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Ni los unos de los otros, el pueblo

por RedaccionA julio 8, 2025
julio 8, 2025
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Por: Raúl Prada Alcoreza. 08/07/2025

La encrucijada boliviana puede resumirse a lo siguiente: Tiene que salir de su fatalidad, pero se encuentra entre la espada y la pared, entre los unos y los otros, que son prácticamente y efectivamente lo mismo, a pesar de sus diferencias discursivas. En realidad los unos y los otros son partidarios del mismo modelo, el modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente. Lo que unos se llaman, pretensiosamente, asignándose partidarios del “modelo social comunitario”, es sencillamente una retórica, una demagogia, puesto que este modelo, que de alguna manera se encuentra enunciado en la Constitución, nunca se ha realizado. Al contrario, se lo ha obstaculizado, se ha impedido que se realice, se han dispuesto en contra, al persistir en la herencia del modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente. Lo otros se llaman, a sí mismos, partidarios del modelo neoliberal, que no es otra cosa que un ajuste estructural, en un país donde el pueblo siempre paga la crisis que otros han desatado, tanto gobiernos liberales como gobiernos populistas, tanto gobiernos neopopulistas como gobiernos neoliberales. El neoliberalismo no hace otra cosa que reproducir el mismo modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente, sólo que lo hace privatizando las empresas estatales y entregando los recursos naturales a precios de gallina muerta. Ambos, los unos y los otros, repiten el saqueo de Bolivia, una tragedia a lo largo de dos siglos de la República, incluyendo, claro está al mal llamado Estado plurincacional, que de plurinacional solo tiene el nombre, obviando las otras característica constitucionales, la de comunitario y autonómico. Un Estado Plurinacional, Comunitario y Autonómico no deja de ser res-pública, es decir Repúbica.

En las elecciones del 2025 aparentemente se enfrentan dos opciones, la opción que ha gobernado durante las dos últimas décadas y la opción que ha gobernado las dos décadas anteriores. Han pasado cuarenta años, que han terminado desplegando de dos maneras del saqueo de Bolivia y enriquecido a distintas burguesías. Los neoliberales han enriquecido a una burguesía intermediaria, entre el país subalterno, parte de la periferia del sistema mundo capitalista, además de enriquecer a la denominada burguesía minera mediana. Los neopopulistas han enriquecido a la burguesía rentista, que se ha apoderado del Estado y lo ha utilizado en beneficio propio, apropiándose del excedente que generan los recursos naturales. La discusión entre ambos bandos es sencillamente pura retórica. Además, retórica de mal gusto, pues está muy lejos del arte del convencimiento. Lo único que hacen es repetir, como inercia, argumentos ya desgastados hace mucho tiempo.

Los dos candidatos que hablan a nombre del “proceso de cambio” que nunca se dio, que más bien han asesinado, contribuyendo al saqueo de Bolivia de una manera grosera, pues desaprovecharon la gran oportunidad que había cuando los precios de las materias primas eran altos, generando importantes ingresos del Estado. Lo han hecho de una manera cínica y mafiosa. Han manejado más de 200,000 millones de dólares durante catorce años y los han hecho evaporizar, además de llevarnos a una deuda externa de 20,000 millones de dólares y a una deuda interna de 20,000 millones de dólares, fuera de haber usado de manera indebida 18,000 millones de dólares de reservas internacionales. Esta gente que ha hecho todo esto quiere volver a gobernar, volviendo a usar el nombre del “proceso de cambio” que ellos mismos asesinaron.

Los candidatos del bloque de oposición acusan al neopopulismo, que ha gobernado durante las dos últimas décadas, de “socialista” y atribuyen los males de Bolivia a la administración estatal. Este es un argumento insostenible digno de charlatanes, acostumbrados a imitar discursos foráneos y manuales mal digeridos del neoliberalismo. Los neopopulistas no han sido, de ninguna manera, socialistas, han sido lo que son, neopopulistas, es decir, una repetición tardía del populismo dado a mediados del siglo XX. Sólo que este populismo fue como una tragedia y el neopopulismo término siendo una comedia grosera. Es absurdo atribuir los males a la administración estatal, sl Estado En todo caso se debería haber dicho que se debe a la mala administración estatal. Tampoco es válido decir que el Estado es, de por sí, un mal administrador. Está el ejemplo de China, que es la primera potencia económica y la segunda híperpotencia del complejo militar, económico, científico y tecnológico, comunicacional y cibernético de la República Popular de China. Tambíen está de contra ejemplo a la hipótesis neoliberal el Estado de Bienestar de los países nórdicos de Europa. Sin necesidad de hablar bien del Estado, desde nuestra perspectiva anarquista, no es aceptable un argumento retórico, como el que usan los neoliberales. El problema de fondo es el modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente, que los economistas reducen al modelo primario exportador. Este modelo ha sido administrado, desde el principio de la República, tanto por conservadores como después liberales, tanto por populistas como después por dictaduras militares, Tanto por la nueva versión del populismo, para continuar con la administración neoliberal, siguiendole la administración neopopulista. 

La víctima del gremio de la clase política variopinta, que gobernó por dos siglos la República, es el pueblo, que constantemente ha caído en las redes demagógicas de distintos tipos de discursos, que querían contrastarse, sin embargo, repetían en esencia lo mismo, ocasionando la continuidad de la misma condenada, manteniendo, en el fondo, la misma enunciación de los saqueadores del país: Se requiere capitales extranjeros para invertir en el desarrollo del país. Cuando estos capitales llegaban al país, se llevaban todo y dejaban cementerios mineros, ahora han dejado huecos de hidrocarburíferos en la geología martirizada del país. 

Hubo una época donde, en un periodo de doce años, se dio la ilusión de la revolución nacional de 1952, que duró hasta 1964, cuándo el discurso de la nacionalización de las minas fue vinculada a la primera etapa de un proceso que debía encaminarse a la industrialización. Empero ésta nunca se dio. Se optó por una salida mafiosa al formar una “burguesía nacional”, que recibía parte del excedente de los recursos minerales. Obviamente, sin después invertir en la industrialización, mucho menos en las fundiciones tan necesarias para conformar la industria pesada. Recibieron los beneficios de la ganancia, sin antes haber creado las condiciones de producir esa ganancia. Se apoderaron mafiososamente del excedente del Estado. Esta es una práctica que ha venido repitiéndose a lo largo de dos siglos, por parte del conglomerado burgués y del gremio de la clase política. 

Con el gobierno de la UDP se pretendió el “entronque histórico”, una invención delirante de un partido oportunista, que se autodenominó de “izquierda revolucionaria”, empero, lo único que hizo es repetir de madera comediante lo que no hizo, que se realizó en el recuerdo, la revolución nacional de 1952. Llevando al país a la debacle de la hiperinflación. Con las gestiones de gobierno del MAS se vuelve a repetir el discurso de la nacionalización, empero, sólo se nacionalizan los hidrocarburos por un año, con el decreto ley “Héroes del Chaco”. Las demás nacionalizaciones decantadas no fueron otra cosa que compras de acciones. Al año del decreto ley “Héroes del Chaco” se desnacionalizan los hidrocarburos con los Contratos de Operaciones, dejando en el país a las empresas transnacionales, que supuestamente se habían nacionalizado. Esto ocurrió sólo en el imaginario de la propaganda y de la publicidad de la forma de gubernamental clientelar. Engañando de manera aviesa al pueblo. De lo que fue la revolución de 1952, se pasó a dos comedias, una abrupta e interrumpida, la de la, UDP, la otra durante un periodo mediano, la del MAS, pero altamente destructivo, no solamente de la economía nacional, sino también del tejido social, dejando al pueblo sin capacidad de lucha, al convertir a las organizaciones sociales en apócrifas, paralelas y corporaciones clientelares.

Esta gente ahora participa en las elecciones, usando un discurso altamente contrastado por la realidad, invistiéndose nuevamente de “revolucionarios de pacotilla”, levantando el nombre del caudillo, caído en desgracia, corresponsable de todo lo que ha ocurrido en estas dos últimas décadas. Esta gente se comporta de una manera extravagantemente cínica, imitando al cínico más grande de la forma de gubernamentalidad clientelar e ideólogo de este populismo del siglo XXI. Un gran cínico que cree que se trata de una lucha por los sentidos, que de lo que se trata es dar nombres y emitir discursos, buscando a hacer creer que ocurre lo que se dice, a pesar de que es evidente que la realidad va por otro lado.

El bloque de oposición se inviste de “salvadores de la patria”. Estos “salvadores de la patria” dicen que quieren salvarnos del Estado y salvarnos del “socialismo”. Cuando, como dijimos, el problema no es, en sí mismo, el Estado, además de que nunca hubo “socialismo”, salvo en la cabeza inculta y mal informada de los neoliberales. ¿Qué quieren hacer?, ¿cómo quieren salvar el país? Repitiendo lo mismo que ya se hizo en 1985, implantar políticas de shock, después, realizar el ajuste estructural, es decir, el programa de reducción de gastos, suspendido la inversión social, y proyecto de privatizaciones. Que en principio permitió el ingreso de más de 3000 millones de dólares porque se vendieron las empresas públicas a precios de gallina muerta y se entregaron los recursos naturales de manera onerosa. Sin embargo, después, la economía se cobró el costo de la entreguismo y del saqueo de Bolivia. Este costo es la crisis social. Estos “salvadores de la patria” olvidan que el contexto de 1985 es distinto al contexto del 2025. Una simple pregunta: ¿Qué van a privatizar? Si no hay nada que privatizar. El neopopulismo, que ha gobernado por dos décadas, no ha dejado empresa pública bien parada. Sólo hay elefantes blancos y empresas fantasmas que no funcionan. Los recursos naturales se han mantenido manos de las empresas transnacionales extractivistas. Los recursos mineros se han mantenido en manos de empresas privadas. Incluso, desde las políticas neoliberales de Gonzalo Sánchez de Lozada, que han incentivando el cooperativismo minero, entregando las reservas fiscales o los espacios mineros que fueron del Estado, el gobierno de Evo Morales Ayma lo único que ha hecho es extender esta política de promoción del extractivismo bárbaro, que incentiva el capitalismo salvaje de manera desmesurada. Ahora el gobierno de Luis Arce Catacora lo hace de madera demoledora.

En este contexto aparecen voceros y defensores de lo que ocurrió hace veinte años, también de lo que ocurrió hace cuarenta años. Los primeros hablan de “reconducir el proceso de cambio”. Olvidan que esta fue la apuesta del Pacto de la Unidad el 2010, cuando ya era evidente que había crisis del proceso de cambio. Sin embargo, cerraron los ojos prefirieron hacer una apología de la regresión, de la restauración y de la decadencia neopopulista. No permitieron la reconducción del proceso de cambio. Ahora, como si nada hubiera pasado, se pretenden defensores de un “proceso de cambio”, que nunca hubo. Hablan contra una señalada “derecha”, que se presenta amenazante en las elecciones del 2025. No tienen en cuenta para nada un autocrítica. No se dan cuenta que los culpables del fortalecimiento de la señalada “derecha” son precisamente los que gobernaron durante dos décadas, bajo un régimen clientelar y corrupto. No se puede defender lo que ha ocurrido. No se puede señalar a una “derecha” pretendiendo ser de “izquierda”, cuando no lo fueron ni no lo son. Pues efectivamente son la otra “derecha”, la “derecha” que ha gobernado durante dos décadas. Cuando la derecha derrocada era eso, una derecha que gobernó hace cuarenta años y fue derrocada.

Estas elecciones corresponden a una pugna entre dos “derechas”, una demagógica y la otra también, sólo que la demagogia viene en dos discursos distintos con dos pretensiones distintas. Una que se inviste de “revolucionaria”, sin mostrar donde esta la acción revolucionaria; solo se observan escandalosos comportamientos relativos a la economía política del chantaje. Otra que se inviste de opción “técnica”, cuando en realidad es como la otra, retórica y pretensiosa, ademas siendo ambas versiones políticas agentes encubiertos de las empresas transnacionales que saquearon y saquean el país.

No hay salida en las elecciones del 2025 para la crisis múltiple, desatada durante cuarenta años, veinte de los cuales corresponden al neoliberalismo y veinte de los cuales corresponde al neopopulismo. El pueblo no puede hacerse nuevamente ilusiones, por más desesperada que sea su situación. El pueblo también es responsable de todo lo que ha ocurrido en estas dos últimas décadas, por dejar hacer y dejar pasar, por dejar hacer a su antojo la efectuación de sus caprichos, a los jerarcas del partido oficialista, por dejar hacer y dejar pasar varios delitos políticos y varios crímenes constitucionales, que se cometieron, no solamente contra los bienes y propiedad de los bolivianos y las bolivianas, como dice la Constitución, que son los recursos naturales, sino también contra las naciones y pueblos indígenas, puesto que desde el 2010, desde el conflicto del TIPNIS, después, desde el conflicto de Mallku Khota, el gobierno de Evo Morales Ayma se convirtió, de manera patente, en un gobierno antiindígena, al servicio de los intereses foráneos de las transnacionales, además al servicio de los cárteles, que querían la ampliación de la frontera agrícola de la hoja de coca excedentaria.

¿Qué hacer? Esta es la pregunta. ¿Qué hacer en esta encrucijada? ¿Si se dice que no hay salida electoral, entonces, dónde está la salida? Esta es la gran pregunta. Es la gran pregunta después de dos siglos de República, la historia de un Estado subalterno, que se ha asentado sobre el modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente. La salida se encuentra en salir del modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente. ¿Pero como se lo hace? Otra pregunta: ¿El pueblo es consciente de lo que ha ocurrido durante dos siglos de República y de Estado nación fracasado? Si hubiera sido consciente se hubiera comportado de manera distinta a lo largo de estos dos siglos, en los momentos cruciales, que podemos llamar alternativamente, como de momentos constitutivos o de momentos desconstitutivos. ¿Entonces se trata de interpelar al pueblo y de llamarlo a la responsabilidad que le compete? No se puede encontrar el camino de salida si no hay voluntad. Ahora bien, no hay voluntad porque no se la tiene. Porque se ha preferido ser gobernados por impostores, por oportunistas, por demagogos, por agentes de las empresas transnacionales. Hay que salir del esquema perverso de estas prácticas de subordinación, de esta domesticación, de este servilismo político. Es menester la autocrítica colectiva de la sociedad y del pueblo, puesto que tiene sus responsabilidad en todo lo que ha ocurrido. Para que ocurra esto es menester toda una pedagogía política, la experiencia de una pedagogía política, que consiste principalmente en recuperar la memoria, además de recuperar la capacidad crítica. Todo esto equivale a reconocer, a reconocernos, a recurrir a la solidaridad entre nosotros. Los egoísmos no entran aquí.

En lo que respecta a comenzar a salir del laberinto, es menester deshacerse de todo el gremio de la clase política variopinta. ¡Qué se vayan a su casa! Ya nos han enseñado lo que no se debe hacer. Al respecto, no se necesita aquí un espíritu de venganza, como es costumbre en los que se rasgan las vestiduras, pero nunca realizan la autocrítica. Hay que comenzar de nuevo, desandar el camino, sin renunciar a la memoria y a la experiencia, sin renunciar a las ciencia y la tecnología al conocimiento del uso crítico de la razón.

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Fotografía: Pradaraul

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