Flavio Lucas entrevista a Fernando Illescas.*
¿Qué es la corrupción?
En principio, el abuso de lo público por un ente privado. Pero más de fondo, se trata de una forma de ver la vida en la que el afecto es vendido en lugar de ser merecido. Llevado a la complejidad de las finanzas públicas , se traduce en el interés de todas las partes implicadas en el manejo del dinero público, para tener más dinero para comprar más afecto.
Sr., ¿Podría dar algunos ejemplos?
Le daré tres. Cuando los padres cambian el afecto por notas de rendimiento escolar a sus hijos. Cuando las personas que trabajan tienen como objetivo principal el dinero y no su manifestación como personas. Y cuando las personas que se relacionan afectivamente entregan el amor como un intercambio de tipo comercial (a equivalentes o con alguna ganancia), y no como la oportunidad de entregar algo inagotable. En los tres casos, el valor está puesto en la recompensa y no en la acción misma, lo que les convierte en actos fuera de la ética. (Cuando el valor se desplaza de la acción hacia su consecuencia, se pierde la motivación del valor de la acción en sí, es decir, se pierde la valoración ética (vale o no) del acto y otro acto consecuencial reemplaza y viene a ser el motor de la conducta)
¿La cultura occidental es la culpable por la diseminación de la corrupción, a través de la colonización?
Requerimos saber dos cosas. Si las culturas autóctonas vendían su afecto más que la cultura occidental, y si una comunidad con una visión del mundo más espiritual que material tiende a vender más el afecto que regalarlo. Tal vez las culturas antiguas ‘comprasen’ más su afecto a las divinidades que el de otros seres humanos, lo que resultaría e un mejor comportamiento ético y respeto a la vida social. Todo individuo con una vida más espiritual que material es mucho menos corrompible.
¿Porque en los países de América Latina la corrupción siempre amenaza, de alguna forma, la democracia?
En mi opinión, la democracia es aún un sueño de la humanidad tanto en países ricos como pobres, en tanto que se le da fuerza a la mercadocracia, a la venta de los políticos como productos, con eslogans y sin compromisos políticos. Una democracia implicaría que las campañas fuesen hechas con la historia de los candidatos y sus argumentos, y que los electores estuviesen plenamente informados de los detalles detrás de esas historias y sus propuestas. Hoy las personas deciden su voto en base a una foto y una frase estúpida repetida millones de veces. Mientras que la ignorancia sea mayoritaria, la democracia es apenas un buen proyecto, tanto en países ricos como pobres.
¿Es la corrupción la misma en los dos casos?
Es claro que en un ambiente de carencia tanto material como cultural, es más fácil tener mayor competencia, lo que se traduce en mayor sed de éxito para cualquier miembro de ellos. Esto es un agravante para la compra venta del afecto para la ciudadanía en general. Es posible que en los países ricos no se soborne a un policía de tránsito, pero en términos de venta y condicionamiento de afecto (evaluación), que es el origen de la corrupción, está más presente en la conciencia de los países occidentales ricos que en los países pobres. (En estos últimos la gente requiere menos ‘méritos’ para ser querida) En este sentido, un orden mayor y de apariencia de mayor perfección cultural va acompañada de una desventaja ética importante. En un país como México, y ciertamente como Brasil, especialmente en comunidades rurales, las personas dividen con gusto lo poco que tienen en la mesa con cualquier extraño que llegue sin aviso. En los países ricos necesitas una invitación.
¿El hombre no es, en sí, un animal corrupto y mezquino por naturaleza?
El ser humano nace sediento de amor, y se transforma en un proveedor de amor. Pero una sociedad basada en el tener, que no en el ser, basada en el consumismo e individualismo, es presa fácil de las organizaciones mercantiles y de esta forma de adoptar la visión del mundo que aquí criticamos. Tal sociedad no es ‘naturalmente’ corrupta: es la reproducción de un esquema que torna a las sociedades corruptas. En tanto no seamos capaces de reinventar la afectividad en nuestros países, en tanto subsista el chantaje escolar (sus evaluaciones y lo que los padres hacen con ellas), en tanto no seamos capaces de vivir en comunidades no consumistas, el ser humano ‘naturalmente’ seguirá siendo el lobo de si mismo.
*La entrevista al articulista de la Jornada Veracruz se publicó en la revista “Continente Multicultural” (2005) de la ciudad de Recife, Pernambuco, Brasil. https://issuu.com/revistacontinente/docs/059_-_nov_05_-_corrupcao