éste encajona, inhibe la producción de las ideas y la búsqueda de alternativas divergentes. Lo propuesto en este texto, acompañado de decisión del docente, complementado con teorías del aprendizaje en las que el estudiante verdaderamente sea el centro del proceso pedagógico, pueden lograr que la actividad creativa llegue a niveles de apropiación, construcción y transformación del conocimiento, esa sería la meta que deberíamos trazarnos.
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