Por: Roberto González Villarreal, Lucía Rivera Ferreiro, Marcelino Guerra Mendoza. 29/10/2021
Consideramos el mensaje de las mañaneras del 22 y 23 de octubre como uno de los más comprometedores del presidente López Obrador. Ha puesto el dedo en la llaga, o mejor: ha llamado a una discusión sobre la sumisión de la UNAM y de las universidades públicas al neoliberalismo y su consecuente derechización.
AMLO no está errado, aunque al diagnóstico presidencial le falta consistencia y le sobran falencias cognitivas.
Insistimos: no es una discusión académica, es una discusión política; al no tener claro eso que llama neoliberalismo, sus ejemplos son muy discutibles, y entonces ¿cómo emprender la sacudida institucional? ¿A qué se le podría llamar el pos-neoliberalismo en la UNAM?
El debate se ha abierto, esperemos que les, las y los universitarios lo sigan; tope hasta donde tope. ¿por qué tenerle miedo? ¿Por qué hacer llamados al presidente a bajarle, a no dañar a la institución? No: hay que hacerlo, hay que tomar el toro por los cuernos y emprender las acciones consecuentes.
Por nuestra parte, como egresadxs de la UNAM, lo consideramos algo justo y necesario; sobre todo porque nada ayuda un diagnóstico inconsistente. Por ejemplo, AMLO ha dicho que de la UNAM no salieron críticas al modelo neoliberal. Eso es falso, basta ver la producción editorial, los textos, las iniciativas y las propuestas de investigadorxs de ciencias sociales y humanidades para desmentirlo.
En esos ejemplos, AMLO se equivoca. De la UNAM han salido muchísimas investigaciones que cuestionan el neoliberalismo; como también salieron de la UAM; de la UPN y de muchas universidades. Quedarse en este ejemplo solo revelaría la ignorancia de la clase política progresista y/o su alejamiento de los saberes y experiencias universitarias. Quizá porque andaban leyendo otras cosas, abrevando en otros análisis, como Mario Delgado en la reforma educativa. Ese es un tema muy interesante, pero no es el tema que se discute ahora.
La cuestión es de fondo: la sumisión de la UNAM y de las universidades públicas al modelo neoliberal se ha dado a través de mecanismos muy diversos, entre los que se encuentran las calificaciones extra-institucionales, tipo CONACyT, que condicionan la asignación de recursos adicionales; están también los ajustes curriculares, los programas de financiamiento interno, la estructura laboral, y tantas otras cosas que sería bueno poner en un diagnóstico más consistente. Será labor de las fuerzas críticas de la UNAM y de las universidades públicas hacerlo.
Seguimos señalando estas cuestiones, porque consideramos el llamado presidencial muy oportuno, muy atendible. El asunto es que no se quede en una diatriba más, sino que se convierta en una fuerza de transformación, no sólo de las instituciones a las que un día dirija su dedo flamígero el presidente, sino de todas aquellas que siguen bajo el dominio epistémico-político del neoliberalismo.
No es sólo la UNAM, hay que dirigir la mirada a otras partes. Por ejemplo, la SEP ha dirigido una reforma educativa que sigue puntualmente la reforma neoliberal de Peña Nieto, y no solo en términos legislativos u organizativos, sino en todos los procesos educativos, desde el currículo hasta la formación docente, desde la organización escolar hasta los modelos laborales. ¡Y lo peor, el mismísimo proyecto de las Universidades del Bienestar (UBBJ) está diseñado a partir de un modelo neoliberal de contratación de profesores!
Así que, Andrés Manuel, para ser consistente, TAMBIÉN HAY QUE SACUDIR A LA SEP; ya mencionamos un par de ejemplos de cómo se podría ir haciendo, y faltaría mucho más, el asunto es que esta dependencia esté en la lista de las instituciones que hay que sacudir.
¿Y qué tal si le seguimos? Porque la verdad, ‘la mera neta’, la racionalidad neoliberal continúa dirigiendo muchos otros ámbitos de la acción gubernamental. Por ejemplo, la gestión macroeconómica sigue presa del dictum neoliberal en prácticamente todo: autonomía del Banco de México, subordinación a la política de control inflacionario, dejando de lado el desarrollo económico; política fiscal anclada al superávit primario; política fiscal regresiva; subordinación al pago de la deuda, etc. ¿Qué tal si le seguimos con los asuntos medioambientales? Los megaproyectos son un ejemplo paradigmático de la depredación neoliberal; lo mismo que la urbanización atroz. ¿Qué tal si continuamos con la política agropecuaria; con la minería?
¿Por qué no hacer un diagnóstico más general? ¿Por qué no identificar la presencia y los efectos del neoliberalismo en las políticas públicas?
Por eso, para ser consistentes con el llamado presidencial, ¿qué tal si también sacudimos Palacio Nacional? ¿Qué tal si también lo ponemos en la lista de todo lo que está anegado de disposiciones, personajes y formas de pensamiento neoliberal? ¿Qué dices Andrés Manuel, sacudimos Palacio Nacional?