Por: Jorge Rachid. 30/01/2024
El debilitamiento de la democracia no es un deterioro biológico sino un proceso conducido y direccionado a fortalecer la monopolización económica del poder.
La institución democrática es posterior a la Patria misma.
La institucionalización del país es también un tiempo siguiente a su larga historia de luchas.
Los santiagueños, cordobeses, salteños, tucumanos, orientales, correntinos son desde el siglo XVl, cuando fueron fundadas sus ciudades, las primeras Santiago del Estero y Londres en Catamarca, generando identidades propias.
Antes que ellos en un marco histórico de 10 mil años, los pueblos originarios, probablemente descendiendo desde Alaska por el Estrecho de Bering, los pueblos asiáticos, hoy negados recorrieron las tierras que habitamos.
Por lo tanto la historia la escriben los Pueblos, no los tiempos formales institucionales.
Los argentinos elegimos la democracia como forma contrato social de convivencia en paz, pero fuimos traficados por largos períodos históricos.
En algunos casos por dictaduras cívico militares que arrasaron las instituciones con amparo pleno del poder económico y judicial.
En otros casos manipulados por esos mismos factores en fachadas democráticas como la “década infame” o proscripciones de las mayorías populares.
Pero también fuimos engañados en procesos electorales dónde la mentira fue enterrando a la verdad, pero sin olvidar los intereses externos que condicionaron desde el Consenso de Washington el proceso democrático, ajustándolo a su patrón excluyente: el Mercado.
En éstas circunstancias cuando hablamos de un debilitamiento democrático, nos referimos a una cooptación institucional por factores de poder ajenos a la voluntad popular, emitida a través del voto, que ignoran los mandatos para dar respuesta a sus intereses concentrados.
Entonces ese debilitamiento no es un deterioro biológico producto del tiempo, ni de desgaste político, sino un proceso conducido y direccionado a fortalecer la monopolización económica del poder.
Es tiempo de poder comprender que es la lucha por la distribución de la riqueza el factor esencial de la interpretación política, para no dejarse dominar por la foto de Medios Hegemónicos, que ignora la película y oculta la realidad.
Esa lucha no se desarrolla sólo el marco nacional, sino que es producto de un enfrentamiento geopolítico, que define un nuevo tiempo Multipolar en un mundo dominado hasta hace poco por el Hegemonismo Unipolar, que cercenó a la comprensión de una Humanidad compleja, como cosmovisión unívoca de la paz mundial.
El Continentalismo y el Universalismo proclamado hace años por Perón, sigue siendo la piedra filosofal de un mundo mejor para los Pueblos y su integración plena, en paridad soberana.
Las guerras actuales demuestran un mundo que no acaba de morir y otro que naciendo debe forzarse en abrirse paso. Francisco lo define con claridad meridiana, desde un humanismo enterrado por la Globalización.
La política internacional argentina, se mueve en ese estrecho sendero de confrontación mundial, definiendo en lo interno las políticas estructurales dependientes, que marcarán el modelo de construcción política y social.
Éste se aplicará, más allá de las necesidades populares, en cuanto a los derechos y el rol del Estado, en el despliegue de las políticas del cuidado.
Ese camino debería definir, en términos nacionales y populares, desde la Educación a la Salud, desde la Vivienda a la Soberanía Nacional en un proyecto de país que debería tener una planificación estratégica, que nos integre al Multipolarismo comenzando con la Patria Matria Grande.
Si triunfa la política de injerencia externa, condicionante de las políticas internas que nos hace dependientes, la colonización de la Patria es un hecho, que no sólo nos aísla del mundo, sino que somete al Pueblo argentino a la programación de los intereses concentrados, que pretenden una Argentina sometida y sumisa a las demandas del Unipolarismo, extorsivo y amenazante desde lo económico financiero hasta lo militar.
La presencia de la OTAN en Malvinas en una base ofensiva y la lV Flota en su actitud de condicionar el comercio nacional, marcando con quienes se puede “tolerar” y quienes deben ser rechazados como China y Rusia, en un injerencismo explícito, casi una declaración de guerra que cualquier país soberano rechaza con acciones diplomáticas severas.
Por esas razones la democracia está en peligro en la Argentina, lo cual es preocupante, pero lo es aún más cuando está en juego la existencia de la Patria misma, que puede ser desguazada en pequeños países de acuerdo a sus zonas productivas de recursos naturales estratégicos.
Por los cuales vienen, desde EEUU expresándolo a viva voz, en la palabra de la titular del Comando Sur generala Richarson, que los considera a esos bienes como “propios” y a nosotros los latinoamericanos, “sus pueblos”.
Esa el razón esencial del avance obsceno del nuevo gobierno nacional sobre el marco super estructural macro económico, en un conjunto de leyes y decretos que no sólo confunden, sino que ocultan la esencia misma del Plan de Colonización y fragmentación de nuestro país.
No es un gobierno nacional es una dependencia virreinal de poderes externos, financieros, económicos, políticos derivados de ésta etapa de la financiarización de la política mundial, que lejos de privilegiar la producción, crea activos financieros que después desploman las economías globales, como pasó en el 2008 y en 2011, con Lherman Bhroders y las Hipotecas Subprime.
Ese modelo sólo puede llevar al agotamiento democrático, al ser tutelada las instituciones por el capital privado, que se hace cargo del Estado, concentrando negocios y ajustando la pueblo, deteriorando el trabajo argentino y entregando los Recursos Naturales al saqueo espúreo de las multinacionales, poderosas en la marco internacional e inescrupulosas con los llamados países emergentes.
La dependencia neoliberal que comenzó siendo cultural, fue ocupando espacios económicos, financieros e institucionales que marcaron el grado de deterioro democrático, por presiones de los grupos de poder, en especial en la Justicia.
Sabemos que si el servicio de Justicia no funciona en democracia, el grado de desamparo de los ciudadanos en total, como en dictadura.
Así sucedió en la Argentina desde el advenimiento de Macri y EEUU a través del Lawfare e intentará consolidarse con Milei, ante la pasividad en el tema del gobierno anterior nuestro.
Pero éste y no otro es el marco institucional de nuestro país hoy. Esa situación merece una respuesta estratégica contundente por parte de las fuerzas nacionales y populares en plena reconfiguración.
Desde un peronismo revolucionario en su esencia doctrinaria filosófica, hasta la recuperación de fuerzas populares, aliadas o no, pero como parte del campo nacional y popular en una defensa irrestricta de la Patria Grande y el Multipolarismo, poniendo freno tanto al injerencismo, como al deterioro democrático que hemos vivido estos últimos años, bajo el sistema de siembra del odio y la fragmentación social enarbolado por los enemigos de la Patria, en su afán colonizador.
JR/
BIBLIOTECA
- Gabriel Esteban Merino, Patricio Narodowski: Geopolítica y economía mundial E. EduLP
- Noam Chomsky. Hegemonía o supervivencia Ed. “b”
- Carlos Astrada: Escritos Escogidos Tomo 1 (1916/1943) Ed Caterva y Ed. Meridión
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Fotografía: El Observatorio del laicismo