Por: Jorge Ivan Peña Rodríguez. 22/06/2020
Fue un 12 de agosto de 2010, cuando en el marco del Día Internacional de la Juventud el entonces rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, José Narro Robles, dijera que era una vergüenza que en el país hubieran 7.5 millones de jóvenes mexicanos que ni estudian ni trabajan, refiriéndose a ellos como ninis. Desde entonces, en el país el concepto nini ha sido utilizado por distintos actores políticos y sociales de diferente manera, pero la mayoría de ellos le han impuesto una carga peyorativa al término, haciendo referencia a que las juventudes que no se encuentran estudiando o trabajando son “mantenidos”, “vagos”, “irresponsables” e incluso se les ha llegado a considerar como una generación perdida, claro está que la carga negativa del concepto asume que son las juventudes quienes por si solas, e incluso por gusto o voluntad, deciden ser ninis. Esto último lo comprueba la plataforma de información e investigación empresaria, Factiva, que documenta que “violencia”, “flojo”, “drogas” e “inseguridad” son los términos más relacionados en los medios de comunicación mexicanos para hacer referencia a las juventudes que no estudian ni trabajan.
Es un hecho innegable que durante décadas a las juventudes se les orilló de las políticas públicas de los distintos gobiernos.
Las acciones que promovieron la privatización de la educación pública, la precarización laboral y la constante promoción de la sociedad de consumo han reflejado en las juventudes sus peores males. Como suele ocurrir con el discurso de los promotores del neoliberalismo, la culpa es de las juventudes por no aprovechar “las bondades del sistema”. También es un hecho innegable, aunque algunos no lo quieran reconocer, que la educación, sobre todo la media y superior, son un privilegio; un privilegio adquirido, que es aun peor. Nadie pidió donde nacer, ni la familia en que creció, mucho menos su color de piel, su condición física o mental, ya ni se diga el estatus económico de los padres y sin embargo todas esas características son un factor real para que poder acceder a una universidad. Es un hecho innegable que el desempleo es un problema que afecta a todas generaciones, pero que se ensaña más con algunas, como con los adultos mayores y los jóvenes “sin experiencia”.
Claro está que existen juventudes que por decisión personal optan por no estudiar o no trabajar, pero son los menos, la mayoría no estudia no porque no quiera, sino porque ya no se puede, porque quizá les hicieron creer que la culpa era suya por no acreditar un examen de “conocimientos “o quizá porque no se quiere reconocer que el asunto afecta con mayor énfasis a las mujeres por el solo hecho de serlo, y es que la taza de mujeres que no estudia o no trabaja es 4 veces más grande que en hombres, ¿cómo podría ser otra forma en un país de profundas desigualdades?
Mientras otras sociedades, como la de Costa Rica, Argentina o Ecuador (con Correa) emprendieron acciones concretas para rescatar a las juventudes, en México actores políticos y sociales atacan con tal desprecio las políticas que ponen al centro a los jóvenes que fueron abandonados en años anteriores y para muestra un botón; el 29 de agosto de 2019, el expresidente Felipe Calderón comentó en un espacio de noticias: “Métanle a seguridad lo que se merece. Los 150 mil millones de pesos que están tirando en los ninis y los jóvenes estos, ‘Construyendo el Futuro’, que por cierto ya nadie sabe”.
Similar tonalidad de discurso mantiene los medios de comunicación convencionales, así se puede comprobar con un encabezado de Forbes México del 1 de enero de 2019, que se titula: ““Ninis” cuestan a México 194,000 millones de pesos anuales”, en el mismo sentido Milenio se ha caracterizado por sus peculiares encabezados (clasistas), por ejemplo, el que se mostró el 05 de octubre de 2019, que decía: “Suman a “ninis” a campaña de limpieza en playa Miramar”, lo cual por cierto es una contradicción ya que si llaman ninis a los que no estudian ni trabajan y si ahora estos se encuentran laborado ¿no dejan por definición de ser ninis?
Por desfortuna ese discurso hacía las juventudes se ha impregnado en el grueso de la población mexicana, tal es el caso de propios estudiantes que no alcanzan a reconocer su estatus de preeminencia, de trabajadores independientes que han comprado fácilmente el discurso empresarial de “querer es poder”, así como personas del medio “artístico” como Facundo, quien recientemente difundió un video en el que hace una crítica al gobierno de López Obrador y menciona: “…a poco es tan necesario quitarle dinero a una comisión que se encarga de cuidar lo más chingón que tenemos que es la biodiversidad, para tener dinero y dárselos a los ninis…”.
Por primera vez en mucho tiempo existe un gobierno que pretende rescatar a las juventudes, evitar que estas sean blanco fácil del crimen organizado o de la migración forzada. El programa “Jóvenes Construyendo el Futuro” y “Becas para el Bienestar Benito Juárez” son acciones que pretenden resarcir el daño que los gobiernos neoliberales generaron a los que repiten una y otra vez son el futuro del país. Sin duda alguna los resultados se verán a un mediano y largo plazo; pero comencemos por reconocer que el concepto nini es mal empleado, que tiene una carga peyorativa y hasta clasista. Reconozcamos pues que hay quienes quisieran estudiar o trabajar, pero que les fue negado el acceso a ese derecho (privilegio).
La juventud debe entender su obligación de ser joven, y si es estudiante, darse cuenta que hay otros jóvenes que, como él, tienen los mismos años, pero que no son estudiantes. Y si es universitario con mayor razón mirar al joven campesino o al joven obrero, y tener un lenguaje de juventud, no un lenguaje sólo de estudiante universitario, para universitarios.
Salvador Allende
Fotografía: Parámetro consultores, s.c.