Por: Estefanía M. Amador. EL SALTO. 12/11/2020
Levantarse temprano, preparar un smoothie proteico, atarse los cordones y darle al play a la rutina deportiva de Youtube que tonifica glúteos, buscar recetas saludables en Instagram para cocinar el menú del día. El “movimiento healthy” está en auge, pero, ¿todo lo que se encuentra por redes sociales es válido para el cuidado de la salud? Profesionales nutricionales y deportivos alertan de las posibles consecuencias negativas para la salud de las personas que contratan los servicios de personal no cualificado.
En los últimos años han proliferado las cuentas de Instagram que subrayan las bondades de los productos bajos en calorías, altos en proteínas y sin apenas grasas saturadas. Las tablas de ejercicios o las recetas con los denominados súper alimentos concentran los feeds de las redes sociales de miles de personas: platos apetecibles y cuerpos perfectos que, sin embargo, pueden llegar a ocultar riesgos para la salud.
En 2019, el 57% de las denuncias recibidas por el Colegio Oficial de Dietistas y Nutricionistas de la Comunitat Valenciana (CoDiNuCoVa) hacían referencia al intrusismo online. Es decir, a la práctica llevada a cabo por personas no profesionales de la nutrición y la alimentación que ejercen su actividad a través de portales web o perfiles en redes sociales. En 2020, con la llegada del coronavirus y la implementación de medidas de confinamiento, el CoDiNuCoVa ha registrado el doble de denuncias relativas a perfiles falsos en redes sociales, principalmente en Instagram.
Con la llegada del coronavirus y la implementación de medidas de confinamiento, el Colegio Oficial de Dietistas y Nutricionistas valencianos ha registrado el doble de denuncias que en 2019 relativas a perfiles falsos en redes sociales
Según Rafael Birlanga, vicepresidente de CoDiNuCoVa, este consumo de consultas nutricionales a través de redes sociales transmite un mensaje “demasiado generalista y superficial que puede llevar al desconocimiento y acarrear un daño mayor en nuestra salud”. La tendencia de algunos influencers o “coach nutricionales” no cualificados es marcar como pauta nutricional la experiencia propia: “El ‘A mí me funcionó’ puede estar bien en un contexto limitado, pero eso no significa que sea extrapolable a otra persona”, analiza Birlanga.
NO TODO VALE
Igual que en el ámbito de la nutrición, recurrir a planes deportivos vendidos en redes sociales por profesionales no cualificados puede llevar a la persona que los consume a la desmotivación y renuncia. “Dejar su bienestar físico en manos de personas sin unos mínimos conocimientos puede provocar desde frustración hasta daños físicos y diferentes lesiones por sobreesfuerzo”, narra María de Haro, licenciada en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (CCAFD) y campeona de España en Acuatlón. “No es mala opción ofrecer a través de plataformas como Instagram algún tipo de actividad física, el problema está cuando los y las Influencers las realizan sin tener en cuenta el nivel físico que tiene su público”, reconoce de Haro, también entrenadora de waterpolo y triatlón.
El problema, valora Ruibal, pasa por el desconocimiento de una parte de la población que, tras una imagen en la que se percibe un físico que responde a los cánones de belleza, se deja influir en su decisión de compra de estos servicios
Brais Ruibal es doctor en CCAFD, y junto a dos compañeros de profesión, comenzó en 2014 el proyecto Mundo Entrenamiento, una web destinada a divulgar las ciencias del deporte y la salud “a través de la evidencia científica”, según expresa Ruibal. Para él es fundamental poder conocer la formación y experiencia laboral de un entrenador o entrenadora: “Si no te muestra quién es, no deposites tu confianza, y menos tu salud, en esa persona”, aconseja. El problema, valora, pasa por el desconocimiento de una parte de la población que, tras una imagen en la que se percibe un físico “atractivo”, se deja influir en su decisión de compra de estos servicios.
UN MARCO LEGAL INSUFICIENTE
Los expertos consultados consideran que las personas que presten un servicio deportivo deben acreditar el título formativo que avale el Ministerio de Educación. Sin embargo, según la regulación española, es competencia de cada comunidad autónoma establecer los requisitos necesarios para ejercer como entrenador/a deportivo. En el caso valenciano, en 2019 se presentó el anteproyecto de Ley de Ordenación de las Profesiones del Deporte en la Comunidad Valenciana, el cual establece las titulaciones acreditadas por el Ministerio de Educación que habilitan el ejercicio de la profesión deportiva.
Tanto en el área nutricional como deportiva, para que la Administración Pública decrete que la actividad de una persona no profesional debe cesar, es necesario que la persona intrusa esté localizada en un espacio físico dentro del territorio español. Además de este agravante, el marco legal de actuación está limitado por la circunscripción territorial entre comunidades autónomas. En caso de recibir una denuncia sobre fraude detectada a través de un perfil de Instagram, si el usuario de esa red social es profesional deberá demostrar una serie de datos para que se le pueda localizar físicamente. “Generalmente, están ubicados fuera de España”, lamenta Rafael Birlanga.
CÓMO DETECTAR EL INTRUSISMO
El elevado número de perfiles de este tipo en las redes sociales hace que la población a menudo carezca de un criterio específico para escoger determinado contenido sobre alimentación y práctica deportiva, motivo por el cual Rafael Birlanga recomienda que se coloque el número de colegiación en las biografías de Instagram. “Eso ya es una garantía de que son profesionales graduados universitarios y que ejercen su profesión bajo un código deontológico”, asegura.
Achuak Aknin, presidenta de ADINU Valencia, añade otro consejo: que el usuario observe y analice el contenido que se ofrece en los perfiles de Instagram: “Mirar qué referencias se utilizan a la hora de crear un post y valorar la veracidad de esa información, la asociación de la pauta dietética con algún producto que estos mismos perfiles venden o la promoción de dietas de consecución rápida”, expone Aknin. Si se detecta algo perjudicial para la salud o que la comercialice, existe la opción de denunciar el perfil o notificar a la sección de intrusismo del Colegio de Dietistas-Nutricionistas de cada comunidad autónoma.
Birlanga asegura que pertenecer al sistema de salud pública es otra forma de luchar contra el intrusismo: “Si la ciudadanía acaba recurriendo a falsos profesionales, es porque una gran mayoría no puede costearse un dietista-nutricionista”, afirma
En cualquier caso, desde los diferentes organismos institucionales provinciales en el área de la nutrición reivindican que su profesión debería estar dentro del sistema sanitario de salud pública, lo que ampliaría el acceso a toda la ciudadanía. Emilio de la Peña, Presidente de ADINU Alicante justifica que “en el campo de la alimentación, la sociedad no percibe la misma sensación de responsabilidad al ofrecer consejo dietético, prescribir una dieta o recomendar un tratamiento que puede darse en la medicina”. A su vez, Birlanga asegura que pertenecer al sistema de salud pública es otra forma de luchar contra el intrusismo: “Si la ciudadanía acaba recurriendo a falsos profesionales, es porque una gran mayoría no puede costearse un dietista-nutricionista”, afirma.
LA VISIÓN DE LA GENERACIÓN Z
Como usuaria asidua de Instagram, Laura González, vicepresidenta de la Federación Española de Dietistas-Nutricionistas Universitarios (FEDNU), reconoce que en esta red social “prima el aspecto visual y llamativo de los cuerpos considerados dentro de los cánones de belleza impuestos por la sociedad”. Según su propia experiencia, Gónzalez percibe que parte de la comunidad digital joven y adolescente se refugia en Instagram para obtener consejos de rápida efectividad para cumplir esos cánones.
Laura González reconoce que Instagram “prima el aspecto visual y llamativo de los cuerpos considerados dentro de los cánones de belleza impuestos por la sociedad”
Sin embargo, la joven ha identificado que dentro de esta tendencia muchas veces no se encuentran dietistas-nutricionistas profesionales, sino “personajes que difunden información muy alejada de la evidencia científica” y que aportan opiniones e información que se consideran tan, o incluso más verdaderas —expone González— que las de una persona profesional de la nutrición. Conrado Navarro, responsable de comunicación digital en la Federación Española de Dietistas-Nutricionistas Universitarios (FEDNU), denuncia que “el hecho de encontrar a miles de personas hablando sobre temas que no entienden o que solo les interesa económicamente provoca un sinfín de desinformación que distrae y confunde a la sociedad”.
EL MARKETING SUPERA A LA VERACIDAD
El perfil dietista-nutricionista presenta un gran nicho de mercado, no solo en Instagram, sino también en Youtube. Según el estudio llevado a cabo por George Monahan, graduado en Nutrición Humana y Dietética, el 42% de los vídeos analizados en Youtube sobre nutrición fue creado por usuarios ajenos a la rama dietético-nutricional y a organizaciones oficiales de salud y nutrición. Su investigación confirmó que la información dietético-nutricional en español disponible en YouTube es “de calidad media-baja”, y el tema tratado con mayor frecuencia (59% del total) se refería a la pérdida de peso o el movimiento fitness.
Según los datos, tanto en Youtube como en Instagram, prima la cantidad de contenido antes que la calidad o veracidad, lo que lleva a Monahan subrayar la importancia de comunicar: “Es necesario aumentar la presencia de profesionales cualificados en las redes sociales, de hacer un esfuerzo por conseguir una mayor interacción de los usuarios, educarles y proporcionar pautas para sepan seleccionar información de calidad”. Para él, solo así existirán referentes claros y veraces de lo que realmente es un estilo de vida saludable.
Mientras los colegios profesionales y las administraciones avanzan a diferentes niveles para garantizar la salud de la población, parece que queda en mano de esta seleccionar la información que más garantías le dé. Una acción difícil de tomar en una sociedad donde la imagen sigue siendo el principal valor añadido de un contenido.
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Fotografía: EL SALTO.