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Por: Taroa Zúñiga Silva y Laura Devia López. 13/09/2023
Biografía de la autora: Este artículo fue producido para Globetrotter.
Taroa Zúñiga Silva es escritora asociada y coordinadora de medios en español de Globetrotter. Es co-editora, junto con Giordana García Sojo, del libro Venezuela, Vórtice de la Guerra del Siglo XXI (2020). Forma parte del comité coordinador de Argos: Observatorio Internacional de Migraciones y Derechos Humanos. También es parte de Mecha Cooperativa, un proyecto del Ejército Comunicacional de Liberación.
Laura Devia López es una historiadora y educadora popular colombiana. Vivió exiliada en Cuba hasta la firma del Acuerdo de Paz en 2016. Trabaja en Colombia como activista por la paz y el feminismo.
Fuente: Globetrotter
El 4 de mayo del 2023, durante la Cumbre Internacional de la No Violencia celebrada en Antioquia, Colombia, un apretón de manos conmocionó a los presentes. Daniel Gaviria, cuyo padre, Guillermo Gaviria, ex-gobernador de Antioquia, fue asesinado en el 2003 cuando se encontraba secuestrado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP), se dirigió a Pastor Alape, ex comandante de las FARC-EP y, tomando su mano, reconoció que lo veía “dando pasos hacia la no violencia”. “Eso me da confianza”, dijo Gaviria, “y me lleva a extenderle el perdón”.Pastor Alape comandaba uno de los bloques territoriales de las FARC-EP y formaba parte de su dirección, el Estado Mayor Central. Las FARC-EP, fundadas en 1964, firmaron un acuerdo de paz con el Estado colombiano en 2016. Se transformó entonces en el Partido Comunes, formado por ex guerrilleros y guerrilleras, y otros sectores sociales. Este partido, que concurre a las elecciones, centra la atención en la necesidad de aplicar el acuerdo de paz y avanzar en la causa de la justicia social en Colombia. Uno de los problemas persistentes en el país es la plena incorporación de los ex guerrilleros a la vida social y política del país.Poco después del apretón de manos, hablamos con Pastor Alape sobre el proceso de reincorporación. Nos contó que, como parte de este proceso, ha decidido ser el primer ex integrante de la Dirección Nacional de las FARC-EP que se presenta como candidato a un alto cargo. En su nueva vida civil, el ex combatiente decidió combinar el nombre que le dieron sus padres con el nombre que le dio la lucha guerrillera: Pastor Lisandro Alape Lascarro. Antes, dijo, se unió a las FARC-EP para “cambiar el país a punta de plomo” y ahora, a través de Comunes, quiere “cambiarlo con el voto”.La resistencia legalPastor Alape ingresó a las Juventudes Comunistas a los 15 años, en 1974. Ese año terminó el pacto que se había formado en 1958 entre el Partido Liberal y el Conservador para gobernar juntos como Frente Nacional. Fue esta asfixia política la que condujo a la lucha armada de las FARC-EP y otros grupos en los años sesenta. Pero, en 1974, el Partido Comunista de Colombia (PCC) – que había estado en la clandestinidad – reinició su trabajo político en la superficie. Su trabajo en la Juventud Comunista desde entonces, nos dijo Pastor Alape, le permitió su “formación política a través de la resistencia legal”. Esta apertura duró poco, y cuando se reanudó la violencia, Pastor Alape se unió a las FARC-EP.Después de 53 años de resistencia en armas, en el año 2016 se concretó la firma del Acuerdo Final de Paz de La Habana, entre las FARC-EP y el Gobierno colombiano. Comunes pasó a jugar un rol en el ámbito electoral. Como parte del Acuerdo de Paz, para incorporar a Comunes a la política legal, el partido está representado en el Congreso por diez miembros. Pero hasta ahora no ha podido ganar muchos escaños en los diferentes órganos locales y regionales. En las elecciones regionales del 29 de octubre, Comunes competirá por 145 escaños, incluido – con Pastor Alape como candidato – el de la Alcaldía de Puerto Berrío.Una comunidad “sobreviviente”“No he sido muy afín a la participación política electoral”, nos dice Alape, “pero cuando llegué al pueblo y me reencontré con viejos amigos, nuevas amistades y familiares, esto me dio el impulso para intentar hacer un ejercicio desde la política que permitiera promover la acción del Estado en las comunidades marginadas”.Puerto Berrío o “El Pueblo”, como lo llama Pastor Alape, es un pequeño municipio de 51.000 habitantes del departamento de Antioquia, situado a orillas del río Magdalena. El 17 de diciembre de 1979, Pastor Alape salió de su casa en este mismo río en una pequeña embarcación hacia Matarredonda, en Chaparral (Tolima), para unirse a las FARC-EP. Ahora, camina por las orillas del río y hace campaña para convertirse en su alcalde.Alape describe esta candidatura como “un ejercicio bastante comprometedor de mucha escucha”. Su propuesta de Gobierno pasa por la construcción colectiva de políticas públicas, en las que la comunidad “se involucre en la dinámica de la participación política”. Durante las reuniones con la comunidad, Alape se concentra en recoger las iniciativas de la gente del pueblo. “Estas comunidades”, nos cuenta Alape, “han tenido el poder de sobrevivir a las condiciones más adversas”. Por eso, ya saben cómo “gobernar desde el hogar hacia la comunidad, hacia la vereda, hacia los pueblos”. Pero se han enfrentado a las barreras del Estado que “no ha garantizado derechos sino que ha mantenido una política de vulnerar derechos”.La campaña del guerrilleroComo partido nuevo y de izquierda, Comunes no posee los recursos de los partidos tradicionales de la burguesía. Por eso, la campaña de Alape está gestionada por un equipo muy reducido. Para compensar esto, dice Pastor Alape, está recurriendo a su experiencia “de la vida política de la guerrilla”. Se basa también en elementos teóricos y experienciales de diversos gobiernos locales, aprendiendo de sus experimentos y sus fracasos.El punto de su campaña es “ampliar la democracia”, una frase que podría significar cualquier cosa, pero que con Alape se traduce en algo concreto. El objetivo de su campaña es “diseñar las líneas de acción a partir del compromiso comunitario”. Si la comunidad no se compromete a realizar determinados cambios, Alape no va a ir más allá. La comunidad debe, dice, “sentirse parte del Gobierno”, y el cambio debe producirse con su participación. Si la comunidad no se compromete, la política fracasará, y, por eso, Alape dice que no va a “prometer lo que no se pueda cumplir”. Si la comunidad no está comprometida con un programa determinado, entonces ese programa tendrá que dejarse de lado por ahora. “Quizá tengamos que posponer las aspiraciones que tenemos”, afirma.“No tenemos recursos económicos”, nos dice Pastor Alape, “pero tenemos gente”. Y si “todos contribuyen, nuestro trabajo se multiplicará”. Si las políticas que son posibles cuentan con el respaldo de la comunidad, y si estas se hacen realidad, entonces más gente empezará a imaginar políticas más profundas y soluciones más duraderas. Una dinámica así aumentará “la expectativa de cambio”. Este método de hacer política, dice Pastor Alape, procede de su experiencia en la lucha guerrillera.Países como Colombia y Nepal han demostrado no sólo que los acuerdos de paz pueden mantenerse tras décadas de conflicto, sino que los guerrilleros son capaces de trasladar sus experiencias en la lucha armada a la vida civil. Si funciona en Colombia, como parece que está funcionando en Nepal, debería poder funcionar en otras zonas de conflicto de larga duración. |
Fotografía: Globetrotter