Por: Ashley Smith, Ilyá Budraitskis. 09/01/2025
Georgia, pequeño país del Cáucaso de 3,8 millones de habitantes, está sumida en una profunda crisis. La población se ha alzado en contra del partido gobernante, Sueño Georgiano, a raíz de la promulgación de la “Ley de influencia extranjera”, la propaganda homófoba anti-LGBTQ al estilo ruso, el amaño de las recientes elecciones y la suspensión de las conversaciones para el ingreso de la Unión Europea.
El multimillonario Bidzina Ivanishvili es quien maneja los hilos de Sueño Georgiano. Es el oligarca más rico del país y posee una fortuna de 6.400 millones de dólares, que casi equivalen al presupuesto entero del gobierno y a un quinto del PIB del país. Él y su partido, pese a sus choques con Occidente y su inclinación a favor de Rusia, colaboran con todas las potencias imperialistas y empresas multinacionales en el saqueo y la explotación de la población del país, su riqueza y sus recursos.
Harto de tanto autoritarismo y explotación, el pueblo de Georgia se ha alzado masivamente para manifestarse contra el gobierno y a favor de la democracia y la igualdad. El gobierno ha respondido con una brutalidad extrema, reprimiendo las protestas y deteniendo a manifestantes. No obstante, el movimiento no muestra signos de retroceder, y en el momento de publicar esta entrevista, las manifestaciones masivas prosiguen, ya por 24º día consecutivo. El país se encuentra en el filo de un cuchillo.
Publicamos aquí la entrevista realizada por Ashley Smith, de Tempest, e Ilya Budraitskis, de Posle Media, a los y las activistas y docentes georgianas Ia Eradse, Luka Najutsrishvili y Lela Rejviashvili sobre las raíces de la revuelta, su trayectoria y el lugar de Georgia en el capitalismo mundial y el orden imperialista.
Ilya Budraitskis y Ashley Smith: El pueblo de Georgia se ha alzado en un nuevo movimiento de protesta contra el gobierno. Este tiene sus raíces, en parte, en la respuesta a los resultados de las recientes elecciones, que han llevado a Sueño Georgiano de nuevo al poder. ¿Con qué programa se presentó este partido? ¿Cuáles son los partidos de oposición y sus plataformas electorales? ¿Estaba la gente contenta con esas opciones? ¿Cuáles fueron los resultados oficiales? ¿Hubo un amaño de las elecciones?
Luka Najutsrishvili: Nos hallamos en plena revuelta democrática masiva en contra el gobierno de Sueño Georgiano. Cientos de miles de personas se manifiestan pacíficamente en la plaza principal de Tiflis y en otras ciudades y pueblos de todo el país. En las dos últimas semanas hemos visto constantes marchas de protesta por toda Tiflis. Cada vez más grupos profesionales y barrios han empezado a autoorganizarse. Esto no tiene precedentes en nuestra historia reciente.
La causa inmediata de las movilizaciones es la profunda crisis de legitimidad generada por el partido gobernante, que está aplicando el guión que utilizó Viktor Orban en Hungría para convertir su gobierno en un régimen autoritario. Sin embargo, Sueño Georgiano ha ido más allá de la democracia iliberal de Orban al amañar las elecciones y reprimir las manifestaciones de una manera que recuerda más a Bielorrusia y Rusia. La suspensión de las conversaciones para la adhesión a la UE no ha sido más que la gota que ha colmado el vaso.
A lo largo de los dos últimos años, Sueño Georgiano ha virado abruptamente a posiciones de la extrema derecha. Cuando llegó al poder en 2012, afirmaba que era socialdemócrata y formaba parte del bloque socialista en el Parlamento Europeo. Aunque mucha gente estaba preocupada de que se inclinara a favor de Rusia, mantuvo el apoyo a la integración en la UE y al ingreso en la OTAN. Sin embargo, desde la invasión rusa de Ucrania en 2022, viró en redondo para adoptar una posición euroescéptica, profesar un nacionalismo de extrema derecha, defender políticas de género reaccionarias, introducir las teorías de la conspiración en el centro de la política y manifestar abiertamente simpatías por Rusia.
Sueño Georgiano se presentó a las elecciones con un programa para meter miedo, encabezado por el lema “elige paz, no guerra”, acompañado de imágenes que mostraban una Georgia floreciente al lado de una Ucrania devastada. Lo que implicaba estaba claro: si votas por la oposición, Georgia acabará siendo invadida y ocupada por Rusia.
Con respecto a la base de Sueño Georgiano, aunque ha perdido un montón de votos de electores suyos que están a favor de la incorporación a la UE, se ha ganado el apoyo de votantes nacionalistas de extrema derecha, que aprueban su legislación anti-LGBT, se oponen al supuesto plan de Washington de arrastrar a Georgia a una guerra mundial y se muestran hostiles a los burócratas de la UE que en su opinión violan la soberanía georgiana. El resto de votantes le han apoyado por miedo a la guerra, que Sueño Georgiano ha sabido manipular cínicamente.
Los cuatro principales partidos de oposición formaron coaliciones para disputar la mayoría a Sueño Georgiano en las elecciones. Son partidos del establishment tecnocrático, en su mayoría defensores del anterior gobierno y que fueron incapaces de abordar los problemas de la gran mayoría de la población. La mayoría de votantes no simpatizan con ellos y solo les votaron tácticamente para derrotar a Sueño Georgiano o por lo menos evitar que obtuviera una mayoría aplastante y pudiera gobernar en solitario.
IB y AS: Al final, Sueño Georgiano obtuvo la mayoría en medio de numerosas alegaciones de que había falseado los resultados. ¿Es eso cierto?
Luka Najutsrishvili: Sí. Los sondeos indicaban que seguiría siendo el partido más votado, pero sin suficientes escaños para formar gobierno por sí solo (como el partido de extrema derecha de Kaczynski tras las elecciones del año pasado en Polonia). Nadie predijo que ganaría con un 54 % de los votos. Para asegurarse este resultado recurrió a todas las artimañas autoritarias imaginables, básicamente convirtiendo la condición social vulnerable de la mayoría de la población en un instrumento de poder.
El partido organizó lo que llamamos un carrusel electoral para ayudar a sus votantes a votar en más de un colegio a fin de incrementar sus resultados. Sueño Georgiano también acosó a la gente para que votara por el partido amenazando con impedirle el acceso a nuestro precario sistema de bienestar social, incluida la atención médica. Intimidó a los y las trabajadoras del sector público, como las maestras de escuela, bajo la amenaza de la pérdida del empleo. Las fuerzas de seguridad dijeron a las personas con seres queridos en la cárcel que si no votaban a Sueño Georgiano, sus familiares no serían objeto de un juicio justo. Retuvieron los documentos de identidad de las personas que según su información apoyan a los partidos de oposición, dificultando de este modo que pudieran votar.
Pusieron toda clase de obstáculos para dificultar la votación de los cientos de miles de personas que habían emigrado. ¿Por qué? Porque esta gente había abandonado el país al sentirse frustrada con sus políticos y la pobreza y era más propensa a votar a favor de la oposición.
Después, Sueño Georgiano retiró la demanda que había incoado el presidente para que se declarara inconstitucional la elección debido a las violaciones masivas de la legislación electoral. Ni siquiera esperaron a que se pronunciara el tribunal que controlan y convocaron al pleno del parlamento, cosa que atenta claramente contra la Constitución. Así, Sueño Georgiano hizo todo lo posible para exacerbar todavía más la crisis de legitimidad provocada por su manifiesta manipulación del resultado electoral.
IB y AS: La causa inmediata de la revuelta fue la decisión de Sueño Georgiano de dejar en suspenso el proceso de adhesión a la UE. ¿Por qué decidió dar este paso, sobre todo teniendo en cuenta que una mayoría de la población apoya el ingreso?
Ia Eradse: Sueño Georgiano suspendió las conversaciones de adhesión probablemente porque hubo pocas protestas ante el fraude electoral. Tampoco desea someterse a las condiciones de la UE en materia de reforma democrática, que serían una amenaza para su permanencia en el poder. Finalmente, no cabe duda de que Rusia le presionó entre bastidores. La suspensión de las conversaciones creó una situación nueva y despertó a gente que, como yo, estaba alarmada por los resultados electorales. Me quedé como paralizada durante unas dos semanas. Era incapaz de hacer nada. Hubo manifestaciones tras las elecciones, organizadas por partidos de la oposición, pero no eran tan masivas.
La escasa participación era el resultado de una parálisis colectiva. La gente necesitó semanas para percatarse de la enormidad del fraude que dio semejante victoria a Sueño Georgiano. Imperceptiblemente fueron acumulándose las frustraciones. El anuncio de la suspensión de las conversaciones de adhesión, que atenta contra nuestra Constitución, hizo que estallara la furia acumulada y esta se expandiera por todo el país.
De una manera u otra, fue una suerte que se anunciara la suspensión. Yo temía que pretendieran seguir negociando y aparentaran cerrar acuerdos mientras instauraban un régimen autoritario. Esto habría sido mucho peor. Por fortuna para nosotras, calcularon mal y ahora nos hallamos en plena efervescencia de un movimiento de masas contra el gobierno.
La mayoría de la gente no protesta tan solo por la cuestión de la UE. Salimos a la calle para impedir que un gobierno autoritario continúe pisoteando nuestra Constitución, nuestros derechos, nuestra base de sustento. Nos manifestamos para defender nuestra democracia de los intentos de Sueño Georgiano de convertir las instituciones del Estado, desde las escuelas hasta los tribunales, en instrumentos al servicio de sus intereses y los de los oligarcas que lo controlan.
El gobierno ha respondido a nuestra revuelta con suma brutalidad. Han empezado a registrar viviendas particulares en busca de personas que dicen que planean una revolución. Han detenido a algunos líderes de la oposición. El régimen se vuelve cada día más autocrático. Han sido detenidas hasta 500 personas, que en su mayoría han sufrido palizas; algunas han sido torturadas (hasta el defensor del pueblo ha calificado de tortura el trato recibido por muchos detenidos). En los últimos días hemos visto cómo la policía secuestraba a personas en plena calle. Entre los prisioneros hay profesores, estudiantes universitarios y de secundaria, artistas y médicos.
IB y AS: ¿Cómo son las manifestaciones? ¿Qué grupos y clases de personas participan y por qué el ingreso en la UE es importante para ellas? ¿Son las mismas que protestaron contra la legislación especial? ¿Cuáles son sus principales demandas?
Ia Eradse: Las manifestaciones son masivas. Gran parte de la población, de 3,8 millones de personas, ha participado en alguna. En Tiflis, cuya población es de alrededor de un millón de habitantes, todos los días se congregan por lo menos 100.000 personas, en algunos días más de 150.000, que se manifiestan durante todo el día y hasta entrada la noche. Son mucho más masivas que las protestas de primavera contra la ley de agentes extranjeros, y no se limitan a Tiflis. Tienen lugar en todo el país, no solo en los principales distritos, sino también en ciudades pequeñas del mundo rural.
Y son mucho más diversas que las protestas de primavera. Se movilizan personas de todas las edades. La gente joven lo hace masivamente, pero también el resto. En las manifestaciones participan diferentes clases de personas, desde profesionales hasta trabajadores. Es una verdadera gozada.
Todo el mundo es consciente del peligro que corremos. Formo parte de una iniciativa que organiza acciones en defensa de la educación. Muchos otros grupos de diferentes sectores de la sociedad hacen lo mismo. Todo esto no está muy coordinado: son como afluentes de iniciativas organizadas por separado que convergen en manifestaciones masivas.
Cuando me despierto por la mañana, examino el programa de manifestaciones y elijo a cuál quiero ir. Un día participé en cuatro manifestaciones diferentes. Son tan masivas porque todas son autoorganizadas. Esta realidad desmiente a los medios oficiales que tratan de presentar las protestas como una conspiración, una Maidan instigada por potencias extranjeras y sus agentes locales. Nada de eso. Todo es espontáneo y está descentralizado. Si estuviera tan planificado de forma centralizada, al ir a la manifestación te encontrarías con un estrado y oradores organizados. Nada de esto ocurre. De hecho, en la plaza principal de Tiflis, donde se producen las manifestaciones, no hay estrados, no hay discursos, y los partidos de oposición no dirigen las protestas.
Ni siquiera se corean consignas previamente acordadas a lo largo del día. Muchas manifestaciones son simplemente un desafío silencioso al gobierno, pero la energía que emana de ellas es increíble. Sin embargo, el movimiento encuentra gradualmente la voz colectiva y ya ha articulado dos demandas básicas: nuevas elecciones y puesta en libertad inmediata de todos y todas las manifestantes y activistas encarceladas.
Luka Najutsrishvili: Ante el grado de descentralización de la protesta es interesante observar su lenguaje. La gente lanza fuegos artificiales típicos del Año Nuevo y proyecta espectáculos de rayos láser sobre la fachada del parlamento, que se ha convertido en un símbolo de todo lo que está mal en este país. Celebra conciertos y golpea ruidosamente las vallas metálicas que colocan las fuerzas de seguridad para contener las manifestaciones y mantenerlas alejadas del edificio del parlamento. Ya de noche, las protestas se convierten en intensos enfrentamientos en las calles con las fuerzas especiales. Señal de que el gobierno tiene miedo y opta por la represión, ha prohibido los fuegos artificiales, los láser y que la gente se cubra la cara.
Ia Eradse: Quiero destacar que en medio de esta espontaneidad, la gente empieza a organizarse en pequeñas iniciativas y confluyen en las manifestaciones. Aunque de forma descentralizada, ya se planifica, se eligen objetivos y se organiza un movimiento. Por ejemplo, las protestas se han dirigido contra una serie de instituciones públicas para denunciar sus calumnias contra el movimiento o su indiferencia ante la brutalidad del régimen. Entre esas instituciones están la radiotelevisión pública, el principal teatro nacional del país, el ministerio de Educación, la Casa del Escritor, el Centro Cinematográfico Nacional y el Centro Nacional para la Mejora de la Calidad de la Enseñanza.
En algunos casos hubo funcionarios y funcionarias que se sumaron a las manifestaciones, cosa que emocionó mucho a la gente. También han comenzado a firmar peticiones y organizar marchas pese a las presiones de un gobierno que pretende borrar la línea que separa la lealtad al partido y a las instituciones del Estado.
En estos momentos, los partidos de la oposición no pintan casi nada en el movimiento. Su papel es marginal, digan lo que digan los medios occidentales. Corre un chiste que dice que estos partidos deberían hacer por lo menos algo, como llevar té caliente a las manifestaciones.
Luka Najutsrishvili: Los medios de la oposición, sin embargo, exageran su presencia por razones evidentes: quieren resaltar su importancia. Lo mismo hace la propaganda de los medios de Sueño Georgiano, que tratan de convencer a la gente de que las protestas están siendo instigadas por la “oposición radical”. Pero si vas a cualquier manifestación, verás que en realidad son una fuerza marginal y que es muy poco lo que hacen. Algunos de estos políticos se han percatado de su papel insignificante hasta tal punto que ahora rechazan ser entrevistados en las manifestaciones. Por eso, las entrevistas se llevan a cabo con gente joven, que en muchos casos llevan máscaras antigás, y lo que dicen tiene mucho más sentido que todo lo que puedas oír de boca de los políticos.
IB y AS: Estas manifestaciones se asemejan mucho a la revuelta de Maidán en Ucrania. Comenzaron las y los estudiantes, y cuando la respuesta fue una represión brutal, el movimiento se extendió rápidamente al conjunto de la sociedad y se convirtió en una revuelta masiva y combativa que tumbó al gobierno. Dadas las divisiones en el seno del gobierno, incluso con dimisiones, y la participación de políticos de oposición en las manifestaciones, ¿creéis que la revuelta de Georgia podría seguir la misma trayectoria?
Ia Eradse: Hoy por hoy es inimaginable cómo podrá resolverse esta crisis de una manera institucional, pacífica y legal. El país se halla en plena confrontación entre el pueblo y el gobierno.
Luka Najutsrishvili: Está claro que hay una escalada. El gobierno ha optado por la vigilancia, las redadas y la represión brutal. Pero esto no ha desalentado a nadie. El movimiento exige ahora, no nuevas elecciones, sino que el gobierno dimita ya. El sentimiento entre las masas es: o ellos, o nosotros. Nos encontramos en un punto de inflexión, y veremos si la cosa escala hasta poner en entredicho la capacidad de Sueño Georgiano de gobernar.
En cuanto a las similitudes con el Maidán ucraniano, lo curioso es que sea Sueño Georgiano quien esté siguiendo el guión de Maidán, desde la suspensión de las negociaciones con la UE, como hizo Yanúkovich, hasta prohibir las máscaras y movilizar a los matones. Parecen incapaces de ver esta revuelta como algo diferente de un intento de sus enemigos internos y externos de maidanizar Georgia. Esta obsesión con Maidán puede que sea una de las razones de que el gobierno sea totalmente incapaz de comprender, y apaciguar, estas protestas.
Lela Rejviashvili: Asimismo, Sueño Georgiano ha usado y abusado de la revuelta de Maidán para disuadir de salir a manifestarse. Han dicho que si desafías al Estado de esta manera, Rusia intervendrá y acabaremos siendo invadidas, ocupadas, y en guerra como en Ucrania. Lo hicieron durante toda la campaña electoral. Sin embargo, con su arrogancia y tal vez su estupidez han provocado la oposición masiva que habían demonizado. Su autoritarismo es la causa principal de esta enorme ola de manifestaciones. Ahora estamos en el filo de un cuchillo, entre un gobierno cada vez más autocrático y un movimiento de masas que no muestra signos de retroceder.
IB y AS: Toda esta situación que describís recuerda a muchas otras revueltas en todo el mundo, en las que las funciones gubernamentales normales no consiguen resolver una crisis. En estas situaciones la gente suele crear alternativas al gobierno, asambleas populares, capaces de ofrecer una alternativa al Estado. ¿Hay signos de que toda esta autoorganización de que habláis confluya para crear niveles superiores de unidad y de toma de decisiones democrática?
Luka Najutsrishvili: Todavía no. Hoy por hoy, la gente se moviliza e imagina nuevas maneras de resistir a los gases lacrimógenos, evitar la represión y las detenciones en las redadas de las autoridades.
Ia Eradse: La gente empieza a organizarse. Grupos y movimientos diversos han confluido en proyectos comunes. El mejor ejemplo es la cantidad de personas que se concentraron para protestar contra la televisión pública por su información sesgada y exigir que emitieran en directo imágenes de la manifestación y entrevistas a participantes, forzando finalmente al canal a ceder. Hay ejemplos, pero la gente todavía tiene que organizar asambleas populares para discutir sobre el movimiento y planificar iniciativas conjuntamente.
Luka Najutsrishvili: Incluso quienes analizamos y escribimos apenas empezamos a ponernos al día de los acontecimientos del último mes. Todo el proceso nos ha cogido por sorpresa. Dado que la indignación por el fraude electoral no dio lugar a una protesta sostenida, nos habíamos preparado para una resistencia lenta organizada dentro de comunidades más pequeñas. Pero entonces estallaron las protestas para convertirse en un movimiento de masas enfrentado al gobierno.
IB y AS: Georgia parece estar atrapada entre varias potencias imperiales ‒EE UU, UE, Rusia y China‒ debido a su función de lugar de tránsito para el comercio mundial. ¿Podéis explicar el papel de Georgia en el capitalismo mundial? ¿Cambiará la suspensión de las conversaciones con la UE su posición en el capitalismo mundial? ¿Se integrará más en el capitalismo ruso?
Lela Rejviashvili: Georgia es un típico país periférico en el que las potencias imperiales han facilitado la creación de un sistema económico depredador enmascarado de desarrollo. La UE y EE UU han condicionado significativamente la política económica del país desde comienzos de la década de 1990, contribuyendo a la creación de contradicciones insostenibles. Por un lado quieren que Georgia sea democrática, pero por otro ellos y los capitalistas locales, especialmente el oligarca más poderoso, Ivanishvili, pretenden saquear el país en beneficio propio.
Su programa de desarrollo es imposible que se ponga en práctica manteniendo una democracia. ¿Por qué? Porque el saqueo y el empobrecimiento provocan una oposición que cuestiona la estrategia de desarrollo. Para afrontar esta resistencia hacen falta medidas represivas y por tanto un giro al autoritarismo.
El sector energético es un buen ejemplo de esta contradicción, especialmente desde que la conversión de Georgia en un nodo energético y en parte de un corredor energético verde es un objetivo común de la UE y del gobierno georgiano. En la década de 1990, y sobre todo desde la Revolución Rosa de 2003, los gobiernos occidentales, los organismos de ayuda (como USAID) y los bancos de desarrollo (Banco Mundial, Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo) han desempeñado un papel importante en la creación de instituciones del Estado para facilitar la privatización y la desregulación del sector energético. En 2008, Georgia había privatizado la cincuentena de plantas hidroeléctricas heredadas de la época soviética, salvo dos. Mientras las instituciones occidentales apoyaban la privatización y la creación de una economía dependiente de la inversión extranjera directa, de hecho fueron sobre todo capitales rusos lo que adquirieron las centrales eléctricas y las instalaciones de distribución de la energía.
Cuando se agotaron las oportunidades de atraer inversión extranjera directa mediante la privatización, el gobierno –de nuevo en colaboración con agentes occidentales– empezó a promover plantas hidroeléctricas al amparo de la agenda de transición verde de la UE. Para 2024, el gobierno había firmado contratos relativos a 214 nuevas centrales hidroeléctricas en todo el país, a pesar de que las capacidades existentes casi cubrieran la demanda eléctrica nacional. Para atraer capital financiero, ofreció tierras y recursos hídricos a precios nominales y prometió que el Estado protegería a los inversores frente a una serie de riesgos financieros, legislativos y políticos.
Dada la naturaleza extractiva de los nuevos proyectos hidroeléctricos, sendas movilizaciones populares locales han logrado oponerse y en algunos casos dejar en suspenso u obstruir dichos proyectos, especialmente los de gran envergadura, como Namajvani, Nenskra y Judoni.
El gobierno cobró un nuevo impulso y resucitó todos los proyectos de centrales hidroeléctricas y propuso otros más en 2022, cuando la UE comenzó a crear un “corredor de energía verde” a través de Azerbaiyán, Georgia, Rumania y Hungría y se comprometió a financiar un cable eléctrico submarino a través del mar Negro. Las instituciones europeas, especialmente la Comunidad Energética Europea, han participado en actividades de planificación mediante las cuales el gobierno georgiano declara que la exportación de electricidad es la clave para su programa de desarrollo y justifica su promesa de construir todas las grandes centrales hidroeléctricas controvertidas.
A lo largo de estos 15 años transcurridos desde que comenzó a promoverse la hidroelectricidad como parte de la agenda de “transición verde” y panacea para el desarrollo, una serie de capitalistas locales han aprendido a lucrarse en el proceso de construcción, y algunos han vinculado las nuevas centrales con la criptominería, creando así un fuerte grupo de presión local favorable a la continua expansión del sector. Sueño Georgiano declara que los movimientos de oposición a los proyectos hidroeléctricos figuran entre sus principales enemigos. Afirma abiertamente que la consolidación del poder, incluida la adopción de la Ley de agentes extranjeros, es importante para eliminar dicha oposición al desarrollo económico de Georgia.
A esto me refiero cuando digo que el programa de desarrollo elaborado por el gobierno en colaboración con las potencias occidentales y también en beneficio de terceros, incluidos los capitales ruso y chino (que no invierten tanto en energía como en infraestructuras de transporte), es difícil, por no decir imposible, de implementar por la vía democrática. Así, Sueño Georgiano, de forma parecida a la de sus predecesores políticos, opta por el autoritarismo para poder servir mejor a los intereses del capital local e internacional.
Cuando insistimos en que la renuncia a la integración en la UE es peligrosa, no es que no seamos conscientes de las consecuencias problemáticas de dicha integración, o de que el populismo de extrema derecha perturba las economías tanto centrales como periféricas, ni de cuántos países europeos se desentienden de su compromiso con los derechos humanos, el derecho internacional, Naciones Unidas, el Tribunal Penal Internacional y el Tribunal Internacional de Justicia en su guerra conjunta, su genocidio, en Palestina.
Tenemos muy claro que la actual consolidación autoritaria sirve para desplegar el mismo programa de desarrollo económico problemático con formas aún más brutales, eliminando toda posibilidad de protestar siquiera contra el mismo. Esto es lo que significa ser la periferia de Europa sin estar protegidos de los peores efectos de esta condición periférica por los mecanismos fundamentales de protección de los derechos sociales y políticos.
¿Y qué pasa con Rusia y China? Realmente no podemos decir gran cosa de Rusia, dado que todos los tratos que han cerrado se han negociado a escondidas, no en público. ¿Ha presionado Rusia a Georgia? Es probable, pero desconocemos los detalles al respecto. Sin embargo, podemos observar claramente que los portavoces oficiales rusos se muestran satisfechos con la ruptura de las relaciones de la UE con Georgia. China tampoco ha dicho nada, pero sus intereses económicos están claros. Para ellos, Georgia es un lugar de tránsito que le permite acceder al mercado europeo. Georgia es importante especialmente desde que la invasión imperialista de Rusia en Ucrania ha cortado la ruta septentrional de China a Europa. Una de las rutas alternativas, el llamado corredor intermedio de la Nueva Ruta de la Seda, que pasa por Georgia, se ha vuelto ahora mucho más importante. Lo último que desea China es una desestabilización que pueda perturbar su comercio. Le da lo mismo que haya integración en la UE o un régimen autoritario, siempre que la ruta comercial permanezca abierta.
Luka Najutsrishvili: La descripción que ha hecho Lela de Sueño Georgiano es muchísimo mejor que la de los campistas, que dan a entender que es una especie de partido antiimperialista. La realidad, sin embargo, es mucho más banal: Georgia tiene un régimen oligárquico, en el que Ivanishvili asegura la lealtad de la elite y los beneficios para los hombres de negocios y políticos menos acaudalados, mientras que todas las instituciones estatales relevantes, especialmente el poder judicial, protegen sus intereses. Existe una dinámica nacional autónoma que reproduce el sistema oligárquico. No puede reducirse en absoluto a una mera interacción con el capital mundial u occidental.
Los campistas no se percatan de esto y finalmente justifican todo lo que hace Sueño Georgiano, desde la promulgación de la ley de agentes extranjeros hasta el fraude electoral, pasando por la represión del movimiento actual. No obstante, contrariamente a la interpretación de muchos campistas, la manera en que Sueño Georgiano maneja la situación no es en modo alguno una simple respuesta al imperialismo occidental que justifique indirectamente sus medidas autoritarias como una autodefensa.
Los campistas solo denuncian a Europa por su historia colonial, su presente neocolonial y su complicidad con el genocidio, como si no hubiera nada más. Gran parte de esto es cierto, pero a menudo presentan a China como alternativa, pese a su naturaleza autocrática y su complicidad con nuestra explotación y opresión. China no es una alternativa.
Pienso que es un desastre para la izquierda que abandone el compromiso con la democracia y se haga eco del giro autoritario de Sueño Georgiano en nombre de la soberanía. Esto no solo es incorrecto, sino que es políticamente desastroso. Toda persona comprometida con una política emancipatoria debería rechazarlo. Si la izquierda adopta esa posición, seguro que quedará aislada y carente de influencia en el movimiento más masivo que hemos visto en generaciones, un movimiento que lucha por la democracia y la igualdad. Y colocará a la izquierda en el otro lado de las barricadas.
Lela Rejviashvili: Esta izquierda campista se hace eco del abuso por parte del gobierno de conceptos como soberanía y del discurso decolonial. De este modo se alinea con un gobierno que sirve a la oligarquía y al capital internacional, que ahora reprime violentamente a nuestro pueblo. Estados autoritarios como Rusia, Hungría y China utilizan cínicamente el terrible historial imperialista y colonialista de Occidente para justificar su propio régimen depredador. La gente de izquierda que sigue esta línea coquetea peligrosamente con una alianza rojiparda como hace Sahra Wagenknecht en Alemania.
IB y AS: Así que vista esta situación como lugar de tránsito, ¿cómo han respondido todas esas potencias, que tienen intereses en Georgia por diferentes motivos, a la revuelta y la crisis actual, es decir, China, Rusia, EE UU y la UE?
Luka Najutsrishvili: Hoy por hoy, solo las potencias occidentales han condenado la represión y la violencia gubernamental. Tampoco han reconocido los resultados de las elecciones, mientras que China, Turquía, Irán y Rusia han felicitado a Sueño Georgiano por su victoria. Rusia ha declarado asimismo que si Sueño Georgiano necesita ayuda, está dispuesta a enviar tropas.
Ia Eradse: Los gobiernos de la UE bien pueden haber condenado la brutalidad de Sueño Georgiano, pero los bancos de desarrollo occidentales, no. ¿Por qué? Pues porque Sueño Georgiano muestra claras intenciones de seguir pagando los intereses de sus préstamos y de mantener sus proyectos de desarrollo contratados. Parece que los bancos valoran más sus intereses económicos que la democracia. Al mismo tiempo, está claro que Sueño Georgiano y las élites económicas que le apoyan se han beneficiado enormemente con los proyectos de desarrollo financiados por esos bancos. Esto me permite subrayar, una vez más, que la trayectoria de desarrollo económico que ha seguido Georgia no ha sido del todo impuesta al gobierno por parte de Occidente, ni ha sido inevitable, sino más bien una opción consciente y provechosa del gobierno de Sueño Georgiano de aceptar las reglas del discurso desarrollista dominante en todo el mundo.
Luka Najutsrishvili: En el peor de los casos, la UE dejará de exigir que se cumplan las normas, dejará de presionar políticamente a Georgia para que respete la democracia y seguirá haciendo negocios con Georgia incluso bajo este gobierno odioso, como hace con los de Azerbaiyán, Serbia y otros países centroeuropeos y centroasiáticos. Serbia puede que sea un ejemplo particularmente destacado, ya que es un país que parece estancado en el proceso de adhesión. Mientras denuncia el autoritarismo de Serbia, la UE firma contratos impopulares sobre la extracción de litio de este país.
Puede que los campistas del extranjero o nuestros soberanistas locales interpreten esto como si Occidente dejara finalmente solo a un país soberano. Sin embargo, en realidad esto será un problema para nosotros, puesto que el horizonte normativo de la democracia, asociado al marco europeo, es un instrumento indispensable para ejercer la presión popular sobre un gobierno que más bien se inclina por acabar totalmente con la democracia. En este sentido, la UE, para quienes nos manifestamos, es un símbolo del Estado de derecho, los derechos civiles y la igualdad.
Dicho esto, en el sentir popular el deseo de acercarnos a Europa y el lenguaje de “defensa del brillante futuro europeo de Georgia” parece ser el único lenguaje disponible para articular las demandas de democracia y justicia social. La cuestión, entonces, es saber cómo la gente articulará de otra manera estas demandas en caso de que el horizonte europeo se desvanezca. ¿Cómo luchamos y podemos luchar por la democracia política y la igualdad económica al margen de las normas de la democracia y los derechos humanos que emanan del “Occidente colectivo”?
IB y AS: En esta situación dinámica, ¿qué pensáis que la izquierda georgiana, los movimientos sociales y los sindicatos deberían reivindicar? ¿Existe alguna posibilidad de forjar una alternativa política capaz de desafiar a Sueño Georgiano y a los partidos de oposición procapitalistas?
Ia Eradse: Es muy difícil predecirlo, porque en el pasado también ha habido intentos que no dieron resultado alguno. Hoy tengo muchas esperanzas, pues el giro autoritario de Sueño Georgiano ha despertado políticamente a la gente. Hemos de entablar conversaciones sobre la construcción de un partido. De momento, la gente empieza a hablar de organizar un movimiento que una a algunas de las fuerzas autoorganizadas para plantear demandas comunes. Este podría ser el comienzo de un proceso.
Luka Najutsrishvili: Mientras, cada vez más gente siente la necesidad de organizarse, en su mayoría en sindicatos de nuevo cuño que no estén dominados por los intereses partidistas de Sueño Georgiano. Esto se produce en respuesta inmediata a dos fenómenos: muchas personas han descubierto que la huelga es el instrumento pacífico más eficaz de protesta y resistencia, pero dado que desde el punto de vista legal no es nada fácil declarar una huelga en Georgia, organizarla sobre la base de un sindicato parece ser la vía más práctica de intentarlo.
Y lo que es todavía más importante, numerosos funcionarios y funcionarias han empezado a buscar la manera de sindicarse en respuesta a las nuevas enmiendas a la Ley de la función pública introducidas a toda prisa por Sueño Georgiano, enmiendas que pronto permitirán que los jefes leales al partido de las distintas instituciones públicas puedan despedir con mayor facilidad a sus subordinados críticos con del gobierno. De repente, las huelgas y los sindicatos, que pocas semanas antes habrían sido tachadas de anacronismos izquierdistas o soviéticos, ahora reaparecen como necesidad orgánica perentoria en medio de las protestas.
Por tanto, nuestra tarea primordial pasa por impulsar la lucha y mantenerla viva. La respuesta autoritaria del gobierno a nuestro movimiento lleva a la gente a pensar en estrategias y tácticas que la oposición liberal ha tratado de desacreditar, como una huelga general en defensa de la democracia.
IB y AS: ¿Qué posición debería adoptar la izquierda internacional en esta situación? ¿Qué podemos hacer para contribuir a la lucha de Georgia por la autodeterminación, la democracia y la igualdad?
Lela Rejviashvili: De hecho, la izquierda internacional afronta la misma cuestión que la izquierda georgiana: cómo trascender el marco engañoso de un conflicto entre la UE y Rusia. La clave está en comprender y explicar cómo las rivalidades geopolíticas están machacando a los países periféricos. Nadie en la izquierda debería esperar nada de las potencias imperiales ‒EE UU, Rusia y China‒ que convenga a nuestros intereses. Con todas sus rivalidades, comparten una agenda depredadora y apoyarán a un régimen autoritario para asegurar su puesta en práctica. Está claro que la competencia y la lucha interimperialista por la hegemonía crea nuevas amenazas y vulnerabilidades para los países periféricos, amenazas que hay que tomar en serio.
Sería bueno que la izquierda internacional se relacionara más con militantes de izquierda y activistas de Georgia. Existe una fuerte tendencia en gran parte de ella a buscar gente que le confirme la posición incorrecta y engañosa de echar toda la culpa exclusivamente al imperialismo occidental, acusando al movimiento popular de ser su títere y exonerando al régimen oligárquico local.
Si la izquierda internacional adopta la postura de estas personas, acabará apoyando a Sueño Georgiano y al capitalismo periférico. Parte de la izquierda occidental haría bien en abandonar su autocentrismo y la crítica unilateral al imperialismo occidental. No digo que deje de criticar a Occidente, pero sí que lo haga de un modo más serio y critique también a las potencias no occidentales. Esta es la única manera de mantener una postura coherente y de oponerse no solo a Occidente, sino al capitalismo y al imperialismo sin excepción.
Luka Najutsrishvili: Mi petición fundamental a la izquierda internacional es que reconozca nuestra autonomía, la acción autónoma del pueblo de Georgia en nuestra lucha por la democracia frente al régimen autoritario. Que deje de repetir narrativas de un segundo Maidán o de una revolución de color. Puede que os sintáis bienpensantes, pero os lleva a traicionarnos y a justificar al régimen que nos oprime.
Ia Eradse: Me resulta chocante que gente de izquierda olvide que los pueblos de la periferia tienen capacidad de acción. Es una política de desesperación. Nuestra acción colectiva es la base de la solidaridad en el país y con otros pueblos de todo el mundo. Os ruego que apoyéis nuestra lucha contra Sueño Georgiano.
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Fotografía: Viento sur