Por: Gilberto Dorantes Álvarez. 27/11/2016
Espurios, insolentes, prepotentes y sinvergüenzas, así es como se tilda en automático a la gran mayoría de “nuestros” políticos que, una vez ocupan el cargo sea este pequeño o el más importante, enseñan el cobre y empiezan a buscar las formas de agenciarse los dineros del pueblo para beneficio personal.
Es esta una lápida muy pesada que llevamos a cuestas desde hace muchos años y quisiéramos tirarla, pero existen demasiadas personas que con el paso de los años y yendo debajo, se aferran a esta losa como si fuera la tablita de salvación después de zozobrar una embarcación en altamar.
El sueño de pocos es que algún día se legisle en favor del pueblo y se haga valer esa democracia la cual solo es parte de los discursos de sátrapas mientras están en campaña, engañando a un pueblo que por hambre y necesidad y sobre todo por la ignorancia aceptan desde un rollo de láminas de cartón hasta una paupérrima despensa que no les alcanza ni para una semana y otros, los indecisos, esos que deciden de última hora, por míseros cien pesos venden su voto para que marrulleros de marras continúen con el saqueo a las arcas públicas.
Es triste nuestra realidad, pero esa es una verdad que no podemos negar, pues es sabido de todos que para poder ser candidato de algún partido, en primerísimo lugar no es ser miembro de ese partido para poder ser postulado, por desgracia ese lugar (para ser candidato) queda reservado para quien tenga los recursos económicos necesarios que pidan en la cúpula de la organización política. Y desde ese momento, ya no se puede pensar que nuestro régimen político sea una democracia.
Desde el inicio estamos mal, porque quien logre llegar al poder, va a recuperar su inversión de campaña y no llegó a ocupar un puesto de elección popular para servir al pueblo, el pueblo es lo que menos les importa, por eso vemos como se enfrascan en enormes pleitos durante las campañas y aún después de éstas, porque quien pierde, pierde dinero de él y de quienes apuestan a su favor, por eso llegan inclusive a lo peor del ser humano, a la violencia en todas sus formas.
Lo peor es que a nosotros los veracruzanos, nos están cargando mucho la mano y a pesar de tener muchísimas riquezas naturales, no tenemos una vida placentera, pues con tanto latrocinio y canonjías dadas a grupos de poder e inclusive a quienes se encuentran fuera de la legalidad, nosotros los ciudadanos comunes no podremos disfrutar de todas esas riquezas existentes, porque ahora tendrá que pagarse muchas cantidades de dinero (capitales más intereses). Y todo gracias a la desmedida ambición de seres sin escrúpulos que durante muchos años han ostentado el poder y ellos terminan siendo inmensamente ricos con cuentas en el extranjero y un sinnúmero de propiedades que tal vez ni soñaron llegar a tener, pero al paso de la administración pública lograron robar increíblemente y el pueblo aún les sigue aplaudiendo. Javier Duarte y Guillermo Padrés están siendo requeridos por las autoridades para que aclaren el robo desmedido que hicieron durante su estancia en el gobierno, pero no crea usted que son las más ratas, ellos robaron en el sexenio equivocado, es algo así como haberse sacado la lotería no deseada.
Enrique Peña Nieto se está protegiendo y quiere enmendar muchos de sus errores, quiere sentirse como el paladín de la justicia, porque acciones de este tipo son las que quiere su partido para continuar engañando al pueblo. Las instituciones de gobierno han perdido credibilidad porque albergan a gentes que se sirven de sus puestos para enriquecerse sin mirar al pueblo. Son espurios y el pueblo se está cansando de ellos. Por eso el gobierno continúa con un capítulo más de su gran telenovela y en las próximas elecciones para la presidencia de la República, muchos seguirán aceptando láminas o paupérrimas despensas y permitirán el saqueo sin fin. Reflexionemos mientras llega el próximo café.