Por: Ignacio Irazuzta. 03/01/2024
Como en su momento con Trump, con Bolsonaro y otros tantos, sucedió lo que no creíamos que podía suceder. Ganó un monstruo. Un loco esotérico encomendado a su perro muerto y a la misión de un Dios sin nombre se hizo con el triunfo en las elecciones presidenciales de segunda vuelta en Argentina. Ya está, el elefante fue designado para hacerse cargo del bazar.
De Javier Milei dice el Wikipedia que es “un economista, político y docente argentino, líder del espacio político La libertad avanza”. Y no escatima en los calificativos que él mismo usa para definirse: “anarcocapitalista”, “liberal libertario”, “minarquista”. Tampoco ahorra en los calificativos que emplean los otros para decir de él: “populista de derecha”, “derecha libertaria”, “extrema derecha”. Miren por aquí si quieren saber más del personaje. Yo, en cambio, me iré por otro lado. Seguiré el consejo de Marx, impulsado por el acontecimiento y a la vez convencido como él, Marx, de que la historia no puede ser obra de un solo individuo. Prefiero pensar en las condiciones que hicieron de este personaje un presidente. No porque tenga una visión acabada de la sociedad argentina como Marx la tenía de la francesa que llevó a Luis Napoleón Bonaparte al poder, desde luego que no, pero en cambio sí porque me interesa ensayar alguna hipótesis sobre qué es eso que llamamos extrema derecha y que hoy parece haberse hecho con el poder en Argentina; sobradamente, además.
Sostengo que esa derecha es una derecha extremada. Según mi perspectiva, la derecha extremada,
- No es la extrema derecha, como si fuese ésta una esencia inmutable que se diferencia de otra derecha, pretendidamente centrada y civilizada, decente y racional. En cambio, la derecha extremada es la derecha de siempre, con esas cualidades si se quiere, que se ha vuelto extrema haciéndose con el timón de los acontecimientos. La derecha extremada es de propiedades elásticas: es la derecha de siempre en un momento que puede ser más de derecha dejándose arrastrar por la inercia del presente. Traducida a personaje, en la Argentina de hoy, esa derecha, más que Milei, es Macri, el expresidente que se ha hecho lobo aprendiendo las lecciones de su enemiga Cristina. Sobre este punto, volveremos.
- La derecha extremada es la derecha que capitaliza electoralmente eso que mi amigo Santiago (¡qué dirías de todo esto si estuvieses con nosotros, querido Santi!) llamaba la “derecha silvestre”, esa existencia política silenciosa, que se dice habitualmente apolítica y que en momentos tumultuosos es capaz de darle la llave del bazar al elefante.
- La derecha extremada alcanza esos extremos cuando cunde el hartazgo, real en sus consecuencias y quizá sobredimensionado en sus causas. No negaré la inflación, la inseguridad, el empobrecimiento y la corrupción de la clase política que asalta el día a día de la Argentina de clase media, pero tampoco la inflamación mediática de esos males. La derecha extremada es todo eso encarnado y exaltado en el sentido común de la derecha silvestre.
- La derecha extremada es joven y amnésica. Olvida el primer tropezón estando frente a la segunda piedra. Desconoce pactos fundamentales, como aquellos que en Argentina dejaron en claro qué es un crimen de lesa humanidad. Juventud y amnesia componen la fórmula ideal para olvidar el pasado porque aseguran la ruptura de los canales de transmisión de la memoria, sea ésta la del genocidio o la de otros intentos de liberalización extrema de la economía haciendo como si el país no hubiese experimentado ya ambas cosas.
- La derecha extremada se hace tal como contrahegemonía a la inversa. Es una mayoría de sectores circunstancialmente populares en alianza con la clase oligárquica. Es contra-hegemónica porque sale de la oposición a un régimen que se arroga la representación de lo popular, se lo incauta y lo coloca al lado de lo oligárquico para encarnar sus intereses. Es a la inversa porque la inclinación hacia lo popular no es de proyección progresista, sino reaccionaria. Es también una hegemonía a la inversa porque hace un uso de derecha de una teoría política de izquierda, la misma que con la que su enemiga Cristina sostuvo su Razón populista. Eso es lo que aprendió Macri de Cristina y hoy, con Milei al frente, le ganó la partida.
- La derecha extremada se da con una izquierda moderada, como si su tensión elástica hacia la derecha estirara con su fuerza hacia el centro a su polo opuesto de izquierda. La derecha extremada es de momentos políticos de tensión polar, pero su resultado triunfal no genera correspondencia de fuerza extrema. El triunfo de la derecha extremada es la derrota de la izquierda y esa derrota es por moderación. Su fuerza es la debilidad de oposición del adversario. En la Argentina de hoy, la derecha extremada es el peronismo sin Cristina. Aunque quizá y para algunos, la izquierda moderada es en Argentina el progresismo populista que encarna a veces el peronismo.
La hipótesis está en construcción y a la espera de más realidad que complete su caracterización. La tendremos. Por lo pronto, como sea que resulte, Milei y la derecha extremada parecen decididos a actuar de manera inminente y contundente, “sin gradualismos”, según ha dicho en su discurso triunfal. Las primeras medidas de la derecha extremada parece que serán extremas.
21 de noviembre de 2023
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Fotografía: Academicxsmty43