Top Posts
El dedo que señala el bloqueo y la...
Comunicado: Intimidación institucional contra el Ejido Atotonilco, autoridades...
Un balance de la lucha de la CNTE:...
Asamblea de Daniel Noboa aprueba instalación de bases...
La (des)nazificación de Alemania
El sistema de castas y los dilemas de...
AgroALBA arrancó en Venezuela: estrategias solidarias para producir...
¡No en nuestro nombre! Manifiesto de feministas contra...
Presidente Maduro propone Escuela de Agricultura Regenerativa para...
EE. UU. vs. China: ¿quién manda en el comercio...
  • Colectivo Insurgencia Magisterial
Portal Insurgencia Magisterial
Banner
  • Inicio
  • Nosotros/Legal
  • Directorio
  • Alianzas
  • Columnistas
  • Voces que seguimos
  • Calendario de eventos
  • Educooperando
Espacio principalEspacio secundario

Y de sexo, mejor ni hablamos.

por La Redacción abril 22, 2020
abril 22, 2020
891

Por: Jorge Zepeda Patterson. PERCEPCIÓN. 22/04/2020

En apenas tres meses el maldito bicho cambió al mundo y puso de rodillas a los Estados.

La pandemia cambiará la forma en que nos relacionamos con el cuerpo, con el nuestro y con el de los otros, dice el filosofo camerunés Achille Mbembe. Y es que “nuestro cuerpo se ha convertido en una amenaza para nosotros mismos”. Basta ver la manera en que nos apartamos en la acera ante la proximidad del otro o el efecto nuclear que tiene un estornudo entre la gente que hace cola en la caja registradora de un supermercado, con o sin Susana Distancia de por medio.

Y de sexo, mejor ni hablamos. Como van las cosas compartir el lecho, para cualquiera que no viva con su pareja, va a requerir un previo intercambio de documentos sanitarios. O quizá como el buen Gabo lo había predicho, quererse en tiempos post cólera exigirá del acto romántico supremo: arriesgar la vida por amor. Demasiada exigencia para un simple cachondeo.

De acuerdo, es demasiado pronto para cuestionarnos cómo será la vida amorosa después del Covid-19, asumiendo que cualquiera que se lo pregunte se encuentre entre los supervivientes. Antes de imaginar la etiqueta del cortejo y el apareamiento en el futuro de los seres humanos, habría que preocuparse de cómo quedaremos frente a la más pedestre tarea de pagar las facturas y poner comida sobre la mesa.

Se ha dicho hasta el cansancio que esta pandemia es la primera en la historia de la humanidad que es verdaderamente planetaria en tiempo real. En apenas tres meses el maldito bicho cambió al mundo y puso de rodillas a los Estados. Pero si bien es planetaria, la historia nos sucede a los seres humanos de manera local. Es decir, la pandemia es global, sin embargo sus efectos serán más y más comunitarios a medida que transcurran las semanas. El mes de junio será muy distinto para un alemán o un francés que pasaron su confinamiento con sueldo íntegro y la empresa para la que laboran recibirá subsidios para recuperarse, que para un albañil mexiquense que se quedó sin trabajo durante meses o para un hidrocálido que vio desaparecer el taller de auto partes para el que trabajaba.

El virus es el mismo, los países y las clases sociales no lo son. Junio también será diferente para un dentista de la clase media alta o la mayoría de los habitantes de Polanco y Las Lomas, que para sectores populares que creían estar llegando a la línea de flotación y serán arrojados de nuevo a la pobreza (la CEPAL prevé que 35 millones de latinoamericanos engrosarán esta categoría). Con esto no pretendo minimizar, desde luego, el drama personal que tendrá la pandemia en muchos habitante de Berlín o, para el caso, de la colonia Condesa. Nadie es ajeno a las calamidades de una peste de esta magnitud y sus secuelas económicas. Seguramente habrá sufrimiento y crujir de dientes, y casos que linden con la tragedia entre las clases medias altas y la élite. Pero nada que se compare con el efecto devastador y masivo que provocará entre los que tienen nada para protegerse.

En las películas o novelas distópicas de final feliz, al amanecer de un nuevo día los supervivientes salen de sus escondrijos para ver qué ha quedado, para reconocer su ciudad y enterarse qué ha sido de los otros. Nuestra pandemia en cambio, nos ha condenado a un confinamiento colectivo. En nuestro aislamiento estamos más metidos en las redes sociales, tenemos más intercambio, así sea virtual, con nuestros seres queridos, y pasamos más tiempo informándonos/desinformándonos que antes. Y no obstante, nos carcome la incertidumbre. Quizá porque a diferencia de las películas distópicas acá no luchamos a brazo partido contra los zombis sino contra el aburrimiento. A ratos deseamos creer que esto no es más que un repentino e inesperado paréntesis y que tras algunas semanas y unos pocos contratiempos reanudaremos la vida “normal”. Pero en otros momentos, nos preguntamos si habrá cosas que nunca volverán a ser iguales y nos hacemos ascuas de la manera en que nos afectará en lo personal y a cada uno de los nuestros.

Los politólogos afirman que el papel del Estado habrá cambiado para siempre. En un sentido positivo, por la conciencia en la necesidad de un nuevo orden mundial capaz de enfrentar de mejor manera la siguiente tragedia planetaria porque, está claro, cerrar fronteras sirvió para un carajo. Por otro lado, en la creciente vulnerabilidad de los ciudadanos, particularmente si, como parece, el intrusivo modelo chino de vigilancia cibernética se legitima como el más efectivo ante la crisis. Lo cierto es que el miedo y la fragilidad de todos frente a la historia mundial, se han convertido en la coartada perfecta para que el Estado nos tome como rehenes. Mala cosa.

Tampoco deberían quedar igual los temas relacionados con la salud. Está claro que un sistema basado en el mercantilismo de los hospitales o en la mezquindad de los laboratorios médicos, quedó exhibido frente a la crisis. Al menos en eso, los gobiernos tendrían que asumir un papel más pro activo y positivo en beneficio del interés público.

En suma, muchas cosas cambiarán para bien o para mal y muchas otras deberían cambiar, si queremos que la próxima tragedia no sea la última para muchos seres humanos. Grave como ha sido esta, nada asegura que el próximo virus no sea más letal o, de plano, un exterminador de la especie.

O quizá no cambie nada o casi nada, suframos la adversidad resignada e inconscientemente, y sigamos destrozando el planeta y dañando nuestro cuerpo hasta terminar por convertirlos en nuestros peores enemigos. Y de sexo, mejor ni hablamos.

@jorgezepedap
www.jorgezepeda.net

LEER EL ARTÍCULO ORIGINAL PULSANDO AQUÍ

Flotografía: PERCEPCIÓN.

Compartir 0 FacebookTwitterWhatsapp
La Redacción

noticia anterior
NO ESTEBAN, ASÍ NO: ¡YA BASTA!
noticia siguiente
El negocio de las personas sin hogar.

También le podría interesar

El 68 mexicano: 1988, 2024

junio 8, 2025

Trabajo y derechos laborales

mayo 2, 2025

Ofertas laborales falsas, ¿cómo detectarlas?

abril 29, 2025

Visitantes en este momento:

561 Usuarios En linea
Usuarios: 54 Invitados,507 Bots

Blog: Perspectivas comunistas

Desde el Plantón magisterial en el Zócalo de la CDMX

Nuestras redes sociales

Blog de la Columna CORTOCIRCUITOS

Nuestros grupos de difusión

Artículos publicados por mes

Síguenos en Facebook

Síguenos en Facebook

Artículos por AUTORES

Artículos publicados por FECHA

junio 2025
L M X J V S D
 1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
30  
« May    

Artículos más leídos esta semana

  • 1

    Del Acuerdo Educativo Nacional al Plan de estudios 2022.

    septiembre 13, 2022
  • 2

    Incongruencias de la NEM de Marx Arriaga: luchar contra el neoliberalismo promoviendo un concurso de Círculos de estudio sobre Freire, con premios de 10 mil pesos a los ganadores y con mecanismos de exclusión

    septiembre 25, 2024
  • 3

    Milei, una bomba de tiempo.

    diciembre 3, 2023
  • 4

    “Érase una vez la colonización”: Carlos Vives cree que la conquista fue una película de Disney

    septiembre 19, 2024
  • 5

    Luce, la polémica “mascota” con que El Vaticano busca acercarse a los jóvenes

    noviembre 16, 2024
  • 6

    Pako Belmonte: «Necesitamos la complicidad de la gente para defender la función social de las bibliotecas públicas y evitar recortes»

    noviembre 8, 2023
  • 7

    Pago de seguros institucionales: burda simulación de Cuitláhuac.

    octubre 13, 2024
  • 8

    El fraude de las Universidades para el Bienestar Benito Juárez García. Segunda parte

    diciembre 29, 2024
  • 9

    DESPUÉS DEL DÍA 1, ¿QUÉ ES LO QUE VIENE PARA EDUCACIÓN?

    octubre 4, 2024
  • 10

    La Casa de los Famosos: ¿es posible no mirar?

    septiembre 19, 2024
  • 11

    Geopolítica del despojo: biopiratería, genocidio y militarización

    noviembre 8, 2023
  • 12

    ¿Qué es la acumulación originaria de capital?

    diciembre 21, 2024
  • 13

    REDALYC se deslinda de “Artículo” con denuncia de “plagio”

    noviembre 14, 2023
  • 14

    Marx y Engels frente a Hegel

    diciembre 20, 2024

Rolando Revagliatti. Argentina

Raúl Allain. Perú

Juan Antonio Guerrero O. México

Vanesa Monserrat. Argentina

Carolina Vásquez Araya

Ilka Oliva-Corado

Javier Tolcachier

Columna: CORTOCIRCUITOS

Manuel I. Cabezas González

Luis Armando González

Iliana Lo Priore

Jorge Salazar

Adolfo del Ángel Rodríguez

Oswualdo Antonio G.

José Eduardo Celis

Daniel Suárez

Güris J. Fry

Jorge Díaz Piña

Ángel Santiago Villalobos

Andrés Brenner

Alejandra Cortina

José Carlos Buenaventura

Luis Palacios

@2020 - Insurgencia Magisterial

Portal Insurgencia Magisterial
  • Inicio
  • Nosotros/Legal
  • Directorio
  • Alianzas
  • Columnistas
  • Voces que seguimos
  • Calendario de eventos
  • Educooperando
Portal Insurgencia Magisterial
  • Inicio
  • Nosotros/Legal
  • Directorio
  • Alianzas
  • Columnistas
  • Voces que seguimos
  • Calendario de eventos
  • Educooperando
@2020 - Insurgencia Magisterial

Leer también:x

Pandemia y salud mental en Guatemala.

julio 18, 2020

Neoliberalismo y Pandemia

octubre 28, 2021

Tejer Historias, comunicar esperanza en tiempos de...

junio 10, 2020