Por: Raquel Rosario Sánchez. 15/06/2021
Raquel Rosario Sánchez
Escritora dominicana. Especialista en Estudios de la Mujer, Género y Sexualidad. Arde por el desmantelamiento del patriarcado en su totalidad, pero muy especialmente, arde con ansias por ver el fin de la violencia contra niñas y mujeres. Todas las violencias.
Este es el texto del discurso que Raquel Rosario Sánchez pronunció durante el Congreso Internacional ‘Pensar el Feminismo: Una Mirada Global’, organizado por la asociación Clásicas y Modernas el 15 de mayo del 2021. Raquel es una escritora, investigadora y activista de la República Dominicana. Su trabajo se focaliza en apoyar e impulsar políticas públicas orientadas a la erradicación de la violencia machista contra niñas y mujeres.
Muy buenos días y buenas tardes.
Muchas gracias a Clásicas y Modernas y demás entidades patrocinadoras por la invitación a participar en este Congreso Internacional ‘Pensar el feminismo: una mirada global’. Para mí es un honor formar parte de este evento en el cual analizamos la coyuntura actual, al tiempo que miramos de cara al futuro. ¿Por dónde vamos? ¿Qué ha pasado hasta esta fecha? Y, ¿y hacia donde nos dirigimos?
Quiero agradecer particularmente a las organizadoras de este evento, las reconocidas Rosa María Rodríguez Magda, Marina Gilabert y Angustias Bertomeu. En estos momentos de turbulencia, esfuerzos como estos pueden convertirse en una odisea, con repercusiones tanto profesionales y personales para las mujeres involucradas, por lo que reconozco y agradezco la valentía de todas ustedes, las organizadoras y ponentes aquí presentes.
Congresos como estos van de la mano del propósito mismo de Clásicas y Modernas. Ellas, al definir su organización, expresan:
“Queremos rendir homenaje y devolver su lugar a las creadoras del pasado, tan a menudo borradas de la historia. Por eso nos llamamos Clásicas. Reivindicamos la herencia de las llamadas “modernas” de la generación de la República, que unieron la creación artística con la movilización política. Por eso nos llamamos Modernas.
Estamos convencidas de que la cultura es un instrumento decisivo para lograr la igualdad o, por el contrario, perpetuar la desigualdad entre mujeres y hombres. Y no puede haber una cultura igualitaria en sus contenidos si no lo es en cuanto a participación, oportunidades y reconocimiento de uno y otro sexo”.
Y hoy hablaremos sobre pasado y futuro también. Y reflexionaremos sobre el rol que nos ha tocado vivir en este presente tan intenso. Un presente en el que el feminismo se encuentra convulsionando, luego de que agentes externos amenazan con despolitizarlo. Me refiero a la invisibilización del sexo y la universalización del género en el movimiento de la liberación de las mujeres.
Una manera ilustrativa de analizar este punto es por medio de lo que se conoció, en su momento, como los Estudios de la Mujer dentro de las universidades y que eventualmente se ha transformado poco a poco en los Estudios de Género.
Sí, es cierto. Los Estudios de la Mujer, como campo académico, surgen dentro del Norte Global. Pero surgen en los años 1970 y 1980 como respuesta a la llamada “revolución sexual” que intentó tomar por los cuernos al patriarcado en Estados Unidos, con una visión internacional bastante particular.
Los Estudios de la Mujer buscaban, desde su conceptualización, ser una dinámica de doble vía. Más o menos en la visión de que: “aquí nosotras analizamos y teorizamos, pero solo alimentadas de las condiciones materiales que afectan a las mujeres y niñas alrededor del mundo”. Las vidas y experiencias de las mujeres eran desvalorizadas e ignoradas en todos los demás departamentos de las academias, así que un conjunto de mujeres decide fundar nuestro propio campo investigativo, en donde buscar respuestas a las realidades opresivas de mujeres y niñas mundialmente, sea nuestro centro.
Existen críticas válidas de esta perspectiva. La más importante sostiene que quizás la respuesta no sea el segregacionismo, sino permear de manera transversal todas las áreas académicas para que las vidas y experiencias de las mujeres se vean reflejadas allí también.
En Estudios de la Mujer: Lo Básico, publicado en el 1999, la profesora Bonnie Smith, anunciaba la llegada de los Estudios de la Mujer como un período de transformación dentro de la academia:
“Los estudios de la mujer son posiblemente el nuevo campo de investigación intelectual más revolucionario de nuestra era actual. En su forma más simple, los Estudios de la Mujer traen toda la experiencia de las mujeres bajo el microscopio académico, sometiéndola a los métodos científicos más avanzados disponibles en la universidad. Las investigadoras indagan en hechos y desarrollan conocimientos sobre esa experiencia y luego las profesoras y estudiantes observan los hallazgos provenientes de una variedad de disciplinas, procesándolos y, a menudo, perfeccionándolos.
Los programas de Estudios de la Mujer abarcan casi todas las perspectivas, desde las ciencias naturales hasta las ciencias sociales, desde el derecho hasta las artes. Esta amplitud convierte a los estudios de la mujer en el campo académico más amplio. Su rica diversidad proporciona los juicios, la investigación y la energía de un amplio grupo de académicos y estudiantes para promover la disciplina. Estudios de la mujer es una empresa mundial”.
Como expresa una académica surcoreana citada por Smith: “Los estudios de la mujer surgieron del reconocimiento de las grandes desigualdades en las realidades de las mujeres y de la acumulación de conocimientos académicos de todas las disciplinas que exploran estos problemas”.
Según Smith, los Estudios de la Mujer tenían un poder alquímico en el mundo académico al afirmar que desde sus inicios:
“Valorar la información sobre las mujeres y apreciar las contribuciones de las mujeres en el aula marcó una alteración drástica en las jerarquías intelectuales. Tanto los alumnos como las alumnas se volvieron capaces de desafiar los clichés sexistas y de hecho lo hicieron.
Tenían hechos al alcance de la mano y las mujeres, en particular, ganaron una nueva confianza. El simple fenómeno de la mujer -ya sea estudiante o profesora- hablando con autoridad sobre lo que era un espacio masculino marcó un cambio dramático en el aula y la universidad”.
Este esfuerzo inspirador fue infiltrado casi en su totalidad. La gran mayoría de los departamentos de Estudios de la Mujer fueron transformados, por medio de la infiltración de aquella teoría queer, en departamentos de Estudios de Género.
Una excelente idea que surge del Norte Global, y que requería para su subsistencia del Sur Global, se esparce y empiezan a desarrollarse Estudios de Género en países de América Latina, África, Asia y Medio Oriente. Si el propósito antes era centrar a las mujeres, ahora debemos centrar el género.
Una idea que surge probablemente benevolentemente, pero fácil a la cooptación.
Cuando aquellas teóricas hablaban de género, se referían a dinámicas desiguales estructurales que benefician a un sexo sobre otro, a nivel internacional. Cuando hoy en día se habla de Género en la mayoría de los departamentos de estudios de género a nivel mundial, se habla de identidades con potencial, supuestamente, de liberarnos individualmente.
En estos momentos, observamos a nivel internacional como no solo el género, sino la enérgica promoción del género como concepto liberador para países y poblaciones en condiciones de vulnerabilidad, se ha convertido paulatinamente en un negocio.
¿Cómo funciona ese imperialismo intelectual al que me refiero esta tarde?
Un ejemplo concreto son organizaciones no gubernamentales (supongamos de Alemania), financiando colaboraciones con organizaciones locales (supongamos de México), en las que mujeres preferiblemente y visiblemente “diversas” de países del Sur Global, den charlas sobre los ‘Fundamentos Básicos del Lenguaje Inclusivo’ en las que se les enseña a personal clave, “sobre el lenguaje inclusivo: qué es y cómo poder usarlo en el día a día”.
Esta plática forma parte de las actividades del Grupo de Trabajo de Género, que coincidencialmente realiza en esos días una Semana de Género en México. El producto que se exporta de Norte a Sur, y que culturalmente coloniza sus ideas descabelladas, es el género.
Las 25 personas que asistieron a ese taller sobre cómo utilizar el llamado “lenguaje inclusivo” (ese lenguaje que insiste en hablar con la e, porque supuestamente es neutral), trabajan en el área de comunicación de la organización no gubernamental local, pero financiada en gran parte por países del Norte Global.
Post-taller, el trabajo de esas personas que participaron en la plática es esparcir este adoctrinamiento respecto a la imperatividad de hablar con la “e” en medios de comunicación locales, en charlas masivas con la población, en comunicados de prensa, etcétera. Es decir, convertirse en agentes multiplicadores de políticas públicas y legislaciones que promuevan el género como concepto liberador, en vez de abolirlo.
Y esto es lo revolucionario.
Si bien antes el propósito era liberar a mujeres y niñas de la opresión jerárquica que representa el género, tal cual fue conceptualizado originalmente, hoy la liberación es bañarnos en género y asumirlo como nuestra identidad personal si queremos ser felices.
Una cuenta en las redes sociales que alega representar le colective no binarie en Costa Rica, expresa:
“En el día de la #VisibilidadTrans, desde No Binarie Costa Rica queremos decir que ¡Existimos y aquí estamos! Si bien siempre han existido identidades que se salen de las normas sociales, la cis-obligatoriedad binaria nos ha invisibilizado y esto afecta diversas áreas de nuestras vidas. Existimos y aquí estamos, mostrando nuestra diversidad, porque no estamos obligades a calzar en una norma binaria o andrógina y exigimos visibilidad y respeto en salud, educación, trabajo, cultura…”
Esta cuenta en las redes sociales, representante de este colectivo, cuenta con menos de 500 seguidores casi un año después de su lanzamiento, pero no obstante sus ambiciones son gigantes. Si misión es: “Incidir jurídicamente y políticamente en el reconocimiento de nuestros derechos” y “Visibilizar nuestras vivencias y experiencias.”
Como evidencia de su no binariedad nos presentan imágenes que se reducen, sin más y de manera clara, en fotografías de mujeres con cabello corto en expresiones faciales agresivas y hombres con cabello largo en expresiones seductoras.
¿Esta es la gran liberación que nos exportan del Norte Global a los países de la región de América Latina y el Caribe? ¿Que para un hombre poder escapar de los estereotipos de la masculinidad debe dejarse crecer el cabello, utilizar pintalabios y cambiar sus pronombres?
¿Esta es la oferta para las muchachas de nuestra región que quieren escapar los estereotipos de feminidad: cortarse el pelo y poner cara de enojada en las fotografías? Si la libertad del género es esta, entonces esta libertad es un fraude.
Y ahí radica la diferencia entre el propósito del feminismo al conceptualizar el género y la malinterpretación deliberada del género por parte de intereses particulares.
La visión de aquellas feministas que idearon los Estudios de la Mujer siempre fue ampliar las voces y experiencias de las mujeres en toda nuestra diversidad e investigar las condiciones de nuestras vidas, para transformarla y escapar del género.
La visión del género producida en el Norte Global, post-colonizacion queer, es enseñarle a las mujeres y a la juventud en general que nuestra liberación radica en adoptar los estereotipos sexistas del sexo opuesto.
Esto atrae a la juventud, en particular, porque como bien sabían aquellas mujeres detrás de los Estudios de las Mujeres, la labor de la erradicación de la violencia machista y la emancipación de las mujeres de las opresiones del patriarcado es una tarea larga. ¿Qué tan larga?
Bueno, a nivel mundial, todas nosotras las congregadas aquí nacimos, vivimos y moriremos antes de conseguirlo. Esa es la realidad, nos guste o no: “Hola, he aquí un movimiento político en el que desgastas energía, tiempo y probablemente tu salud mental también. Casi toda tu labor será voluntaria o muy mal remunerada. En tu vida, no verás la erradicación de la violencia machista ni la liberación total de mujeres y niñas, pero cuando tú te mueras, habrás contribuido con un granito de arena para ayudar a que muchas más mujeres y niñas sean más libres” ¿A qué persona joven le interesaría eso? ¿Qué tiene de atractiva esa oferta?
“Hola, he aquí un movimiento político en el que desgastas energía, tiempo y probablemente tu salud mental también. Casi toda tu labor será voluntaria o muy mal remunerada. En tu vida, no verás la erradicación de la violencia machista ni la liberación total de mujeres y niñas, pero cuando tú te mueras, habrás contribuido con un granito de arena para ayudar a que muchas más mujeres y niñas sean más libres”
Ahora bien, los postulados de la teoría queer, representados por su conceptualización más exitosa como lo es la “identidad de género”, ha conseguido infiltrarse en numerosas leyes a nivel internacional, presentándole a la juventud una libertad inmediata.
Nosotras aquí presente sabemos que es una libertad completamente falsa y engañosa pero ese cambio de pronombres se vende (y utilizo un término mercantilista a propósito), como una liberación express a problemas milenarios.
Exploremos el caso de una organización sin fines de lucro del Norte Global llamada GATE. Esta organización se define como:
“GATE imagina un mundo libre de violaciones de derechos humanos basadas en la identidad de género, la expresión de género y las características sexuales. Nuestra estrategia es transformar el panorama de la promoción global, la creación de conocimiento y la distribución de recursos a través de la inclusión crítica de movimientos trans, de género diverso e intersexual en todos los niveles de los procesos políticos, legales y socioeconómicos”.
Esta organización basada en los Estados Unidos está financiada por la Fundación Argus, la Fundación Open Society y una multinacional farmacéutica llamada ViiV Healthcare US auspiciada por Pfizer and GlaxoSmithKline. GATE alega que su propósito es promover la universalización del género en todas las esferas imaginables, y que para ser aliade de colectivos particulares es necesario ir:
“Contrarrestando los movimientos anti-género, apoyando de manera vocal y visible los derechos trans, activistas trans, organizaciones trans y movimientos de derechos humanos liderados por personas trans”.
Si el género fue conceptualizado como un sistema jerárquico opresivo, ¿a quién ustedes creen que esta organización se refiere cuando habla de la necesidad de “contrarrestar movimientos anti-género”?
El movimiento feminista está en la mirilla, a tal punto que esta organización, registrada en Estados Unidos, tiene dinero suficiente para ofrecer el siguiente trabajo remunerado: contratar empleades que identifiquen cuáles son las feministas, o personas en general, que están haciendo oposición contra el borrado de las mujeres en distintos países.
¿Para qué ustedes creen que a esta organización le interesa “identificar” el movimiento anti-género (es decir, feministas que aboguen a favor de los derechos de las mujeres basados en el sexo)? ¿Para mandarles flores y un mensaje de agradecimiento? No, no es para eso.
Otra manera en que esta organización del Norte Global incentiva a las personas del Sur Global a convertirse en aliade es la siguiente: “Apoyando reformas a las leyes legales de reconocimiento de género en pos de la autodeterminación.” Es decir, promoviendo la aprobación de leyes de la autodeterminación del sexo y de “identidad de género” que eliminen las protecciones basadas en el sexo que tienen las mujeres y niñas.
Ahora, combinemos estos dos consejos. Esta organización estadounidense, con su inmenso financiamiento, busca personas no solo para “contrarrestar movimientos anti-género”, sino contratar personal para que identifique cuáles de nosotras estamos oponiéndonos a sus intentonas de imponer en secretismo la “identidad de género” y la autodeterminación del sexo.
¿Suena esto como una dinámica democrática?
Democracia es lo que han hecho casi todas las mujeres dentro del feminismo.
Proponer y batallar por los derechos de las mujeres, presentando propuestas de manera abierta y transparente. Pero, ¿crear listas negras para identificar e intimidar supuestos enemigos? Con sus postulados, la organización GATE, así como muchas otras, nos demuestra el género en acción.
Estos imperialismos culturales no son benignos ni esotéricos. Existe un interés determinado en silenciar, a como dé lugar, las voces críticas del género. Particularmente cuando esas voces son de mujeres consideradas como vulnerables: mujeres negras, lesbianas, indígenas o inmigrantes.
Son los casos de la británica Allison Bailey, quien siendo una abogada negra y lesbiana cuyo trabajo se enfoca en abogar a favor de víctimas de violencia sexual, ha sido el foco clave del ciertos colectivos quienes, en conjunto con su propia firma de abogados, conspiraron para intimidarla y sancionarla cuando esta se atrevió a pronunciase públicamente contra lo que ella consideraba un ataque a los derechos lésbicos y de minorías raciales por parte de la imposición de la “identidad de género” en las leyes de su país.
También es el caso de la indígena Cherry Smiley, trabajadora de casas de acogida para mujeres maltratadas, quien forma parte de las naciones Nlaka’pamux y Diné, y ha sufrido el ostracismo y la persecución, no solo dentro de la academia, sino también dentro de las comunidades izquierdistas a las que pertenecía, como resultado de su activismo a favor de los derechos de las mujeres en base al sexo. Ella ha expresado:
“Con demasiada frecuencia, los activistas y académicos que afirman trabajar por la justicia eligen ponerse del lado de las personas que utilizan tácticas de intimidación para amedrentar a las mujeres con las que no están de acuerdo. No hay nada nuevo, progresista, inclusivo o diverso en decirles a las mujeres feministas que se callen.
Una estrategia basada en el reconocimiento de la humanidad de otra persona incluiría participar, debatir y estar en desacuerdo de manera apasionada y respetuosa en eventos públicos o realizar un evento para resaltar el análisis político particular de uno y participar en la discusión pública y la promoción en torno al tema en cuestión. Silenciar a las mujeres consideradas peligrosas por tener pensamientos y compartirlos no es la forma en que nos tratamos cuando nos reconocemos como iguales”.
Como ejemplo de las represalias que sufren las mujeres del Sur Global cuando les interesa participar en el Norte Global como pares, y centrar en sus discursos las realidades incomodas y materiales que afectan a niñas y mujeres de sus países de origen, podemos ver el caso de la cinematógrafa Vaishnavi Sundar.
Una mujer de la ciudad de Chennai, en la India, que ha producido y dirigió el primer documental sobre acoso sexual laboral en su país, quien también observó cómo poco a poco se le cerraban las puertas del Norte Global porque ella se focalizaba las condiciones opresivas de las mujeres, en vez de convertirse en una agente multiplicadora del género.
Vaishnavi perdió no solo invitaciones y contratos, sino también amistades, quienes luego de años de convivencia la denominaban “una de las malas” , cuya militancia representaba un peligro para el proyecto de universalización del género. Profesionalmente, como muchas mujeres en situación similar, Vaishnavi Sundar ha podido salir adelante, gracias al apoyo de las mujeres del movimiento de base, es decir mujeres, así como ustedes y como yo, quienes financian sus proyectos cinematógrafos feministas.
Para ella, y para las demás mujeres que ella representa, las puertas de los amplios bolsillos de las organizaciones no gubernamentales “interesadas en perspectivas locales auténticas” están cerradas, porque esa autenticidad debe ser validada por medio de la promoción del género como herramienta liberadora de mujeres y de llamadas diversidades.
Al mismo tiempo, son las experiencias manipuladas de personas del Sur Global que se utilizan para legitimar conceptualizaciones que emanan de las academias de Francia, de Estados Unidos, y hoy día también de España y de Inglaterra.
Cualquier cultura del Sur Global donde los estereotipos sexistas no sean predominantes, o donde exista la posibilidad de encontrar un punto medio en el que la humanidad de las personas se sobreponga a las expectativas del “género” (bajo la conceptualización feminista), es explotada como el momento eurekista que valida la supuesta necesitad de invisibilizar el sexo y universalizar el género… o, mejor dicho, “los géneros”.
En vez de reconocer que los estereotipos sexistas le hacen daño, tanto a las personas del sexo femenino, como a las personas del sexo masculino, y que la humanidad se beneficiaria de tener libertad respecto a los estereotipos sexistas, la respuesta diseñada y exportada desde el Norte Global es que los estereotipos debemos intercambiarlos.
Por eso vemos alginas adolescentes y jóvenes de nuestros países: México, Argentina y República Dominicana, colocando los pronombres de su sexo o los del sexo opuesto en sus biografías en las redes sociales.
Esta práctica no es nativa de ninguna de nuestras localidades. Yo quisiera saber en cual campo de uno de nuestros países latinoamericanos como Honduras, El Salvador o Venezuela fue que se conceptualizó el género “novigénero”, descrito como:
“Una identidad de género utilizada por personas que experimentan tener un género que no se puede describir usando el lenguaje existente debido a su naturaleza compleja y única.”
También me interesa indagar en cual granero o zona cañera de uno de nuestros países caribeños como la República Dominicana, Cuba o Haití se inventó el género “maverique” descrito como:
“Término de género que describe a alguien que experimenta ambivalencia sobre la identidad o expresión de género y no se identifica completamente con un género binario que sea exclusivamente masculino o femenino.”
La respuesta es que obviamente en ninguno, porque estas ideas no son autóctonas, sino exportadas y universalizadas mediante un proceso de imperialismo cultural e intelectual.

Nuestro sexo no es, ni nunca será, una idea colonizadora porque todas y todos lo tenemos impregnado en cada célula de nuestro cuerpo.
Ahora bien, los 73 géneros, incluyendo el género aporagénero, definido como:
“Un género separado de hombre/niño, mujer/niña, y nada intermedio, pero manteniendo todavía un sentimiento sobre género. Aporagénero es considerado un término sombrilla ya que incluye algunes identidades no-binarias y géneroqueers, pero aporagénero no necesariamente se refiere a ningún género en particular”
… ¡este si es un concepto inventado por humanos!
Y ustedes dirán, lo cual es una crítica 100% validad y legitima: “Raquel, pero tú misma estudias género. ¿No eres también tú una agente multiplicadora del género?”
Ante lo que les respondo con otra pregunta: ¿qué ustedes creen que les pasa a las mujeres como yo, del Sur Global, cuando vienen al Norte Global para abogar por los derechos de las mujeres y no para promover el género como ente liberador?
Mi experiencia en la Universidad de Brístol es también el género en acción. Más que eso, lamentablemente, mi experiencia en la Universidad de Brístol representa el ejemplo perfecto del carácter impositivo, desigual, no recíproco e imperialista de la universalización del género a costa de la invisibilización de sexo.
Si bien en sus orígenes, los Estudios de la Mujer buscaban crear un corredor de doble vía en el que las vidas y experiencias de mujeres y niñas de todo el mundo alimentaran y sustentaran las enseñanzas de estos estudios académicos, bajo la neutralización de este propósito, esa reciprocidad queda cercenada.
Lo explicaré más claro aún: existe espacio dentro de las universidades de Inglaterra para muchachas como yo: con mis vivencias y experiencias en República Dominicana, pero siempre y cuando ellas repitan ciertos mantras previamente aprobados sobre el género.
El estudiantado de la Universidad de Brístol y su personal administrativo han demostrado en mí caso que, de lo contrario, una muchacha como yo que critique el género, no es bienvenida.
No se vale ni disentir: lo que quería el estudiantado de mi universidad y el personal administrativo era cerrarme las puertas al conocimiento (en mi caso sobre la violencia contra la mujer) y dejar claro que mis experiencias no tenían cabida aquí, porque mi falta de devoción al género me invalidaba.
Me salvaron solo dos cosas: mujeres feministas, de esas de antaño, con voces y presencia respetable dentro de mi Centro de Investigación de Género y Violencia que, contrario a lo que harían muchas otras, que se doblegarían ante la trulla que demanda sangre, decidieron solidarizarse y protegerme.
También me salvo un movimiento de mujeres, la inmensa mayoría alejadas de las academias, que me arroparon, me defendieron y que cuando me toque litigar mi caso contra la Universidad de Brístol en invierno del 2022, estarán conmigo, porque mi batalla a favor de los derechos de las mujeres en base al sexo, es su batalla también.
Son esas mujeres, … no solo las de Inglaterra, que luego de cometer varios errores legislativos significativos, pero también importantes aciertos en la protección de los derechos en base al sexo, quienes poco a poco se darán cuenta de que ningún mal que afecte a mujeres y niñas se soluciona ni universalizando géneros, ni con maniobras lingüísticas que buscan anestesiar poblaciones.
Mujeres, que quizás nunca han pisado ni un aula de Estudios de Género dentro de las academias ni ningún taller sobre Lenguaje Inclusivo auspiciado por organizaciones internacionales, son quienes nos han recordado a todas las que estamos aquí, que la realidad material que oprime un sexo en detrimento de otro merece respuestas verdaderas.
Hoy Laura, María José y yo; mujeres de México, de Argentina y de la República Dominicana estamos aquí, en un Congreso del Norte Global, porque el futuro del feminismo es rescatar esa doble vía, ese intercambio, esa dinámica que no busca imponer sino dialogar y persuadir.
Hoy nosotras estamos aquí porque feminismo es buscar otra manera de ser y de estar dentro de los movimientos políticos. No sobre la base de injerencias, presiones e intimidación. Esas no son las estrategias del feminismo. Nunca lo han sido ni lo serán.
¡Muchas gracias!
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Fotografía: Tribuna feminista