Por José Eduardo Celis Ochoa Cordero. Insurgencia Magisterial. 19 de agosto de 2019
El hotel de Oporto en el que nos dejó Phillipe, a diferencia del resto de los otros hoteles en que estuvimos, no estaba en un lugar más o menos céntrico.
Algo que no debes hacer en un viaje es quedarte encerrado en el hotel, así que pensando en que no tendríamos más remedio que deambular por los alrededores del hotel y viendo que al parecer no muy lejos de ahí estaba un gran centro comercial, nos dirigimos hacia dicho lugar.
Caminamos, de repente salimos hacia una carreta, decidimos seguir caminando, de ahí hubo una alternativa, o seguir por la carretera –lo cual parecía peligroso- o bajar por una calle cuyo destino no sabíamos a donde nos llevaría. De repente, esa calle ya no siquiera tenía banqueta, es más no se veía nada hacia delante, además no había nada de gente, vimos unas escalinatas más adelante así que las subimos para tener una vista hacia el horizonte y ¡voilá! A lo lejos se divisaba un paseo que llevaba al malecón. Así que seguimos bajando hasta llegar a la vera del paseo, seguimos caminando viendo a la gente que estaba pescando. De repente vimos un gran puente y un funicular, así que gustosos y entusiasmados seguimos caminando.
Como te dije, en Portugal son mas cuates con lo de las tarifas reducidas, así que el acceso ida y vuelta en el funicular, salió a mitad de precio. En la parte alta está el puente Don Luis I, un gran y alto puente construido sobre el río Duero y que une a Oporto con Gaia en Portugal. Su construcción se basa en el proyecto del ingeniero alemán Théophile Seyrig, que fue socio del famoso Gustave Eiffel, con quien fundó la empresa Gustave Eiffel et Cie. La presencia de Eiffel y sus alumnos en Portugal es muy importante, ya verás después el por qué. Recorrimos en su totalidad dicho puente, para dirigirnos a su otro extremo en donde encontramos varios museos, pero como ya eran casi las 7 pm, ya habían cerrado, así que mejor seguimos caminando de regreso al funicular, para bajar nuevamente y seguir caminando, como ya hacía hambre, vimos una especie de mercado en donde hallamos varios sitios para comer, me recordó al mercado de San Miguel de Madrid, pero mucho más cómodo que el español, ahí nos comimos un cachorro holandés, en Portugal al hot dog se le llama cachorro quente, el que comimos ahí tiene una salchicha muy sabrosa, aderezada con mayonesa, cebolla, cátsup y un pan muy sabroso, pero en ese merado encuentras una gran variedad de comida, es más, puedes hasta comprar piezas de pan, rebanadas de presunto (jamón serrano), tomates, etc. y armas tus tortas. Una vez satisfecho el apetito, decidimos tomar un taxi que por 10 euros nos llevó de regreso al hotel. La incógnita era ¿cómo nos irá mañana? ¿habrá mucha gente en el autobús?.
Llegó la mañana del sábado 27 de julio, a la hora acordada llegó el autobús para recogernos, el guía se llama Roberto un chavo, muy sencillo buena onda, oye Roberto ¿cuántos somos? Únicamente 16 pasajeros fue su respuesta ¡qué bien!
Nuestros compañeros eran de nacionalidades, brasileños, puertoriqueños, argentinos y mexicanos. El tour de ese día comprendía primero un paseo en el bus por calles de la ciudad hasta llegar al paseo Foz do Duoro, pero ese día cambió radicalmente el clima puesto que corría viento y llovía un poco, por lo mismo no estuvimos mucho tiempo ahí, así que nos dirigimos a una visita obligada a una fábrica del famoso vino de Portugal, el Oporto, se trata de la viña Calem, en donde nos platicaron acerca de la elaboración de dicho vino, ahí me enteré de que hay Oporto blanco y Oporto tinto ¡siempre pensé que solo había tinto! Obviamente lo degustamos y después el guía local –no recuerdo su nombre- se encargó de llevarnos por un gran recorrido por las principales calles de Oporto, lamentablemente la lluvia arreció, pero algo que debes saber de Oporto, es que en un día hay lluvia temprano y hasta el mediodía y después hay calor. Entonces, luego de una buena mojada, aunque tuvimos que comprar impermeables de 5 euros, recorrimos distintos puntos del centro de Oporto, para de ahí dirigirnos a comer. Lamentablemente el lugar donde nos llevaron dejó mucho que desear, tan es así que puse una queja en la agencia de viajes. Luego de la comida Roberto nos dijo que como era tarde libre había dos opciones, o nos llevaban a los hoteles o nos dejaban ahí, decidimos quedarnos en el lugar donde estaba el restaurante, porque además de que estaba por el rumbo del paseo del malecón, también estaba un paseo obligado de Oporto, el paseo en tranvía. Abordamos el paseo del tranvía que va por todo el malecón y ya para entonces el calor arreciaba, hicimos el viaje redondo y de ahí decidimos retornar a las calles que no pudimos disfrutar completamente por la lluvia, así como para ver de fuera a la famosa librería Lello e Irmao, en donde para entrar tienes que pagar 5 euros, pero si adquieres algo te descuentan esos 5 euros. Si te gusta Harry Potter, sabrás el por qué del atractivo del sitio, si no te diré que su decoración interior inspiró a J.K. Rowling para su saga sobre Harry Potter, pero en realidad dicha librería está considerada como una de las más bellas del mundo, desde antes de ese detalle, las colas para entrar son muy largas y se dice que hay quien tarda hasta dos horas para poder entrar, nosotros únicamente quisimos verla por fuera, pero cuando accedimos a lo que es la salida del sitio y venta de recuerdos, me encontré con la agradable sorpresa de que están reclutando gente, así que si te interesa, hasta te puedes ir a trabajar ahí.
Luego de degustar unos ricos helados, seguimos caminando por las calles de Oporto, llegamos a un parque muy bonito, en donde nos encontramos un restaurante Mexicano-Brasileño ¡guau! Por ahí se encuentra una iglesia ostentosa con oro que baña todo su inmenso altar y paredes, pero eso sí, en una parte de la entrada te encuentras una alcancía que dice ¡para los pobres!
Como ya estábamos cansados de caminar bajo lluvia y calor, decidimos retornar al hotel en taxi. Por cierto que el chofer fue una persona muy simpática con el que charlamos amigablemente a lo largo del trayecto.
El día siguiente, ya sería el domingo 28 de julio, nuestro viaje ya se encontraba en la recta final. A la hora acordada el bus nos recogió, el recorrido comprendía pasar a Aveiro, para de ahí dirigirnos hacia Fátima con destino final en Lisboa.
Aveiro es una pequeña y pintoresca ciudad portuguesa, a la cual se le ha llamado la “Venecia de Portugal”, lo cierto es que a los lugareños de ahí no les agrada mucho el mote, uno de los atractivos principales es hacer un paseo por la ría (no es la hembra del río), la ría es una combinación de agua dulce de un río, con agua salada del mar. Anteriormente ahí se extraía sal de mar, pero hoy en día, además de ser un atractivo turístico, se trata de un sitio que da origen a unos dulces típicos de Portugal, los ovos moles de Aveiro, son unos dulces hechos a base de yemas de huevo encerrados en hostias (de diversas formas) que son característicos de esa zona. Otro atractivo son los lancheros de las barcazas, son personajes muy singulares y simpáticos que hacen que el recorrido sea muy divertido. Al terminar ese paseo y luego del tradicional cafezinho o garoto y como era domingo, pasamos a un mercado de antigüedades, muy interesante por las cosas que ahí se venden.
El autobús nos llevó con destino a Fátima, llegamos a comer y afortunadamente el restaurante fue muy bueno, así que después nos llevaron a la iglesia de Fátima. Esta iglesia también me pareció tan “grande como tan simple”, aunque está construida en donde, cuenta la leyenda, que la virgen de Fátima se le apareció a tres niños, dos de ellos están enterrados ahí y según dicen, la virgen tiene en alguna de sus partes la bala que hirió a Juan Pablo II, para mi fortuna en el momento que estuvimos ahí pude oír a su órgano monumental:
Terminada la visita a toda la zona de la iglesia y ¿qué crees? Luego de otro garoto, el recorrido comprendía llegar a nuestro punto de partida, Lisboa, en donde luego de un descanso nos tocaría ir a cenar a un lugar de fados, que es la música típica de Portugal.
En el fado se expresan las experiencias de la vida a través del canto. Generalmente lo canta una sola persona, acompañado por la «viola» (guitarra española) y la guitarra portuguesa. Los temas más cantados en el fado son la melancolía, la nostalgia o pequeñas historias del vivir diario de los barrios humildes, pero especialmente el fatalismo y la frustración.
En esta parte del tour se incorporó un matrimonio de hondureños, que viven en USA, para nuestra fortuna nos tocó en la misma mesa, y tuvimos una muy buena charla, en la que platicamos de nuestros países, no comentaron por qué se fueron a vivir a la unión gaba, así que en un momento determinado me vi obligado a hacerle la pregunta ¿oye y qué onda con Trump, crees que gane la reelección? Su respuesta me hizo, prácticamente, bajar un par de copas de vino: ¡sí es muy probable que gane la reelección, sobre todo por lo del muro de tu presidente! ¿what, qué, cómo, excuse me? Sí, me dijo, eso de la contención de los migrantes le dio una gran fortaleza a Trump y lo mas seguro es que gane la reelección. La cena estaba deliciosa, los fados que escuchamos en lugar de ser melancólicos, fueron más bien alegres, así que después de esa grata charla con los hondureños, regresamos al hotel.
De acuerdo con el itinerario, el lunes 29 de julio de 2019, era el último día del tour y comprendía una visita por varias partes de la ciudad de Lisboa, de ahí, una visita a las ciudades de Cascais y Sintra.
Luego del desayuno y a la hora prevista, Roberto fue por nosotros para pasar por la guía local, una señora un poco entrada en años que se llama Helena, pero le gusta que le digan Helenita, se encargó de narrarnos toda esa parte. Ella está certificada como guía turística con el plus de haber estudiado en La Sorbona y hablar varios idiomas, pero es muy simpática y con ella además de aprender mucho de la historia de Portugal, compartimos algunas “palabrotas” en varios idiomas, todo ellos porque en una parte de sus explicaciones dijo “los políticos son unos tontos de mierda”.
Nos llevó en el recorrido a la Torre de Belem y al monasterio de los Jerónimos, pero como era lunes, no pudimos entrar.
Así que luego de las risas por la forma de expresarse de Helenita, nos dispusimos a viajar hacia las ciudades cercanas de Cascaís y de Sintra.
El sistema educativo y laboral de Portugal, concede dos meses de vacaciones para los escolapios y un mes de vacaciones para los trabajadores. Las escuelas del nivel básico de Portugal, obviamente son de calidad y tienen una buena infraestructura, es más la mayoría de ellas tienen autobuses, en el mes en el que los padres no pueden estar con los hijos porque “solo” cuentan con un mes de vacaciones y los niños, con dos, las escuelas tienen implementados cursos de verano recreativos y culturales y es precisamente Cascais, uno de los sitios a los que los llevan, ya que ahí hoy una pequeña playa. Pero eso no es todo, Cascais es una ciudad de avanzada que cuenta con un sistema de reciclaje de basura en contenedores que se encuentran en las calles, en donde se deposita la basura, los contenedores la llevan a un proceso de compactación el cual la lleva a un destino para continuar con ciertos procesos de acuerdo al tipo de basura, lo mejor de todo es que los habitantes no pagan un solo centavo por ese servicio.
Otra cosa interesante de Cascais y en general de Portugal, es que ya hay un gran uso de coches eléctricos, te encuentras aparcaderos de coches que están cargando eléctricamente sus vehículos. En cuanto a la generación de electricidad, la energía eólica está presente en muchas partes de Portugal y hay varios meses del año en los que la electricidad se produce por dicha fuente ¿qué tal?
Luego de las impresionantes narraciones de Helenita en Cascaís, nos esperaba otra grata sorpresa, uno de los museos de Sintra.
Sao Martinho, es un lugar histórico de mucha importancia, su recorrido implica trasladarte a épocas lejanas, llenas de esplendor y riqueza de la realeza portuguesa. Vale la pena ir ahí.
El recorrido había llegado a su fin, con un dejo de tristeza dejamos a Helenita en un sitio, porque ella se tenía que dirigir a otros menesteres y nosotros a nuestro hotel, para preparar maletas, pues al día siguiente tocaba regresar a México.
El martes 30 de julio de 2019, marcó el punto final de este maravilloso viaje; para nuestra fortuna el avión con vuelo Lisboa-Madrid, salía a las 19:45 hrs, así que prácticamente, teníamos más de medio día, para seguir disfrutando de Lisboa, así que como el lunes no pudimos entrar al monasterio de los Jerónimos, decidimos ir a ese lugar y la verdad de las cosas fue una buena decisión. Se trata de un lugar lleno de cosas bellas, un enorme edificio con una arquitectura interesantísima, un museo que considero imperdible.
Una vez terminado el recorrido, nos trasladamos al centro de Lisboa, para observar de cerca y de ser posible subir al Elevador de Santa Justa, también llamado Elevador do Carmo, es un ascensor que une los barrios de la Baixa Pombalina y el Chiado en Lisboa, Portugal. Se dice que fue construido por discípulos de Eiffel, como el tiempo ya no era tan holgado, nos fue imposible estar en una cola que seguramente llevaría más de una hora de espera.
De esta manera terminó un hermoso viaje, en el cual hora a hora, minuto a minuto, en dos países que han aportado una buena de dosis a la cultura del mundo, aprendimos mucho, convivimos mucho y disfrutamos mucho.
Fotografías: José Eduardo Celis Ochoa Cordero. Con fines exclusivamente de difusión cultural