Jorge Salazar García. 11/05/2025
Entre más se hunden los dirigentes de Morena en el descrédito mayor es su distanciamiento de la realidad. Tan profunda es su esquizofrenia que la mayoría parece convencida de estar respetando aquello de no traicionar, no robar ni mentir. Tal vez lo peor, además de engañar a millones de mexicanos, sea su felonía para con sus militantes. Pues en lugar de construir un partido realmente democrático, crearon un Frankenstein político conformado con restos pútridos provenientes de los partidos que AMLO calificó de mafiosos. Su pudrición se ha expandido en tiempo récord; mientras al PRI y PAN les llevó décadas corromperse hasta el tuétano, a Morena le bastaron menos de 10 años.
No sólo Morena, ningún partido político cumple con su obligación constitucional de promover la democracia; al contrario la socavan y en casos extremos la combaten. Sus estructuras orgánicas no funcionan, los militantes son ignorados en la toma de decisiones, las asambleas, si las hay, son burdas simulaciones controladas desde arriba. No hay debate ni análisis sobre nada que pudiese alterar el estatus quo establecido por las camarillas. Sus obligaciones establecidas en las leyes son sistemáticamente ignoradas, sin consecuencias.
Dirigentes criminales.
Suena fuerte el subtítulo, no obstante, si atendemos la definición legal de crimen, es de fácil probanza . Un crimen es aquella acción contraria a la Ley considerada socialmente nocivas, peligrosas o reprobables, realizada voluntariamente. Sólo para probar lo anterior, juzgue usted mismo si las siguientes obligaciones contenidas en el artículo 25 de la LGPP son o no cumplidas por los partidos: ajustarse a los principios del Estado democrático, respetar los procedimientos estatutarios en la postulación de candidatos, promover el funcionamiento regular de los órganos de gobierno, no aceptar apoyos y financiamientos prohibidos, aplicar el financiamiento a los fines destinados y asegurar la participación de sus bases en los órganos internos de dirección y espacios de toma de decisiones (asambleas).
Para empezar a los dirigencias no les importa los militantes de a pie, sobre todo si no se someten a sus dictados. Una vez pasada la asamblea donde son electos, excluye a los fundadores de la toma de decisiones. No los convocan a asambleas, no obstante tener esa derecho. Hacia el exterior su proceder es igual: bloquean todo intento ciudadano de auditar, fiscalizar, vigilar de manera autónoma la función pública o de exigir castigo a los perpetradores de crímenes. De ese modo faltan a su deber de promover la participación del pueblo en la vida democrática (LGPP*, art. 3). No obstante estar generalizado este desempeño criminal a ningún partido se sanciona cancelándole su registro tal como el inciso “c” del artículo 94 de la misma ley lo establece diciendo: “incumplir de manera grave y sistemática las obligaciones que le señala la normatividad electoral” es causa de pérdida del registro. Y si hay sanciones, generalmente son derivadas de ajustes de cuentas o acuerdos de mutua conveniencia.
De dictadura a simulación perfecta
Actualmente, ningún partido considera perfiles, capacidades, honradez al seleccionar candidatos; la moda son las rifas, tómbolas, sorteos, cónclaves y oscuras negociaciones cpulares. Desaparecieron las consultas reales, informes sustentados, asambleas deliberativas y el rendimiento transparente de cuentas convirtiendo a partidos y oficinas en lucrativas cuevas de Ali Babá. Naturalmente, este desbarajuste viene desde el priato, cuyo partido, presumiéndose revolucionario, instauró un Estado esencialmente antidemocrático poniéndolo al servicio de las oligarquías nacionales y extranjeras. Lo hizo tan bien que le valió el calificativo de “dictadura perfecta” pues asesinó, saqueó, estafó, reprimió sin que ningún presidente haya sido juzgado por ello. En el 2000, logró negociar el traspaso de la silla presidencial a su supuesta antítesis ideológica: al PAN (2000). A partir de entonces se profundizaron los privilegios al capital, las fuerzas armadas y al narcotráfico. En 2018, ante el evidente hartazgo de la población, ese amasiato entregó (previo acuerdo de impunidad) la presidencia al único partido que les garantizaba el control de la rabia popular y el buen funcionamiento de los negocios: Morena.
Después de 7 años de gobierno cuatroteísta, con priistas y panistas “morenizados”, puede afirmarse que sus operadores tienen garantizada su impunidad. Hoy gobiernan con alarde de simulación haciendo creer a los trabajadores que lo hacen para ellos. Sin menoscabar los avances en la recuperación de la rectoría del Estado son preocupantes los procesos de precarización laboral (70 % de la población vive de un empleo informal) y descomposición de nuestra incipiente democracia. No falta, en la 4T el humor negro: entre sus recursos retóricos preferentes es anteponer la palabra “pueblo” cuando de alabar a banqueros, militares, dirigencias y empresario se trata.
¿Qué sucedió en Morena?
En octubre de 2022 se dio a conocer una estadística sobre la composición de la militancia del partido de la regeneración: el 84% eran expriístas y 4% panistas. Esa tendencia ocasionó extraviara sus metas de ser movimiento, popular, anti-neoliberal y regenerador. Morena no ha logrado detener las injusticias, la corrupción, la impunidad y la depredación de lo público, simplemente porque así conviene y funciona un sistema dominado por mafias. Una vez alcanzado un puesto de gobierno, quienes los compraron o se humillaron para obtenerlo llegan a cobrar la factura sin importarles un pito sus responsabilidades formales (salvo raras excepciones). Generalmente, su papel es esperar indicaciones de quién les vendió o entregó su fuente de enriquecimiento y desvío de fondos.
El próximo 1 de junio, 5 millones seiscientos mil veracruzanos están convocados a votar por quienes les impusieron desde las cúpulas gubernamentales y partidistas. El votante saldrá a legitimar a quienes habrán de gobernar del 2026 al 2030 en los municipios. Más claramente: irá a convalidar a sus nuevos capataces y verdugos. Pero cuidado, según la termodinámica, todo proceso tiene su punto de inflexión. Surge, se desarrolla, se degrada y muere. Por lo menos la credibilidad de los partidos ya esta moribunda. Morena corre la misma suerte y ahora su hediondez infesta todos los rincones de México, a excepción de los territorios zapatistas de donde fueron expulsados.
Las presidentas
No es raro el servidor público o dirigente que presuma vida franciscana en sus camionetas blindadas mientras utiliza una retórica insostenible. Por ejemplo, en el pasado Consejo Nacional la dirigente nacional, Ma. Luisa Alcalde, leyó una lista de las acciones y conductas contrarias a los principios de Morena que, supuestamente son combatidas. Lo mismo citó la presidenta en su carta pidiendo no caer en lo que ya cayeron: sectarismo, pragmatismo, amiguismo, ostentación, deshonestidad, influyentismo y colusión con delincuentes. La presidenta Sheinbaum terminó convocando a conservar lo que muchos perdieron: congruencia, honradez y amor al pueblo. Es la misma demagogia populista del pasado. Ambas presidentas sólo ven pulcritud a su alrededor, y si acaso les señalan sus lastres, prometen, en el colmo del cinismo y la simulación, combatirlos ¡hasta el 2030! Son los casos de la antidemocracia interna, la reelección eterna, la simulación sempiterna, el nepotismo, la impunidad y los plurinominales.
Dado que el virus (leyes estructuras y agentes) neoliberal permanece casi intacto, el Estado alcanzará su punto de inflexión a partir de que se masifique y radicalice la protesta popular: o la reprime usando las fuerzas armadas o desmantela las reformas estructurales.
La salida intermedia sería un pacto nacional donde el pueblo realmente participara. El problema es que esos pactos llevan tiempo construirse e implican sacrificios de privilegios. Lamentablemente, la ambición de poder, la búsqueda de reconocimiento, los resentimientos, la codicia, la pérdida de ideales, el deseo de trascender o el autoengaño conveniente de cumplir un objetivo superior impiden que eso sea posible desde los partidos. Por lo tanto, la regeneración de México debe provenir de la gente sin partido conectada a los problemas que los políticos no ven o no quieren resolver.
El 10 de mayo, Claudia y Rocío felicitaban a las madres mientras ellas sólo exigían Justicia y Verdad. Bueno ahora hasta homenajes les rinden a oscuros personajes.
*Ley General de Partidos Políticos.