Por: Yeilén Delgado Calvo | [email protected]. 19/01/2024
La diversidad no es una amenaza, la diversidad pinta la vida de colores y le da hermosura, porque hace de lo humano un misterio insondable
Leo mucho y siempre. Leo en formato físico y digital, pero prefiero el papel. Me gusta leer con un lápiz, bolígrafo o resaltador en la mano, y subrayar. No importa que las líneas sean perfectas.
Lo que disfruto, al dejar marcadas las frases que resonaron en mí, es ese proceso de apropiación, de intercambio con el texto, que me permite volver tras de mis pensamientos, incluso años después.
No entiendo el libro como algo sagrado en tanto objeto, a pesar de que ame palparlo u olerlo, lo que lo hace maravilloso es su contenido. Tampoco me molesta llegar a textos que han sido subrayados o anotados por anteriores propietarios; por el contrario, lo agradezco, me parece un viaje increíble hacia la sensibilidad y el intelecto de esa persona.
Comparto la vida con otro lector voraz. A él no le gusta marcar los libros. Se escandaliza cuando me ve doblar una página, o en mi constante tarea de subrayado. Pero hemos aprendido a convivir con esas diferencias, y a flexibilizar nuestros hábitos cuando se trata de los textos que pertenecen al otro.
En vez de una fuente de discordia, nos hemos centrado en lo importante: el amor por la lectura, que nos une, mucho más allá de lo que un poco de tinta puede significar.
Por eso me causa estupor, y hasta un poco de gracia, advertir cómo, en los grupos de lectura a los que pertenezco –en escenarios digitales– se convierte en motivo de una trifulca tumultuaria que alguien suba una foto de su libro marcado, porque cada cual cree que su forma de leer o de venerar las páginas es la única, la valedera.
La empatía, esa manera dulce de entender la otredad, es la que nos permite no solo comprender que la gente es diversa, sino también estar bien con eso, y hasta disfrutarlo.
Sería tan monótona la vida si todos pensáramos y actuáramos uniformemente. Ese misterio insondable de la humanidad, su infinitud, llena de colores la existencia.
Y no hablo solo de libros ni subrayados. Una cosa son los valores, no negociables, y otras las apreciaciones. Saberlo y ponerlo en práctica nos hará más leve el viaje propio y el de quienes se tropiecen con nosotros.
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Fotografía: Granma. Yeilén Delgado Calvo