Por Güris J. Fry. ECO’s Rock. 1 de mayo de 2021
Tantas Almas
Tantas Almas (Nicolás Rincón Gille, 2019)
Podríamos catalogar –al final del camino– esta película como una mágica tragedia, una desdicha que se desdobla frente a nosotros con un gran dolor pero que parte, siempre, del amor. Lo que el realizador colombiano nos presenta en este su primer largometraje de ficción es un encadenado de búsqueda, un viaje que no resulta en ser de expiación sino de encuentro y reconcilio: con el terror y su realidad, con la aspereza y el escrutinio de los hechos cotidianos en un mundo que va sembrando cicatrices en los lugares que anteriormente simbolizaban y, sobre todo, marcaban la belleza y la paz.
Con un alto control de todos sus elementos y bajo una sencillez que abraza de sobremanera, la obra de Rincón Gille se opone a un ritmo vertiginoso de manera galante, se recubre de espera, de cuidado y expectación. El compás con el que marca su pauta es el acecho, la atención y la reflexión. No hay momento en la cinta que nos deje al descubierto de su interés, todo está en su lugar, en su medida exacta y a través de largos espacios cuasi silentes nos habla, nos comunica tantas cosas que cuando las palabras llegan se tornan estas, sollozantes, en una bruma que esclarece misterios y lógicas que no podemos sino imaginar como las peores experiencias a vivir, tragos amargos y calmos que el campo emocional resulta en si el mayor conflicto que se embriaga y embriaga de crudeza. La primera lectura de su narrativa no puede ser más sencilla: Juan, un humilde pescador, regresa a su casa para descubrir que los grupos paramilitares se han llevado a sus hijos, que los han matado. Es entonces que Juan, sin rendirse, habrá de remar por el rio con el fin de buscar los cuerpos de sus hijos y brindarles la santa sepultura que se merecen.
Sin duda estamos ante terrenos ya conocidos. Los campos que recorre esta obra se asemejan un tanto a la pasmosa ópera prima de László Nemes, Saul Fia (2015), aunque las diferencias en sus contrastantes y abismalmente diferentes puestas en cámara dan resultados estéticos, obviamente opuestos, ambos resultan en demasía interesantes. Si bien Nemes nos encierra en planos cortos y con una distancia focal que nos niega el resto de la escena, si bien nos ofusca las acciones ajenas al protagonista y de esta manera nos ensimisma y echa en cara nuestra negación a los problemas ajenos; egoísmo puro y duro. Rincón Guille abre el espectro, filma de manera panorámica y hace que sus parajes especulen con las acciones de nuestro protagonista; por un lado, lo aprisionan/asfixian, por otro lo enmarcan/señalan. Lo ponen en tanto en peligro como lo desgastan hasta la extenuación.
Su fotografía es rica en colores y espacio pero el dolor reina sobre ellos, el montaje se deja respirar pero con ellos la pena y el abatimiento. La dirección actoral es simple pero efectiva y poderosa. Sus elementos no son grandilocuentes, son un reflejo de lo que se percibe en las zonas donde la marginación da vueltas de la necesidad a la brutalidad sin sentido.
Estamos, pues, ante una especie de frígida road movie acuática, ante una severa y amarga cinta de aventuras donde cada paso es más duro que el anterior. Donde cada momento aplasta más la posibilidad de la fe; la desesperanza como certeza en laberínticos pasillos que muestran una especie de salida cuando los milagros asoman en un eco a la distancia. Esta obra, pues, muestra y detalla de lleno la silueta completa de las consecuencias de la violencia en Latinoamérica. Con la parsimoniosa travesía de este pescador, con este ejercicio de contención en plenitud, Nicolás Rincón Gille nos otorga una pesquisa que lejos de buscar justicia se acerca al perdón, al encuentro del afecto para quienes ya no están. Es una portentosa indagatoria que al final nos reencuentra, a nosotros los espectadores y a nuestro personaje central con ese lago, también un personaje mayor; protagónico, develando por fin su poder y personalidad: durante el tiempo del metraje ha sido nuestra compañía, nuestra guía, nuestra vía de escapa y también, claro, el resguardo de tanto desaparecido, de tanto cuerpo perdido ya sin nombre, rostro y recuerdo. Ha sido y será, entonces, el resguardo de tantas y tantas almas.
Tantas Almas de Nicolás Rincón Guille
Calificación: 4 de 5 (Muy Buena).
Fuente: https://www.facebook.com/100036159626395/posts/412254403323210/
Fotografía: filmaffinity.com