Por: Victor Ortega. 09/04/2025.
La fase experimental en términos de construcción consciente de ambientes y comportamientos de la Internationale Situationniste se extiende desde julio 1957 —año de publicación del Informe sobre la construcción de situaciones y sobre las condiciones de la organización y la acción de la tendencia situacionista internacional— y febrero de 1962, cuando publican precisiones sobre lo que entienden por vida cotidiana, cultura, espectáculo con purgas permanentes de artistas que regresaban a la producción de obras individuales o al culto del genio del artista individual; en enero de 1963, aparece en su revista la noción nashismo, en referencia a la sección alemana que capitula a la cultura y la sociedad dominantes, noción que cierra el ciclo estético-experimental propiamente dicho.
Los artículos más importantes de esta fase son El fin de la economía y la realización del arte, de junio de 1960; La creación abierta y sus enemigos, de diciembre de 1960, Asger Jorn; Perspectivas sobre la modificación consciente de la vida cotidiana, de agosto de 1961, Guy E. Debord; todos los artículos sobre el urbanismo unitario, de Attila Kotanyi y Raoul Vaneigem hasta 1965, cuando inician la crítica del urbanismo unitario; Las palabras cautivas, Mustapha Khayati de marzo de 1966; Los situacionistas y las nuevas formas de acción en la política y el arte, René Vienet, de octubre de 1967 hasta Definición mínima de las organizaciones revolucionarias, que abre la fase predominantemente política en esa misma fecha.
Entre marzo de 1966 y septiembre de 1969 la Internationale Situationniste escribe sus mejores balances políticos sobre la situación del mundo de su época y las libros más conocidos, ambos de 1967, La Sociedad del Espectáculo y el Tratado del saber vivir para el uso de las nuevas generaciones y, en 1972, tras ser derrotada junto con el mayo de 1968, redacta su propia acta de defunción con las Tesis sobre la Internacional Situacionista y su tiempo, firmada Guy E. Debord y Gianfranco Sanguinetti.
En sus 15 años de existencia formal, el agrupamiento estético-político conocido como Internationale Situationniste produjo la teoría y ejecutó la práctica del proyecto de los artistas de la sociedad sin clases que seguirá influyendo el resto del siglo, posiblemente la síntesis más lograda de arte y revolución que se haya producido en Europa.
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En un libro de reciente aparición, llamado Crítica situacionista del tercermundo (2025), ofrecemos en el epílogo las rutas de la crítica a la Internationale Situationniste realizadas tanto en su época como en el siglo XXI. El primer párrafo dice así:
“Pensamos que lo primero es completar la crítica de la Internationale Situationniste. Una crítica oblicua y contemporánea de la Internationale Situationniste se puede consultar en La revolución comunista: tesis de trabajo (1969, 2024 al castellano) de la revista Invariance. La ultraizquierda histórica, que dio origen a la teoría de la comunicación, también ofrece una crítica a la Internationale en autores como Gilles Dauvé. La concepción de un mundo falso e invertido a subvertir por un sujeto social verdadero supone la existencia de un proletariado con esencia revolucionaria e historia normativa. La demolición de dicha concepción se encuentra en De la ultraizquierda a la teoría de la comunización (2009, 2022 al castellano) de la revista Théorie comunniste, y una profundización del peso muerto del humanismo (la esencia revolucionaria a emancipar) dentro de la teoría comunista en Karl Marx y el fin de la filosofía clásica alemana (2007, 2020 al castellano), de la misma revista. Finalmente, un balance crítico de la Internationale Situiationniste se puede encontrar en Informe sobre la construcción del situacionismo (2020) de Federico Corriente.”
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El fin de la línea histórica europea se da con la disolución de la Internationale Situationniste en 1972, que fue la experiencia más lograda en sintetizar la vanguardia estética con el extremismo político. Poco antes de creación de la Internactionale, la cultura pop estaba apuntó de crear un movimiento de masas mediante el rock & roll, como lo documentan Nik Cohn en Auambabuluba Balambambú. La edad de oro del rock and roll (1969) y Greil Marcus en La historia del rock and roll en 10 canciones (2014). El rock & roll, además de transgredir costumbres y crear ambientes efímeros, además de integrarse en los enormes mercados de la industria musical y producir vedettes para el consumo de masas, fue también el soundtrak de disturbios juveniles y grupos armados: el texto que puede considerarse fundacional de la Liga Comunista 23 de Septiembre, Los tiempos que nos tocó vivir (1969) de Raúl Ramos Zavala, tiene como un epígrafe Let it Be de The Beatles.
En sus permanentes ciclos de aparición y desaparición, la cultura pop tiene vínculos innegables con los procesos de contestación social, como demuestran en sus obras Rastros de Carmín. Una historia secreta del siglo XX (1989), Greil Marcus y La Facción Caníbal. Historia del Vandalismo Ilustrado (2012), Servando Rocha. La cultura pop sobrevive a la época de las vanguardias estéticas de las que hemos hablado en esta serie, y las sobrevive porque realiza a dichos vanguardismos al nivel de masas, los populariza en una época distinta a la de las vanguardias. Es entonces, el tiempo del punk, del hip-hop, del jungle, el vapor wave, el trap o el drill, por mencionas sólo algunos géneros pop y movimientos underground de la época que sigue a la Internationale Siituationniste.
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Otro tanto podemos decir la ciber-cultura, cuyas primeras expresiones teóricas son de 1948, con los escritos de Norman Wiener. La literatura de autores como Philip K. Dick o James G. Ballard desde los 60’s, de William Burroughs o Ursula K. Le Guin en los setenta, o de William Gibson u Octavia Butler en los 80’s por mencionar sólo algunos, así como algunas películas basadas en sus libros durante los ochenta, y otras producidas en los noventa por gente como David Cronenberg, John Carpenter, David Lynch o las hermanas Wachowski, combinadas con la lectura de filósofos como Gilles Deleuze y Felix Guattari y la propia Internationale Situationniste, crearan las condiciones para la teoría-ficción y pensadores como Sadie Plant, Nick Land, Kodwo Eshun, Mark Fisher, Ray Brassier, Benjamin Noys, Reza Negarestani, Nick Srnicek, Alex Williams, Mauro Reis, Armen Avanessian, Simon Reynolds, Grafton Tanner, Kit Mackintosh, Ramiro Sanchiz o Federico Fernández Giordano que, algunos de ellos desde los 90’s, otros de ellos recién hace pocos años, dan cuenta de la nueva época y su cultura teórico-ficcionales más allá de lo humano, más allá de la verdad y su sujeto.
Sin embargo esto pertenece a las relaciones entre arte y revolución posteriores a 1968, es decir, a otra serie de artículos que ya no corresponden a nuestra periodización que va de 1960 a 1921, y que está situada en México.
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Sobre la recepción en México de la Internationale Situationniste, existe el artículo Pólvora y Pirotecnia. El Situacionismo después del Espectáculo (2018) de Guillermo Zamudio.
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La lectora y el lector habrán notado que en las siete entregas que constituyen esta serie hablamos de las figuras de la disidencia interna a la matriz formal del comunismo en México, como son Enrique González Rojo, Eduardo Lizalde, David Alfaro Siqueiros y José Revueltas, y su relación con la poesía, la pintura y la literatura respectivamente, pero no de Mario Héctor Rivera Ortiz o de Guillermo Rousset Banda.
Rivera Ortiz escribió cuentos sobre sucesos ocurridos entre 1976 y 1983 en los hospitales del Centro Médico Nacional, publicados en la revista Medicina y Sociedad entre 1977 y 1984, y como libro digital en 2014. También dos novelas cuyos nombres y fechas de edición no fue posible conseguir.
Rousset Banda desplegó una gran actividad editorial para Dómes durante la década de los ochenta, tras estar brevemente en prisión política y conocer ahí al dueño Eugenio Méndez Docurro; ahí editó a Bertolt Bretch, Ezra Pound, René Maria Rilke, William Blake, Stéphane Mallarmé, Paul Valéry, entre tantos otros. En 1998, de modo póstumo, se publica su estética poética Posiciones sobre la forma poética en verso, un breve tratado sobre poesía de carácter arcaico. Su colaboración con el escritor Juan José Arreola, de quién su libro Confabulario (1952) puede considerarse parte de los esbozos de ciber-cultura en México, dará origen a la versión parafrásica como método de traducción litetaria.
Como se acaba de ver, ningún comunista mexicano avanzó por la ruta de los artistas de la sociedad sin clases.