Por: Jorge Salazar García. 27/05/2024
“El derecho a votar es un sarcasmo”*
Permítame una advertencia; si usted cree en la democracia mexicana, no continúe la lectura de este artículo, podría sacarlo de su área de confort.
Empezaré por decirle que en esta elección no está en juego el sistema capitalista, seguiremos siendo “los perros guardianes de la oligarquía” (Flores Magón). Claudia y Xóchitl representan dos concepciones del mismo sistema: el humano y el libertario, respectivamente. Con el primero se pretende salvar el capitalismo humanizándolo, tal como la élite de Davos lo recomienda en la agenda 2030, manteniendo los privilegios y la explotación de pocos sobre muchos. El segundo, (neoliberalismo), sustentado en la ley del más fuerte, es racista, homofóbico, anti estatista, apátrida, sin simulaciones. Considera a todo y a todos objetos de conquista y explotación. Su proyecto es reducir al mínimo la seguridad social, los derechos laborales, la propiedad colectiva, o, en caso extremo, desaparecerla en aras de los negocios.
En la democracia neoliberal, construida por el PRIAN, son excepcionales las candidaturas presidenciales no impuestas. Lo cual indica que, en esencia, el derecho a votar es un sarcasmo (Ricardo Flores Magón) dado que es ridículo y humillante creer que sólo porque depositamos un voto elegimos a quienes nos gobiernan. Incluso, es absurdo suponer que votar por tanto canalla conocido, pensando en el mal menor, tendremos mejores funcionarios, cuando hay más virtudes en los presos de un CERESO que en los políticos propuestos. Naturalmente, para que la gente común digiera a saltimbanquis, corruptos y oportunistas que se reeligen una y otra vez, los disfrazan de populistas “buenos” diciendo representara los pobres. La mayoría, aunque en sus discursos presumen luchar por el “pueblo”, en los hechos sirven a los privilegiados de siempre.
Populismo
Actualmente, esa clase de candidatos, ocultando su tendencia ideológica, adoptan discursos populistas, entendiendo al populismo como “un movimiento multiclasista (…) unido a cierta forma de autoritarismo, a menudo bajo un liderazgo carismático” (Gino Germani, 1978, “Autoritarismo, Fascismo y populismo nacional”). Los hay de izquierda y de derecha, se caracterizan por ser antidemocráticos en la selección de candidatos y en no empoderar efectivamente a la gente. El populismo no es de hoy, surge, de acuerdo a Margaret Canovan, (“Populismo”, 1980) en países campesinos amenazados por la modernización (socialismo-izquierda) o de pequeños propietarios amenazados por el gran capital industrial y financiero (capitalismo-derecha). Un movimiento populista estima que “la virtud reside en la gente común y en sus tradiciones colectivas”. Dicho movimiento no es estructurado ni emanado de un poder organizativo autónomo sino de líderes carismáticos. Ernesto Laclau (La Razón Populista) afirma que existen dos clases de populismo: una tiende a instaurar una dictadura democrática y la otra, una dictadura reaccionaria.
Claudia y Xóchitl, son claramente populistas. No obstante, al separar ideología de movimiento, exhiben sus fobias ideológicas; Xóchitl al comunismo y Claudia al neoliberalismo. Ambas mienten desfachatadamente porque quienes asesoran a la primera saben perfectamente que no existe el comunismo ni es posible en el México colonizado por los yanquis. Y la corcholata, porque también sabe que no podrá desmontar las estructuras neoliberales que la dejarán ser presidenta. Ninguna dice la verdad completa. Realmente las dos reposicionarán** el capitalismo. Lo salvarán prometiendo acabar con el abuso de los corruptos, (poderosos) quienes, según Ernesto Laclau son “generalmente contrarios al pueblo y a la Nación”.
Con palabras anti élite (humildad, honradez, anticorrupción, igualdad, justicia) los movimientos guinda y rosado, convocan al pueblo a la unidad, ¡polarizándolo! porque necesitan los votos, pues cada uno significa dinero gratis por las prerrogativas. Eso explica su retórica sencilla prometiendo a los trabajadores mejorar sus condiciones de vida. De manera vehemente aseguran representar a quienes tienen “hambre y sed de justicia” (Luis D. Colosio, 1994) llamándolos a salir a votar (Donald MacRae, “Populismo como una Ideología”).
Probablemente, ignorándolo, el populista posiciona símbolos alejados de su significado real, creados para inducir conductas ( votar, por ejemplo), como si contuvieran la solución de todos los problemas de la gente (Gustave Le Bon, “Las Masas”, 1995). De la 4T y “Va por México” hicieron símbolos contrapuestos de tal modo que hacen imposible la unidad a la que convocan. Por lo tanto, la división del pueblo continuará. ¡Gracias a Dios!, dirán los de arriba.
Seguramente AMLO leyó a Le Bon, pues con maestría realizó en 2018 lo que este autor dice debe hacer un líder populista: “bautizar con palabras simples cosas que la multitud no puede aceptar bajo sus antiguas denominaciones y rebautiza lo más odioso para volverlo aceptable a las masas, teniendo en cuenta sus ilusiones. Así, la gente se volcará instintivamente, como los insectos buscando la luz, hacia quienes prometen concederles lo que quieren”. Un líder populista, volviendo a Le Bon, disocia el verdadero significado de las palabras y las imágenes empleando afirmaciones, repeticiones y el contagio. Para influir en las masas, repite una afirmación, vaciándola de razonamiento y pruebas. Su repetición fijará la palabra “en aquellas regiones profundas del inconsciente que motivan las acciones humanas. Finalmente, lo afirmado, terminará creyéndose por contagio y esparciéndose sin importar su origen.
Afortunadamente, el mal uso de palabras y símbolos desgastan la magia de las imágenes evocadas, restituyéndose el acto libre y rebelde de pensar y razonar. Contundente, Le Bon asegura que la clase de populismo que busca masificar a la sociedad degrada el razonamiento de los individuos, desintegra lo comunitario y genera dictadores. Ese populismo lo perfeccionó el régimen del PRIAN, al grado de ser considerado, por un premio nóbel de literatura, una dictadura perfecta.
Veamos, el caso de un candidato populista.
En San Blas, Nayarit, el panista Hilario Ramírez en su campaña de reelección a la alcaldía externó esta joya populista en 2014: “…que le robé a la presidencia… Si le robé; sí le robé… poquito porque está bien pobre (el municipio). Le di una rasuradita; nomás una rasuradita. Pero lo que con esta mano me robaba, con esta (otra) mano se lo daba a los pobres“. La degradación inducida funcionó: fue aplaudido y reelecto.
Pues ya picado, y a propósito de las cantidades industriales de estiércol que se lanzaron los candidatos, va la siguiente anécdota tomada del libro “Bromas y más” de Terry White.
En 1993, oscuras negociaciones entre panistas y priistas, concedieron la alcaldía de Mérida al PAN. Priistas descontentos enviaron a legisladores panistas cajas finamente envueltas para regalo, conteniendo caca. Nunca se supo si la boñiga era de los obsequiantes, la compraron o la robaron. Tampoco se sabe si los obsequiados la consumieron o la atesoraron en sus cajas de seguridad. Bueno, pues los descendientes de aquellos seres estercoleros heredaron tanta mierda que hoy les sobra para dar y repartir sin ton ni son.
Naturalmente existen populismos emancipatorios en los cuales el líder, efectivamente, representa la voluntad del pueblo pero casi siempre es asesinado o derrocado. Aquellos donde los seguidores representan la voluntad del líder, generalmente desembocan en fascismos extremos o, moderados como el de Estados Unidos. Le cuento: en 1892 se fundó el Partido del Pueblo. Este Partido desnudó la falsa democracia yanqui declarando en sus documentos básicos que: “La corrupción domina las elecciones, las legislaturas, el congreso. Los periódicos son subsidiados o amordazados; la opinión pública es silenciada; nuestros hogares cubiertos de hipotecas; los trabajadores, empobrecidos, y la tierra, concentrada en manos de capitalistas. El fruto del trabajo duro de millones es audazmente robado para amasar fortunas colosales”.
Los partidos centenarios, demócrata y republicano, son populistas de derecha, eso sí, una extrema y otra moderada ¡igual que la oposición y la oficialidad en México!
Pragmatismo
Dado que los órganos de gobierno partidista no funcionan, los militantes son excluidos de la toma de decisiones, las asambleas estatutarias desaparecieron y los cacicazgos se reforzaron, el lema de Madero “sufragio efectivo NO REELECCIÓN” fue sepultado bajo la lápida de un pragmatismo maligno. De 500 diputados ¡467 buscan reelegirse! Lo mismo pasa con las senadurías y demás puestos.
Votar o no votar no detendrá la degradación de la política (servir a otros). Se requiere transformar la pasión en acción consciente, informada y organizada. Por lo pronto, la extrema derecha no es, ni debiera ser, opción para ningún trabajador. Si no hay izquierda, debe construirse.
* Sarcasmo: “Dicho irónico y cruel con que se ridiculiza, humilla o insulta”.
** Volver a fijar en la mente del cliente una marca o producto como el mejor.