Por: Belen del Huerto. 09/06/2024
Una respuesta política frente a algunos iluminados (y no tanto) que afirmaron que “las feministas nos pasamos tres pueblos”.
El colectivo Ni Una Menos pasó por cuatro gobiernos, dos de ellos con propuestas políticas regresivas para mujeres y disidencias. El movimiento de mujeres y feminista le hizo frente a todos esos gobiernos y ganó una de sus históricas conquistas: el derecho al aborto legal, seguro y gratuito.
El actual gobierno de Javier Milei nos eligió como enemigas: sin titubear, declaró estar en contra de nuestros avances e indirectamente con sus políticas de hambre afecta a los hogares más vulnerables en donde el 50% son jefas de hogar. La inflación creciente provoca que las familias tengan que endeudarse cada vez más para sostener la vida. Está comprobado que la falta de independencia económica de mujeres y LGBTI+ son factores claves para la reproducción de las violencias por motivos de género.
En tanto, el gobierno de Milei eliminó el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, encargado del abordaje integral de estas violencias y al que algunos feminismos celebraron allá por el año 2019. A todo esto se le suman los despidos en áreas estratégicas para la atención primaria de la violencia de género, como la Línea 144 y el cierre del plan ENIA que logró reducir en los últimos años el embarazo adolescente.

Otras áreas vinculadas a la atención de la violencia de género fueron llevadas a Capital Humano, a cargo de Sandra Pettovello, hoy cuestionada por la no entrega de alimentos a comedores, mayoritariamente atendido por mujeres, y por un escandaloso caso de corrupción con una interminable nómina de rugbier ñoquis.
El recrudecimiento de los ataques de odio, como la militante de H.I.J.O.S que fue abusada sexualmente en su domicilio y el triple lesbicidio de Roxana, Pamela y Andrea en una pensión de Barracas (CABA), está legitimado por distintos funcionarios que van desde el vocero presidencial , Manuel Adorni, hasta el secretario de Culto, Francisco Sánchez, que llegó a cuestionar el divorcio vincular sancionado en 1987.
De pasarse unos pueblos hasta el individualismo en nuestras arcas
La denuncia por las múltiples dimensiones de la violencia hacia las mujeres y el colectivo LGTBIQ+ en los últimos años alimentó fuertes críticas entre los propios sectores progresistas, que antes eran acérrimos defensores de esta agenda. Algunos iluminados y no tanto llegaron a afirmar que “las feministas nos pasamos tres pueblos”, que por eso los “perdimos las elecciones” como si la recomposición salarial y la pérdida del poder adquisitivo no hubieran tenido nada que ver con la frustración con la que asistieron a votar las y los argentinos el año pasado.
“La comunidad” y el “colectivo” eran palabras que estaban en boca de todas las militantes. Antes de una definición había una asamblea. El desgaste propio de un movimiento que alcanzó su pico máximo, el primero en Latinoamérica, como el aborto legal, y el propio clima de época hizo que el individualismo fuera calando en el multiverso feminista. De pronto, el feminismo liberal y blanco con discursos malversados como el “autocuidado” comenzaron a salir de la boca de referentes.

Entonces la conjugación de los sectores progresistas que ya no querian la agenda feminista, sumado a la que proponían un “repliegue” de la agenda, generaron un cocktail mortal para una parálisis que durará poco porque pronto “nos comerán los piojos”.
Además de lo mencionado, se suma el crecimiento del desempleo, el pluriempleo y la crisis de los cuidados, éste último que afecta mayoritariamente a mujeres y femineidades. Organizarse políticamente en un contexto tan hostil es un desafío que requiere creatividad pero sobre todo resistencia porque si a unas locas que buscaban a sus hijos los milicos le dijeron que “circulen” y ellas dieron vuelta una plaza, nosotras podremos enfrentar a un hombre que clona a sus perros.
Ni Una Menos fue una gesta histórica de este movimiento y es momento de volver a tomarlo.
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Fotografía: El grito del sur