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Crisis global y resistencias: Imperialismo, neoliberalismo autoritario y luchas emancipadoras en el Sur

por RedaccionA junio 27, 2025
junio 27, 2025
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Por: Escuela Popular Permanente La Comunidad. 27/06/2025

Algunos elementos de coyuntura acerca de la militarización del capital, los genocidios del siglo XXI y la rebelión popular en América Latina

A). Crisis del orden internacional y reconfiguración de la violencia imperialista en el siglo XXI

En el escenario geopolítico actual, lo que está en disputa no es simplemente el control territorial o el acceso a recursos estratégicos, sino la configuración misma del orden internacional. La intensificación de las guerras, el rearme de las potencias occidentales, la consolidación de prácticas autoritarias en los países del norte global y el colapso humanitario en territorios asediados como Gaza, no son hechos aislados ni accidentales. Por el contrario, son expresiones interrelacionadas de un sistema-mundo en crisis, que busca perpetuar la dominación capitalista mediante la militarización de la política, la racialización de la violencia y la desposesión permanente de los pueblos del sur global. Situémonos en cinco eventos clave —la cumbre de la OTAN, las redadas del ICE en EE.UU., la masacre en Gaza, la guerra en Ucrania y la postura de China y Rusia— desde una perspectiva de los pueblos, para interrogarnos sobre sus causas estructurales y denunciar sus efectos devastadores.

I. Rearme imperial y economía de guerra: la OTAN como eje del militarismo neoliberal

La reciente cumbre de la OTAN en La Haya (junio de 2025) representa un punto de inflexión en el rumbo geoestratégico de Occidente. El anuncio del aumento del gasto militar al 3,5% del PIB de cada país miembro no responde, como afirma la narrativa oficial, a una necesidad de defensa ante la amenaza rusa, sino a una profunda reconfiguración del modelo neoliberal en crisis: en ausencia de legitimidad social, se afianza una gobernanza militarizada que desplaza las promesas del Estado social por la lógica del control y la represión. Esta economía de guerra —centrada en la industria armamentística, las tecnologías duales y la securitización de las relaciones internacionales— prioriza el beneficio de los grandes capitales transnacionales, mientras profundiza la austeridad y la exclusión social en los propios países del norte.

La OTAN, lejos de ser una alianza defensiva, opera hoy como instrumento de proyección imperial, capaz de desplegar fuerzas y condicionar soberanías en cualquier rincón del planeta. Esta escalada bélica no sólo aumenta el riesgo de confrontaciones globales, sino que erosiona los principios básicos del derecho internacional, sustituyéndolos por una política de fuerza que se justifica a sí misma mediante un discurso de “amenazas” cuidadosamente construidas por los medios corporativos.

II. Neofascismo desde adentro: redadas de ICE y militarización interna en EE.UU.

En paralelo al belicismo externo, el gobierno de Estados Unidos ha profundizado su autoritarismo interno. Las redadas masivas del ICE en Los Ángeles, acompañadas por el despliegue de tropas de la Guardia Nacional y de los Marines, son una expresión concreta del nuevo fascismo de baja intensidad que se consolida en el corazón del imperio. La criminalización de la migración —especialmente la migración latinoamericana, afrodescendiente y de origen indígena— es funcional a varios objetivos simultáneos: disciplinar la mano de obra, justificar el gasto policial, y construir un enemigo interno que canalice el descontento popular.

Lo que se vive en ciudades como Los Ángeles no es una excepción ni un exceso, sino la norma estructural de un sistema que combina racismo, precarización laboral y represión estatal. La militarización del conflicto social, al margen de cualquier instancia institucional democrática, instaura un estado de excepción permanente donde el derecho a la disidencia, la libertad de organización y la movilidad humana son cada vez más restringidos. Estas políticas migratorias deben ser leídas como prácticas de limpieza étnica funcionales al capitalismo contemporáneo.

III. Gaza: genocidio televisado y colapso de la legalidad internacional


La masacre en curso en Gaza constituye una catástrofe humanitaria y política sin precedentes en el siglo XXI. Con más de 55.000 palestinos asesinados, mayoritariamente mujeres, niños y civiles no combatientes, y con la infraestructura sanitaria, educativa y humanitaria reducida a escombros, Israel ha puesto en marcha una política sistemática de exterminio social, que va más allá del castigo militar: busca la aniquilación de Gaza como sociedad organizada. El uso del hambre como arma de guerra, los ataques a convoyes de ayuda, y la destrucción de hospitales son crímenes de guerra deliberados, ejecutados con impunidad absoluta gracias al apoyo político, militar y mediático de Estados Unidos y la OTAN.

Este escenario desnuda la hipocresía del sistema internacional. La ONU ha sido neutralizada por el veto estadounidense, mientras las potencias occidentales han abandonado cualquier pretensión de neutralidad o mediación. En Gaza, la vida humana ha sido despojada de valor jurídico y moral, convertida en un daño colateral aceptable en nombre de la seguridad de un Estado colonial y supremacista. Frente a este genocidio televisado, el silencio de las democracias liberales no es sólo complicidad: es parte integral del crimen.

IV. Ucrania: guerra inter-imperial y decadencia estratégica del Occidente atlántico

La guerra en Ucrania ha entrado en una fase de estancamiento sangriento. Rusia avanza territorialmente mientras Ucrania resiste gracias a un flujo constante de armas y fondos de la OTAN. Pero más allá del relato binario —democracia versus autocracia—, esta guerra revela la lógica profunda de una disputa inter-imperial por el control de Eurasia. El discurso de Putin, que reivindica Ucrania como parte del espacio histórico ruso, actualiza las viejas doctrinas de “zonas de influencia” propias del siglo XIX. Por su parte, la OTAN busca expandirse como plataforma de contención y amenaza a Rusia, sin ofrecer soluciones reales a la población ucraniana, atrapada entre dos proyectos de dominación.

La prolongación del conflicto está erosionando las bases de la legitimidad de Zelensky, así como la cohesión política interna de la Unión Europea, obligada a sostener un conflicto que no puede ganar ni resolver. Se abre así un escenario peligroso: el empantanamiento bélico favorece la adopción de medidas cada vez más autoritarias, tanto en Kiev como en Bruselas, y aumenta el riesgo de una escalada nuclear táctica. Esta guerra es la manifestación agónica de un mundo unipolar que se niega a morir, dispuesto a destruir regiones enteras antes que aceptar una redistribución del poder global.

V. China y Rusia: bloque contrahegemónico y límites del nuevo multilateralismo

Frente al colapso del orden liberal y al resurgimiento del imperialismo militar, China y Rusia han emergido como ejes de un bloque contrahegemónico informal, articulado en torno a intereses geoestratégicos comunes, cooperación económica y oposición al dominio occidental. Su llamado conjunto al alto el fuego en Gaza y su condena a los ataques de EE.UU. a Irán son actos significativos, aunque limitados. Si bien representan una alternativa diplomática frente al unilateralismo imperial, su capacidad real de contención es acotada y muchas veces funcional a sus propios intereses de Estado.

La ambigüedad estratégica de China —que sostiene a Rusia económicamente mientras evita confrontar directamente a Occidente— evidencia los límites del nuevo multilateralismo emergente: sin una articulación política de los pueblos, sin participación real del Sur Global, este bloque corre el riesgo de convertirse en una variante autoritaria del mismo sistema internacional que dice disputar.

En conjunto, los hechos aquí analizados configuran un mapa del presente marcado por la violencia imperial, el ascenso del autoritarismo y la destrucción de la vida. Pero también revelan los límites estructurales del orden mundial actual, y abren interrogantes fundamentales para las fuerzas emancipadoras: ¿cómo construir una paz real, que no sea la paz de los cementerios? ¿Cómo articular una soberanía popular más allá del Estado-nación neoliberal? ¿Qué papel puede jugar una izquierda radical y anticapitalista en la disputa global?

Responder estas preguntas exige superar la nostalgia por el viejo multilateralismo liberal, pero también evitar la ilusión de que los nuevos bloques estatales representen automáticamente los intereses de los pueblos. La salida no está en una nueva geopolítica de potencias, sino en una rebelión internacionalista de los de abajo: feminista, antirracista, descolonial y ecosocialista. Solo así será posible construir otro mundo más allá del capital y la guerra.

B). Las bombas de EEUU en Irán, ¿Cuál es su significado?

La agresión reciente de Estados Unidos e Israel contra Irán —con bombardeos directos a instalaciones nucleares iraníes como Fordow, Natanz e Isfahan— marca un punto de inflexión geopolítico de altísimo riesgo, con implicancias que trascienden la coyuntura militar y se proyectan sobre el reordenamiento del poder global.

1. ¿Qué significa esta agresión en términos estratégicos?

️ Golpe preventivo, no defensivo

Pese a la retórica de “prevención de una amenaza nuclear”, el ataque responde a una doctrina imperial profundamente arraigada en la política exterior de EE.UU.: impedir por todos los medios el surgimiento de potencias regionales independientes, sobre todo en zonas estratégicas como el Golfo Pérsico.

  • Irán ha mostrado en los últimos años una creciente capacidad:
  • Para desarrollar ciencia y tecnología nuclear independiente;
  • Para proyectar poder regional vía alianzas (Hezbolá, Siria, milicias en Irak, los hutíes en Yemen);
  • Y para resistir, con relativa eficacia, sanciones occidentales.

El ataque busca interrumpir el ascenso de Irán como potencia autónoma del eje occidental, utilizando el pretexto nuclear como catalizador del miedo en la opinión pública.

2. Relanzamiento del Eje EE.UU.-Israel: alianza militar ofensiva

Este ataque no se explica sin entender la alianza profunda y de larga data entre Estados Unidos e Israel, que no es meramente táctica, sino estructural y colonial:

Israel representa, desde su fundación, un enclave de dominación occidental en el corazón del mundo árabe y musulmán.

EE.UU., en su declive hegemónico, redobla su apuesta militar en la región para frenar tanto a Irán como a otras potencias (China, Rusia, incluso Turquía) que buscan disputar el orden post-occidental.

Así, Israel actúa como brazo armado de un proyecto de control global en crisis, pero que aún posee capacidad letal. Esta acción conjunta revela que, ante la erosión de su poder blando, el bloque anglo- sionista opta por la guerra preventiva como vía de supervivencia hegemónica.

3. El trasfondo geopolítico: transición del orden mundial

Este bombardeo no ocurre en el vacío. Se inscribe en un proceso de transición sistémica, donde el orden unipolar estadounidense (surgido tras la Guerra Fría) está siendo disputado por polos múltiples:

  • China y su proyecto de la Franja y la Ruta;
  • Rusia en confrontación abierta con la OTAN (Ucrania, Siria, África);
  • India, Turquía, Irán y el bloque BRICS+ buscando formas alternativas de gobernanza y comercio mundial (desdolarización, bancos propios, cooperación Sur-Sur).
  • El ataque a Irán es una señal de desesperación del viejo orden: intenta frenar un proceso que ya se desborda.

Además, puede verse como una maniobra para forzar a los actores globales a reubicarse: ¿Qué hará China si la guerra escala? ¿Y Rusia, cuya alianza con Irán se fortalece en el marco de la guerra en Ucrania? ¿Cómo responderá el mundo islámico? ¿Qué hará el Sur Global?

4. Riesgo de guerra regional o mundial

Este ataque no sólo es una violación al derecho internacional: es una chispa que puede detonar una guerra regional con proyección global. Las posibles consecuencias incluyen:

  • Involucramiento directo de Hezbolá, Siria e Irak como aliados de Irán;
  • Cierre del estrecho de Ormuz, lo que dispararía el precio del petróleo;
  • Ataques de represalia contra bases de EE.UU. en Medio Oriente;
  • Posible colapso del débil equilibrio en Gaza y Cisjordania, con un nuevo levantamiento palestino;
  • Mayor fragmentación de la ya debilitada ONU, que ha sido incapaz de detener ni siquiera la masacre en Gaza.

Estamos, por tanto, ante un evento que puede precipitar una reconfiguración catastrófica del orden global.

5. ¿Qué está en juego de fondo, para los pueblos?

  1. El derecho a la autodeterminación de los pueblos

La agresión a Irán es un mensaje brutal: ningún Estado fuera del eje imperial puede aspirar a desarrollarse autónomamente sin riesgo de ser bombardeado. Es la lógica de la doctrina Bush/Trump: “Si no estás con nosotros, estás contra nosotros”.

  1. El futuro de la humanidad

Esta acción debe entenderse no como un hecho aislado, sino como parte de una política de guerra permanente. En lugar de cooperación internacional, EE.UU. e Israel apuestan por un mundo de zonas de sacrificio, muros y ocupaciones, sin derecho a resistir.

C). América Latina entre la rebelión y la represión

En la última semana, el continente latinoamericano ha sido escenario de una serie de eventos políticos que no deben analizarse como hechos aislados, sino como expresiones sintomáticas de una estructura de dominación en crisis. Desde México hasta Chile, pasando por Panamá, Perú y Argentina, la realidad política se configura como una tensión permanente entre la profundización de un modelo neoliberal autoritario —defendido por las élites nacionales y el imperialismo occidental— y las resistencias populares que, pese a su fragmentación, vuelven a emerger como fuerza viva.

1. El avance del autoritarismo neoliberal: entre reformas regresivas y captura institucional

La ofensiva del capital en América Latina adopta hoy nuevas formas. En México, la elección de jueces mediante mecanismos supuestamente “democráticos” encubre una peligrosa colonización de los poderes judiciales por parte de redes político-empresariales y del crimen organizado[1]. La figura de Claudia Sheinbaum no rompe con el pacto de poder sino que lo administra con renovada eficacia. En Perú, Dina Boluarte profundiza la estrategia de saqueo y represión, mientras enfrenta investigaciones por corrupción y una creciente impopularidad. El régimen peruano, sostenido por una oligarquía racializada y militarizada, configura hoy uno de los enclaves más brutales del autoritarismo neoliberal continental.

Argentina ofrece otra cara del mismo fenómeno: la judicialización de la política como herramienta de disciplinamiento. La condena definitiva contra Cristina Fernández de Kirchner —más allá de los límites del kirchnerismo como proyecto transformador— sella una victoria simbólica del lawfare[2], neutralizando al último gran nombre de la política tradicional con arraigo popular. La Corte Suprema actúa como guardián del orden oligárquico, con el aplauso silencioso del empresariado local y los medios de comunicación hegemónicos.

2. Las movilizaciones en Panamá y Argentina: el retorno del pueblo a la calle

Sin embargo, y contra toda lógica de resignación, el pueblo responde. En Panamá, miles de trabajadores, estudiantes y sectores populares han protagonizado un levantamiento de facto contra el sistema previsional impuesto por organismos multilaterales. La suspensión de garantías constitucionales en Bocas del Toro, los cortes de internet, la criminalización mediática y la brutalidad policial reflejan con nitidez la fragilidad del régimen ante la protesta organizada. No se trata sólo de pensiones: lo que está en juego es el derecho a vivir con dignidad frente a un Estado subalterno al capital internacional.

En Argentina, las multitudinarias movilizaciones en apoyo a Cristina Fernández expresan una combinación ambigua de resistencia simbólica y nostalgia de un pasado menos devastador. La Plaza de Mayo repleta es más que una imagen: es un llamado a no abandonar el terreno de la política frente al avance de los proyectos neofascistas como el de Javier Milei. Aunque el kirchnerismo ya no representa una alternativa sistémica, sí conserva la capacidad de convocar afectos colectivos y disputar el sentido común neoliberal.

3. Chile y la disputa por el liderazgo progresista

El caso chileno condensa las tensiones de la llamada » izquierda institucional». A días de las primarias del 29 de junio, la competencia entre Jeannette Jara y Carolina Tohá no solo es una pugna electoral, sino la puesta en escena de una batalla ideológica: ¿será posible una supuesta izquierda con raíces en el movimiento popular o se consolidará la vía tecnocrática post-estallido que abandona toda voluntad transformadora?

La coalición oficialista, que alguna vez prometió una ruptura con el neoliberalismo chileno, hoy administra con responsabilidad fiscal los intereses del gran empresariado y la agenda represiva heredada del pinochetismo. La política de Boric ha frustrado a una generación que creyó en el poder constituyente de octubre de 2019. No obstante, la reconfiguración de fuerzas en torno a Jara podría abrir una grieta, aunque menor, hacia una mayor articulación con los sectores sindicales y poblacionales que resisten el abandono: ¿Esto podría encerrar una oportunidad o una nueva falsa oportunidad?

Tohá y Jara: candidatas del capital, no del pueblo

La dicotomía que se pretende instalar entre Tohá y Jara como dos proyectos progresistas distintos se desdibuja al revisar sus vínculos estructurales con el gran capital. Carolina Tohá, ministra del Interior, representa hoy la continuidad tecnocrática de la “gobernabilidad” neoliberal. Su figura se encuentra indisolublemente asociada al pacto con Ponce Lerou y la entrega estratégica del litio —recurso clave para el capitalismo verde global—, lo que la convierte en garante de un modelo extractivista subordinado al capital transnacional.

Jeannette Jara, por su parte, pese a su retórica de cercanía con el mundo sindical, ha sido uno de los pilares del nuevo pacto previsional, que no toca los intereses estructurales de las AFP. Lejos de impulsar la nacionalización de los fondos o el fin del sistema privado, su proyecto perpetúa la lógica de capitalización individual bajo otro nombre. En rigor, Jara no representa una ruptura con el orden, sino una gestión más amigable de su legitimidad en crisis.

Ambas candidaturas son funcionales a los intereses del gran capital: Tohá con el litio, Jara con las pensiones. Ninguna ha mostrado disposición real a tocar los pilares del modelo neoliberal chileno. La disputa, más que un debate entre proyectos de país, es una pugna por quién conducirá una administración del orden bajo ropajes progresistas. Así, mientras la rebelión de octubre sigue sin justicia ni reparación, las élites de la centroizquierda reconfiguran su hegemonía, no para transformar, sino para contener.

4. Perspectivas: articular la rabia, reconstituir lo común

Lo común en estas coyunturas no es el caos ni el desgobierno, sino el carácter estructural de la violencia capitalista. América Latina se encuentra en una fase de recomposición de la dominación, donde las formas democráticas son vaciadas de contenido o directamente suspendidas. El lawfare, la represión directa, la censura digital, la judicialización de la protesta y la militarización de los territorios son síntomas del agotamiento del consenso neoliberal.

Frente a ello, la izquierda emancipadora no puede limitarse a la denuncia. Es urgente reconstituir redes de base, prácticas autónomas, espacios de formación política y articulación continental. Las luchas no están derrotadas: laten en las calles de Panamá, en las plazas de Argentina, en las universidades chilenas, en las comunidades peruanas, en los barrios de México. Es preciso pensar en clave de internacionalismo, feminismo popular, ecosocialismo y poder comunal. No hay transición posible sin ruptura. No hay democracia real sin desmercantilización radical de la vida.

La historia latinoamericana está marcada por ciclos de rebelión y cooptación. Hoy, asistimos a un momento de bifurcación: o se consolida el proyecto de restauración oligárquica en clave autoritaria, o se reactiva la imaginación política popular. Los hechos de esta semana no son la última palabra, sino parte de una disputa abierta. Nuestra tarea, como izquierda radical, es leer la coyuntura con rigor, intervenir desde abajo y proyectar horizontes que desborden los límites de lo posible impuesto por el capital. Como decía Mariátegui: no queremos calcar ni copiar, sino crear. La historia no ha terminado. Apenas comienza otra vez.

D). Chile, el inicio de las movilizaciones

A falta de información y tiempo, a nivel de las movilizaciones en Chile solo nos atreveremos a presentar dos breves análisis de movilizaciones que han tenido cierta repercusión en los últimos dos meses. La primera de ella dice relación con el conflicto docente, incluyendo la recepción de la Agenda Corta, la respuesta del gobierno y las críticas de las bases hacia la gestión de Aguilar.

La segunda, dice relación con las movilizaciones del estudiantado universitario que, luego de un largo invierno sin movilizarse, empiezan a haber los primeros atisbos de reorganización y de lucha.

I. La lucha de los profesores: Entre la inercia y la traición a las bases

1. ¿Qué plantea la Agenda Corta y cómo la recibe el gobierno?

En enero de 2025, el Colegio de Profesoras y Profesores presentó un pliego con seis demandas urgentes (a esto se le llamó agenda corta): titularidad docente, carrera profesional, solución a deudas de SLEP, alivio del agobio laboral, reconocimiento del profesor jefe y establecimiento del Día del Profesor como jornada sin clases.

  • El ministerio de Educación, liderado por Nicolás Cataldo (PC), mantuvo un silencio prolongado: no acusaron recibo de la carta enviada el 31 de enero, y sólo iniciaron diálogos tras presión mediática y movilizaciones.
  • Nicolás Cataldo promovió una ley para saldar la deuda histórica (≈US$4 600 por beneficiario) que fue aprobada en enero, pero el gremio la calificó de insuficiente debido a su carácter limitado y simbólico .

La reacción gremial escaló en paros de advertencia (15 de mayo) y 48 horas (4-5 de junio), acusando al gobierno de ofrecer “respuestas insuficientes” y sin compromisos concretos.

2. Respuesta del gobierno: ¿diálogo o distracción?

  • Las autoridades afirmaron respaldar las demandas, pero insistieron en que los paros afectan el derecho de los estudiantes y que el diálogo debe predominar.
  • La subsecretaria Alejandra Arratia pidió evitar medidas disruptivas que perjudiquen a los niños.
  • El presidente Gabriel Boric, que el año anterior había truncado iniciativas con menos fuerza, quedó presionado en público por la movilización, aunque no se han concretado ofrecimientos sustanciales más allá de lo ya gestionado .

3. Críticas desde las bases y sectores regionales: la “cocina de Aguilar” y el quiebre democrático

Una parte significativa del profesorado ha criticado a Mario Aguilar por considerar que su gestión ha sido demasiado conciliadora:

  • En Magallanes, se declaró “persona no grata” y exigió su renuncia, acusándolo de “traición” por “defender al ministro” en lugar de respaldar el paro regional: “En vez de apoyar a los profesores ha optado por defender al Ministro… es vergonzoso”.
  • Se acusa al directorio de no planificar estratégicamente ni informar a las bases, cayendo en una dinámica burocrática que invisibiliza las iniciativas regionales .
  • Críticas incluyen que Aguilar busca “cerrar el conflicto con el alcalde Desbordes” en lugar de fortalecer la lucha nacional.

Se alerta que la crisis monetaria en municipios como Santiago (Desbordes) se usa para culpar al profesorado, mientras Aguilar no habría ejercido suficiente presión.

4. La consulta nacional y su legitimidad

El proceso de consulta nacional desarrollado por el Colegio de Profesoras y Profesores respecto a la respuesta del gobierno a la llamada «Agenda Corta» ha desatado una profunda crisis de legitimidad en la conducción del gremio, especialmente en la figura de su presidente, Mario Aguilar.

Un caso paradigmático se vivió en la Región del Biobío, donde 5.579 docentes participaron activamente del proceso. De ellos, 3.445 (60 %) votaron por rechazar la propuesta del gobierno, mientras que 2.234 (40 %) la aprobaron. Pese a esta clara mayoría por el rechazo, Aguilar y la dirigencia del Colegio —con apoyo de sectores ligados al Partido Comunista y al Partido Socialista, fuerzas integrantes del actual gobierno— reinterpretaron los resultados contabilizando los votos por comunas y no por personas, igualando en peso a comunas con más de 600 docentes con otras que apenas contaban con 200. Este método permitió declarar un “empate” regional, lo cual fue utilizado para validar nacionalmente la aceptación del ofrecimiento gubernamental.

Esta reinterpretación de los resultados ha sido denunciada por múltiples sectores de base como una manipulación sin precedentes. El acuerdo fue consumado entre el directorio nacional y la Asamblea de Presidentes Regionales, instancia que carece de facultades resolutivas en materias de consulta según el artículo 22 de los Estatutos del Colegio. Con ello, se rompió un principio democrático fundamental: “un profesor, un voto”, hecho que representa —según muchos docentes— una ruptura histórica en los avances democráticos del gremio.

Este episodio ha sido bautizado por la disidencia como la “cocina de Aguilar”, en clara alusión a los arreglos cupulares realizados al margen de la voluntad de las bases. La gravedad del hecho ha sido comparada incluso con las prácticas del expresidente del Colegio, Jaime Gajardo, aunque se señala que ni él “se atrevió a tanto”. Según la denuncia, el procedimiento habría sido deliberadamente planificado:

  • La consulta se fijó en los tres últimos días de clases antes del receso invernal, periodo en que el profesorado está sobrecargado con el cierre de semestres, informes y evaluaciones.
  • Las lluvias que suspendieron clases en varias comunas del sur no fueron consideradas en la programación.
  • No existió un reglamento oficial para regir el proceso, tal como estipulan los estatutos (artículo 10).
  • Se cerró el proceso de validación durante las vacaciones y entre un pequeño grupo de dirigentes (≈25 personas entre nacionales y regionales).
  • A esto se suma la decisión de excluir de la Agenda Corta una demanda histórica de las profesoras de educación diferencial y párvulos por el pago de las menciones, lo que fue visto como un gesto para facilitar el acuerdo con el gobierno.

Estas acciones han sido fuertemente criticadas por sectores del profesorado que, en su momento, acompañaron a Aguilar en luchas pasadas (2014–2015), y que hoy lo ven alejado de los principios de democracia directa que antes defendía.

“¿Esta es la democracia que queremos? ¿Esta es la democracia que enseñamos a nuestras y nuestros estudiantes?”

El descontento no es menor: muchas bases consideran que la dirección nacional ha sustituido conducción por manipulación, y que lo ocurrido no es simplemente un error político, sino una práctica sistemática de cooptación desde el gobierno. La consecuencia directa ha sido una profundización de la crisis de legitimidad y representación que arrastra el Colegio de Profesoras y Profesores.

II. Universidades en lucha: la revuelta que resurge desde las aulas

Durante los meses recientes, Chile ha sido testigo de una nueva oleada de movilizaciones universitarias que, lejos de ser hechos aislados, expresan el resurgimiento de una lucha estructural que apunta directamente al corazón del modelo neoliberal de educación superior impuesto por la dictadura cívico-militar y sostenido, con leves matices, por los gobiernos posteriores. La actual crisis universitaria no es nueva, sino más bien la intensificación de una larga lista de denuncias históricas no resueltas: hacinamiento, precariedad estructural, violencia de género, déficit presupuestario y exclusión política del estamento estudiantil en la toma de decisiones.

En la Región de Valparaíso, estudiantes de la Universidad de Playa Ancha (UPLA) y la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) han paralizado actividades exigiendo soluciones urgentes a problemas de infraestructura crítica, falta de calefacción, hacinamiento y carencia de cupos en campos clínicos. Frente a ello, las autoridades universitarias se han limitado a ofrecer “mesas de trabajo” y escudarse en la supuesta falta de financiamiento estatal, reproduciendo una narrativa que normaliza la precarización.

En la Universidad de Concepción (UdeC), la movilización se centra en la violencia de género y el rol cómplice de la institucionalidad universitaria. Con más de 60 carreras en toma o paro, las estudiantes denuncian la revictimización sistemática, la inoperancia de los protocolos actuales y la presencia de agresores en espacios educativos. Exigen una transformación curricular con enfoque de género y el establecimiento de mecanismos que garanticen justicia, reparación y no repetición.

Mientras tanto, en la Universidad de Chile, los estudiantes enfrentan lo que han denominado un “autoritarismo universitario” cristalizado en estructuras de gobernanza excluyentes y jerárquicas. Esta crítica se extiende al conjunto del sistema universitario, cuyo funcionamiento interno continúa dominado por lógicas oligárquicas donde los claustros académicos más antiguos concentran todo el poder de decisión.

Estas movilizaciones, pese a sus especificidades locales, convergen en dos grandes ejes: el financiamiento público basal garantizado por el Estado y la democratización efectiva de las universidades, con participación real de estudiantes, funcionarios y trabajadores. Estas exigencias no son nuevas; ya estaban presentes en la revuelta estudiantil de 2011 y en las luchas de los años 2000. Sin embargo, fueron sistemáticamente cooptadas y desactivadas por las direcciones estudiantiles ligadas al Frente Amplio y al Partido Comunista, quienes desde las propias rectorías y espacios de poder institucional se encargaron de despolitizar al movimiento y convertir a las federaciones en meros gestores estudiantiles.

El resultado de esta política fue la desarticulación general del movimiento universitario, la disolución de instancias democráticas como las asambleas y la marginación de la CONFECH como actor político nacional. Hoy, las tomas y paros representan una oportunidad histórica de recomposición del movimiento estudiantil desde abajo, desde las bases, recuperando sus métodos de democracia directa y sus banderas históricas de lucha.

Desde nuestra perspectiva, es urgente que estas movilizaciones apunten a la ruptura definitiva con el modelo mercantil de educación superior. Ello implica la más amplia unidad entre estudiantes y trabajadores para poner fin al hacinamiento, garantizar el pase a planta de los funcionarios subcontratados, destituir juntas directivas con designaciones antidemocráticas, y asegurar la elección directa de todas las autoridades unipersonales.

Este proceso de lucha debe superar la lógica de negociación burocrática con las rectorías y Ministerios, y avanzar hacia una transformación radical del sistema educativo, en sintonía con los principios de autogestión, asamblea permanente y control democrático de las instituciones públicas por parte de sus comunidades.

[1] Elección de exabogada de “El Chapo” como jueza: En Ciudad Juárez, Silvia Delgado, exabogada del narco, fue electa jueza penal, desatando fuertes rechazos por vínculos con el crimen organizado.

[2] El término «lawfare» se compone de las palabras inglesas «law» (ley) y «warfare» (guerra), y se ha utilizado para describir situaciones donde las acciones legales se llevan a cabo como parte de una campaña contra un país o grupo. En el contexto político, a menudo se usa para denunciar la persecución judicial de líderes opositores.

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Fotografía: Huella del sur

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