Por: Juan Carlos Rojas. 07/11/2016
EL PERNICIOSO “PACTO POR MÉXICO”, IMPULSADO POR EL USURPADOR DE LOS PINOS ENRIQUE PEÑA NIETO, NO SOLO ARROJÓ COMO SALDO LAS “REFORMAS ESTRUCTURALES” (¿O CRIMINALES?), CON LA FIRMA CÓMPLICE DE LOS TRES PRINCIPALES PARTIDOS POLÍTICOS: PRI-PAN-PRD. También resulta una expresión de los viejos modos de hacer “política” impuestos desde el poder durante los más de 80 años de desgobierno del Partido Nacional Revolucionario (PNR), fundado por Plutarco Elías Calles, luego del Partido Revolucionario Mexicano (PRM), así denominado por el general Lázaro Cárdenas del Río, y finalmente con el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que inauguró la etapa del México contemporáneo. Se le denominó “la cultura priísta” a esa peculiar y desvergonzada manera de ejercer el poder usurpándolo al único detendador de la soberanía nacional: el pueblo. Si, en quien la soberanía reside esencialmente y originalmente, tal como nos lo hizo saber el humilde sacerdote de carácuaro, a quien luego conoceríamos como “El Siervo de la Nación”, a don José María Morelos y Pavón.
HACE APROXIMADAMENTE 50 AÑOS, ALLÁ POR 1968, UN GRUPO DE MILITANTES DE IZQUIERDA DIO A CONOCER UN DOCUMENTO DENOMINADO “HACIA UNA POLÍTICA POPULAR”. Palabras más, palabras menos, decían que en México nadie puede hacer política, que solamente los de “arriba” podían hacerla. En la casa, quien decía la última palabra era el jefe de la familia, pero si había un problema vecinal, había que recurrir al presidente del comité seccional del partido (en tiempos del partido único, el PRI); pero si el no podía resolver, habría que ir con el presidente de la colonia, y si no con el presidente municipal. Si éste último tampoco podía, pues con el gobernador y si éste se negaba o no quería, pues con el presidente de la República. El caso es que si éste tampoco, habría que ver hacia las alturas pues ¡solamente Dios! Pero todo, absolutamente todo viene “de arriba”. A nadie está permitido hacer política, más que al de arriba… y entre más arriba mejor. Por eso es necesario hacer política con el pueblo, hacer una “Política Popular”, que fue el nombre que adoptó esa corriente.
PERO LA IZQUIERDA MEXICANA ADOPTÓ DIVERSOS CAMINOS, UNO DE ELLOS FUE EL QUE MARCÓ CUAUHTÉMOC CÁRDENAS CON LA FUNDACIÓN DEL PRD. Hace años escribí un artículo en el que afirmaba que en las altas esferas del poder y particularmente en la Secretaría de Gobernación temían que los priístas renegados que concurrieron a la formación del Frente Democrático Nacional para apoyar la candidatura del hijo de Tata pudieran ser contaminados por los diferentes grupos y corrientes de la izquierda, entonces considerada “radical”. Muy lejos estaban de la realidad pues lo que ocurrió fue exactamente lo contrario: la izquierda fue penetrada por la cultura política de un partido longevo y mañoso que terminó cooptándolos. Otra facción de la izquierda se integró en el mamotreto que conocemos ahora como Partido del Trabajo, cínicamente dirigido por el vetusto Alberto Anaya (ya todos lo conocen como Beto Canalla), quien tuvo que recurrir al PRI para recuperar su registro, tal como lo hizo cuando lo obtuvo de manos de Carlos Salinas de Gortari.
ASÍ, DESDE 1988 COMO PARTEAGUAS ELECTORAL DE LA IZQUIERDA MEXICANA, LA ENCONTRAMOS AHORA DESFIGURADA, CON ALIANZAS INCONFESABLES en perjuicio del pueblo, con dirigentes millonarios que ya no recuerdan aquellos años de luchas sociales, ni aquellos principios e ideales que movían conciencias y movilizaban a importantes destacamentos de trabajadores agrícolas, obreros, campesinos y estudiantes, con la sola idea de cambiar esta sociedad injusta por otra, plenamente identificada con el pensamiento marxista. Todo eso es historia remota, se quedó en el siglo pasado y ahora lo moderno es el cochupo, los “acuerdos” a trasmano, la corrupción, la venta de los intereses populares, las negociaciones mafiosas, la simulación, el discurso cínico como el que escenificaron en días pasados dos senadores de la República que no se percataron que estaban siendo grabados cuando se mofaban de una iniciativa contra la trata de personas. Uno de ellos era precisamente Luis Sánchez Jiménez, expresidente de Ciudad Nezahualcóyotl, dirigente de la Alianza Democrática Nacional (ADN), propiedad del gran cacique perredista Héctor Bautista López. Con tan cínico discurso (“¿cómo vamos a participar, como usuarios de la trata?”), exhibiendo una gran precariedad moral, el segundo “de a bordo” en ADN solamente exhibe la “cultura política” que comparte plenamente con sus compañeros de partido (el PRD), y sus contertulios del PRI y del PAN, en el “Pacto AntiMéxico”.
COMPLEMENTAMOS AHORA: ONCE MILLONES DE PESOS CONFESÓ QUE HA GASTADO EL DIPUTADO PERREDISTA JUAN ZEPEDA, EN LA PROMOCIÓN DE SU “INFORME” DE LABORES LEGISLATIVAS. Dinero, por lo demás, que también según su dicho, le han aportado “10 de sus 12 compañeros de partido, diputados locales, legisladores federales y regidores”. Vaya que en verdad son solidarios… Además afirmó que “de mis ahorros yo estoy invirtiendo dos millones de pesos, de manera personal, de mis ahorros, no estamos utilizando dinero público”. Extraño caso también en que un político saca de sus ahorros para informar al pueblo de las actividades que, para beneficiarlo, realiza un legislador. El gasto es muy ostentoso tanto en publicaciones, volantes, anuncios espectaculares por toda la entidad, mostrando el rostro del grisáceo diputado local. Pero todo el mundo sabe que solamente se trata de la promoción política de una figura muy raquítica que pretende obtener una candidatura dentro del Partido de la Revolución Democrática, a la gubernatura del Estado de México. Y le están invirtiendo millones de pesos que, están seguros, recuperarán a manos llenas de alguna manera no muy transparente ni mucho menos legal. No nos quieran ver la cara… Como no se la pudieron ver a las autoridades electorales quienes ordenaron parar el despilfarro. ¡Pero golpe dado ni Dios lo quita!
POR LO DEMÁS, SE TRATA SOLAMENTE DE UNA CANDIDATURA. NO SE TRATA DE GANAR, SOLAMENTE DE COMPETIR, SI ACASO PARA NEGOCIAR… Y PARA DIVIDIR EL VOTO DE LA IZQUIERDA. Juan Zepeda, exalcalde perredista de Nezahualcóyotl, llegó a dicho cargo luego de ocupar un par de puestos administrativos, por decisión del cacique del perredismo mexiquense (y ahora el mismo dice que nacional), Héctor Bautista López. Habilidoso político, carente de referentes ideológicos, sumamente pragmático, Bautista ha logrado edificar todo un imperio que tiene su basamento principal en el Ayuntamiento de Nezahualcóyotl, municipio donde ha impuesto su cacicazgo personal desde hace 16 años, cuando arribó a la alcaldía merced a sus acuerdos con el entonces gobernador de triste memoria Arturo Montiel Rojas, “El Señor de las Ratas”. Y desde entonces no ha soltado prenda: luego de él, impuso en la presidencia municipal a Luis Sánchez; luego a su hermano Víctor Manuel Bautista López, el dipsómano médico que “no cura ni un pulque”, para luego “perder” la presidencia a manos del PRI y recuperarla de nueva cuenta precisamente con Juan Zepeda Hernández, ahora “legislador” y suspirante por la gubernatura que dejará Eruviel Ávila Villegas.
CIERTO ES QUE HÉCTOR BAUTISTA LÓPEZ HA SABIDO TEJER UN COMPLICADO ENTRAMADO DE COMPLICIDADES ENTRE POLÍTICOS TANTO DEL PRD COMO DEL PRI E INCLUSO DEL PAN, y tener a la presidencia municipal de Nezahualcóyotl como “caja chica”, también le ha permitido contar con todos los apoyos que le garantizan el control político de un ejército de militantes que lo llevaron a la segunda posición en el Comité Ejecutivo Nacional del partido que fundara Cuauhtémoc Cárdenas, cargo renunciado junto con Carlos Navarrete luego del escándalo de los priístas-perredistas guerrerenses con el caso de Ayotzinapa, pero consolidando su posición al grado que ya no oculta que las nuevas funcionarias perredistas hacen lo que él quiere. Pero eso es otro tema. Por el momento solo tenemos enfrente una campaña política para lograr una candidatura que este viejo zorro oaxaqueño bien sabrá negociar o con el PAN… o con el PRI.