Por: Oswualdo Antonio González. 22/11/2016
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Los muertos los pone la izquierda,
los encarcelados son de las organizaciones,
los desvelos y cansancios son acompañantes de aquellos que luchan,
las ausencias y angustias son precios que pagan las familias de los activistas.
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Pero siguen, caminan, gritan, dominan sus miedos…
Ayer, en la montaña,
hoy en las calles, decenas intentando entender
¿por qué si ganamos, están ellos, con nuevos rostros y nuevos nombres hablando nuestras palabras?
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Gritan, hacen propaganda, agitan, actúan, aplican la mano dura, se muestran comprensivos,
se amarran el cinturón, entienden nuestro hartazgo, dicen lo que queremos oír…
pero nada cambia, el sistema está intacto, en franca recomposición…
los malos fueron esos, gritan, los exhiben, pero las reglas que lo hicieron posible, no se tocan.
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La organizaciones siembran la tierra con sus muertos,
la derecha cosecha a veces, en otras es el centro-izquierda,
ahora se hacen llamar independientes,
los que cosechadores aspiran ser.
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Pero el compañero ausente no se olvida
y sus gritos toman de la mano a los que cansados de luchar están
les susurran al oído poemas de aquellos que viven eternamente
y tejen coincidencias y crean oasis… regalan palpitaciones.
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Una voz recorre nuestra tierra,
grita que no es tiempo de cansancio,
llama a arrinconar a los que pregonan el fin de la esperanza,
pide no sucumbir ante la lucha líquida y la esperanza ligera…
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Y aquí estamos, nosotros, tú, ellos…
ellos intentando vendernos un nuevo escenario de lucha,
nosotros reencontrándonos, evaluando, imaginando, desmontando, deconstruyendo…
narradores y narratarios de una esperanza que no han logrado arrebatarnos.
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Insurrección inconclusa, sí
derrotados, no…
busca en la sombra de la noche al compañero, construyamos presencias,
no lograran arrebatarnos el presente, no lograrán reescribir el pasado.