Por: Egbert Méndez Serrano. 31/07/2024
A continuación, reseñamos la entrevista que Pedro Amaury Miranda Bello[1] le realizó al profesor Mateo Crossa Niell, investigador del Instituto Mora, quien tiene un doctorado en Estudios Latinoamericanos por la UNAM y otro en Estudios del Desarrollo por la UAZ. A raíz de su más reciente libro Encadenamientos Desiguales. Formación asimétrica del complejo industrial automotriz México- Estados Unidos (2024) el profesor hace fuertes críticas al modelo de (sub) desarrollo impulsado por los distintos gobiernos en las últimas décadas.
El doctor empieza indicando que la industria automotriz que se comenzó a formar en el país, hace cuarenta años, está basada en profundas desigualdades salariales, aunada a la proximidad que tenemos con EEUU. Esta industria fue lograda debido a la ofensiva contra la clase trabajadora en los años ochenta, “cuyo fin fue —fundamentalmente— bajar los salarios y controlar a la clase trabajadora” mediante el sindicalismo corporativo. La fuerza de trabajo que se necesitó, coincide con las políticas de privatización de la tierra, que inciden en la formación de un ejercito industrial de reserva de origen campesino.
A palabras del investigador, este modelo de (sub) desarrollo está troquelado por las grandes corporaciones, que son lideradas por capitales extranjeros, principalmente estadounidenses. El aparato productivo mexicano “es una plataforma manufacturera controlada, articulada, en torno al interés de las corporaciones de origen estadounidense”. En esa plataforma están totalmente excluidas las pequeñas y medianas empresas, lo que contraría el discurso empresarial y de la clase política mexicana. La participación del capital nacional (transnacionalizado) es mínima, grupo CARSO es uno de ellos, lo hace a través de CONDUMEX, que tiene muchas fábricas de manufactura automotriz, concentrando aproximadamente seis mil trabajadores, sin embargo, el magnate Carlos Slim no está “cercano a dirigir las cadenas productivas”, lo que muestra que sí hay grandes capitales de origen mexicano, pero “participan de una forma tangencial en las cadenas de producción transnacionalizada”.
Otro de los temas que abordaron es el embrujo en el que ha caído la academia mexicana, pues dejó de hacer la crítica al capitalismo y se acopló a la terminología neoliberal sobre el escalamiento industrial, la industria 4.0 y actualmente al nearshoring, el cual —dicen los agentes empresariales— nos puede conducir hacia un siguiente nivel de desarrollo. Al respecto, el doctor Mateo comenta que, en el caso del escalamiento industrial, “son casos de excepción y no de normalidad […] El contenido tecnológico, la ciencia y la tecnología, se mantiene concentrados en los centros imperiales […] México, por ejemplo, puede ser el sexto mayor productor de autos en el mundo, pero su inversión en investigación y desarrollo, en comparación con EEUU, debe ser del 0.01%”.
Finalmente, hablaron de un tema espinoso: el T-MEC y el capítulo laboral que contiene. El profesor se remonta al TLCAN de 1993-1994, elaborado en el contexto de reparto del mercado mundial en el periodo de hegemonía estadounidense, que impedía la incursión de capitales no-norteamericanos a México, como el japonés. Recientemente, el crecimiento de la industria automotriz china, sobre todo la de autos eléctricos, presionaron a EEUU para imponerle nuevas restricciones a México mediante anexos del T-MEC, impidiéndole hacer tratados, principalmente con China. Esta situación, “deja a México en un lugar de anexo productivo, no protagónico en la posibilidad de decidir el rumbo […] muy desvinculado de la posibilidad de ciencia y tecnología nacional […] en un lugar de plataforma maquiladora, produciendo autopartes”.
En cuanto al Capítulo 23 del T-MEC, el laboral, la situación no es alentadora, pues señala que está elaborado en una lógica de administración del conflicto, más no para que la clase obrera mexicana se empodere. Fue a partir de 2015 que las luchas empezaron a emerger de manera fragmentaria, y en 2019 estallaron con la insurrección obrera en Matamoros, es ahí que se vuelven a debatir los protocolos del tratado, pues EEUU no podía permitir tanta incertidumbre en sus cadenas de valor, paros masivos en México desencadenarían problemas graves en su industria. Algunos abogados muy vinculados a la redacción de la reforma laboral que impulsó el T-MEC, —señala el profesor— ven el panorama y “culpan a los trabajadores, pues está la panacea legal frente a ellos y no se organizan”. Omiten, con ello, la des-sindicalización que se ha agravado en “un país vaciado de Contratos Colectivos de Trabajo”, donde 30 mil de estos, siguen siendo controlados por el sindicalismo corporativo que ha pactado con el Estado. No hay que olvidar que lideres sindicales han sido incorporados a la estructura de la autodenominada 4T.
El libro referido puede descargare de manera gratuita en el siguiente enlace: https://publicaciones.institutomora.edu.mx/omp/index.php/EIM/catalog/view/75/38/1134
[1] Pedro Amaury Miranda Bello es militante del MAS y Doctor en Estudios Laborales por la Universidad Autónoma Metropolitana. Desde 2020 realiza el podcast Trabajo a la Izquierda, donde pone al trabajo en el centro del debate.
Fotografía: Egbert Méndez