“No basta con no ser corrupto, hay que hablar aunque duela”
Jorge Salazar García. 18/05/2025
Klaus Barbi fue el oficial nazi encargado de las secciones IV y VI de la Gestapo, policía política de Hitler. Dichas secciones fueron destinadas durante la segunda guerra mundial a Lyon, Francia, lugar donde el criminal Klaus ordenó secuestrar del albergue de Izieu a 44 niños con edades de 3 a 13 años (6 de abril de 1944) a quienes envió a los campos de exterminio. Después de la derrota Alemana, este fascista entregó información privilegiada a los E.U. a cambio de permitirle exiliarse en Bolivia, donde continuó torturando y asesinando impunemente sirviendo a dictadores.
Este sujeto, apodado el “Carnicero de Lyon”, es un ejemplo de cómo el país de la “democracia y la libertad” (E.U.) concede impunidad a quienes le son útiles. En México, esa protección a criminales, hizo posible la consolidación de la “dictadura perfecta”, cuya élite acató la orden de imponer mediante un fraude electoral, (1988) a un tecnócrata capacitado en Harvard, Carlos Salinas. Este priísta pudo usurpar la presidencia gracias a Manuel Bartlett y al respaldo de los yanquis con el objetivo de integrar a México (económicamente) a los Estados Unidos por medio del Tratado de Libre Comercio (1994). A partir de entonces, Salinas y sus sucesores modificaron estructuras, reformaron la Constitución y crearon instituciones acordes a los intereses de las corporaciones. Durante 4 décadas, los prianperredistas, exprimieron al país, premiaron la avaricia y claro, asesinaron (aliados al crimen organizado) a decenas de miles de mexicanos. Desde entonces, en México se reproduce el neoliberalismo norteamericano donde mafias, corporaciones, partidos y funcionarios operan gozando de un trato privilegiado estatal. Para ellos, igual que para la oligarquía yanqui, la exclusión, el exterminio, la explotación y la expoliación son herramientas de uso común, indispensables en la contención de rebeldías.
En 2018 la ciudadanía hizo ganar a Morena creyendo que AMLO, como lo prometió, limpiaría las “escaleras de arriba hacia abajo” y mandaría “al diablo las instituciones neoliberales”, como lo prometió. Por falta de unidad interna y abandonar la construcción del partido-movimiento eso no sucedió; al contrario, muchos funcionarios de la 4T se robaron la escoba o la usaron para barrer hacia ellos los dineros públicos. Algunos de ellos, incluso, fueron protegidos y defendidos desde el ámbito presidencial, permitiendo, según estadísticas oficiales, que más del 90% de delitos denunciados permanezcan en la impunidad. Ahora saben que pueden robar, desaparecer, encarcelar, torturar, criminalizar, asesinar a cualquiera que los exhiba o ponga en riesgo sus ganancias, carrera y privilegios, sin consecuencias.
Actualmente, juntas, las mafias políticas, económicas y comunes han normalizado la impunidad, la corrupción, la violencia y la simulación, arrojando migajas a los jodidos. México parece caer por un tobogán debido a la presión de los yanquis; de nueva cuenta, como en el sexenio salinista, se han comenzado a matar entre ellos. De paso Trump posiciona a uno de sus alfiles presidenciales para 2030: Omar García Harfuch.
Estiércol por doquier
Respecto a la corrupción, y usando la mierda como metáfora nos remitimos al mito griego de la limpieza de los establos del rey Augías. Haciendo esa analogía del poder entre gobernantes, es posible comparar aquel relato con la política nacional. De su lectura podría desprenderse una crítica, un dato o una reflexión. Y no se enoje si usted es un servidor público, lo escrito aquí se refiere al proceder de funcionarios de alto nivel.
Todo sucede en el reino de la Élide donde el rey Augías, presuntamente hijo de Helios (Sol), ”poseía abundantes rebaños en sus establos y mucho oro (riquezas del dios Sol) en sus arcas”. En ambos, establos y arcas, se acumulaba mierda y riqueza, respectivamente, generando dos problemas alradiante rey: el estiércol de tanto animal esparcía su insoportable hedor por toda la región, provocando inestabilidad política; y, la incalculable fortuna desquiciaba su codicia. Esa adicción patológica a la riqueza no tenía remedio, así que, dado su narcisismo, también enfermizo, sólo atinó a idear un plan para resolver el problema que afectaba su imagen, no su codicia.
Augías contrató formalmente los servicios de Hércules. En el contrato se especificaba que el héroe limpiaría los establos en un día, a cambio de una parte del reino y la mano de la princesa Epicasta (bueno toda ella completita). En la letra chica del documento se establecía que si Hércules no cumplía la tarea en el tiempo establecido, que era lo que esperaba aquel mañoso soberano, el héroe serviría gratuitamente y por siempre al Rey. Aquel soberano ganaba de todas, todas: se ahorraba los gastos de la obra pública, su riqueza no disminuía y adquiría un esclavo poderosamente productivo. Ah, si; y la hija podría ser revendida en otra ocasión. ¡Exitoso político emprendedor!, dirían ahora.
Desafortunadamente para aquel Tlatoani, Hércules cumplió en tiempo y forma el contrato: derribó las paredes de los establos, escavó canales y desvió de los causes naturales a los ríos Alfeo y Peneo cuyas aguas dejaron rechinando de limpios los pesebres. Pero, tal como acostumbran los tiranos, Augías traicionó su palabra argumentando la inexistencia del acuerdo. Para justificarse ante sus súbditos, inició un juicio dizque para “demostrar” que Hércules mentía. Pero eso es otra historia.
Comparando aquel mito con la lucha contra la corrupción en México, sorprenden sus similitudes. Los Augías neoliberales acumularon tanta mierda en el territorio que ni los ríos Amazonas y el Nilo juntos pueden evitar que el hedor abrume a la Nación. La 4T, prometió limpiar las instituciones convertidas en cagaderos. Viendo los resultados después de 7 años, puede afirmarse que fracasó. Por doquier, al estiércol anterior se le suma la del ganado recién llegado. Eso muestra la rampante corrupción gubernamental. Es de tal magnitud que, tal como se viene advirtiendo desde 2021, ya comenzaron a matarse entre ellos. A lo largo y ancho del país las ejecuciones entre políticos se multiplican pero sin caer los meros machuchones, aún. Lo trágico de esto es que el dolor seguirá esparciéndose socialmente hasta que el ciudadano organizado se encargue de limpiar los establos.
Hércules reales y simulados
Por el momento, dos Hércules exhiben y resisten al modelo de muerte: la CNTE (Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación) y los Zapatistas. También están los colectivos defensores de l territorio y de los derechos humanos, pequeños y medianos productores, grupos de académicos, artistas, campesinos y trabajadores, todos ellos conscientes que de prevalecer el neoliberalismo, AMLO y Claudia cumplirán la agenda entreguista 2030.
Tal vez por esa razón posicionan a Harfuch como el Hércules (simulado) valiente y capaz de terminar con las mafias políticas ligadas al narcotráfico enraizadas en los dos últimos sexenios. Trágicamente, mientras no caigan los grandes (gobernadores y presidentes) el Estado continuará en manos del crimen. Por supuesto es de alegrarse ver el combate a la delincuencia que asola a este país. El problema es que se hace con la participación de la misma delincuencia y obedeciendo las órdenes de Washington. Por lo tanto, la corrupción, la impunidad, la violencia, el saqueo, la desaparición forzada, la criminalización de los defensores de la tierra y el hostigamiento contra los zapatistas continuarán creciendo.
Lo dicho por Harfuch al ser entrevistado en el canal 11 sobre que “los criminales con corbata son mas peligrosos que los que disparan” es una frase cuidadosamente planeada para hacer de él un héroe nacional y decirles a los políticos y congresistas de que lado masca la iguana. Otras frases de alta calidad demagógica, son: “busquen quien se quedó callado”; “ya no basta con no ser corrupto hay que hablar aunque duela”, “ya es demasiado tarde para el miedo”, “el crimen fabrica candidaturas en gobiernos vestidos de legalidad”. Tal como se afirmó en el artículo anterior, vivimos la simulación perfecta.