Por: Democracia abierta. 29/01/2021
América Central, México y EE.UU. no pueden seguir ignorando los problemas que empujan a miles de centroamericanos a formar caravanas para intentar migrar.
La violencia vivida por miles de migrantes en Guatemala en los últimos días saca otra vez a la luz lo que los países de América Central, México y los Estados Unidos han estado ignorando por años: Las caravanas son una nueva realidad de la crisis migratoria del siglo XXI y, tarde o temprano, tendrán que hacer frente al problema.
Desde el domingo 17 de enero, las fuerzas de seguridad de Guatemala vienen redoblando sus esfuerzos para bloquear a una caravana de migrantes proveniente de Honduras formada por unas 9,000 mil personas que salieron de Honduras el 13 de enero con destino a los Estados Unidos. Frente a la llegada de la caravana, México también reforzó su frontera con Guatemala.
La violencia resultante del choque entre los agentes estatales y migrantes llenó los titulares de todo el continente americano, forzándonos a mirar la crisis a los ojos.
El reciente episodio también expone la fragilidad de los acuerdos entre Honduras, Guatemala y México para controlar el tránsito de migrantes camino a los Estados Unidos, firmados bajo considerable presión del saliente presidente Donald Trump.
¿Qué son las caravanas de migrantes?
Aunque la migración centroamericana a los Estados Unidos se remonta a la década de 1970, cuando estallaron guerras civiles y revoluciones en varios países de la región, su flujo prácticamente se ha duplicado en los últimos 15 años, aumentando de 2,6 millones de personas a 4,2 millones.
La tendencia migratoria en el Triángulo Norte ha sido impulsada por olas de fuerte violencia e inseguridad asociadas a redes de crimen organizado, pandillas y tráfico de drogas en la región. A partir del 2009, nuevas olas migratorias surgen, además, debido a las recesiones económicas resultantes de la crisis financiera global de 2008, que también hizo aumentar la violencia en América Central.
Se estima que las olas migratorias desde América Central se intensifiquen este año, después de que la región se viera devastada por dos huracanes seguidos en el cuarto trimestre de 2020, además de la pandemia de Covid-19.
A partir del 2018, grupos de personas empezaron a reunirse en caravanas para cruzar toda América Central y México de camino a los Estados Unidos. Esa modalidad de viajar en grupo ofrece seguridad y visibilidad a los migrantes en la azarosa ruta, donde muchos han desaparecido o han sido secuestrados. Las caravanas también son una forma de evadir el alto precio de contratar a coyotes para ayudar durante el viaje y en el paso a la frontera de los Estados Unidos.
Respuesta de Guatemala y México
“El gobierno de Guatemala lamenta la transgresión a la soberanía nacional”, dijo el presidente Alejandro Giammattei en un comunicado sobre la reciente caravana, y pidió a las autoridades hondureñas que contengan la salida masiva de sus habitantes.
Como era esperado, el gobierno Trump se centró en un enfoque de disuasión de la migración, en lugar de abordar las causas del creciente fenómeno
El gobierno mexicano se ha posicionado en línea con el gobierno guatemalteco, elogiando la iniciativa del país de disolver la caravana. “El gobierno de México reconoce la destacada labor del gobierno de Guatemala, que ha actuado de manera firme y responsable en la atención integral de los contingentes de migrantes que vulneraron su soberanía”, sostuvo la Secretaria de Relaciones Exteriores de México en un comunicado.
En América Central, candidatos populistas han aprovechado la ola anti-establishment popularizada por Donald Trump para llegar al poder, lo que ha conferido a Estados Unidos una fuerte influencia en la región para hacer avanzar su agenda anti-migratoria.
Presión y amenaza de Estados Unidos
Durante su mandato, el presidente Trump endureció las políticas de inmigración del país para hacer frente a lo que él llamó un sistema de inmigración fuera de control, simbolizado fuertemente por las caravanas de migrantes que alcanzan la frontera entre México y los Estados Unidos, y que constituyen una amenaza a la seguridad del país del norte, según su opinión.
Como era esperado, el gobierno Trump se centró en un enfoque de disuasión de la migración, en lugar de abordar las causas del creciente fenómeno. Durante su administración, el presidente saliente ejerció una presión considerable sobre los gobiernos de América Central y México para interrumpir las movilizaciones masivas de migrantes antes de que llegaran a la frontera sur de los Estados Unidos, congelando ayuda financiera y amenazando con imponer aranceles.
Sus esfuerzos incluyeron amenazar a México para que firmara un acuerdo de migración y obligar a los países centroamericanos a comprometerse con los llamados Acuerdos de Cooperación en materia de Asilo (ACA), que exigen que ciertos solicitantes de asilo soliciten previamente protección en esos países y no a su llegada a los Estados Unidos.
El gobierno también insistió en deportar a migrantes de los centros de detención de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en medio de la pandemia de la Covid-19, provocando un fuerte impacto en países mal equipados para hacer frente a una crisis de salud pública a gran escala.
La crisis migratoria pone en manifiesto los fracasos de las políticas de austeridad tras la crisis financiera provocada por el ultra-neoliberalismo
Estados Unidos también continuó implementando, en plena pandemia, el plan “Quédate en México”, promulgado por el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) en enero de 2019, que permite que el país regrese solicitantes de asilo a México para esperar su audiencia, aumentando las posibilidades de que estas comunidades vulnerables sean víctimas de aún más violencia y contagio en ciudades fronterizas.
¿Biden: nueva era para la migración?
No es coincidencia que esta caravana se haya organizado en enero de 2021, a solo unos días de la inauguración de Joe Biden. El nuevo presidente de Estados Unidos ha prometido reformar la política migratoria de Trump y facilitar el proceso para solicitantes de asilo y otros migrantes.
Sin embargo, Biden ha indicado que el gobierno entrante no tiene intenciones de hacer cambios de momento a las políticas existentes en la frontera con México. “La situación en la frontera no se va a transformar de la noche a la mañana”, dijo un funcionario de transición del gobierno entrante.
Biden dijo que planea pedir al Congreso en su primer día de gobierno una amplia revisión de las leyes de inmigración, cambios que incluirían la posibilidad de ciudadanía para 11 millones de inmigrantes que actualmente se encuentran en los Estados Unidos de manera ilegal, además de ayuda para las economías centroamericanas y planes para ayudar a las personas que huyen de la violencia.
La crisis migratoria ha marcado gran parte de la agenda mundial post-2008, poniendo en manifiesto los fracasos de las políticas de austeridad que se implementaron tras la crisis financiera provocada por el ultra-neoliberalismo. Las consecuencias se siguen haciendo evidentes, más de una década después. Los crecientes movimientos de la derecha radical en los últimos años muestran que los países no están haciendo lo suficiente para hacer frente a la raíz del problema: desigualdad extrema, precariedad absoluta, pobreza, desempleo y violencia estructural; unos problemas que sólo seguirán aumentando como una bola de nieve si no cambian de estrategia y se afrontan con determinación.
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Fotografia: Open democracy