Por: Jorge William Tigrero Vaca. IBERCIENCIA. 31/08/2017
El presente artículo aborda un análisis relacionado a cómo se perciben algunos problemas y falencias en la actividad profesional y la formación docente que en varios contextos se mantiene apartada de contemplar los procesos continuos de cambio que vienen ligados a la denominada Cuarta Revolución.
La Cuarta Revolución se refiere a todos los elementos, actividades y consecuencias que rodean los procesos de automatización y robotización de la producción a nivel mundial; es decir involucra una serie de cambios en la sociedad que generan la necesidad de nuevas formas de organizar las actividades laborales, nuevas formas de comercio, nuevas formas de interrelacionarse y por supuesto nuevas formas de aprendizaje.
Debido a que las concepciones, muchas veces lineales de comprender el desarrollo de actividades productivas e industriales involucran ahora condiciones multidimensionales que si son desconocidas por un profesional, provocarán no solo atraso en cuanto a tiempos esperados sino que pueden ser el origen de serios problemas que involucren incalculables pérdidas de recursos.
En este sentido, se concibe la importancia de que la formación actual profesional debe buscar una constante actualización de conocimientos, con el objetivo principal de entender que si las bases formativas de los futuros profesionales se mantienen ancladas a un pasado obsoleto, se provoca una reacción en cadena, desfavorable, no solo para una institución particular sino que para todo el aparato productivo de un país.
Puede que una institución de educación superior, ya sea un instituto tecnológico o una universidad, externamente, difundan mensajes muy prometedores en cuanto a que la formación que imparten va a la par de las vanguardias tecnológicas, concentrándose en mostrar computadoras nuevas, laboratorios amplios y quizás aparatos que denoten la idea de investigación como microscopios o elementos de análisis como tubos de ensayo, pipetas, etc. Sin embargo, debemos analizar si esas muestras visualmente atractivas no son solo un cascarón sin contenido. La pregunta central ante las apariencias es ¿Cómo se percibe la actual formación profesional en dichas instituciones?
En el contexto ecuatoriano, mediante algunos artículos publicados previamente, he contemplado la necesidad de evaluar varios aspectos que en muchas ocasiones son erróneamente abordados en las instituciones educativas, uno de ellos es el tema de la inclusión, pero otro muy importante es justamente el problema de que la formación profesional respecto a la tecnología y la vanguardia de procesos productivos es, en muchas ocasiones, ajena no solo a los estudiantes, sino que a los propios docentes.
El principal dilema radica en que persisten los problemas respecto a deficiencias formativas en los docentes en cuanto al manejo de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) teniendo como principal causa de todo contemplar que solamente exista en el pensum formativo de docencia a nivel básico, una o dos materias relacionadas a las TIC, pero desde un punto de vista generalizador, con temarios centrados en manejo de Microsoft Office y herramientas básicas de Windows, elementos utilitarios que incluso ya se vuelven obsoletos ante las necesidades actuales formativas que todo docente debe tener.
Minimizar la importancia de las TIC en la formación docente al abarcarlas solamente en una o dos materias, rompe por completo el verdadero sentido de lo que debe ser comprender la trascendencia de la Cuarta Revolución en la formación de los profesores, debido a que, el tipo de estrategias que realmente deben implementarse son aquellas en las que las TIC no sean solo motivo de una materia o un taller, sino que sean un eje transversal interconectado para todas las asignaturas recibidas tanto para docentes como para cualquier profesional.
Si entendemos que en la formación, estas barreras y límites impuestos por nociones obsoletas de enseñanza, constituyen las principales causas de atraso en cuanto a generación de conocimientos o investigaciones, estaremos dando un primer gran paso para poder retomar el ritmo de generación de procesos dirigidos hacia la formación integral con visión de futuro y no con metas obsoletas.
Otro grave problema que agita la tormenta de la Cuarta Revolución, radica en las percepciones de los docentes en cuanto al aprendizaje de tecnología y su uso pedagógico. Si bien es cierto que existen varias instituciones que por falta de recursos estatales no cuentan con la infraestructura adecuada para tener laboratorios de computación adecuadamente equipados, o implementos de audio y video para cada salón de clases, estos factores no son justificación para que un docente tenga una percepción desfavorable hacia el aprendizaje y la implementación de las TIC en sus clases.
Cuando los prejuicios y percepciones desfavorables de los docentes alimentan el rechazo hacia el progreso, esta ola de negatividad y de concepciones erradas se difunde también a los estudiantes que a veces de forma inconsciente pueden llegar a cosechar también pensamientos equivocados en cuanto al uso de la tecnología y lo que al principio pudo ser asociado simplemente como un rechazo de un docente por criterios como la edad, malas experiencias o desconocimiento, puede convertirse en un tipo de conducta reforzada en los más jóvenes sobre todo cuando también en el hogar, a través de los padres u otros familiares se alimenten prejuicios respecto a la tecnología.
La única forma de lograr que estos serios problemas sean oportunamente tratados es, en primer lugar, si hablamos de una institución educativa, evaluar, en el caso de los docentes, las competencias digitales que ellos poseen, la percepción que tengan respecto a las TIC, el uso pedagógico que den a las TIC dentro del aula y determinar qué factores pueden influir en cada uno de estos aspectos, puede ser un análisis en base a la edad, formación académica, años de experiencia, etc.
Luego de realizar un diagnóstico pormenorizado de estos aspectos, el siguiente paso involucra desarrollar estrategias no solo particulares, sino que con el aval de los entes responsables del ámbito educativo, ejecutar planes de acción para capacitar a los docentes, para contrarrestar los prejuicios en base a la formación y la actualización de conocimientos.
Luego de esta formación pertinente, los maestros tendrán las herramientas y conocimientos necesarios para pasar a la siguiente etapa que es poner en práctica en sus clases todo lo que han aprendido en cuanto a la importancia de mantenerse a la vanguardia de la tecnología y del desarrollo. Para lograr que estos procesos se articulen es indispensable el trabajo en conjunto entre docentes, directivos, autoridades educativas y el Estado ya que aquí, el beneficiario no solo es el docente o los alumnos sino que es toda la sociedad que al lograr vencer la desconexión entre la Cuarta Revolución y la educación permitirá que los futuros profesionales sean realmente los responsables de llevar al país hacia un mejor destino.
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Fotografía: IBERCIENCIA