Por: Instituto de Balística. 28/05/2025.
Las movilizaciones de la Coordinadora Magisterial para abolir la ley del ISSSTE de 2007 han despertado una cantidad enorme de ataques en los medios de comunicación. Esto de ningún modo es sorpresivo, por mucho que algunos liberales gusten de ver al periodismo como un oficio prístino o neutral, es una industria, que le sirve a sus dueños para difundir su ideología, conquistando y moldeando la opinión pública, que no es otra que la opinión de la clase dominante.
Todos los días encontramos notas en Milenio, El Universal y compañía, del tipo “Cuantos millones de pesos se han perdido por plantón de la CNTE” o “Caos vial a causa de bloqueos de profesores”, pero pocas veces nos entregan reportajes sobre los millones extraídos al día en forma de plusvalía a las trabajadoras, o cuantas horas no remuneradas acumulan diario entre metros y camiones.
En contrapelo a esta industria de la información, los trabajadores organizados ven la necesidad de combatir el relato de los opresores, creando sus propios medios de comunicación, que van desde el rumor boca a boca, pasando por el grafiti, el fanzine o el volante y llegando hasta la prensa escrita o digital, desviando (en el sentido situacionista) los medios técnicos para utilizarlos a su favor. El periódico Regeneración del Partido Liberal Mexicano (PLM) magonista es el mejor ejemplo de la prensa como herramienta subversiva.
Si nos detenemos en este punto es porque durante algún tiempo, los movimientos sociales mexicanos creyeron en ciertos medios “independientes” (o incluso en aquellos de la televisión y la radio pública) como un espacio de resistencia frente a lo que significaba Televisa. Pero lo cierto es que hoy por hoy son otro ejemplo de prensa patronal, solo que ahora el patrón dice ser el representante de la izquierda.
En esta línea se encuentra La Jornada, pero no son los únicos. Ahí tenemos a Sin Embargo, un medio nacido bajo el auspicio de la pequeña burguesía ilustrada para impulsar el proyecto de la Cuarta Transformación, que no cuenta con una trayectoria en el movimiento obrero, estudiantil o campesino, pero ha logrado reclutar plumas lúcidas y frescas para compensar esa carencia y colocarse como una opción de “izquierda” ante la población.
Sus editoriales, columnas y blogs, están llenas de alusiones negativas a la lucha magisterial, como el de “rudeza innecesaria” o “CNTE impone, no dialoga”, al puro estilo de la prensa oficialista del siglo XX. Estudiosos de la política mexicana, saben perfectamente que cualquier lucha es un tema de medición de fuerzas, pero esperan una docilidad de las profesoras, así como de cualquier otro gremio. La función de estos periodistas queda clara: enfrentar y dividir a la clase trabajadora mexicana entre dos bandos artificiales: los que apoyan al autonombrado gobierno del pueblo y los provocadores que se infiltran para servir a la derecha.
Tampoco es que se pidan peras al olmo, no esperamos leer a Ulrike Meinhoff ni a Roque Dalton. Pero es importante delimitar bien el campo de batalla. Los profesores no encontraran aliados en los medios masivos. Es a través de sus propias formas que deben terminar con la fragmentación entre trabajadores, y sustituirla por una comunicación real, que rompa el cerco informativo del Estado. Este es un problema estratégico, no tecnológico. Y su resolución solo puede ser política, es decir, enfrentándose al poder. Reiteramos lo dicho, los infiltrados no visten de capucha negra, sino de chaleco guinda.