Por: Victor Ortega. 10/11/2024.
Entre 1921 y 1981, el Partido Comunista Mexicano (PCM) celebró veinte congresos. Hasta la década de los años cincuenta el PCM había celebrado diez congresos. Entre los años cincuenta y los años sesenta se celebran tres congresos, siendo el XIII el punto álgido de un proceso autocrítico que terminó con la escisión y expulsión de las múltiples disidencias internas que combatieron a la dirección nacional.
Los congresos eran la mayor instancia de decisión, entre un congreso y otro podían haber conferencias nacionales para delinear la ruta de actividad concreta en acuerdo con las resoluciones de los congresos. Los congresos votaban la institución de un Comité Central (CC), y el CC celebraba plenos con regularidad para dirigir efectivamente al conjunto del partido formado por células establecidas en ciudades, fábricas, escuelas, territorios campesinos o circuitos intelectuales.
Durante los años cincuenta, hasta el XIII congreso, la política del PCM estaba orientada a la construcción de un Frente Nacional Democrático y Antiimperialista, en el que, tras la derrota de las disidencias más radicales se formula la noción de una nueva revolución, se establecen nuevos estatutos y se instituye una nueva forma de dirección llamada Secretariado Colectivo; a la nueva política del PCM llama a la construcción de un Frente Democrático de Liberación Nacional. En 1951 apoyaron la candidatura a la presidencia de Vicente Lombardo Toledano, y en 1958 la de Miguel Mendoza Schwertfeger; editaban un diario llamado La Voz de México y en 1961 comienza la edición de la revista Nueva Época.
Como parte del proceso autocrítico, en 1957 se inició un estudio sobre la lucha interna en el PCM durante los años 1939-1948, que terminaron con la expulsión de militantes que eran dirigentes de masas que fundaron en 1950 el Partido Obrero y Campesino de México (POCM), lo que mostraba la fragmentación del movimiento obrero y campesino, así como la debilidad de sus agrupamientos políticos. Ese mismo año, también se constituye la Juventud Comunista de México (JCM), que al inicio de los años 70’s impulsará otro momento autocrítico al interior del PCM con otro proceso de escisiones y deserciones de militantes formados en el incipiente movimiento estudiantil.
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Durante la década de los años 40’s, el Estado mexicano usó su poder social y político para dominar el movimiento obrero mediante la imposición de líderes oficiales, que ha pasado a la historia conocida como los charrazos sindicales, por las aficiones a la charrería del líder oficial Jesús Díaz de León, impuesto a los ferrocarrileros en 1948. Este proceso se presentó, además de los ferrocarriles, en las industrias minera, petrolera, en el magisterio y en los telégrafos. El proceso no estuvo exento de conflictos de clase expresados en huelgas, caravanas y movilizaciones de masas, teniendo como punto de inflexión la huelga ferrocarrilera de 1958-1959, derrotada por el Ejército. La actividad del PCM durante los conflictos sindicales sería fundamental para el desarrollo de las disidencias, que expresaban las inquietudes unitarias del movimiento obrero en México. En 1953, se reactiva la guerrilla campesina.