Por: ARUNDHATI ROY. 22/10/2023
Dramático llamamiento al mundo sobre la nazificación de la India
Publicamos amplios extractos del discurso pronunciado por la escritora e intelectual Arundhati Roy en la recepción del 45º Premio Charles Veillon 2023, el Premio Europeo de Ensayo. Se le concedió por el conjunto de su obra, con ocasión de la publicación de Azadi-Liberté, fascisme, fiction (París, Gallimard, 2021).
Agradezco a la Fundación Charles Veillon que me haya honrado con el Premio Europeo de Ensayo 2023. (…) Paso a paso, se fue definiendo el descenso de la India hacia un régimen mayoritario (aunque algunos lo vean como un ascenso), para luego evolucionar hacia un fascismo en toda regla. Sí, seguimos celebrando elecciones y por eso, para asegurarse un electorado fiable, el mensaje supremacista hindú del gobernante Partido Bhartiya Janata se ha difundido sin descanso entre una población de 1.400 millones de personas.
Como resultado, las elecciones se han convertido en una momento de asesinatos, linchamientos y mensajes codificados que incitan al odio: el momento más peligroso para las minorías de la India, las musulmanas y cristianas en particular. Ya no sólo debemos temer a nuestros dirigentes, sino a toda una parte de la población. La banalidad del mal, la normalización del mal, puede verse ahora en nuestras calles, en nuestras aulas, en muchos espacios públicos; la prensa dominante, los cientos de canales de noticias en contínuo, han sido utilizados para la causa del mayoritarismo fascista. Y la Constitución india actual ha sido dejada de lado. Se está reescribiendo el Código Penal indio. Si el régimen actual obtiene la mayoría en 2024, es muy probable que veamos una nueva Constitución.
Es muy probable que se lleve a cabo el proceso de lo que se conoce como delimitación -una reorganización de las circunscripciones- o gerrymandering -como se denomina en EE.UU.-, que otorgará más escaños parlamentarios a los Estados de habla hindi del norte de la India, donde el BJP tiene su base. Esto provocará un gran resentimiento en los Estados del sur y corre el riesgo de balcanizar la India. Incluso en el improbable caso de una derrota electoral, el veneno supremacista cala hondo y ha comprometido todas las instituciones estatales que se supone deben supervisar los controles y equilibrios. En la actualidad, con la excepción de un Tribunal Supremo debilitado y socavado, no existe prácticamente ninguna.
Callarse es tan político como hablar
(…) Mi primer libro se titulaba El dios de las pequeñas cosas, una novela publicada en 1997. Era el 50 aniversario de la independencia de India del colonialismo británico (…) La privatización y el ajuste estructural eran el himno del libre mercado. India ocupaba su lugar en la mesa principal. Pero entonces, en 1998, un gobierno nacionalista hindú dirigido por el BJP llegó al poder. Lo primero que hizo fue llevar a cabo una serie de ensayos nucleares. (…) El discurso público cambió de repente.
Por aquel entonces, yo acababa de ganar el Premio Booker por mi novela (…). Estaba en la portada de las principales revistas. Sabía que si no decía nada, la gente asumiría que estaba de acuerdo con todo aquello. Fue entonces cuando me di cuenta que callar es tan político como hablar. Me di cuenta de que hablar sería el fin de mi carrera como la princesa del cuento del mundo literario. Más que eso, me di cuenta que si no escribía lo que pensaba, fueran cuales fueran las consecuencias, me convertiría en mi peor enemiga y puede que nunca volviera a escribir. Así que escribí, para salvar mi escritura. Mi primer ensayo, El fin de la imaginación, se publicó simultáneamente en dos importantes revistas de gran tirada, Outlook y Frontline.
Inmediatamente me tacharon de traidora y antinacional. Recibí estos insultos como laureles, no menos prestigiosos que el Premio Booker. Me lanzó a un largo viaje de escritura sobre presas, ríos, desplazamientos, castas, minas, guerra civil… un viaje que profundizó mi comprensión y entrelazó mi ficción y mi no ficción de tal forma que ya no podían separarse.
Cuando los ensayos se publicaron por primera vez (…) fueron vistos, al menos en algunos círculos, con un fatal recelo; a menudo, por aquellos que ni siquiera estaban necesariamente en desacuerdo con la política (…) Fui severamente sermoneada (principalmente por hombres de las castas superiores) sobre cómo escribir, sobre qué debía escribir y qué tono debía adoptar.
Pero en otros lugares -llamémoslos al margen de los grandes medioa- los ensayos se tradujeron rápidamente a otras lenguas indias, se imprimieron como panfletos, se distribuyeron gratuitamente en bosques y valles fluviales, en pueblos atacados, en campus universitarios donde los estudiantes estaban cansados de que se les mintiera. Porque estos lectores, en primera línea, ya quemados por el fuego que se propagaba, tenían una idea completamente diferente de lo que es o debería ser la literatura.
El momento BBC-Hindenburg
(…) En los últimos 20 años, el libre mercado y el fascismo, junto con la llamada prensa libre, han bailado el vals juntos para llevar a la India a un lugar en el que de ninguna manera puede llamarse democracia. En enero de este año, se produjeron dos acontecimientos que ilustran esto de una forma que probablemente nada más podría hacerlo. La BBC emitió un documental en dos partes titulado “India: la cuestión Modi” y, unos días después, una pequeña empresa estadounidense llamada Hindenburg Research, especializada en periodismo activista de investigación sobre las llamadas “ventas al descubierto”, publicó lo que ahora se conoce como el Informe Hindenberg, una exposición detallada de las escandalosas irregularidades en las que estaba implicada la mayor empresa de la India: el Grupo Adani.
El momento BBC-Hindenburg fue descrito por los medios de comunicación indios nada menos que como un ataque a las torres gemelas de la India: el primer ministro Narendra Modi y el mayor industrial de la India, Gautam Adani, que hasta hace poco era el tercer hombre más rico del mundo (…)
El 30 de agosto, The Guardian y Financial Times publicaron artículos basados en documentos incriminatorios obtenidos por el Organized Crime and Corruption Reporting Project que respaldan aún más el informe Hindenburg. Las agencias de investigación indias y la mayoría de los medios de comunicación indios no están en condiciones de investigar o publicar estas historias. Cuando los medios extranjeros lo hacen, entonces es fácil, en la actual atmósfera de pseudohipernacionalismo, presentarlo como un ataque a la soberanía india.
La cuestión Modi
El episodio 1 de la película de la BBC, La cuestión Modi, trata sobre el pogromo antimusulmán de 2002 que asoló el estado de Gujarat después de que se culpara a los musulmanes del incendio de un vagón de tren en el que 59 peregrinos hindúes fueron quemados vivos. Modi había sido nombrado -no elegido- ministro principal sólo unos meses antes de la masacre. La película cuenta la historia no sólo del asesinato, sino también del viaje de 20 años que algunas de las víctimas emprendieron a través del laberíntico sistema jurídico de la India, manteniendo la fe, esperando que se hiciera justicia y se exigieran responsabilidades políticas. (…) Otra de las masacres -que no aparece en la película- fue la violación en grupo de Bilkis Bano, de 19 años, y el asesinato de 14 miembros de su familia, incluida su hija de 3 años. El pasado agosto, en el Día de la Independencia, mientras Modi se dirigía a la nación para hablar de la importancia de los derechos de la mujer, su gobierno indultó ese mismo día a los violadores que asesinaron a Bilkis y a su familia, que habían sido condenados a cadena perpetua.
(…) El gobierno de Modi prohibió la película. Todas las plataformas sociales acataron la prohibición y eliminaron todos los enlaces y referencias a la misma. Unas semanas después del estreno de la película, las oficinas de la BBC fueron rodeadas por la policía y registradas por funcionarios de Hacienda.
El Informe Hindenburg
El Informe Hindenburg acusó al Grupo Adani de participar en una “descarada trama de manipulación bursátil y fraude contable” que, mediante el uso de entidades ficticias en paraísos fiscales, sobrevaloró artificialmente sus principales empresas cotizadas e infló el patrimonio neto de su presidente. Según el informe, siete de las empresas cotizadas de Adani están sobrevaloradas en más de un 85%. Modi y Adani se conocen desde hace décadas. Su amistad se cimentó tras el pogromo de Gujarat en 2002.
En aquel momento, gran parte de la India, incluida la India empresarial, estaba horrorizada por la masacre y la violación masiva de musulmanes en las calles de las ciudades y pueblos de Gujarat a manos de bandas de justicieros hindúes que buscaban venganza. Gautam Adani apoyó a Modi. Con un pequeño grupo de industriales gujarati, está creando una nueva plataforma de empresarios. Denunciaron a los críticos de Modi y le apoyaron mientras emprendía una nueva carrera política como Hindu Hriday Samrat, el emperador de los corazones hindúes. Así nació lo que se conoce como el modelo de desarrollo de Gujarat: un nacionalismo hindú violento respaldado por el dinero de las grandes empresas.
En 2014, tras tres mandatos como ministro principal de Gujarat, Modi fue elegido primer ministro de la India. Voló a su ceremonia de investidura en Delhi en un jet privado con el nombre de Adani estampado en la carrocería del avión. Durante los nueve años de mandato de Modi, Adani se convirtió en el hombre más rico del mundo. Su riqueza ha pasado de 8.000 millones de dólares a 137.000 millones. Sólo en 2022, ganó 72.000 millones de dólares, más que todos los ingresos de los siguientes nueve multimillonarios del mundo juntos. El grupo Adani controla ahora una docena de puertos marítimos que mueven el 30% de la carga de la India, siete aeropuertos que manejan el 23% de los pasajeros aéreos de la India y almacenes que almacenan colectivamente el 30% del grano de la India. Este grupo posee y explota centrales eléctricas que son las mayores productoras privadas de electricidad del país.
Sí, Gautam Adani es uno de los hombres más ricos del mundo, pero si nos fijamos en su despliegue electoral, el BJP no es sólo el partido político más rico de la India, sino quizá el más rico del mundo. En 2016, el BJP introdujo el Plan de Bonos Electorales para permitir a las empresas financiar partidos políticos sin que sus identidades se hagan públicas. Se convirtió en el partido con mayor cuota de financiación empresarial con diferencia. Parece que las torres gemelas de la India comparten un sótano común. (…)
Macron y Biden aplauden a Modi
En julio, Modi viajó a Estados Unidos para una visita de Estado y a Francia como invitado de honor el 14 de julio. ¿Lo pueden creer? Macron y Biden lo celebraron de la forma más vergonzosa, sabiendo muy bien que se convertiría en puro oro propagandístico de campaña en las elecciones generales de 2024, en las que Modi se presentará a un tercer mandato. No había nada que no supieran sobre el hombre al que estaban abrazando.
Deberían conocer el papel que desempeño el Sr. Modi en el pogromo de Gujarat. Deberían haber sabido de la enfermiza regularidad con la que los musulmanes son linchados en público, de cómo algunos linchadores fueron recibidos con guirnaldas por un miembro del gabinete del Sr. Modi, y del precipitado proceso de segregación y guetización de los musulmanes. Deberían haber sabido de la quema de cientos de iglesias por las milicias hindúes.
Deberían haber sabido del acoso a políticos de la oposición, estudiantes, activistas de derechos humanos, abogados y periodistas, algunos de los cuales han sido condenados a largas penas de prisión, de los ataques a universidades por parte de la policía y de presuntos nacionalistas hindúes, la reescritura de los libros de texto de historia, la prohibición de películas, el cierre de Amnistía Internacional India, el asalto a las oficinas indias de la BBC, los activistas, periodistas y críticos del gobierno incluidos en misteriosas listas de exclusión aérea y la presión ejercida sobre las y los académicos, tanto indios como extranjeros.
Habrían sabido que India ocupa ahora el puesto 161 de 180 países en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa, que muchos de los mejores periodistas indios han sido expulsados de los principales medios de comunicación y que los periodistas pronto podrían estar sujetos a un régimen de censura legal, en el que un organismo nombrado por el gobierno tendrá la potestad de decidir si los informes y comentarios de los medios de comunicación sobre el gobierno son falsos o engañosos. Y a la nueva ley informática destinada a acabar con la disidencia en las redes sociales.
Tendrían que haber sabido de los violentos grupos de justicieros hindúes armados con espadas que llaman regular y abiertamente a la aniquilación de los musulmanes y a la violación de las mujeres musulmanas.
Deberían haber estado al tanto de la situación en Cachemira, que desde 2019 está sometida a un apagón de las comunicaciones desde hace meses -el apagón de Internet más largo de una democracia- y cuyos periodistas están siendo acosados, detenidos e interrogados. Nadie en el siglo XXI debería tener que vivir como ellos, con una bota en la garganta.
Deberían haber sabido de la Ley de Enmienda de la Ciudadanía aprobada en 2019, que discrimina abiertamente a los musulmanes, de las protestas masivas que desencadenó y de cómo esas protestas sólo terminaron al año siguiente, después de que decenas de musulmanes fueran asesinados por turbas hindúes en Delhi (lo que, por cierto, tuvo lugar mientras el presidente Donald Trump estaba en la ciudad en visita de Estado y sobre lo que no dijo ni una palabra). Deberían haber sabido cómo la policía de Delhi obligó a jóvenes musulmanes gravemente heridos que yacían en la calle a cantar el himno nacional indio mientras los empujaban y pateaban. Uno de ellos murió posteriormente.
Deberían haber sabido que al mismo tiempo que otorgaban pleitesía a Modi, los musulmanes huían de una pequeña ciudad de Uttarakhand, en el norte de la India, después de que extremistas hindúes afiliados al BJP marcaran una X en sus puertas y les ordenaran marcharse. Se habla abiertamente de un Uttarakhand libre de musulmanes. Sabrían que bajo el liderazgo de Modi, el estado de Manipur, en el noreste de la India, desarrolla una bárbara guerra civil. Se ha producido una forma de limpieza étnica. El Centro es cómplice, el gobierno del Estado es partidista, las fuerzas de seguridad están divididas entre la policía y otras sin cadena de mando. Se ha cortado Internet. Las noticias tardan semanas en filtrarse.
En Manipur, donde la guerra civil hace estragos, la policía, totalmente partidista, entregó a dos mujeres a una turba para que las hicieran desfilar desnudas por un pueblo y las violaran en grupo. Una de las mujeres vio cómo asesinaban a su hermano menor ante sus ojos. Las mujeres de la misma comunidad que los violadores apoyaron a éstos e incluso incitaron a sus hombres a violarlas.
En Maharashtra, un oficial armado de la Fuerza de Protección Ferroviaria recorrió el pasillo de un tren disparando a los pasajeros musulmanes y pidiendo a la gente que votara a Modi.
Un vigilante hindú enormemente popular, a menudo fotografiado codeándose con políticos y policías de alto rango, llamó a los hindúes a participar en una marcha religiosa en una colonia densamente poblada de mayoría musulmana. Es el principal acusado del asesinato de dos jóvenes musulmanes que fueron atados a un vehículo y quemados vivos en febrero.
La localidad de Nuh linda con Gurgaon, donde tienen sus oficinas importantes empresas internacionales. Los hindúes que marchaban llevaban ametralladoras y espadas. Los musulmanes se defendieron. Como era de esperar, la marcha acabó violentamente. Seis personas resultaron muertas. Un imán de 19 años fue asesinado en su cama y su mezquita vandalizada e incendiada. La respuesta del Estado fue arrasar todos los asentamientos musulmanes más pobres y obligar a cientos de familias a huir para salvar sus vidas.
Fascismo real
Acabo de ver un pequeño y escalofriante vídeo filmado en el aula de una pequeña escuela. La profesora coloca a un niño musulmán cerca de su pupitre y pide al resto de los alumnos, varones hindúes, que se acerquen uno a uno y le den una bofetada. Ella reprende a los que no le pegan con suficiente fuerza. Hasta ahora, los hindúes del pueblo y la policía han presionado a la familia musulmana para que no presente cargos. Al niño musulmán se le han devuelto los gastos de escolaridad y se le ha retirado de la escuela.
Lo que está ocurriendo en la India no es sólo una variedad del fascismo de Internet. Es fascismo real. Nos hemos convertido en nazis. No sólo nuestros líderes, no sólo nuestros canales de televisión y periódicos, sino amplias franjas de nuestra población. Gran parte de la población hindú que vive en Estados Unidos, Europa y Sudáfrica apoya a los fascistas tanto política como materialmente. Por el bien de nuestras almas y por el bien de nuestros hijos y de los hijos de nuestros hijos, debemos plantar cara. No importa si fracasamos o tenemos éxito. No se trata sólo de nuestra responsabilidad en la India. Pronto, si Modi gana en 2024, se cerrarán todas las vías de disensión. Ninguno de los presentes en esta sala debe fingir que no sabía lo que estaba pasando.
Intenté explicarlo, pero no lo hice muy bien. A veces necesito escribir para pensar. Así que escribí en una servilleta de papel. Esto es lo que escribí: “Amar. Para ser amado. Para no olvidar nunca tu propia insignificancia. Para no acostumbrarte nunca a la indecible violencia y a la vulgar disparidad de la vida que te rodea. Para buscar la alegría en los lugares más tristes. A perseguir la belleza hasta su guarida. A no simplificar nunca lo complicado ni complicar lo sencillo. Respetar la fuerza, nunca el poder. Por encima de todo, mirar. Intentar comprender. Nunca apartar la mirada. Y nunca, nunca olvidar.
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Fotografía: viento sur