Por José Eduardo Celis Ochoa Cordero. Insurgencia Magisterial. 19 de agosto de 2019
Ojalá y hayas leído mi anterior reseña en la que te compartí aspectos interesantes de nuestro viaje de vacaciones de verano, cuya primera etapa se realizó en la ciudades españolas de Madrid, Toledo y Aranjuez, para que le vayas dando seguimiento al hilo de esta narración.
Así que si más preámbulos te diré que, el lunes 22 de julio, luego de haber recorrido otra parte del barrio de Lavapiés en Madrid junto con nuestro muy querido amigo Hipólito, Mys y yo nos dirigimos al aeropuerto de Madrid con el propósito de tomar el avión de aerolíneas TAP con destino a Lisboa, Portugal, el cual saldría a las 17:05 hora de Madrid y llegaría a Lisboa a las 17:25 hora de Lisboa, la aclaración te la comento porque hay una diferencia de una hora de menos en Lisboa con respecto al horario de Madrid. Lamentablemente el vuelo salió prácticamente con una hora de retraso, así que en lugar de llegar a Lisboa a las 17:25, prácticamente llegamos a las 18:25 horas.
Afortunadamente la Unión Europea hace que cuando viajas de un país a otro que pertenece a ese conglomerado de países, las cosas de aduana sean muy sencillas, prácticamente pasas como si estuvieras en casa, como bien podrás imaginarte, el rollo de estar cambiando de moneda tampoco existe, puesto que el euro es la moneda en común.
A diferencia de la estancia en España, donde estuvimos hospedados en el “piso” de nuestros amigos, para la visita a Portugal, habíamos contratado previamente un tour en la que actualmente es nuestra agencia de viajes favorita.
En el aeropuerto de Lisboa, fuimos recibidos por un cuate muy elegante que nos llevó hasta un Mercedes Benz, cuyo chofer, también muy trajeado nos llevaría hasta el hotel. En un viaje anterior a Madrid, también fuimos recibidos por gente así de elegante en el traslado aeropuerto-hotel-aeropuerto, así que no me resultaba extraño viajar en el traslado de esa elegante manera y de hecho no le creí cuando me dijo, mañana vas a estar en un Mercedes clase E. Como no le creí, cuando nos subimos al coche, de inmediato a mi mente vino la rola “Mercedes Benz” de la gran Janis Joplin, así que me dispuse a tomar una foto del interior del coche y la subí a instagram con la leyenda ¡Oh Lord, won´t you buy me…!:
Llegamos al hotel y ya prácticamente la noche pardeaba, así que luego de dejar el equipaje y haber pagado previamente la “módica” cantidad de 2 euros por persona por noche, monto que corresponde a un impuesto de turismo que se acaba de implementar en Lisboa, nos dispusimos Mys y yo a dar una vuelta por las alrededores del hotel, pero sucede que nuestra intención era dirigirnos hacia el centro de la ciudad, pero dada la hora, mejor decidimos caminar por las cercanías del hotel.
Por la forma en que desarrolló el tour, voy a dividir en dos partes la reseña del recorrido, ya te darás cuenta del por qué.
Bien, al día siguiente que fue el martes 23 de julio, luego de un buen desayuno en el hotel, nos dispusimos a esperar un camión que seguramente nos estaría llevando en los recorridos, efectivamente había un camión a la entrada del hotel, pero no era el nuestro, así que pensamos “no debe de tardar el otro”, un par de minutos después –debes de recordar que los tours la puntualidad es indispensable- llegó otro tipo elegantemente trajeado ¡en una van Mercedes Benz! ¡Hola, soy Phillipe y yo estaré con ustedes el día de hoy y después varios días!, hoy estaremos en este vehículo, porque vamos por otra pareja que está en otro hotel, pero a partir de mañana viajaremos los tres, pero en otro Mercedes Benz sedán ¡what, qué, cómo, excuse me!
Cuando fuimos por la otra pareja, sucede que se trataba de un matrimonio de mexicanos, que son profesores, él imparte en un bachillerato en el DF y ella, es una maestra jubilada de educación básica, así que todo el recorrido con este matrimonio de mexicanos, la verdad de las cosas fue muy agradable.
El recorrido de ese día, comprendía hacer un muy breve recorrido por algunas avenidas de Lisboa, para de ahí dirigirnos a la relativamente cercaba ciudad de Évora.
Para llegar a Évora tienes que pasar por el puente “Vasco da Gama”, se trata de un puente de una longitud superior a los 12 km y está catalogado como el más largo de Europa, dicen que cuando hay neblina, es imposible ver el otro extremo del puente. Comienzas a corroborar las diferencias que ya has notado de otros países con respecto al nuestro, las carretas y el puente, son unas verdaderas alfombras de asfalto, los baches no existen, en algunas de las carreteras se paga peaje, pero ¿oye Phillipe, no es caro el peaje? Mira la carretera y me dices si te parece caro, fue su respuesta.
Prácticamente el minuto a minuto, el hora a hora, el día a día en Portugal fue de una sorpresa constante, por eso es que he titulado a estas acotaciones como “Portugal, un país espléndido”.
Phillipe tiene la costumbre de manejar un buen tramo de las carreteras a una velocidad de 140 kmh, esto es importante comentar porque el hecho de viajar a esa velocidad, hace que los tiempos de traslado y estancia en algún lugar sean más eficientes que cuando vas en el autobús, el cual no puede viajar a una velocidad mayor a los 95 kmh.
Évora es la capital de la región del Alentejo, ubicada en la zona centro-meridional de Portugal. Sus atractivos soy muy bellos, puesto que te encuentras no solo al templo romano de Évora (conocido también como Templo de Diana), sino también otros edificios antiguos, iglesias, la catedral, museos y la Capilla de Huesos, que está construida con esqueletos de seres humanos, algo que seguramente ya habrás visto en algunas otras iglesias del mundo pero no por eso deja de ser intrigante, misterioso y que te hace reflexionar de ¿qué habrá sucedido con esas personas? ¿cómo murieron? ¿ha cambiado la historia de la humanidad, o solo es más de los mismo y el cuento ese de que hay que conocer la historia para no repetir los mismos errores, es solo una falacia?
En la iglesia de San Pedro, te encuentras con una exposición de nacimientos que han sido realizados por gentes de muchas partes del mundo y que los han mandado ahí como una muestra de amistad, la parte superior de ese lugar te permite ver una panorámica de la ciudad, algo muy bonito que de alguna manera te da una tranquilidad que te ayudará a amainar lo que sientes cuando accedes al ala de la Capilla de los Huesos.
Una buena parte de la historia de Évora está constituida por la permanencia de los caballeros Templarios, así que te encuentras inscripta en las paredes símbolos de los caballeros templarios, en una parte del museo iglesia me encontré una gran mesa en donde me los imaginé sesionando.
Posiblemente con la idea de que te “calmes” de la impresión de las osamentas, una vez terminado el recorrido, nos dirigimos a una tienda de vinos portugueses en donde una guapa chica, nos obsequió una cata de vinos, probamos varios tipos de vino, tanto blancos como tintos, de ahí nos llevaron a comer a un sitio en donde yo considero que he probado una de las comidas más exquisitas de mi vida, platillos portugueses que van desde el bacalao hecho en diversas presentaciones, hasta en una especie de empanadas; embutidos, cerdo en varias presentaciones, sopas, ensaladas, pero lo que me fascinó, fue lo que allá le llaman “presunto”, aquí lo conocemos como jamón serrano, un verdadero paladar, que todavía cuando me acuerdo disfruto su textura y su sabor.
Una ver terminada esa opípara comida, aderezada con una buena plática y con la versión de Phillipe del por qué del símbolo del gallo de Portugal, nuestro guía nos llevó de nuevo al centro de Évora en donde nos dio tiempo de caminar “para bajar la comida”. Las calles de la población son empedradas, estrechas, ahí por alguna razón encontramos a soldados portugueses que supongo estaban francos ese día, de repente en un callejón que veo a un soldado “echando novio”, estaba besando a su novia, así que esa foto considero es una de mis fotos favoritas, puesto que capturé un momento romántico.
Luego del recorrido, Phillipe nos esperaba para trasladarnos de nuevo a Lisboa, pero teníamos una parada en el Cristo Rey. De hecho, ese monumento no está ubicado precisamente en Lisboa, sino en la ciudad de Almada, en el área metropolitana de Lisboa, se encuentra en la cima de una montaña y al igual que monumentos de este tipo que te encuentras en varias partes del mundo, incluyendo México, su objetivo es rendir culto a Jesús Cristo, como yo no soy religioso –ya te lo dije- y mucho menos católico –ya te lo requete dije- todo lo religioso me sirve para aprender acerca de esto y también para conocer y de alguna manera respetar, al margen de cualquier fervor religioso.
Una parte muy interesante de este sitio es la panorámica que observas en donde te encuentras con una impresión familiar, observas el puente que se llama “25 de abril” y de inmediato te evoca a una imagen familiar ¿el Golden Gate de San Francisco? Oye Mys, pues si es igualito que el de por allá. Efectivamente, prácticamente se trata de una réplica del Golden Gate, ¿la razón? sucede que cuando el gobierno portugués contrata a la empresa United States Steel International, los gringos “matan dos pájaros de una pedrada” y construyen el puente portugués con el mismo modelo, así que no sé si tengamos un record mundial: estar en el mismo puente en dos lugares distintos del mundo.
El día terminó con una despedida de nuestros compañeros mexicanos, ellos partían al día siguiente hacia España, así que cuando Phillipe nos dejó en el hotel, su mensaje fue “mañana viajaremos solo nosotros tres” ¡en un sedán Mercedes Benz, únicamente para nosotros! ¡Oh Lord, won’t you buy me a Mercedes Benz!
El miércoles 24 de julio a la hora acordada, llegó Phillipe en el auto prometido, el itinerario marcaba llegar primero a la localidad de Óbidos, ese nombre deriva del latín oppidum y significa «ciudadela», «ciudad fortificada» y efecto, cuando llegas al castillo luego de recorrer una empinadas calles estrechas, empedradas y empinadas, te sientes en la época medieval, casi casi esperas que salgan las doncellas a despedir a los caballeros armados que se dirigen en sus caballos a emprender una batalla. Pasas por la pequeña, pero bonita iglesia de Santa María, retornas al camino principal, para pasar por tiendas, ahí encontramos una especializada en sardinas portuguesas, con las latas de empaque tan bonitas, que la verdad de las cosas, no te dan ganas de abrirla porque sabes que echarás a perder una pieza artesanal.
El siguiente destino fue la localidad de Batalha, también es una ciudad pequeña y tranquila que fue sin embargo el escenario de la batalla más importante de Portugal: la Batalha de Aljubarrota (1385). Esta batalla dio a Portugal la independencia de Castilla, y en honor a este hecho, el rey Juan I construyó el Mosteiro da Batalha, que en la actualidad es el mejor monasterio de Portugal, de ahí su nombre. El monasterio de Bathala, es un lugar por demás espectacular, gigantesco, ahí en realidad te sientes chiquito ante la magnificencia del sitio. Antes de que se me olvide, en Portugal, a diferencia de España, no se ponen difíciles para venderte los boletos de acceso de “tarifa reducida” o sea para adultos mayores, lo cual es un verdadero aliviane, ya que hay lugares que te hacen hasta el 50% de descuento del costo de la entrada.
El calor era prácticamente sofocante, así que en lugar de un cafezinho, nos tomamos un helado, nos refugiamos en el aire acondicionado del coche, para entonces dirigirnos a Tomar. Si en los templos anteriores escuchamos acerca de los caballeros Templarios, Tomar tiene el Castillo de Tomar, erigido en el siglo XII por la orden de los Templarios. En el interior de dicho castillo se encuentra el Convento de Cristo, una auténtica joya arquitectónica que mezcla los estilos gótico, manuelino, y renacentista.
El lugar a donde nos llevaron a comer también fue óptimo, ahí degustamos el bacalao al horno, el cual va acompañado de unas papas con su cáscara que la verdad de las cosas, son un verdadero manjar.
El siguiente destino fue la ciudad de Coímbra, otra localidad mediana que tiene calles estrechas, patios, escaleras y arcos medievales. La ciudad fue la cuna del nacimiento de seis reyes portugueses y de la primera dinastía, así como de la primera Universidad de Portugal, siendo esta una de las más antiguas de Europa.
Precisamente la universidad de Coímbra es uno de sus principales atractivos, lamentablemente lo espectacular del sitio, se ve opacado por algo muy importante desde mi punto de vista. Un sitio de esta naturaleza, en donde también pagas por entrar, que además es patrimonio de la humanidad no puede estar tan descuidado, las estatuas que lo circundan están todas sucias, los baños están de asco, los chavos que custodian las instalaciones, no sé si son estudiantes que están empleados, pagando algún servicio o si son empleados asalariado, pero tan solo de ver sus caras de frustración y amargura, te hacen sentir incómodo. La visita a la biblioteca, tiene una duración de 10 minutos, en donde los vigilantes te están arreando cual si fueras jumento, la verdad de las cosas no se me hizo correcta esta forma de hacer las cosas en dicha universidad. No obstante, la parte de la facultad de derecho, tiene unas vistas espectaculares, tanto en el interior, como cuando accedes a una terraza que tiene un pasillo muy estrecho y donde estás a prácticamente como 80 metros de altura, una sensación muy especial.
Con emociones encontradas, nos trasladaron al convento de Santa Clara, un lugar mítico y místico en donde también hubo una parte divertida, puesto que de repente bromeamos con Phillipe acerca de la presencia de un fantasma, prácticamente fuimos de los últimos visitantes en entrar así que ya llegando la hora de cierre del sitio, nos tuvimos que dirigir al hotel para descansar, para luego de una buena cena, al día siguiente, jueves 25 de julio, salir con destino a Guimaraes y Braga, recorridos que fueron un poco más largos que los anteriores.
Guimaraes es una ciudad importante en donde nació Portugal, sus calles ya son modernas, pero muy bien trazadas. La verdad de las cosas su castillo, no me pareció tan espectacular, como otros visitados anteriormente, diría yo que es “tan simple, como grande”, pero no por eso deja de ser interesante. Te pasas una buena parte del día recorriéndolo. Así que con mucho apetito, también nos llevaron a comer en un buen lugar.
Después del clásico cafezinho, Phillipe a sus acostumbrados 140 kmh, nos llevó con destino a la ciudad de Braga, en donde pernoctaríamos, pero antes de ello pasamos a Sameiro y al parque Bom Jesus, este es uno de los sitios que más me fascinó, sobre todo porque, dado que el clima de repente pasó del cálido al lluvioso, cuando llegamos al pie de la Basílica de Nuestra Señora de Sameiro, para subir a la cima de la montaña donde se encuentra la basílica, puedes tomar una especie de ferry terrestre que es impulsado por el agua que baja de la montaña, una joya de la arquitectura internacional. Las condiciones de lluvia con neblina en esa parte de la montaña, fueron muy singulares y me permitieron tomar una fotos que en realidad me gustaron mucho. Ya contentos nos dirigimos al siguiente hotel, el cual estaba ubicado en la ciudad de Braga.
Como llegamos a buena hora de la tarde, tuvimos la oportunidad de caminar por sus calles.
Braga es una ciudad de mediano tamaño, llena de cultura, es una ciudad que la verdad de las cosas, si tuviera la oportunidad de elegir como destino para pasar los últimos años de mi vida, seguramente sería el escogido.
La siguiente mañana, correspondió al viernes 26 de julio, la forma de manejar de Phillipe, permitió aprovechar el tiempo, así que algunas cosas que en el itinerario estaban marcadas para otro momento, seguramente pensando en el viaje en grupo en autobús, el ir solos nos permitía maximizar tiempos, alargar minutos y no tener que despertar tan temprano. Así que ese viernes alrededor de las 9 de la mañana, salimos de Braga con destino a Val do Douro, pasamos por Sabrosa, en donde hay muchos viñedos y una vistas muy hermosas, tan hermosas que te invitan a pararte en el camino para sacar fotos, ahí me pasó algo chistoso, puse mi celular en un tripié para tomar fotos, pero el aparato estaba en el principio de un camino, que yo pensaba era de poco tráfico, en un momento de distracción de repente que veo un coche que iba directamente a mi aparato ¡Nooooooooooooooo! Fue mi grito, para mi fortuna el conductor de coche se percató no sé si de mi grito o del aparato y frenó, así que mi iphone salió ileso, si no quién sabe que hubiera pasado.
De ahí bajamos a Pinhao, otra pequeña localidad de la campiña portuguesa, en donde existe una estación de ferrocarril con sus paredes vestidas con mosaicos que son interpretaciones estilo pinturas en donde te describen la forma de vida de la zona, muy bellos.
Del Valle Duoro nos dirigimos a Lamego, otro sitio espectacular en la cima de una montaña, ahí tuvimos la suerte de encontrar los preparativos para una boda, quizá cometimos el error de no bajar las extensas escaleras del sitio, pero a cambio de ello, comimos muy bien y tranquilos y después de la comida tuvimos 20 minutotes para deambular por las calles de la ciudad.
Ya habíamos sido advertidos por Phillipe que ese sería nuestro último día con él, así que llegado el término del tiempo y con el corazón contento y la panza llena, Phillipe, a sus clásicos 140 kmh no llevó con destino a Oporto. Al llegar al hotel, serían como las 4 pm de Portugal, luego de despedirnos con un abrazo, la travesía con el buen Phillipe llegó a su fin.
Como te dije, divido estas acotaciones en dos partes. Así que en la segunda parte te comentaré el resto del viaje.
Fotografías: José Eduardo Celis Ochoa Cordero. Publicadas únicamente con fines de difusión cultural.