Por: John Holloway. 04/02/2022
Capítulo 1
El grito
En el principio es el grito. Nosotros gritamos.
Cuando escribimos o cuando leemos, es fácil olvidar que en el principio no
es el verbo sino el grito. Ante la mutilación de vidas humanas provocada
por el capitalismo, un grito de tristeza, un grito de horror, un grito de rabia,
un grito de rechazo: ¡NO!
El punto de partida de la reflexión teórica es la oposición, la negatividad, la
lucha. El pensamiento nace de la ira, no de la quietud de la razón; no nace
del hecho de sentarse, razonar y reflexionar sobre los misterios de la
existencia, hecho que constituye la imagen convencional de lo que es “el
pensador”.
Empezamos desde la negación, desde la disonancia. La disonancia puede
tomar muchas formas: la de un murmullo inarticulado de descontento, la de
lágrimas de frustración, la de un grito de furia, la de un rugido confiado. La
de un desasosiego, una confusión, un anhelo o una vibración crítica.
Nuestra disonancia surge de nuestra experiencia, pero esa experiencia
varía. A veces, es la experiencia directa de la explotación en la fábrica, de
la opresión en el hogar, del estrés en la oficina, del hambre y la pobreza o
la experiencia de la violencia o la discriminación. A veces lo que nos incita
a la rabia es la experiencia menos directa de lo que percibimos a través de
la televisión, los periódicos o los libros. Millones de niños viven en las
calles. En algunas ciudades se asesina sistemáticamente a los niños de la
calle como la única forma de reforzar el respeto por la propiedad privada.
En 1998 los bienes de las 200 personas más ricas del mundo sumaban más
que el ingreso total del 41 por ciento de la población mundial (constituida
por 2.500 millones de personas). La brecha entre ricos y pobres se agranda,
no sólo entre países sino al interior de los mismos. En 1960 los países con
el quinto de personas más ricas del mundo contaban con un ingreso per
cápita 30 veces mayor que el de aquellos con el quinto más pobre: para
1990 la proporción se había duplicado 60 a 1 y hacia 1995 llegaba a ser de
74 a 1. El mercado de valores sube cada vez que aumenta el desempleo. Se
encarcela a los estudiantes que luchan por la educación gratuita mientras
que a los responsables activos de la miseria de millones de personas se los
colma de honores y se les otorgan títulos como los de general, secretario de
defensa o presidente. Y la lista continúa. Nuestra furia cambia cada día de
acuerdo con la última atrocidad. Es imposible leer el periódico sin sentir
rabia, sin sentir dolor
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Fotografía:Amazon