Por: Oswualdo Antonio González. 13/11/2016
Nunca se lo había cuestionado,
simplemente así eran las cosas,
eran tan evidentes, que no existían dudas.
Lo permitido y lo prohibido eran una cartografía heredada,
y es cierto, la certeza del bien es una coraza que produce rutinas
y dibuja un mundo lineal, con un final predecible, inexorable.
Lo pesado es certeza,
no da felicidad, pero tampoco dolor que carcome,
no se vive, pero tampoco se muere. Es estar.
Lo ligero es caminar presuroso(a) para llegar a un sin lugar,
es la idea de la vida corta y de la búsqueda laberíntica,
es no permitir que la piel se erice eternamente.
Pesado, ligero, extremos de la misma sinrazón.
Y ahí estaba,
en una noche con sonidos desconocidos,
con olores y texturas sin nombre.
Y ahí se quedó, sin querer ni saber regresar,
lo pesado y lo ligero se fundieron,
y en la nada flotó.
Los contornos desaparecieron,
las huellas se divorciaron de sus autores,
y sólo entonces se aceptó partisano(a).