Por: Rodrigo Bernardo Ortega. 30/05/2025
“El hombre enfermo de Europa” fue como el Zar Nicolás I se refirió al otrora influyente y poderoso Imperio Otomano cuando estaba en franco declive a mediados del siglo XIX. Desde entonces, el epíteto se ha utilizado para distintos estados en diversos periodos, Portugal, Italia, Grecia, Alemania, Reino Unido, Francia… todos han pasado al banquillo del hombre enfermo; ahora cabe preguntarse si la mismísima Unión Europea (UE) merece el título (como desde 2011 lo vaticinó un conversatorio auspiciado por la revista Eurozine.

Ilustración 1 Caricatura política del Cleveland Plain Dealer, 1921
En esta conversación, Krastev y Offe argumentan que el déficit democrático de la UE, junto con la fatiga por la ampliación y la gestión tecnocrática de las crisis, ha erosionado la confianza ciudadana. Parece que esta tendencia solo se ha agravado con el paso del tiempo y deja ver una narrativa muy diferente al Jardín Europeo, que presentó Josep Borrell -El alto representante para Política Exterior de la UE- en el 2022, como el único reducto de la libertad y democracia del mundo.
Durante un discurso en la inauguración de la Academia Diplomática Europea en el Colegio de Europa en Brujas, Borrell describió a Europa como un “jardín” y al resto del mundo como una “jungla”, sugiriendo que la “jungla podría invadir el jardín” si Europa no se involucra más con el mundo exterior, afirmaciones que denotan una actitud racista y colonialista tan común en la Europa actual.

Ilustración 2 Caricatura de Borell | elDiario.es (2022)
Pese a sus ambiciones globales, la UE enfrenta serias restricciones presupuestarias y políticas que le impiden sostener grandes proyectos de infraestructura a largo plazo. La fragmentación política interna, la austeridad fiscal en varios Estados miembros y la creciente competencia global han dejado a la UE sin la capacidad económica para competir en igualdad de condiciones con potencias como China o Estados Unidos en el ámbito de la inversión estratégica.
El caso del metro de Bogotá es ilustrativo. En uno de los proyectos de infraestructura más ambiciosos de América Latina en los últimos años, la UE ni siquiera logró presentar una oferta competitiva. Mientras empresas chinas y brasileñas dominaron el proceso de licitación, Europa brilló por su ausencia. Esta omisión no fue un accidente, sino un síntoma de una estrategia más enfocada en la obtención de beneficios indirectos que en la inversión directa.
En lugar de competir abiertamente con megainversiones —como hace China con su Iniciativa de la Franja y la Ruta—, la UE ha optado por una estrategia más sutil pero igualmente efectiva: el uso del soft power. A través de organizaciones no gubernamentales (ONGs), fundaciones y agencias de cooperación, Bruselas impulsa agendas políticas que muchas veces interfieren en los procesos internos de los países latinoamericanos.
Estas organizaciones actúan como catalizadores de reformas normativas, promueven ciertos liderazgos políticos y condicionan financiamiento y cooperación a la adopción de políticas alineadas con los intereses europeos. Esta táctica no se limita a América Latina: un ejemplo evidente fue el caso de Rumanía, donde ONGs financiadas por fondos europeos jugaron un papel clave en la cancelación y posterior repetición de las elecciones presidenciales de diciembre de 2024.
El candidato populista antieuropeista, Calin Georgescu, había ganado inesperadamente la primera vuelta el 24 de noviembre de 2024. Ante las presiones de Bruselas, y aduciendo interferencias extranjeras poco probadas, el Tribunal constitucional rumano anuló las elecciones, no sin antes vetar a Georgescu.

Ilustración 3 Calin Georgescu | Euronews
La UE se encuentra en una encrucijada: su modelo de expansión económica y geopolítica carece del músculo financiero necesario para competir abiertamente, pero no por ello ha renunciado a sus intereses estratégicos. Actualmente, su enfoque actual se basa más en la influencia cultural, normativa y política que en la inversión directa; siendo incluso injerencista como hemos visto. Ahora, con el ascenso de Trump y su viraje geopolítico, Europa está más sola que nunca; más enferma. Es pues la oportunidad de América latina para buscar una voz propia en un naciente mundo multipolar, y no obedecer a rajatabla los dictados del Norte Global que a menudo no tienen el mejor interés de la región como prioridad.
Fuentes:
https://www.eurozine.com/the-eu-the-real-sick-man-of-europe-2
Fotografía: Rodrigo Bernardo Ortega