Luis Bello Estrada
El próximo primero de junio México vivirá uno de los momentos más trascendentes de su vida social, ello por la inauguración del sistema de elección de los juzgadores de la nación.
Los actores de los poderes ejecutivo y legislativo ya están sujetos a esta regla de elegibilidad por los ciudadanos y por lo tanto están constituidos como democracia, ahora el último de los tres órganos del gobierno del estado mexicano se someterá a esta suerte por lo que se puede decir que se democratizará. Por sí misma e independientemente del resultado la oportunidad de elegir ya es un triunfo de la sociedad mexicana, pero que ahora los futuros jueces se deban o estén comprometidos con el pueblo dista mucho de lo vivido, donde los juzgadores de más alto nivel respondían y se debían a personajes particulares como a presidente de la república que en los últimos sexenios, antes de 2018, eran evidentemente espurios y normalmente designaban a los juzgadores de acuerdo al nivel de dependencia política y control que tuvieran sobre ellos. Así esencialmente los juzgadores tenían nexos con los llamados partidos políticos y con las élites del poder en torno a este grupo oligárquico que gobernó al México neoliberal de finales del siglo XX y principios del XXI, solo así se explican las exoneraciones y cancelaciones de condenas a criminales claramente evidenciados. Por ello hay que salir a votar no hay de otra y si además se toma uno el tiempo para elegir al juzgador que sea más político pues sin duda serás una persona ética y ejercerás responsablemente tu ciudadanía, tu bienestar social y tu bienestar personal convergerán con dicha.
Al decir “juzgador más político” me refiero a entender el término “política” como debe ser considerado; como se concibió en la cultura (en la Grecia antigua) en Ética Nicomáquea por Aristóteles, que menciona que la política es hacer el mayor bien para la mayor cantidad de personas, y no como vulgarmente se hace referencia como sinónimo de ladrón, de prepotente, de abusivo, e inclusive de asesino. Y es que en la historia de nuestro país demasiados gobernantes han salido de grupos oligárquicos, pero también de verdaderas mafias asesinas. En conclución hay que aclarar que cuando un gobernante no actúa de acuerdo al beneficio de las mayorías simplemente no es un político sino un representante de algún grupo de interés económico y se convierte en el gestor de dicho grupo por ampliar sus riquezas o poder en perjuicio de las personas llamadas del pueblo.
El decir un “político ratero” es una aberración que apela a la ignorancia de quien lo escucha, ya que si eres político es porque buscas el bien común y no robas a las personas, si robas, a menos que sean Robin Hood, pues no eres político. Esa enunciación es un discurso persuasivo que no apela a la verdad sino a la sensibilidad de la gente, tambien los griegos lo desarrollaron y lo definieron como retórica, la cual era considerada muy valiosa por muchas personas pero despreciada por otras que elegian a la verdad y a la filosofía como forma de vida.