Por: It’s Spoiler Time!. 29/08/2018
Las series originales de Netflix realizadas fuera de Estados Unidosrepresentan una oportunidad para los países creadores de mostrar al mundo -a través de un producto audiovisual- historias descentralizadas del modelo de producción estadounidense que les permitan exponer un poco de su cultura como país, además de su industria televisiva. Desde 2015, Netflix ha estrenado distintos títulos originales de habla no inglesa que han destacado fuera de su país de origen como Dark (Alemania), 3% (Brasil), Las Chicas del Cable (España), Club de Cuervos (México) y The Rain (Dinamarca).
El caso particular de las series mexicanas realizadas por Netflix es digno de un análisis ante el malestar de calidad que presentan. Para ello, es necesario señalar el origen de esta inercia. En 2013, ocurrió un fenómeno sin precedentes en México. El éxito del largometraje titulado Nosotros Los Nobles, dirigido por Gaz Alazraki, se convirtió en un parteaguas para la industria cinematográfica en México. A partir de ese año y hasta la fecha, el cine comercial mexicano es dominado por un exceso de comedias románticas simplonas, carentes de calidad en sus guiones y realización, derivadas del exitoso estilo impuesto, en su momento, por Alazraki.

Este estilo no solo se mantuvo en la pantalla grande, también se trasladó a la primera serie original de Netflix en español: Club de Cuervos. De la mano de Alazraki y Luis Gerardo Méndez, protagonista de Los Nobles, la serie relacionada con el fútbol en México presentó una primera temporada que pasó la prueba de la expectativa, aunque tuvo vacíos en su desarrollo que podían pasar de largo gracias a la química de sus protagonistas.

Para la segunda temporada de Club de Cuervos, Netflix optó por una medida que a la larga se convertiría en una constante en sus producciones: bajar la calidad de sus series originales para generar empatía con distintas audiencias. Esta es una estrategia que actualmente impera en la gran mayoría de sus títulos, principalmente en los mexicanos como en la tercera temporada de Club de Cuervos, en Ingobernable, en Luis Miguel: La Serie y, más reciente, en La Casa de las Flores.
Netflix ha encontrado éxito en las series mexicanas gracias al morbo que éstas pueden provocar, llámese la vida privada de Luis Miguel, la presencia de Luisito Rey, ver a Javi Noble en una serie de fútbol, el regreso de Verónica Castro a la pantalla chica y el manejo en sus contenidos de temas tabú para la sociedad mexicana como el aborto, la homosexualidad, las drogas, la transexualidad, la promiscuidad, entre otros.

Tanto Club de Cuervos como Luis Miguel: La Serie y La Casa de las Flores apuestan por crear historias acompañadas de morbo centradas en un sector económico de clase alta, en otras palabras: el mirreynato, tendencia derivada del status del cine comercial mexicano y el efecto Nosotros Los Nobles. ¿Acaso no hay más historias para contar que no sea de personajes que deambulan en una realidad distinta?
La Casa de las Flores, creada por Manolo Caro, es el punto de ebullición de este malestar y le toca pagar los platos rotos. ¿Es una telenovela empaquetada como serie o un híbrido entre melodrama y telenovela? La discusión se ha disparado en redes, aunque lo cierto es que su manufactura es de bajísima calidad, entre un vergonzoso product placement* con Verónica Castro rodando en un colchón de cierta marca, una edición de audio que no distingue distancias ni lugares y la falta de un estilo propio.

Lo que comienza como una sátira a la clase alta de México y sus excesos, se convierte muy pronto en un melodrama digno de Televisa. La obsesión de Manolo Caro con Pedro Almodóvar es explotada hasta el hastío, combinada con el sello Desperate Housewives. Aunque la serie encuentra buenos momentos gracias al personaje de Paulina de la Mora, interpretado por Cecilia Suárez, el fantasma de Los Nobles se vislumbra en sus 13 episodios con la desgracia de la familia adinerada y sus miles de intentos de resolver sus problemas. SPOILER: todo se resuelve con dinero, ¡qué sorpresa!
La Casa de las Flores es un claro ejemplo de una constante que presentan las series mexicanas hechas por Netflix: Todas se caracterizan por tener guiones apresurados y correteados que no permiten el desarrollo de sus historias como si tuvieran el tiempo encima por mala planeación.

La primera serie original de Alemania en Netflix fue Dark. El fenómeno global en el que se convirtió tampoco tuvo precedentes, los datos hablan: 90% de la audiencia que tiene la serie no radica en Alemania.¿Es imposible que un producto audiovisual hecho por Netflix en Méxicotenga calidad en todos los renglones y se pueda convertir en un fenómeno? ¿Por qué Netflix no se arriesga para crear series mexicanas con calidad, propuesta y que conecten con audiencias como lo hizo en su momento HBO en Capadocia y Sr. Ávila?
En el caso del cine mexicano, existe un contrapeso a la dinámica de comedias simplonas gracias al trabajo de autores que han sido reconocidos en distintos festivales de cine del mundo como Alonso Ruizpalacios, Issa López, David Pablos, Amat Escalante y Claudia Sainte-Luce, quienes buscan crear historias originales con propuestas alejadas de las películas cliché, las cuales solo retratan a un sector de la sociedad mexicana para reírse de la desgracia ajena.

Es difícil creer que no haya autores de calidad en la industria televisiva mexicana cuando se tienen los antecedentes de títulos exitosos como XY y Soy tu fan, producidos por Canal Once. Quizá sea el momento de darles espacio en las distintas plataformas de streaming que dominan al mercado, para que funcionen como un contrapeso y muestren algo realmente trascendente sobre la cultura mexicana más allá del vergonzoso mirreynato.
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Fotografía: It’s Spoiler Time!