Por: Juan Martín López Calva @m_lopezcalva. 04/02/2024
[…] Cada vez que nos dan clases de amnesia/ como si nunca hubieran existido los
combustibles ojos del alma/ o los labios de la pena huérfana/ cada vez que nos dan clases
de amnesia/ y nos conminan a borrar la ebriedad del sufrimiento/ me convenzo de que mi
región no es la farándula de otros/ en mi región hay calvarios de ausencia muñones de
porvenir / arrabales de duelo […]
Mario Benedetti. El olvido está lleno de memorias.
Poseemos las ideas que nos poseen.
Edgar Morin. El método IV. Las ideas.
Le he dado muchas vueltas a la pertinencia de escribir sobre este tema. Lo último que quiero es abonar a la polarización que está carcomiendo el tejido social en nuestro país y que diariamente es alentada desde muchos frentes, empezando por el monólogo que tiene el presidente cada mañana y pasando por las redes sociales y los medios hasta llegar incluso a la mesa donde muchas familias o grupos de amigos se dividen por divergencias ideológicas y partidistas.
Sin embargo, he llegado a la conclusión de que es el momento de compartir mi perplejidad, mis dudas y mi asombro frente a una gran cantidad de personas cercanas y lejanas, queridas o conocidas sólo a través de los medios, admiradas todas, respetadas todas por su congruencia existencial y que sin embargo, desde mi punto de vista sorprendido, sin duda también poseído por las ideas que poseo, han renunciado a su pensamiento crítico y a su autovigilancia ética para apoyar un movimiento partidista, un grupo de poder, una idea abstracta -un bien abstracto que muchas veces es peor que el mal, según decía Camus- acerca de una transformación histórica, de un cambio de régimen que está más en una narrativa poderosa y bien posicionada y en la mente de aquéllos que la crean y de los que la creen, que en la realidad dolorosa que hoy vive nuestra patria.
Antes de seguir y previniendo las respuestas automáticas que marca el decálogo del buen amloísta que indican que todo aquél que cuestione cualquier idea o acción de gobierno por errónea o corrupta que sea es un conservador, neoliberal, derechista, etc. quiero dejar muy claro que no soy anti-AMLO y crítico de este gobierno porque sea de izquierda, sino todo lo contrario: porque no lo es.
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No lo es en mi caso. Yo creo firmemente que el país necesita probar un gobierno que realmente sea de izquierda democrática, un gobierno inspirado en las socialdemocracias europeas que fortalezca las instituciones del Estado en lugar de debilitarlas o aniquilarlas como ha hecho el actual, que por ejemplo, construya un nuevo sistema educativo que sea realmente equitativo y de calidad, fortaleciendo las escuelas y universidades públicas y las escuelas normales donde se forman los futuros maestros, en lugar de reducirles cada vez más el presupuesto y tener a la educación como última prioridad. Lo mismo pienso del sistema de salud pública que en lugar de fortalecerse ha dejado en el desamparo total a millones de personas y familias en todo el territorio nacional.
Mi postura anti-AMLO tiene además el ingrediente de que este personaje megalómano que responde totalmente al perfil del viejo priista autoritario y populista, fue poco a poco desarticulando y subordinando a la de por sí débil y dividida izquierda que había en el país y que aunque venía del viejo partido comunista con ideas radicales y autoritarias, se había ido transformando hacia visiones más democráticas que abanderaban causas justas y urgentes para tener una sociedad más igualitaria y menos estratificada.
Una vez aclarada mi posición, procedo a plantear estas ideas que parten del asombro y de mi confusión sincera acerca de los mecanismos que llevaron a tanta gente que admiro y a mucha que realmente estimo a traicionar sus propias causas, defendidas y trabajadas activamente por décadas, para apoyar a un gobierno que es un espejo de aquellos contra los que lucharon desde su juventud.
Porque de muchos de estos personajes y de estas personas cercanas aprendí a desarrollar una postura en pro del medio ambiente, conocí lo que es el desarrollo sustentable y empecé a leer y a creer en esta causa. Pero ante este gobierno que ha destruido como ninguno en la historia reciente el medio ambiente rompiendo los equilibrios naturales y atentando contra los ecosistemas en toda la zona del sureste con los proyectos del tren Maya o con el programa Sembrando vida o el combate a las energías limpias han callado y aún defendido estos proyectos. Tal vez su causa no era el medio ambiente, su causa era AMLO.
Porque esos grandes grupos de personas y personajes ilustrados, muchos de ellos con maestrías o doctorados en sus áreas, que defendían la causa de la igualdad de género y apoyaban los movimientos feministas han apoyado ahora a un gobierno que descalifica, denigra y combate a los grupos feministas. Tal vez su causa no era el feminismo, su causa era AMLO.
Estas personalidades influyentes en diferentes ámbitos de la vida social, académica, empresarial, de la sociedad civil que se pronunciaban contra la guerra contra el narco de Calderón y la militarización del combate a la delincuencia organizada, apoyan ahora ciegamente a un gobierno que le ha dado gran parte del poder, del presupuesto nacional y de las actividades que no les corresponden, al ejército y a la marina, además de que el país está cada vez más a merced de la delincuencia organizada. Tal vez su causa no era la desmilitarización, su causa era AMLO.
Con todos ellos compartí -de cerca o a distancia- la crítica y el combate a un sistema electoral controlado por el gobierno. A ese sistema que hizo que en la elección del 1982 hubiera un solo candidato a la presidencia y que el extrañado Jorge Ibargüengoitia escribiera: el domingo hay elecciones. ¡Qué emoción! ¿Quién ganará? Esa fue la primera elección presidencial en la que voté y la recuerdo bien. Pues esta gente me dio ejemplo generando asociaciones civiles, exigiendo democracia, participando como consejeros locales o algunos federales del INE y hoy defienden a un gobierno que ataca sistemáticamente a este órgano independiente y se ha ido apoderando de él al menos en parte. Tal vez su causa no era la democratización del país, su causa era AMLO.
Con ellos y ellas también compartí la indignación por un régimen presidencialista de corte absolutista, del gobierno de un solo hombre, de la presidencia imperial como la llamó Krauze. Esos tiempos en los que una ocurrencia de un presidente se convertía en una orden para sus subordinados y era incuestionable. Los tiempos de: “¿Qué hora es? La que usted diga, señor presidente”. Pues ellos ahora apoyan a un presidente que ningunea a su gabinete, que quiere subordinación absoluta del legislativo y está avanzando también en subordinar al poder judicial. Tal vez su causa no era un gobierno auténticamente acorde a la constituación, tal vez su causa era AMLO.
También compartí con estas personas y personajes, recibiendo su testimonio comprometido en la crítica y la lucha contra la corrupción y su crítica feroz contra los gobiernos anteriores, porque en todos ha habido escándalos de corrupción inaceptables. Sin embargo hoy, ante el enriquecimiento inexplicable de los hijos del presidente y de muchos funcionarios de su gobierno -presumiblemente con su autorización e incluso también para su propio beneficio- “callan como momias”, como dice el mismo presidente y repiten sus feligreses. Tal vez su causa no era el combate a la corrupción, tal vez su causa era AMLO.
Ya me extendí demasiado y no he hablado de educación. Creo que el reto educativo es enorme. Generar las habilidades y la autocrítica necesaria para no dejarnos poseer por las ideas que nos poseen, promover la autovigilancia ética y la reflexión continua sobre el primer saber que señala Morin como básico para la educación del futuro: el de conocer las cegueras y la ilusión del conocimiento.
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Fotografía: La dobe