Por: Cristina Bazán. 24/06/2025
“¿En qué momento dejamos de ser hijas? (…) Es evidente, al menos para mí, que no ocurre con la muerte”, se cuestiona la protagonista de la novela Notas desde el interior de la ballena, de la escritora mexicana Ave Barrera, una interrogante que funciona como una especie de hilo conductor de la historia, en la que su autora analiza en profundidad la compleja relación de una hija con su madre, el amor y los desencuentros que hay entre ellas, “la otra cara de la maternidad”, explica Barrera en una entrevista con Efeminista.
La protagonista de esta novela (Lumen, 2025) regresa a casa después de mucho tiempo y descubre que su madre no ha vuelto en sí tras una cirugía. Ante la imposibilidad de una reconciliación tras su muerte, debe confrontar consigo misma los silencios que se tejieron entre ambas y restaurar por medio de la escritura el vínculo deteriorado por sus ausencias.
En un relato con tintes autobiográficos, Barrera (Guadalajara, México, 1980) cuenta por medio de saltos en el tiempo cómo se fue construyendo esa relación íntima entre hija y madre, incluso desde antes de que la protagonista naciera, y las huellas que deja la religión, las costumbres y el “deber ser” para una mujer en una sociedad machista como la mexicana.
“El conflicto central de la historia es este vínculo afectivo que puede llegar a ser sumamente complejo, que se suele romantizar muchísimo y que cuando lo vivimos en la realidad es una cosa muy distinta. Es mucho más complejo, con muchos matices de amor, pero también de emociones que no son necesariamente luminosas y que es necesario reconocer y verlas”, agrega la autora.
La novela, la tercera que publica Barrera, es también una reconstrucción de la propia identidad, de búsqueda de sentido para poder seguir con la vida, que se integra dentro de la literatura del duelo desde una perspectiva feminista.
La nueva novela de Ave Barrera
Pregunta: ¿Qué le llevó a publicar este relato tan íntimo e intenso?
Respuesta: Era necesario completar ese ciclo. La escritura siempre me ha parecido un refugio. Un refugio personal y un espejo para ver todo eso que está dentro y que no está resuelto y en esta novela es así.
Necesitaba urgentemente atender ese tema en mi vida y fue un proceso muy personal, muy íntimo, pero llegó un momento en el que todo ese proceso personal necesitaba tomar forma en un texto que se correspondiera y que dialogara con otras personas.
El texto había abrevado de muchas otras autoras que habían escrito acerca del tema y que están ahí presentes en el libro. Es un libro que se escribe de manera colectiva con esas otras voces y sentía que me tocaba convertirlo también a mí en algo publicado que permitiera llegar a otras lectoras, a otras voces que se sumaran a esa conversación.
P: ¿Es totalmente autobiográfico o hay también ficción?
R: Podría decirte que todo lo que está ahí es de alguna manera verídico o que ha sucedido, pero ha sucedido en mi memoria desde mi subjetividad, desde la manera en la que yo lo recuerdo y todo eso es relativo. Entonces prefiero no decir qué es verdad. Además, no es completamente ensayístico, es un texto más bien narrativo. Entonces, al ser tan narrativo y ser tan subjetivo, prefiero llamarlo ficción.
De alguna manera es la ficción que construí a partir de ese relato y después con las herramientas de la ficción también me permití elegir o hacer una especie de curaduría de cuáles son los elementos y los fragmentos que corresponden con la historia.
Lo que tiene importancia es la manera en la que se corresponde el libro con quien lee, la manera en la que le interpela a la persona que está leyendo y esa persona puede construir su historia a partir de las preguntas que se plantea.
La relación “compleja” entre hija y madre
P: ¿Y cómo o cuándo se dio cuenta de que esos momentos que selecciona de su vida eran los que la habían marcado y que correspondían con la narrativa?
R: Todo está conectado con la trama principal, con el conflicto. Cuando escribimos novelas uno aprende que todo tiene que estar amarrado con el conflicto central. Y creo que en este caso está muy bien identificado que el conflicto central es esta tensión entre hija y madre.
Esta relación, este vínculo afectivo que puede llegar a ser sumamente complejo, que se suele romantizar muchísimo y que cuando lo vivimos en la realidad es una cosa muy distinta, es una cosa mucho más compleja con muchos matices de amor, pero también de emociones que no son necesariamente luminosas y que es necesario reconocer y verlas, hacerlas parte e integrarlas como parte de la experiencia afectiva para que no se queden haciendo ruido, mella y daño.
P: En los últimos años el tema de la maternidad se ha tratado con más frecuencia en la literatura, pero no tanto desde el lado de las hijas, ¿cuál para usted es la importancia de ahondar en este tema?
R: Es la otra cara de la maternidad. Es que en el espectro de todos estos textos maravillosos que han surgido en torno a las maternidades está este otro foco que muchas veces se da por sentado. Se da por sentado que al momento de crecer y alejarnos de nuestras madres dejamos de ser hijas, se da por sentado que en el momento en que las madres se convierten en madres dejan de pensar su hijitud y no es así.
La verdad es que cuando lo vemos ya en carne propia nos damos cuenta de que todas esas heridas, ausencias, cosas no resueltas de nuestra hijitud, de nuestra relación y de nuestro vínculo con nuestra madre siguen presentes en nuestra adultez y nos podemos morir con ellas.
Sí hay gente que no lo resuelve nunca, pasamos por el duelo muchas veces, como en el caso de la protagonista de la novela, pasa por el duelo, la madre muere y ella tiene que asumir ese duelo y piensa que nada más por el hecho de que ya pasó el tiempo ya va a pasar ese dolor como nos hacen creer con el duelo, pero la verdad es que el dolor sigue.
Es como guardar el polvo debajo de la alfombra, sigue ahí presente y es como si carcomiera por dentro y de repente se nos abre un abismo debajo de los pies y nos sorprende. Ese abismo que de repente nos devora y que no nos explicamos de dónde sale la depresión. ¿De dónde salió esa depresión? ¿De dónde salió esa crisis existencial a los 30, 40, 50 años? Pues muchas veces viene de ahí, de esa tarea no resuelta con ese vínculo afectivo que está en la raíz de lo que somos.
La maternidad elegida
P: Si bien se habla cada vez más de la maternidad y la capacidad de elección, ser hija es algo que no se puede elegir y cuando uno crece esa relación ya está construida y usted explora eso también…
R: Sí, traté de armar un espectro amplio del tema y uno de esos aspectos es la no maternidad, que en mi caso yo decidí no tener hijos, y en una sociedad tan tradicional como la que yo vivo en México o en mi familia, que son muy conservadores, eso es prácticamente un tabú, rompe todos los esquemas.
Por suerte, las mujeres estamos empezando a permitirnos romper esos esquemas, pero también el sentirnos autorizadas para cuestionarlo forma parte de un privilegio al que pocas tenemos acceso. Incluso la posibilidad de plantearnos la alternativa de no tener hijos no es algo a lo que todas las mujeres tengamos acceso, por desgracia, pero sí empieza a ser un poco más frecuente, más común y ya no es tan mal visto como antes, que era un tabú.
Y todas estas ideas de que la única manera en la que una mujer podía haber satisfecho su destino era por medio de la maternidad nos van pareciendo más y más ridículas, pero en muchas sociedades están infiltradas de manera súper sutil.
Nos hacen sentir el deseo, nos crean el deseo de la maternidad. Lo hacemos quizás por amor, por terceras personas o por otras motivaciones y ya no por el deseo traer una persona al mundo. Entonces, el hecho de que estemos planteando todos estos cuestionamientos a mí me parece valiosísimo, es un avance tremendo para la civilización humana darnos la oportunidad de decidirlo, de cobrar conciencia de la importancia de la decisión que representa tener hijos porque una maternidad elegida construye de manera muy consciente ese vínculo materno filial desde el principio, con una persona que no sabe que está participando de esa relación.
La maternidad es un tema “tan universal como cualquier otro”
P: Una relación poco explorada también…
R: Sí, siempre se ha hablado acerca de las relaciones filiales, sobre todo se ha escrito muchísimo de los hijos varones hacia los padres varones. Yo creo que toda la mitad de la literatura latinoamericana del siglo XX está construida a partir de ese paradigma y cuando las mujeres decidimos hablar acerca de nuestros afectos dicen: “Ah, pues son cosas de mujeres”, “No es un tema universal” y es tan universal como cualquier otro tema.
Yo creo que a cada generación nos toca hacer una especie de revisión de nuestros vínculos y de nuestros afectos y de los paradigmas con los que vivimos esos afectos de la misma manera que lo hicieron los griegos con toda la construcción de sus mitos, es lo que seguimos haciendo los seres humanos con nuestra literatura.
P: ¿Y cuál es la influencia de la religión y del machismo en los personajes de la historia?
R: El papel de la religión en la novela, que es la religión de los Testigos de Jehová, está como en la raíz del mal. Es como de donde parte el paradigma patriarcal que exige a las mujeres cierto comportamiento, cierto deber ser y el cumplimiento de un rol, ese control, en el caso de la novela, esa expectativa de la vida de las mujeres.
La religión de los Testigos de Jehová es muy coercitiva y rígida, pero en realidad todas las religiones parten de un paradigma patriarcal donde el acometido parece ser el control del cuerpo y de la vida de las mujeres.
Parece que tanto musulmanes como cristianos de cualquier tipo de variante se dedican a controlar y regular lo que las mujeres hacen, de qué manera se reproducen, de qué manera toman las decisiones de su vida, y como estamos rompiendo justo con esos paradigmas, es natural que muchas veces pongamos a la religión en crisis en nuestra vida.
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Fotografía: Efeminista. Portada del libro de Ave Barrera. Lumen y Samuel Aye-Gboyin.