Por: ALASTAIR CROOKE. 10/06/2022
«La guerra en Ucrania se está desarrollado de una manera no prevista por gobernantes y militares occidentales. Las fuerzas ucranianas parecen destrozadas y agotadas. Los suministros y los refuerzos no están llegando a las tropas – por falta de capacidad de los mandos, o por corrupción-, y este ejército entrenado por la OTAN ahora es incapaz de moverse«
En círculos diplomáticos a los menos se están haciendo dos interrogantes: ¿Estamos asistiendo a un punto de inflexión en el conflicto en Ucrania? ¿Qué significa que legisladores estadounidenses afirmen que se trata de una «guerra» de EEUU contra Rusia?
No está claro lo que significa esto último, pero a primera vista suena como el inicio de una narrativa para una posible escalada militar. Pero, ¿es aún factible una escalada militar en Europa?
Tal vez sea demasiado pronto para afirmar que se ha producido un punto de «inflexión estratégica”, pero lo que sí parece estar ocurriendo es que la agenda pensada por occidente se ha desajustado y el conflicto está produciendo una realidad ineludible.
Al principio de las operaciones rusas, Biden no sólo autorizó un gasto de emergencia, también, apostó por desplegar sobre el terreno a instructores militares estadounidenses para proporcionar inteligencia y orientación táctica al ejército ucraniano con el objetivo de arrasar con las fuerzas rusas. Durante esos días, los ucranianos lo sabían todo o casi todo: cada movimiento en el despliegue operativo ruso era conocido inmediatamente por el mando de los enemigos de Rusia.
Junto al despliegue de estos expertos militares, los medios de comunicación occidentales se apresuraron en anunciar una “inminente victoria ucraniana» basada en supuestos «éxitos espectaculares en el campo de batalla» y en la «sorprendente incompetencia» del ejército ruso.
Hoy esta probado que estos juicios – de EEUU y el Reino- Unido eran demasiado precipitados. Estaban equivocados o era parte de la propaganda de guerra. Occidente no entendió ni fue capaz de reconocer la estrategia del ejercito ruso que ha desplegado una campaña de maniobras lenta, suave pero firme y constante. Sencillamente, en Washington se dijo: » así no hacemos las cosas en Occidente».
Sin embargo, es casi seguro que gran parte de esta ilusión de triunfo rápido reflejaba una confianza acrítica de las fuentes provenientes de Ucrania. Después que la OTAN realizara una enorme inversión de ocho años en el entrenamiento y equipamiento de un cuarto de millón de soldados ucranianos, las elites militares de Estados Unidos y Europa quisieron creer que sus “alumnos ucranianos” se impondrían fácilmente a unos “pocos” 140 mil rusos.
El deseo de borrar la humillación del programa de entrenamiento de veinte años de la OTAN en Afganistán (que se deshizo en once días con una derrota histórica) contribuyó con toda seguridad a esta retórica occidental: «Al fin una Vindicación».
En los últimos días, el Secretario de Defensa de EEUU, Lloyd Austin, llamó al ministro de Defensa ruso, General Shoigu, (la primera llamada, desde el inicio de las operaciones, que Shoigu ha aceptado recibir). Austin pidió con soberbia un alto el fuego inmediato. Sin embargo, Shoigu declinó la petición.
Más o menos en el mismo momento, el canciller alemán Scholz llamó al presidente Putin (y mantuvo una larga discusión). Scholz también quería un alto el fuego, pero se centró en un acuerdo algún que permitiera salir a los neofascistas asediados en los túneles subterráneos de Avozstal.
Los esfuerzos occidentales por conseguir la liberación de los neofascistas -cuya rendición refleja sin paliativos un importante triunfo de Rusia- han estado en la primera línea de las iniciativas de la última semana.
Hay que agregar que Scholz también expresó sus esperanzas de una solución diplomática a la cuestión de Ucrania, pero Putin no cedió más de lo que lo hizo Shoigu. (Además, Scholz incorporo el tema de una próxima emergencia alimentaria mundial).
Europa se ha visto acorralada en sus iniciativas políticas. La réplica de Putin a la petición de Europa es obvia: persuadan a Zelensky. Sin embargo, hasta el momento, Europa se ha empeñado en dar a Zelensky la potestad para determinar los términos del alto el fuego; Zelensky, por su parte, ha afirmado que no cederá nada a Rusia y que hablará con Putin sólo si no hay un marco acordado de antemano.
Ahora el hecho relevante es que hay dos líderes occidentales demandando un cese de la acción militar.
En realidad, la guerra en Ucrania se está desarrollado de una manera no prevista por gobernantes y militares occidentales. Las fuerzas ucranianas parecen destrozadas y agotadas. Los suministros y los refuerzos no están llegando a las tropas – por falta de capacidad de los mandos, o por corrupción-, y este ejército entrenado por la OTAN ahora es incapaz de moverse, o de desplegarse más allá de posiciones defensivas fijas en las líneas de Slovyansk-Severodonetsk-Donetsk. Y … estas líneas parecen vulnerables y pueden tener cercano su colapso.
Ante el inequívoco fracaso de la ayuda para rescatar a las fuerzas ucranianas de una destrucción segura, el gobierno de Biden y el aparato mediático está girando en su narrativa.
El New York Times se ha visto obligado a reconocer que las fuerzas rusas han avanzado hasta la frontera de Donetsk y Lugansk, y que lo más probable es que “Rusia pueda controlar totalmente el Donbass”.
El Washington Post, por su parte, informa:»El presidente Biden ha decidido mirar hacia Asia después que la guerra de Ucrania ha fortalecido la unión de Occidente. La guerra ha producido una férrea decisión de Europa que ahora está dispuesta a enfrentarse con Rusia y expandir de la OTAN».
Y, no menos importante, David Ignatius, un vocero del Estado profundo de Washington, acaba de declarar: «Al final el mundo acabará celebrando una victoria de Ucrania y la expulsión del último invasor ruso. Pero, para lograr ese triunfo podrían faltar años, incluso décadas. No vamos a ver la firma de un tratado de paz a corto plazo. Durante mucho tiempo es probable que Ucrania sea un país parcialmente dividido. Por ahora, el objetivo de Ucrania y sus aliados de la OTAN debería ser contener la ofensiva rusa en el sureste de Ucrania, hacer retroceder a las fuerzas de Putin hasta donde sea posible, y hacer que esta guerra sea demasiado dolorosa para que Rusia la continúe indefinidamente».
La teleconferencia de Scholtz también sugiere que la UE está despertando a una despiadada realidad: los plazos de las sanciones la han colocado contra la pared. En lugar de desencadenar, como pensaban, un colapso instantáneo de la economía rusa, ésta va bien, va bastante bien, y esto, a pesar de las sanciones.
Por otro lado, todo indica que los planes de la UE para terminar con el abastecimiento del petróleo ruso ha fracasado. Y en lugar de una victoria rápida (como pronosticaban los expertos occidentales) la Unión Europea se enfrenta al largo desgaste de su economía; con inflación, crisis energética y alimentaria.
Cuando Biden habla de girar «hacia Asia», pareciera que está «entendiendo la realidad de los combates en Ucrania». De hecho, el apresuramiento por aprobar el paquete de 40 mil millones de dólares puede representar un premio de consolación (fondo para sobornos) para el Complejo Industrial Militar y para ciertos aliados que necesitan ser recompensados.
Entonces, ahora la pregunta del millón es: ¿Qué hará Washington para mantener su unipolarismo?
Polonia puede entrar en el conflicto
Una escalada mediante la ocupación por parte de Polonia de sus «tierras históricas» en Ucrania (la Galitzia ucraniana), podría utilizarse para justificar una guerra que los estadounidenses no quieren, pero que “no pueden detener fácilmente”. Para los entendidos una intervención bélica de Polonia complacería a las corrientes neocon en los EEUU y del Reino Unido.
Pero, cualquier tipo de conflicto que implique a rusos y polacos obligaría a una reunión extraordinaria del consejo de la OTAN para aplicar el artículo V de su Tratado fundacional, un famoso artículo que prevé el apoyo de todos los miembros de la OTAN en caso que uno de sus países (en este caso Polonia) sea atacado.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que ese apoyo no es automático. Cuando Turquía derribó un bombardero ruso en noviembre de 2015 – en la guerra que Occidente impuso a Siria – Turquía intentó que la OTAN calificara este tipo de acción como un evento para aplicar de Artículo V. En esa oportunidad, los estados miembros de la OTAN no estuvieron de acuerdo, argumentando que Turquía era el autor de su propia desgracia, y que tendría que lidiar sola con las consecuencias.
La guerra con Rusia es precisamente lo que el Pentágono y la mayoría de los miembros de la OTAN no quieren. Y esta es una carta muy fuerte en mano
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Fotografía: Observatorio crisis