Por: Adolfo del Ángel Rodríguez. Columna: La serpentina. 02/08/2022
Hablar de ambientes de aprendizaje en el ámbito docente nos remite de manera inevitable al aula, toda vez que se concibe al aprendizaje escolar solo dentro de esos espacios, lo que reduce las dinámicas y procesos a algo cerrado que poco o nada tienen que ver con la realidad que hay más allá del perímetro de la escuela. Esta forma de ver el quehacer educativo ha llevado a que lo educativo se vea reducido solo a la escuela y, en casos extremos, a cada aula o al maestro: que si los niños no saben leer, que si no saben apreciar el arte, que si no se alimentan correctamente, etc.
Desde esa perspectiva, lo educativo (en todos los ámbitos) corresponde a la escuela, pero también esa perspectiva no asume que la educación ocurre en todo momento, por lo que trasciende el perímetro escolar, lo que lleva a pensar que la inversión que en términos económicos se hace en las escuelas, debería extenderse más allá de ellas, es decir, ampliar los ambientes de aprendizajes asumiendo que la sociedad nunca termina de aprender. En ese sentido, hablar de Educación Pública, debería asumirse como tal: dejar de lado la visión reduccionista de que solo en la escuela ocurre el acto educativo.
Como dice Ivan Ilich en La sociedad desescolarizada “el trabajo, el tiempo libre, la política, la vida ciudadana e incluso la vida familiar, dependen de las escuelas, en lo concerniente a los hábitos y conocimientos que presuponen, en vez de convertirse ellos mismos en los medios de educación”, lo que se ve reforzado por los contenidos de los medios masivos de información, quienes solo repiten y educan de manera que existe un doble discurso y un desfase en lo que respecta a la realidad y lo que se aborda dentro de las escuelas.
Definitivamente, los maestros no tienen todo el control del aprendizaje total de los alumnos, ya que estos solo se encuentran dentro de las aulas una cuántas horas y el aprendizaje ocurre en todo momento, tanto dentro como fuera de la escuela, entonces, disponer de ambientes de aprendizaje se hace indispensables en el ámbito social. Y tal vez aquí se pueda plantear la pregunta: ¿Cómo serían esos ambientes de aprendizaje?
Es conveniente señalar que lamentablemente los espacios públicos han sido absorbidos por el consumismo, por lo que son invadidos por temáticas que incitan a los ciudadanos a aspirar a “una mejor vida”, basada por supuesto en lo material, de lo que dan cuenta los videos y canciones que hay en las diversas plataformas, que ensalzan el machismo y la posesión de bienes materiales, como si en eso se tradujera el bienestar y el bien ser de la persona. Entonces, la dinámica podría ser recuperar esos espacios en los que también se educa y que destruyen lo que en unas cuantas horas logra edificar la escuela.
Asumir la responsabilidad de la educación pública no es solo destinar dinero al pago de profesores o de infraestructura, sino también asumir el reto de llevar la educación a otros ámbitos en donde la sociedad se desenvuelve y no solo las pocas horas en las que se atiende a los estudiantes en un edificio; pues, al fin de cuentas, a la larga se cobra factura por el tipo de ciudadanos que se forman fuera y dentro de las escuelas.
Trascender lo individual y el consumismo, es la tarea. Construir espacios en los que la educación colectiva sea la prioridad es una buena opción para que el aprendizaje realmente pertenezca a todos, es decir, ampliar la posibilidad de ambientes de aprendizaje, lo cual, sin duda, no es prioridad gubernamental, por lo que poco a poco, quienes nos dedicamos a la enseñanza podemos ir abriendo espacios para que sea posible abrir la educación más allá de las aulas y del perímetro de las escuelas.