Por: Guilherme Cruz. IBEROAMÉRICA SOCIAL. 28/04/2020
Entrevista con Marcia Paradiso.
En muchas esferas de la vida de las mujeres latinoamericanas , la libertad se encuentra en la encrucijada dentro de las diferentes formas de control, silenciamiento y violencia. Observar la vida cotidiana es enfrentar numerosas privaciones. Sin embargo, en su fundamento de resistencia e invención, se recrean territorios y discursos, reorganizando nuevas historias para ser contadas a su manera. Parte de esta invención es su propia materia, fuente y duración de sus luchas diarias. Es la poética de la mano, del día a día, de la calle, de la casa, del trabajo, del amor, se convierten en mecanismos de esta revolución íntima y, al mismo tiempo, colectiva y asociativa.
Lunas Cautivas (2011) lee este contexto, tomando como escenario la porción extrapolada de control: la prisión femenina. Una unidad que controla la multiplicidad de madres, trabajadoras, extranjeras, novias, hermanas, etc. Las vidas están entrelazadas en una prisión, sin embargo, son estas mujeres como protagonistas las que eligen la poesía como un medio para contrastar sus historias.
La intimidad de la directora Marcia Paradiso, para el taller de poesía de María Medrano y Claudia Prado, trae un documental humanizante y transformador. En esta entrevista, para Iberoamérica Social , el director habla sobre el proceso de construcción y reconocimiento del tema, reflexiona sobre las aproximaciones estéticas entre palabra e imagen, sobre identidad y el papel de la justicia en la vida de las mujeres.
Me pareció muy sensible el no representar el estereotipo de prisión. ¿En que contribuyó esa elección para el tema de las mujeres presas?
Marcia Paradiso (MP): La idea de no representar ese estereotipo que desvaloriza de las personas en prisión, representando una imagen violenta o exponiendo de un modo morboso sus historias de vida, fue una premisa desde un primer momento. Justamente estaba leyendo un libro sobre el uso del lenguaje en los medios de comunicación, sobre la pobreza lingüística, la degradación de la palabra, cuando hallé la noticia del taller de poesía en una unidad penitenciaria. Me pareció una de esas paradojas fabulosas, en el lugar aparentemente privilegiado de trabajo con el lenguaje, como podrían y deberían ser los medios masivos de comunicación, tanta desvalorización, y por lo contrario, en ese espacio tan estigmatizado y devaluado como una prisión, un trabajo tan magnífico.
Y en consecuencia, al conocer en persona al taller, al tomar contacto directo con las protagonistas, esa idea fue creciendo, ese descubrir un grupo de mujeres solidarias, para nada violentas, como son frecuentemente representadas por ese estereotipo.
Al avanzar el trabajo de investigación en el taller, al que asistí durante dos años, todos los lunes, pude reconocer que por ejemplo la «cultura tumbera» era una de las subculturas presentes, no necesariamente la única ni la más extendida. A veces resultaba hasta un mecanismo de defensa, una suerte de escudo donde esconder la debilidad de sentirse tan avasalladas.
¿Recuerdas el nombre del libro que citas?
MP: El libro era un ensayo de la poeta Ivonne Bordelois, «La palabra amenazada».
La palabra es importante en todo documental, ¿cuál la «función» estética de la palabra en la película?
MP: Yo sentí, percibí, un modo especial de cruzar la realidad, que se lograba a través de la palabra poética. Y esta realidad documental, ese «habla poético», que no se contrastaba con el «habla coloquial», porque tenía también profundidad, más de un sentido, riqueza, valor.
Entonces, pese al riesgo de «saturar» de poesía a un espectador no especializado, creí que el modo de dialogar era ese, sobre todo de dialogar con la realidad.
¿Cómo conoció el proyecto y cuáles fueron los procedimientos legales?
MP: Al taller lo conocí personalmente en una salida cultural que realizaron a fines del 2010, en el Centro Cultural Ricardo Rojas, dependiente de la UBA (Universidad de Buenos Aires) Era una tarde de diciembre del 2010, ellas exponían sus trabajos fotográficos y leían sus poesías en una pequeña sala del complejo , rodeadas de agentes del servicio penitenciario que las custodiaban. Esa tarde quedé impactada, y al salir a la calle, vi estacionada la combi del sistema penitenciario, atardecía en Buenos Aires y ellas iban a ser trasladadas nuevamente a la prisión, habían sido esas tres horitas de libertad. Entonces sentí que era necesario conocer cómo se había logrado construir un mundo tan artísticamente valioso, pero desde adentro, participando y registrando la «cocina» de ese taller.
En cuanto a los aspectos legales fue un trámite complejo, la primer autorización que pedí, obviamente, era a las propias protagonistas, luego a su juez y en paralelo al sistema penitenciario federal. Las autorizaciones tardaron bastante y los permisos fueron muy restringidos, tanto en tiempo como en espacio donde filmar. Estas restricciones terminaron siendo un aliciente a optimizar el tiempo, a ponernos todas las pilas y la energía para aprovechar al máximo el poco permiso y poder desafiar al sistema, de algún modo.
Con esta experiencia, ¿cuál tu visión de la justicia?
MP: Respecto del sistema judicial encontré una gran asimetría. La inmensa mayoría de las mujeres encarceladas son mujeres pobres, jóvenes, muchas veces con muchos hijos a su cargo. La justicia no considera estas particularidades, peor aún, aún existiendo la posibilidad de la figura del «arresto domiciliario» por motivos familiares , los jueces muy pocas veces lo otorgan. Si pensamos en el caso de Lidia, teniendo 5 hijos menores a su cargo, estuve presa durante 3 años, embarazada y con su beba. Parece un sin sentido, pero está conviviendo en una cárcel una criatura, para no otorgarle prisión domiciliaria a su madre, aún en causas penales con una pena efectiva mínima y siendo presas primarias, es decir, mujeres que han sido condenadas por primera vez, o están detenidas sin sentencia firme, ni aún juzgadas, esperando su juicio. Mucha arbitrariedad.
¿Cuál es el poder de la poesía en la comprensión y construcción de la realidad? Bajo tu mirada, ¿cuál la potencia de cambio de la poesía?
MP: La poesía permite repensar el mundo y también la propia historia.
A su vez permite decir con sutileza, al tiempo en que la lectura de poesía ayuda a indagar en lo dicho, en el valor de la palabra.
Sin dudas la palabra es liberadora.
¿Cuál es la importancia de colectivos como Yo No Fui?
MP: Los colectivos de artistas que brindan talleres en espacios de encierro traen una mirada abierta, una lógica opuesta a la del sistema penitenciario. Las internas sienten que son reconocidas y valoradas y esto les permite hallar un «espacio de libertad en el encierro».
¿Hay otros ejemplos de colectivos o actividades (lenguajes artísticos) que en tu visión tendrían la misma fuerza y podrían ser utilizadas en este contexto de la carcel? (Con la misma mirada del «espacio de libertad en el encierro»)
MP: Conocí muchas otras experiencias, desde el mismo taller de Fotografía, Luz en la Piel, que coordina Alejandra Marín, en la misma Unidad 31, como un trabajo taller de cine en la Unidad 3 del que participan Florencia Santucho, como otro taller de poesía, a cargo de Cristina Domenech en el CUSAM, un centro universitario en la Unidad N| 46 de José León Suárez, dependiente del la Universidad de San Martín. Existen muchas más experiencias, todas muy transformadoras y movilizantes.
¿Que supone este documental en su filmografía?
MP: Este documental fue mi primer largometraje, hasta Lunas Cautivas había realizado varios cortometrajes, principalmente por problemas de financiamiento. La posibilidad de contar con apoyo del INCAA fue fundamental, a la par del compromiso de todo el equipo que participó. No era nada fácil filmar en una cárcel, ni tampoco trabajar en un documental de bajo presupuesto. Todos pusimos mucho el hombro en el proyecto.
¿Usted participó del taller? (Dando una clase o alguna cosa parecida)
MP: Durante los dos años en que asistí a la Unidad 31 de Ezeiza, me incorporé al taller como integrante, escribiendo, inicialmente hice un trabajo de «observación participante». Esa primer vivencia me permitió tanto la investigación como la escritura del guión. Y en cuanto a si coordiné alguna reunión del taller, muy ocasionalmente, en alguna oportunidad sucedió, pero excepcionalmente.
¿Llegaste a seguir la historia de estas mujeres después de la película?
MP: Con las protagonistas tuvimos un vínculo muy fuerte, ellas se comprometieron mucho, no sólo en el rodaje, también en la difusión del documental. Viajamos a varios festivales, a medida que iban alcanzando su libertad, fuimos visitando Montevideo, Mar del Plata,y otros festivales, universidades y espacios de encierro.
Todas ellas ya están en libertad, con muchos proyectos personales y colectivos. Hasta con Majo, que viajó a Alicante, nos hemos contactado por teléfono, saludos de cumpleaños, un lazo muy fuerte con todas.
¿Cuál es el papel y contribución de la película documental para la comprensión de una identidad latinoamericana?
MP: Cuando conocí el penal, observé que había una población de muchas chicas de Latinoamérica, y que las realidades locales eran en algún punto similares. La mayoría había vivido situaciones cercanas de exclusión y problemáticas sociales comunes. Y si bien había diferente encuadre penal y penitenciario en diferentes países, el núcleo duro de pobreza y exclusión eran muy cercanas. Lamentablemente ese momento de conocerse y de compartir sus experiencias era esa, detrás de los muros.
Sin embargo, creo que la solidaridad y la posibilidad de repensarse era un hecho compartido. Creo que la gran mayoría habían comprendido que eran un eslabón , el más débil, de un negocio delictivo y que su vulnerabilidad social era su talón de Aquiles. Me maravillaron los lazos solidarios que tendían, cómo amadrinaban a los hijos de las chicas detenidas, que nacían en prisión, a miles de kilómetros de sus familias y sus patrias.
Lunas cautivas – Historias de poetas presas creo que tiene ese espíritu latinoamericanista, como imagen de identidad y valoración de los que somos, la propia lengua española, la riqueza lingüística como herramienta de transformación.
Y la receptividad que tienen las historias creo que habla desde un lugar que está muy acallado, y en este caso, lo que se dice, es una palabra valiosa y liberadora.
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Fotografía: IBEROAMÉRICA SOCIAL.