Por: Moctezuma Escobedo. Coahuila. 23/09/2018
El presidente de Estados Unidos Donald Trump, anuncio ayer (lunes 17 de septiembre de 2018) el incremento a los aranceles del 10 al 25 por ciento a los productos chinos que ingresan a los Estados Unidos y que alcanzan un valor de 200 mil millones de dólares. La medida tiene como propósito según los estrategas y consejero de Trump, el de torcer el brazo al gobierno chino. Los estrategas estadounidenses han estirado la liga al punto de rompimiento, y con ello, tratan de amedrentar a sus pares chinos para que se abstengan de tomar las medidas recíprocas contra los productores estadounidenses que exportan sus bienes a China. Evidentemente, el gobierno chino no se doblegará antes las unilaterales e ilegales medidas que el gobierno de Trump anuncio que se empezarán a aplicar a partir del próximo lunes 24 de septiembre. Y así ha sido. Hoy (martes 18 de septiembre) de acuerdo con un comunicado emitido por el Ministerio de Finanzas de China, se anuncia que se impondrán nuevos aranceles a bienes estadounidenses valorados en 60 mil millones de dólares. “Si Estados Unidos de obstina en aumentar aún más sus derechos aduaneros, China replicará como se debe”. Se asevera en el comunicado.
De modo, que Trump, arrogante como es, cumplirá su amenaza proferida ayer mismo, en el sentido de que aumentaría los impuestos aduanales al resto de las exportaciones chinas valuadas en 265 mil millones de dólares, esto porque ya tiene la respuesta china en su mesa.
Sin embargo, Trump se equivoca si cree con que su agresiva política comercial los chinos se plegaran a sus requerimientos. China es por hoy, y por un amplio margen de casi billón de dólares sobre los mismos Estados Unidos, la primera potencia exportadora mundial con ventas al exterior por 2.27 billones de dólares, de modo que los 465 mil millones de dólares que anualmente exporta a los Estados Unidos, representan apenas el 18 por ciento de sus ventas. Cierto, que el mercado yanqui, representa casi una quinta parte de sus exportaciones, pero está lejos de encontrarse en una situación vulnerable, como en la que se encuentra México y otros países que están bajo el dominio estadounidense, dado que sus exportaciones alcanzan el 80 por ciento, y las importaciones están a un nivel inferior, pero son esenciales para mantener activa sus distintas esferas productivas. China no depende de los Estados Unidos para seguir siendo la segunda potencia mundial, y en pocos años más, desplazará, sin duda, a los Estados Unidos de la hegemonía que hoy ejerce de manera arbitraria en el mundo entero. Es esta posibilidad real de perder su dominio de más de cien años en las relaciones internacionales, es la que ha enloquecido a los imperialistas yanquis.
La preocupación que desquicia a los norteamericanos, es entendible, se han acostumbrado a mandar y a ser obedecidos, por las buenas, aunque más por las malas, durante más de un siglo. Empero, eso no justifica que rompan con las reglas comerciales que ellos mismos han aprobado en el seno de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Esto ante la impotencia de frenar a la economía china que los acosa y los avasalla tecnológica y económicamente por todos lados. Por eso no es gratuito, que los impúdicos ladrones y asesinos de un siglo para acá: los yanquis, ahora en la voz de Trump, tomen como pretexto para justificar su ineficaz guerra comercial, los supuestos robos y transferencias forzadas de tecnología, que hacen los avezados chinos, a costa de los “indefensos estadounidenses”.
Para reforzar la noción, de que es altamente improbable que los estadounidenses venzan comercialmente a los chinos, damos enseguida algunos datos duros que apuntalan nuestra opinión.
Sabido es que las exportaciones chinas abarcan una amplia gama de productos elaborados con tecnología de punta y manufacturados con alto valor agregado. De hecho, cinco son los productos que aportan casi el 30 por ciento de sus exportaciones, y corresponden a las características señaladas. Po ejemplo, el primer lugar lo ocuparon las ventas de computadoras en el exterior, que durante el 2018 fueron de 173 mil millones de dólares, le siguieron los equipos de radiodifusión, con un valor de 160 mil millones, la telefonía participó con 109 mil millones, los circuitos integrados y los componentes para máquinas de oficina se valuaron en 69 y 42 mil millones de dólares, respectivamente. Veamos ahora, para poder comparar, la estructura de las exportaciones norteamericanas. Ocupan el primer lugar la exportación de aviones y helicópteros, muchos de ellos militares, y las armas de destrucción masiva por un monto de 59 mil millones de dólares, los refinados de petróleo 57 mil y los autos 55mil.
Un factor de suma importancia para tener en cuenta, de por qué los gringos saldrán trasquilados de su enfrentamiento con los chinos lo constituye la balanza comercial (venta de bienes propios y compra de productos de otros países)
Mientras los chinos exportaron 2.27 billones de dólares, en cambio importaron 1.23 billones, obteniendo un superávit comercial de 1.04 billones. Cierto, que los estadounidenses venden una gran variedad de productos en el exterior, pero francamente, los chinos no tienen necesidad de comprarlos, porque no son esenciales para sostener su desarrollo, lo es, eso sí, El petróleo crudo, que es el mayor producto que importa del exterior con un monto de 101 mil millones, de circuitos integrados 98 mil, de hierro 47 mil y de autos 42 mil.
Totalmente adverso, es el escenario que presenta la balanza comercial de los yanquis, la cual en 2017 registró 1.54 billones, mientras sus importaciones alcanzaron la suma de 2,4 billones, es decir, presentó un déficit de casi un billón de dólares, 960 mil millones para ser exactos.
Ese es el escenario que al parecer Trump y los imperialistas gringos no quieren ver, o precisamente, porque lo ven, quieren arrebatar, lo que saben, no conseguirán por medio del respeto a las reglas del comercio internacional, aprobadas por ellos mismos. Pero se equivoca Trump de pe a pa, si piensa que puede poner de rodillas a los chinos. China es una potencia mundial en todos los sentidos, no es Cuba, Irak, Libia, Afganistán, Siria, Venezuela o Nicaragua. Urge que alguien le diga a Trump y a sus asesores, que frente a los chinos, tienen pocas posibilidades de salirse con la suya.
Foto: pressenza