Por: José Homero. Horizontal. 18/01/2016
La madrugada del lunes 4 de enero de 2016 falleció Román Cotera, conocido como activista en diversos frentes pero muy en especial a través de internet, ya fuera como bloguero o como tuitero. En 2011 emprendió un movimiento de defensa de los tuiteros detenidos injustamente en Veracruz y de ahí emergió como luchador. Fue sin embargo más que eso. Alumno de economía, fotógrafo, promotor y gestor cultural, además de columnista en Vice México y amigo de varios actores en la lucha por la democracia, siempre estuvo vinculado a la vida de Xalapa. Este obituario lo recuerda en sus diversas facetas.
En 1995 compilé La x en la frente, una muestra de narradores mexicanos nacidos en la década de los sesenta. Marco Antonio Samaniego, Roberto Pliego, Mauricio Montiel, Adrián Curiel, Naief Yehya y Luis Horacio Heredia fueron los elegidos. Con Luis Heredia y Raciel D. Martínez, colaboradores y amigos, discutimos varias veces la existencia de la Generación X y sobre sus características mexicanas. El número 20 de la revista Graffiti lo dedicamos a su análisis siendo La x… –parte de la colección Literatura Menor– nuestro obsequio. En la barra circular de El Juanote, uno de los bares de moda en la entonces renacentista Xalapa, conocí a uno de nuestros lectores: Ricardo Cotera. Richie conocía bien a su Jack Kerouac y su William Burroughs, una revelación pues se trataba de un estudiante de fotografía en la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana.
Fuimos amigos desde entonces. Asistí al memorable reventón de sus 20 años el 29 de febrero de 1996, con exposición incluida en una casona de Las Ánimas. Más tarde dejó Xalapa para estudiar en la Escuela Activa de Fotografía donde conoció a Pedro Meyer. En Xalapa se había adiestrado en el neoclasicismo de Miguel Fematt, a quien siempre respetó como su mentor. En México, además de a Meyer, entabló amistad con Yolanda Andrade.
Cotera fue tan desaforado activista como secreto fotógrafo. En sus primeros años participó en las colectivas de los alumnos de la UV. Su estética, si bien deudora de la tradición conservadora del desnudo masculino xalapeño –si tal paradoja es posible: desnudos masculinos conservadores–, respondía también a otras influencias, reparando en la puesta en escena con una mirada gélida, un poco en la estética de la desaparición –rostros cadavéricos, miradas lánguidas, detalles mórbidos. Formó parte en el 2000 del grupo Foto-Apertura, que fundaron Miguel Fematt y Sergio Maldonado, entre otros. Como tal, estuvo en la organización del festival Junio, Mes de la Fotografía. Ricardo –ya convertido en Román, dejando el Richie en el pasado– regresó a Xalapa, convertido en chico de gimnasio –durante años cultivó con esmero su cuerpo– y en promotor cultural en ciernes. Paulatinamente se apartó de la fotografía sin menoscabo del arte, al cual enfrentó desde otra perspectiva: la economía cultural.
A principios de 2000 Román se reinventó. Estudió economía en la Universidad Veracruzana, teniendo una exitosa trayectoria aunque no concluyó la licenciatura. En 2002 intervino en la First Annual Mexico Business Round Table. El entonces presidente Vicente Fox se acercó a saludarlo y, al ver que no se trataba de uno de los organizadores sino que su gafete exponía simplemente “Estudiante de la Universidad Veracruzana”, le preguntó qué hacía ahí. Román había sido invitado por Gideon Lichfield, jefe del departamento de América Latina de The Economist. Cotera participó en otros foros internacionales, y posteriormente cursó estudios en la Universidad de Birmingham.
La preocupación por el destino de la cultura en Xalapa nos reunió de nuevo cuando en 2008 Fidel Herrera, a través de la manipulación de un grupo de promoción cultural, El Caftán Rojo, y de un diputado del PRD, Atanasio García, buscó terminar con el Instituto Veracruzano de la Cultura (Ivec), lo que consiguieron al impulsar más adelante una nueva Ley de Cultura que supeditó al instituto, máximo organismo institucional de la cultura en Veracruz, a comparsa de la Secretaría de Turismo. A Román y a otras personalidades de la sociedad civil de Xalapa, principalmente promotores pero también creadores, como Frida Mazzotti, Yolanda López, Jahaciel Venegas y Juan Javier Mora-Rivera, nos unió la defensa, más que del Ivec (entonces como ahora un organismo sin transparencia convertido en caja chica en tiempos de elecciones) de la autonomía de la cultura.
Maestro y presencia constante en La Fábrica TV, la escuela de cine, televisión y fotografía creada por Miriam García y Mónica Camarena, productora y periodista respectivamente, Cotera expuso en tal espacio en la colectiva Retratos para contar junto con Juan Miranda, el legendario fotoperiodista de Proceso, Yolanda Andrade, Susana Casarín, Maritza López y varios fotógrafos locales. Sus fotografías contrastaban con la retórica al uso en Xalapa –escenas lacrimógenas de indigentes o niños en situación de calle, preciosismo instantáneo de la flor o del paisaje, resabios provincianos. La mirada de Cotera retrataba efebos con alto contraste, maquillaje pesado, peinados sostenidos con gel delatando un angst tardío. Como si, a través de sus modelos reminiscentes de Caravaggio, Román deseara retratarse. No me extraña que la principal faceta del Cotera fotógrafo en redes terminara siendo la selfie.
En los años siguientes Cotera devino un hombre cada vez más interesado en los movimientos sociales. Estuvo cercano siempre al periódico Performance, que dirigí de 2005 a 2015 en Xalapa, ya fuera como articulista o bien con fotografías. En 2009 comenzó a trabajar con Eduardo de la Torre, político que ha buscado democratizar la escena pública de Xalapa y deseaba entonces emular a Barack Obama con su campaña 2.0. Fue una campaña eficaz, aunque no se logró el resultado deseado: ganar la elección. Tras unos años de colaboración Román y Eduardo tuvieron desencuentros y terminaron su amistad. Ya para entonces Román se había convertido primero en promotor cultural, que organizó el encuentro de videojockeys Live Performers Meeting (agosto de 2008), y después en activo participante en toda manifestación cultural no convencional, de las pecha kucha nights –sesiones de proyección de diapositivas en Power Point exponiendo un tema en tres minutos– a recitales de poesía o protestas cívicas.
Cotera siempre fue un hombre atento a las manifestaciones populares, a la calle, a la juventud. Uno de sus legados es llevar los Ted Talk a Veracruz, primero a Xalapa (2012) y después a Boca del Río (2014). No sorprende que creara diversas páginas, foros, y que uno de sus grupos más duraderos allá cifrado en el nombre su vocación: Distrito Xalapa. Porque a Cotera lo que más le importaba era su amada Xalapa, incluso cuando paulatinamente dejó de ser un paseante habitual del centro o de la noche y se convirtió más en un cronista a través de tuits y comentarios en Facebook.
La última etapa del devenir de Cotera es conocida: leído periodista en Vice México y activista en redes, siempre cuestionando, incluso en persona, al gobernador de Veracruz. Me tocó estar junto a él en la inauguración de la Feria del Libro Infantil y Juvenil de Xalapa en 2012 y atestigüé su abordaje a Javier Duarte para solicitarle una selfie –que después difundiría en su cuenta de Twitter. Duarte lo tomó por un admirador y sonriente accedió a la fotografía, sin saber que estaba junto a uno de sus más vehementes críticos, quien ya había ejercido presión en las redes en ocasión del episodio de los tuiteros detenidos arbitrariamente en 2011. Román fue célebre por crear la frase “Yo también soy TwittTerrorista” y el hashtag #TwittTerrorista, conformando además un grupo de presión que, a la postre, conseguiría la liberación de Maruchi Bravo Pagola y de Gilberto Martínez Vera, detenidos por órdenes de Duarte, acusados de terroristas por alertar de balaceras.
Hombre de su tiempo, Cotera comprendió las posibilidades y los beneficios que aportaba internet, no solo para la información sino para establecer relaciones. En una sociedad tan dependiente de la recomendación y el espaldarazo, fincó su prestigio mediante una genuina vocación de gestor y de ciudadano, acercándose a personalidades de todo el mundo, siempre respaldado por su trabajo e inteligencia. No temo decir que Cotera hizo más por Xalapa y tuvo una mayor repercusión en su corta vida que personajes más preocupados por vincular su prestigio al currículum.
Es cierto que lamento su muerte. Fue un amigo y una persona a la que admiré sus capacidades para transformar la vida a partir de la propia. Me alegra comprobar, sin embargo, que legó una obra a través de sus imágenes, de sus cuentas en redes –en Flickr, en Facebook, en Twitter, en YouTube, en Blogger, en WordPress–, de su labor periodística y de su papel como promotor y gestor. Más gusto me da saber que su presencia no pasó inadvertida y que sus amadas redes sociales respondieron con emotivos trinos convertidos en treno: un adiós multitudinario a través de Twitter.
Dejo aquí estas palabras de aquel joven estudiante de Economía:
Es muy fácil conectarse a internet y buscar contactos, ahí están los correos de toda la gente y sus cargos, solo es cuestión de querer hacer las cosas. Yo tomo esta experiencia como dar un brinco en un trampolín: ves desde arriba cómo se ven las cosas, pero regresas a tu sitio.
Fuente: http://horizontal.mx/roman-cotera-1976-2016-la-democracia-desde-las-redes/
Fotografía: Horizontal.