Por Güris J. Fry. ECO’s Rock. 18 de enero de 2020
Inside Llewyn Davis
Balada de un Hombre Común (Joel & Ethan Coen, 2013)
Matizada desde la bohemia de los años 60 en la Greenwich Village, estructurada desde una arista plenamente musical, construida a través de capas circundantes y laberínticas que nos reafirman a los puntos comunes de la diégesis presentada –ya sean estos espaciales o bien temporales– el recorrido al que se nos invita en este grácil encadenado sumerge sus ánimos en las heladas aguas del anhelo y la derrota; de la lucha como resistencia y el revés como fruto de la búsqueda. Queda claro, pues, desde un inicio, que nos enfrentamos a una cinta que explora anacrónicamente el ansía y el apetito de una joven generación desde el anti-sueño americano. Su devenir es deslavadamente mate, sus pasos nebulosos y su optimismo imperceptible. Si bien la obra de los Hermanos Coen ya resulta, después de una extensa filmografía, más irregular que constante, no nos podemos negar a su tan peculiar sello cinematográfico y a los limites de su cabalidad que cintas como esta demuestran; sin duda uno de sus trabajos mas refinados desde el cambio de siglo.
Nuestro personaje central, el Llewyn Davis del titulo, es un carácter cuasi fantasmal: su grado de pertenencia al mundo que lo rodea es nulo, no se conecta de ninguna forma con el ya sea física, moral, emocional o espiritualmente. Sus traslados son efímeros, llenos de dudas y negaciones, se prohíbe tanto como le es prohibido dentro de sus círculos cercanos; no se diga en los ruedos externos donde es prácticamente un desconocido. Claramente es una maldecido e inmaduro ente que todo lo que toca lo torna a una atmósfera deprimente y sin oportunidad alguna de prosperidad; no es una figura con la cual uno quisiera alienarse o sentir cierta empatía, claro, pero el trabajo de este dueto de realizadores en el marco actoral –aunado con la brillantemente contenida interpretación de Oscar Isaac– hace que todo entre en un balance idóneo y que el filme se sostenga con una extraña espesura llena de matices y tonalidades diversas que enriquecen cada escena y momento en esta parsimoniosa aventura que se codifica como una refinada comedia.
Acorde al cine de los Coen, el camino manifestado es a primeras de cambio simple aunque en realidad se encuentra lleno de subtextos que profundizan la trama, sus detalles encarecen la idea; entre ellos esos personajes tan suyos: ensombrecidos, exitosos, faltos de valor, venidos a menos, exacerbados, adictos, honestos, brutales, humildes y megalómanos. Seres olvidados y olvidadizos, una silueta de un joven Bob Dylan, e inclusive un gato que llega a simbolizar todas las cargas por las que debe y deberá responder nuestro guía central. El deslavado pero colorido mundo que se nos presenta tiene volumen y carisma a pesar de la pesadumbre que corroe el camino. Los diálogos, por su parte, están igualmente bien construidos y llevados de tal forma que no hay secuencia dentro de la primera mitad que no se resuelva de manera fehaciente en su contraparte. Lo mismo se puede decir de las acciones.
Cuidada al detalle, la fotografía de Bruno Delbonnel convierte la pantalla en un lienzo donde se esboza el sometimiento del talento con una belleza inusitada. El diseño de producción de Jess Gonchor soporta los embates de la lucha y crea los escenarios perfectos para el detrimento. Ni se diga el departamento musical, liderado por el ya conocido en este universo fílmico T Bone Burnett, que sobresale de mayúscula manera pues la cinta es prácticamente un musical, un musical moderno y elegantemente delicado (todo lo que se ve en pantalla dentro de las interpretaciones fueron grabadas directamente en el set). El montaje de Roderick Jaynes (seudónimo de los Coen) es de alto grado de apreciación y estudio del material. Con cada corte nos emplazan a un retablo nuevo sobre la agradable tragedia con que atacan a esta nueva víctima que se han creado.
Inside Llewyn Davis es, entonces, una película que retrata cínica y bellamente la estética del fracaso, del vencimiento y la derrota. No lo vanagloria como tampoco se jacta de la visceral victoria de los contrincantes. Su lid está centrada de una manera que pocas veces se puede observar: ahí uno de los tratamientos más interesantes de la producción, pero que al igual puede que haga que cierta parte de la audiencia no se deje llevar del todo. El andar de su encadenado no es del todo complicado pero tampoco es del todo manejable a la primera, está llena de bellos momentos que requieren de una sensibilidad al tacto y al proceso de la creación artística para su mejor comprensión. Al final resulta tanto dentro de la diégesis expuesta como fuera de la pantalla: una clase de supervivencia sobre como acatar los folclóricos ruedos de este mundo: con idea o con soltura. Aunque quizá todo se resuma a eso que todos hemos oído alguna vez a manera de consejo; que al caerse hay que levantarse… Lo que quizá no se nos ha explicado bien del todo es que al estar nuevamente en pie, todo habrá de reiniciarse otra vez.
Balada de un Hombre Común de Joel & Ethan Coen, 2013
Calificación: 3.5 de 5 (Buena)
Fuente: https://www.facebook.com/ECOsRockXalapa/posts/2504970093114696?__tn__=K-R
Fotografía: Pinterest