Jorge Salazar García. 19/05/24
Los capitalistas llevan casi 300 años presumiendo que sólo su sistema puede generar riqueza suficiente para acabar con la pobreza extrema, la explotación y la ausencia de libertades, sin lograrlo. La terca realidad los desmiente; pues, precisamente, esos males lo nutren. Si al principio el capitalismo fue revolucionario, hoy es tan opuesto que, materialmente, es insostenible “aeternum”; simplemente por que no se puede concentrar ilimitadamente la riqueza sin despojar a quienes la producen ni agotar los recursos limitados del planeta. Ya no evoluciona, va en sentido contrario de la cooperación colectiva, base del desarrollo humano. No obstante ser inocultables sus crímenes de lesa humanidad cometidas a lo largo de su historia, ha logrado reposicionarse una y otra vez ¿Por qué?
Ciclos perversos.
Uno de sus gurús, Friedrich A. Hayek, en su obra “La Fatal Arrogancia, los Errores del Socialismo” (1988) adjudica al socialismo los crímenes mencionados. Este anarco capitalista, miembro de la escuela austriaca admirado por Milei quien describe a los “progres” como máquinas de hacer pobres, propone eliminar al Estado, por considerarlo culpable de las crisis económicas y socavar las libertades empresariales. En su libro, “Camino de Servidumbre” (1944), Hayek culpa a trabajadores y políticos de ser los generadores de la inflación y las recesiones económicas por incrementar los salarios y el gasto social. Tales mentiras convenientes al capitalista han sido posicionadas como verdades en sus víctimas, gracias a la instauración de una Educación vaciada de contenidos humanistas (Filosofía, Lógica, Etimologías, Sociología e Historia, etcétera). Con materias centradas en el mercado, culto al individualismo, consumismo y emprendedurismo de competencia han hecho creer a los ciudadanos que todos pueden ser ricos como ellos. La engañifa funciona: algunos alcanzan mordisquear el pastel de la élite. Pero cuando la cifra de “triunfadores” crece, tarde o temprano, los aplastan y se deshacen de ellos. De ese modo los machuchones, además de conservar el pastel lo agrandan provocando crisis económicas y quiebras en los ilusos. Esto les hace acumular morbosas cantidades de dinero, las cuales demandan ingentes cantidades de intereses, que deben ser cubiertos con dinero no especulativo generado por trabajadores, emprendedores, ahorradores, pequeños y medianos empresarios, ¡ocasionando otra crisis!
Entenderlo es sencillo: entre más capital acumulan, más capital fresco requieren para cobrarse los intereses que ellos mismo fijan. Consumado el asalto, los sobrevivientes ya despojados y quebrados luchan por recuperarse durante el periodo de recuperación controlado por la élite hasta la llegada del siguiente asalto. Hecho lo anterior, vuelven a ofrecer la zanahoria reiniciándose el ciclo perverso: trabajo productivo-acumulación de capital-despojo de riqueza-trabajo productivo. Durante el inicio imponen sacrificios a los trabajadores, estimulan las inversiones, estabilizan precios y rescatan a los ricos con dinero público. Naturalmente, apaciguar resistencias requiere de chivos expiatorios a quienes culpar (socialistas, guerrilleros, terroristas, políticos corruptos, narcotraficantes, dictadores y guerras) de sus saqueos.
Nada fortuito tiene el hecho de que las bolsas de valores y principales bancos privados (Morgan, Banco de América, Wells Fargo, Goldman Sachs…), del mundo registren enormes ganancias en tales crisis económicas. Todo se planea metódicamente: monto de rescates, devaluación de la moneda, incremento de impuestos al trabajo y consumo, reducción de gasto social y privatización de los bienes nacionales. A eso sirven El Nuevo Orden Mundial, la Agenda 2030 y el Gran Reseteo con los cuales los yanquis proseguirán la tarea que Hitler inició cuando dijo: “El mundo actual está próximo a su fin. Nuestra única tarea es saquearlo” ,
Nuevo Orden Mundial
Terminada la gran guerra (1945), el imperio impuso su modelo, principalmente en los países tercermundistas, originando la Guerra Fría sostenida contra la URSS. La caída del muro de Berlín (1989) proporcionó a Estados Unidos el momento perfecto para imponer su Nuevo Orden unipolar develado en el libro (1989) de Ralph Epperson, de título igual, previsto inicialmente para imponerse el año 2000. Escavó su primera trinchera en Chile mediante un sangriento golpe militar (1973); le siguió Inglaterra, con Margaret Thatcher (1979), ejemplar represora del sindicalismo. En casa, colocaron en la presidencia a un actor (Ronald Reagan) y en México al banquero Miguel De la Madrid (1982-88). En 2008, en medio de una crisis financiera, a instancias del gobierno gringo se constituyó formalmente el grupo de los 20, integrado originalmente (1999) por banqueros. Al ser México un adherente, los Prianistas, fieles al poder económico, trasformaron las estructuras nacionalistas soberanas en neoliberales a lo largo de 36 años. Los yanquis, abandonaron el patrón oro (1971), dolarizaron al mundo y promovieron la privatización de los bancos centrales donde pudieron. México firmó el TLC (1994) aceptando ese nuevo coloniaje.
Agenda 2030: El bueno, el malo y el feo.
Ningún país “rescatado” ha combatido en serio el saqueo y el robo despiadados. El “Nuevo Orden” es una puñalada a los trabajadores, sumamente lucrativa para millonarios y políticos. El premio nobel de economía (2001), Joseph Stiglitz desenmascaró a los primero ladrones, afirmando: “los capitalistas perfeccionan habilidades para quitarle el dinero a la gente sin contribuir al progreso social. Crean riqueza arriba pero también crean miseria abajo”. Esa despiadada piratería seguirá, dado que la esencia del Sistema es saquear la riqueza social. Cambiarlo por el socialismo real significaría mandar al diablo la hegemonía del capital; por esa razón han reclasificado al capitalismo en tres clases, como inspirados en la película “El bueno, el malo y el feo”, de Sergio Leone, en la cual los tres protagonistas son igual de ladrones, pero con diferente careta. El capitalismo bueno sería el “de las partes interesadas” (Stakeholder Capitalism). Consiste en “humanizarlo” dejando la rectoría de la economía a los monopolios. En el malo, además de los consorcios tienen participación los inversionistas y el capital social. El feo, las trasnacionales controlan las variables macroeconómicas junto con el Estado, permitiendo algunas medidas socialistas, sin mencionarlo, por supuesto. Le nombraron Economía Mixta. De estos se derivan los populismos de izquierda y de derecha.
El promotor del capitalismo bueno es Klaus Schawab (1973) fundador del Foro Económico Mundial. En Davos reunió 1000 compañías a las cuales pidió procurar, además de sus ganancias, beneficios ambientales, sociales, pagar impuestos, combatir la corrupción, servir a sus clientes, respetar la competencia y los derechos humanos. Los asistentes, alertados de que si no humanizaban el capitalismo la inestabilidad social los desbordaría, derramaron una que otra lágrima de cocodrilo por el daño causado al mundo, reconocieron algunas culpas y decidieron aceptaron la Agenda 2030. Que sería incorporada a la “Agenda para el Desarrollo Sostenible” (ADS), formalizada en la ONU. En esta se establecen 17 objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) aprobados por unanimidad en 2015. Proponen poner fin a la pobreza, la corrupción, el hambre, la contaminación del planeta, otorgar educación de calidad y mejorar la vida de las personas, en 15 años. México fue uno de los firmantes; lo hizo a través de Peña Nieto. Desde entonces, aquellos objetivos comenzaron a implementarse con dinero ¡público! El Proyecto Alternativo de Nación de AMLO los retomó en 2018 disminuyendo la evasión fiscal, pero sin gravar más las fortunas ni recuperar la banca central. En este aspecto, la creación del Banco de Bienestar, que posee la mayor cantidad de sucursales, pareciera tener propósitos profundamente estratégicos.
Nuevamente, el 24 de septiembre de 2020, las trasnacionales dieron otro empujón a la Agenda 2030. Los socios de las empresas telefónicas, cerveceras, farmacéuticas, alimentaria, financieras, petroleras, automovilísticas, embotelladoras y la fundación Schwab ratificaron el acuerdo. Tatiana Clouthier, por cierto, mencionó como motivo de su renuncia, bloqueos a la Secretaría de Economía para cumplir con la Agenda 2030 * confirmando la impotencia de AMLO para separar el poder económico del poder político.
El Gran Reinicio
Klaus Schwab, junto con la Organización Internacional para la Cooperación Público-Privada afinó en 1979 el rescate del Capitalismo, inventando el Stakeholder Capitalism. Este capitalismo “bueno” fue esbozado en 2020 en su libro “Covid-19, El Gran Reinicio”. Ahí sostiene que la pandemia exhibió la insostenibilidad del antiguo sistema (¡Eureka!). Advierte que el quebranto de la cohesión social, la falta de igualdad de oportunidades y la exclusión “podrían acarrear la desintegración social y el colapso político” (otra vez ¡Eureka!). Al respecto, Antonio Guterres, Secretario General de la ONU, expresó el 3 de junio 2020: “El Gran Reinicio es un reconocimiento de que esta tragedia humana (se refería a la Pandemia) debe ser una llamada de atención. Debemos construir economías y sociedades más equitativas” (¡mega-eureka!).
La acelerada pérdida de hegemonía yanqui frente a los países socialistas, Rusia y China, y su descomunal endeudamiento obligaron a reprogramar el Gran Reinicio para el 2025 aprovechando la 4ª revolución industrial, la crisis ambiental, la disminución de reservas de combustibles fósiles, el endeudamiento global y la derechización de la sociedad. Comandados por el Departamento del Tesoro, los bancos poderosos arriba mencionados aliados a los organismos internacionales (BM, OMS, FMI, OCDE, ONU…) ejecutarán el plan si nadie los detiene.
¿Cómo será el GR?
Básicamente la humanidad tiene 2 alternativas de sobrevivir: Abandonar el capitalismo o humanizarlo. La primera sólo advendrá de los trabajadores y la sociedad organizada. La segunda es imposible; el diablo no cambiará su naturaleza. El gobierno de Estados Unidos, sin embargo, antes de optar por el holocausto nuclear intentará reiniciar globalmente la economía fondeando la deuda de 24 billones de dólares de los corporativos privados (75% de la deuda mundial, Dpto. del Tesoro), expropiando todo lo que tenga valor TANGIBLE (oro, acciones no especulativas, bienes inmobiliarios, empresas productivas, tierras, etcétera) por medio de la monetización digital. En la crisis económica terminal desaparecerá el dinero circulante (ya lo están haciendo). Este hecho, aparentemente simple y beneficioso es en realidad un magno despojo para re-oxigenar el capitalismo. Nadie será dueño de nada: lo mantendrán atado pagando periódicamente rentas, alquileres, licencias, permisos, concesiones, franquicias, hipotecas, abonos, etcétera. Si todo funciona conforme lo planearon, se destinarán miles de millones de euros para desarrollar proyectos públicos beneficiando a las grandes empresas, causando la quiebra de las medianas y pequeñas. Utilizando la IA en el control monetario mundial digitalizarán pagos, salarios, pensiones, ahorros, compras y servicios. Su lema lo dice todo: “No tendrás nada, pero serás feliz”.
¿Serás feliz?
Lo socio-emocional no cabe en este modelo de muerte, lo que importa es que el trabajador PRODUZCA y CONSUMA, no su felicidad. La utopía de los capitalistas es crear una sociedad donde el tener determine al sujeto, convertirlo en una entidad consumidora, valorada sólo por su capacidad de compra y productiva. El ciudadano ideal será aquel educado para consumir, callar y obedecer. Por el momento China y Rusia, principalmente, tienen contenido al leviatán gringo, pero eso no significa que abandonará su patológica codicia de poder hegemónico.
Al ciudadano común corresponde poner su parte. Cualquiera que sea su ingreso debiera invertirlo como lo recomendaban nuestros antepasados: en joyas, oro, terrenos y bienes tangibles. Tampoco debieran hipotecar casas, maquinaria o empresas ni pedir dinero prestado a bancos ni a usureros. Debe comprar al contado ahorrando antes esos pagos “chiquitos” que sangran el ingreso y utilizar el dinero y bienes proporcionándose y proporcionando bienestar a otros. Invertir en empresas realmente sociales. Pagar salarios justos y asumir con dignidad la aventura de la vida sin procurar el mal a otros. Ignorar, finalmente, la estigmatización de “perdedores” que el capitalismo hace de los hombres ordinarios que vivimos de nuestro trabajo honrado (Edward ED Ross, El Control Social 1969).