Por: Cristina Bazán. 03/02/2025
Cuando Carmen Tapia conoció el proyecto Mujeres campesinas liderando, impulsado por la organización Ayuda en Acción en Ecuador, quien tomaba las decisiones sobre la junta de agua potable familiar era su esposo. Sin embargo, años después, ella asumió las responsabilidades y llegó a convertirse en la primera presidenta de la junta de su municipio.
“Yo he cambiado bastante mi forma de pensar y ya vemos que las mujeres no somos una cosa para que nos estén mangoneando (ordenando) si no que podemos tomar decisiones y liderar”, señala esta lideresa en una entrevista con Efeminista.
Como ella, otras mujeres de varias localidades de la provincia de Azuay, la zona rural del país donde se ha puesto en marcha el proyecto de Ayuda en Acción, encabezan proyectos de gestión del agua y de empoderamiento económico que les permite contribuir a la lucha contra el cambio climático y el hambre en sus comunidades.
Las campesinas trabajan en la mejora de la gestión de los recursos hídricos para fortalecer el acceso al agua potable y del riego de las comunidades, con el objetivo de generar una producción sostenible y mejorar las capacidades de adaptación a los efectos del cambio climático.
Además, lideran sus propios negocios agrícolas y de crianza de animales que les permite liderar la lucha contra el hambre en sus comunidades.
El rol de las mujeres en temas ambientales y productivos
“Ellas viven en zonas de páramo, que están entre los 2.700 y 3.400 metros sobre el nivel del mar, donde el acceso a los recursos, especialmente para las mujeres campesinas, ha sido muy complicado. En ese sentido, el proyecto ha significado para ellas y para nosotros la oportunidad de poder abordar temáticas que han sido relegadas y marginadas, como el rol de las mujeres en los temas ambientales y productivos y en la generación de ingresos económicos”, explica a Efeminista Soledad Ortega, técnica responsable del proyecto.
Además, explica, les ha permitido “hacer cambios significativos en las vidas de las personas”, especialmente de las mujeres que los lideran en las comunidades, ya que les ha dado independencia económica, confianza y una forma nueva de ver la vida.
“Son las mujeres las que lideran los procesos, porque están más cercanas al agua por los temas productivos y valorizar ese rol en la gestión de recursos hídricos es muy importante”, señala Ortega.
Proyectos contra el cambio climático y el hambre
Tapia asegura que esta experiencia ha sido “un antes y un después” en su vida, pues en unos años pasó de conocer el trabajo por su esposo a liderar varias comunidades.
“Usted sabe que como mujer no lo ven tan bonito”, dice la lideresa, aunque destaca que hubo compañeros y compañeras que le apoyaron en su misión. Tiempo después también se convirtió también en la coordinadora de los consejos de juntas de agua de consumo humano, que agrupa a varias localidades.
Asegura que la capacitación es fundamental para ella y otras lideresas, ya que sin una formación como esta que reciben, las mujeres se mantienen “sumisas”.
“Tenemos un miedo a estar liderando algo, pues le damos más valor a nuestros compañeros”, reflexiona.
Agrega que gracias al programa, también han empezado a valorar los recursos hídricos. “El agua es fundamental para todo y las mujeres somos las que más la necesitamos. Nuestros compañeros van y trabajan, pero las que quedamos a cargo de la familia somos las mujeres, y acceder al agua es bien difícil en las zonas rurales”, explica.
Flora Márquez tiene un negocio de crianza y venta de cuyes en una zona andina de Ecuador. Foto: Ayuda en Acción.
La brecha de género en la inseguridad alimentaria
Según el Global Hunger Index 2024, el cambio climático ha intensificado aún más las dificultades para las mujeres de acceder a recursos alimenticios y agua.
“Las sequías, las inundaciones y otros fenómenos meteorológicos extremos obligan a muchas mujeres a recorrer mayores distancias para obtener agua o buscar alimentos, lo que incrementa su carga de trabajo y les deja menos tiempo para cuidar de su propia nutrición o la de sus familias”, señala señala Pilar Lara, del equipo de Incidencia de Ayuda en Acción y con trayectoria en trabajos con perspectiva de género.
“A su vez, las políticas agrícolas y financieras continúan ignorando las profundas desigualdades de género que subyacen en los sistemas alimentarios, perpetuando un ciclo de pobreza y malnutrición”, agrega.
Los estudios muestran que, en algunas regiones, la brecha de seguridad alimentaria entre hombres y mujeres puede llegar a ser de hasta un 19 %, siendo las mujeres las que se encuentran en una situación más propensa a padecer hambre.
Esta situación es aún más crítica en países afectados por conflictos, donde las mujeres que viven en pobreza, en áreas rurales, con empleos informales o que son refugiadas o migrantes, enfrentan riesgos adicionales y mayores barreras para acceder a alimentos.
La ecuatoriana Carmen Tapia lidera juntas de agua comunitarias. Foto: Ayuda en Acción.
Empoderamiento de las mujeres rurales en Ecuador
Una de las conclusiones del informe es que el hambre global no se resolverá sin abordar la desigualdad de género, por eso es vital que los países incorporen la perspectiva de género en las políticas alimentarias.
Además, que se invierta en proyectos que permitan a las mujeres desarrollarse económica y socialmente. Como es el caso de Flora Márquez, quien tiene en Ecuador un negocio de crianza y venta de cuyes, animales que son parte de la comida típica andina.
Ella también es parte de Mujeres campesinas liderando, y gracias al programa pasó de la venta de 50 animales a unos 500, y también empezó un proceso de exportación. Además, ha podido dar trabajo a otras mujeres de su comunidad.
“Antes las mujeres dependíamos mucho de los hombres en lo relacionado a la economía. También en las decisiones, pensábamos que el hombre tenía que decidir. Ahora con lo que nos hemos capacitado nuestra vida ha cambiado, ya no es lo mismo”, resalta.
Márquez dice que las mujeres de las comunidades han ido “ganando terreno” en el liderazgo económico y social.
“Las mujeres no estaban en las asambleas ni en las tomas de decisiones. Ahora estamos presentes. Antes teníamos que pedir dinero para cubrir nuestras necesidades y ahora no”, recuerda.
Carmen Tapia coincide con ella y agrega que el mayor cambio que ha visto en el transcurso de estos años y el desarrollo del proyecto es “la libertad” de pensamiento que ahora tienen las mujeres. “Y tenemos que transmitir esa forma de pensar a nuestras hijas y a otras mujeres que aún piensan que es suficiente que las niñas sepan leer y escribir cuando somos libres de pensar y actuar”, concluye.
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Fotografía: Efeminista. Carmen Tapia (d) y Flora Márquez, lideresas que forman parte del proyecto “Mujeres campesinas liderando”. Cortesía: Ayuda en Acción.