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Monte Albán: una receta antigua para el éxito social

por RedaccionA enero 28, 2023
enero 28, 2023
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Por: Linda M. Nicholas y Gary M. Feinman. 28/017/2023

Nuevas evidencias y puntos de vistas sobre la estructura de las sociedades tempranas a lo largo de Asia, África y el hemisferio occidental están arrasando con la creencia popular de que estas tendían a la autocracia y el despotismo.

La arqueología tiene una historia más valiosa que contar: la acción colectiva y la producción económica localizada son una receta para la sustentabilidad y el bienestar general. La ciudad mesoamericana de Monte Albán, que fue un gran centro urbano por mil 300 años, es un ejemplo luminoso. Es un poderoso caso de estudio de las primeras inversiones en infraestructura pública y bienes que fomenten la sustentabilidad a más largo plazo.

Aquí existe una veta rica de conocimiento para los desafíos más urgentes que enfrenta la humanidad: miles de millones de personas viviendo en la pobreza y estructuras sociales colapsando en el mundo en vías de desarrollo. Y en el adinerado mundo industrializado, muchos están cada vez más desilusionados con las fallas en nuestros modelos políticos y económicos.

Pero si vamos a emplear otros modelos del pasado antiguo, ¿podemos estar seguros sobre cómo operaban las sociedades tempranas?

Investigadores e investigadoras han comenzado a identificar evidencias arqueológicas que funcionan como indicadores de instituciones y comportamientos sociales y políticos:

  • ¿Existen evidencias de disparidad extrema de riquezas o igualdad en las formas de vida o en los entierros?
  • ¿La arquitectura monumental alberga exclusividad (tumbas elitistas, monumentos exaltadores, evidencias de legitimación dinástica) o acceso (por ejemplo, plazas abiertas, grandes vías de acceso, templos comunitarios)?
  • ¿Son prominentes los palacios o no queda claro dónde residían los líderes?
  • ¿El arte enfatiza descendencia lineal, realeza divina, y patrones de deidades de la corona o presenta temas más abstractos como la fertilidad o principios cosmológicos integradores?

Podemos determinar mucho sobre una sociedad – en relación a si eran más autocráticas o asociadas a la gobernanza colectiva/buena gobernanza – observando si tienden más a la primera o a la segunda opción de respuesta para estas preguntas.

En un estudio sobre 26 centros urbanos tempranos en Mesoamérica, Monte Albán era uno de 12 caracterizados como ciudades organizadas colectivamente, en base a una serie de indicadores. Previo al abandono de la ciudad, Monte Albán no era altamente desigual: habían muy pocas tumbas ostentosas, si acaso algunas; no existen grandes alijos de riquezas domésticas u otras evidencias de diferencias de riqueza extrema, ni palacios de envergadura y ornados que fueran indiscutiblemente la residencia de los gobernantes.

Desde un momento temprano en la historia del lugar, el núcleo de la ciudad estaba centrado sobre una plaza grande que podía albergar una proporción importante de la población. El aplanar la cima rocosa de la colina y luego definir y crear este espacio abierto de envergadura implicó planificación, coordinación y cooperación. Hasta bastante avanzada la historia de la ciudad, las representaciones materiales de gobernantes eran relativamente inusuales, y existe una carencia general de exaltación a los líderes. Durante los primeros cuatro siglos de la ciudad (500-100 AC), habían representaciones de individuos aparentemente importantes o líderes. El mando en gran medida no tenía rostro.

¿Cómo sucedió?

Bajo esta luz, viajemos a las aldeas sedentarias tempranas (entre 1500 y 500 AC) en el Valle de Oaxaca, la expansión más grande de tierra plana en las zonas altas del sur de México. Estaban situadas en – o cerca de – tierras con buenas masas de agua.

Alrededor del año 500 AC, no obstante, un nuevo centro en la cima de una colina, Monte Albán, fue establecido en el nexo de los tres brazos del valle, donde la agricultura era mucho más arriesgada debido a la pluviosidad poco confiable y la escasez de fuentes de agua permanentes. Durante la era de su establecimiento, Monte Albán no sólo era más grande que cualquier comunidad que la antecede en la región, sino que muchos otros pobladores se mudaron a la zona rural de los alrededores.

Este viraje pronunciado en los patrones de asentamiento y los procesos subyacentes asociados a la fundación de Monte Albán han sido bastante debatidos. ¿Cómo podemos considerar la inmigración de personas, algunas probablemente de más allá de la región propiamente, a un área donde enfrentan mayores riesgos de pérdidas de cultivo?

Una perspectiva, que se apoya en los modelos uniformes de los Estados premodernos como despóticos, ven el proceso básicamente desde una lente de arriba hacia abajo; líderes que coaccionan a sus súbditos a mudarse cerca de la capital para proveer de sostén al nuevo centro.

Pero investigaciones más recientes han encontrado que el tipo de Gobierno en Monte Albán era generalmente más colectivo que autocrático, y en su período de crecimiento, las actividades productivas eran colectivas, centradas en unidades domésticas y no administradas desde arriba.

Para el momento en que se estableció Monte Albán en el Valle de Oaxaca, más de mil años habían pasado desde que los recolectores hicieron la transición de formas de vida móviles a comunidades sedentarias. Maíz, frijoles y calabacines, que habían sido domesticados previo a la formación de aldeas, eran elementos claves de una economía agrícola, con el maíz suministrando la mayor parte de las calorías. Aldeanos iniciales también explotaron un mosaico de otros recursos naturales incluyendo la arcilla para hacer recipientes y figurines de cerámica, piedra para hacer herramientas y adornos, y materiales vegetales para procesarlos en una variedad de productos tejidos.

El viraje hacia la vida sedentaria fue un largo proceso social mediante el cual poblaciones previamente dispersas no sólo se ajustaron sino que se comprometieron a vivir en comunidades más grandes, e interactuar con más personas diariamente.

El Valle de Oaxaca tiene un clima semiárido, la precipitación es impredecible y espacialmente irregular en toda la región, y no todos los sectores del fondo del valle reciben la precipitación mínima anual necesaria para el cultivo confiable de maíz, el cultivo básico y culturalmente más importante de la región.

El principal factor que determina la productividad del maíz es la disponibilidad de agua, y una diversidad de prácticas de su administración han sido empleadas desde los tiempos prehispánicos. Estas manipulaciones, que aumentan las cosechas, incluyen fuentes o pozos de riego, diques y canales a pequeña escala, todos eran fáciles de administrar o implementar a nivel de hogares.

El Valle de Oaxaca fue una región político económica central. Previo a la fundación de Monte Albán, la mayoría de la población residía en uno de los tres cúmulos de asentamientos que estaban separados uno del otro por grandes zonas sin ocupar, incluyendo el centro del valle donde luego se situaría Monte Albán. En cada brazo del valle, un grupo de comunidades de menor tamaño rodeaban a un asentamiento de mayor calado que tenía funciones especiales y servían como los “pueblos de cabecera” de pequeños sistemas de Gobierno que competían entre sí.

Este patrón milenario se quebró cuando se construyó Monte Albán sobre una cima empinada en el centro del valle. El establecimiento del asentamiento y su crecimiento rápido en tamaño y monumentalidad le dio inicio a un episodio dinámico de innovación y cambio que incluyó modificaciones demográficas, alimenticias, y otras de naturaleza económica. Las poblaciones crecieron rápidamente no solo en el nuevo centro, que se convertiría en la ciudad más grande y monumental de la historia temprana del valle, sino también de las campiñas que lo rodeaban. Las comunidades del centro y rurales se integraron a través de una red de mercados emergentes que aprovisionaban a la ciudad.

Este episodio dramático de cambio necesitó una coordinación de trabajo para construir la nueva ciudad. La cima rocosa fue aplanada para convertirla en una gran plaza principal con edificaciones monumentales construidas en sus bordes. La escala y orientación de esta plaza central representa una transición clave respecto a planes comunitarios anteriores en la región. Las residencias para la pujante población de la ciudad se construyeron sobre las cuestas empinadas de la colina al crear espacios aplanados, o terrazas, apoyadas con piedra y muros de contención a base de barro, cada una sosteniendo una unidad doméstica.

La asignación del ápice de la colina para que un espacio cívico-ceremonial y las cuestas más abajo para residencias para los comunes representan el mapa de un acuerdo social amplio. Los ambientes construidos no son neutrales, sino políticos, y la huella de Monte Albán con un espacio central grande y relativamente abierto y poca exhibición de líderes jerárquicos apunta a un arreglo colectivo.

Los alrededores residenciales concentrados comprenden cadenas de terrazas artificialmente aplanadas que comparten largos muros de contención. La construcción de terrazas requirieron de una distribución del trabajo doméstico para despejar árboles, aplanar inclinaciones pronunciadas, erigir muros de piedra para sostener los espacios aplanados donde las casas serían construidas, y construir canales de drenaje para desviar el agua de lluvia de los espacios habitados. La construcción, compartir y mantenimiento de los muros de contención involucraron altos grados de cooperación inter-doméstica entre vecinos.

Adicionalmente, los plebeyos adoptaron técnicas de construcción y bienes de cerámica que previamente eran del dominio de familias de alto estatus. En la primera ciudad, la mayoría de las casas incluían cuartos contiguos con pisos revocados, por lo general construidos alrededor de un patio; fueron construidos con ladrillos de adobe sobre fundaciones de piedra en vez de barro y paja, típicos de las primeras casas plebeyas. Las mercancías de alfarería que previamente eran en gran medida empleadas por familias con estatus altos o como vehículos ceremoniales se volvieron distribuidos de forma más amplia en los siglos después de que Monte Albán fuera establecido. Este nivel de cooperación y coordinación es evidencia de un estatuto social o normas, en las que un número más amplio de residentes tenían acceso a lo que con anterioridad eran bienes y materiales de las clases superiores.

No se ha descubierto ninguna producción a gran escala, y no hay señales de almacenamiento central de alimentos en Monte Albán, como debería esperarse con controles económicos o de redistribución concebidos de arriba hacia abajo.

La producción económica se ubicaba en contextos domésticos. En lugar de haber sido coaccionados para mudarse, la gente fue atraída por la ciudad. Monte Albán fue establecida por un grupo considerable, posiblemente tan grande como de 1.000 personas, y rápidamente creció a alrededor de 5.000 en unos cuantos cientos de años. También crecieron las poblaciones rurales a su alrededor, y el índice de crecimiento de población anual en el valle excedía lo que podía haberse mantenido basado solamente en un aumento natural. Las poblaciones se expandieron de nuevo en y alrededor de Monte Albán luego de aproximadamente 300 AC. La triplicación del crecimiento era demasiado grande como para ser considerado como “crecimiento natural” y local, así que la gente debió haber sido atraída a la ciudad y al valle de localidades más distantes y extraterritoriales.

Las evidencias señalan que el ámbito geográfico agrícola para alimentar a Monte Albán probablemente se extendía a 20 kilómetros desde la ciudad. El mercado y las redes de intercambio que movían comida a la ciudad crearon un alto grado de interconexión entre pequeños asentamientos y Monte Albán. Esta interdependencia requirió cooperación, infraestructura e instituciones que juntas proveyesen los medios para movilizar los alimentos y distribuir los excedentes estacionales.

Antes de Monte Albán, los “pueblos de cabecera” anteriores generalmente se ubicaban adyacentes a buena tierra para agricultura. Pero la nueva ciudad estaba ubicada en una zona del valle donde la actividad agrícola era más arriesgada y más dependiente de la pluviosidad impredecible. ¿Por qué la gente se mudaría a un lugar donde enfrentan mayor riesgo de pérdida de cultivos, donde podrían haber tenido que pagar impuestos más altos, y donde, de tener una gobernabilidad coactiva, tuvieran menos voz? Tal escenario parece improbable, y es mucho más probable que las personas se mudaran a Monte Albán para aventajarse de las oportunidades económicas, un paralelo con la mayoría de los migrantes en el mundo de hoy en día.

Línea de crédito: Este artículo ha sido producido por Human Bridges, un proyecto de Independent Media Institute.

Biografías de la autora y el autor: Linda M. Nicholas es curadora adjunta de antropología en el Negaunee Integrative Research Center en el Museo Field de Historia Natural en Chicago, Illinois. Gary M. Feinman es el curador MacArthur de antropología mesoamericana, centroamericana y de Asia central, también en el Negaunee Integrative Research Center.

Fotografía: Globetrotter

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