Por: Témoris Grecko. Aristegui Noticias. 03/10/2018
Desde su intervención en Tlatlaya y en Iguala, el general de División Alejandro Saavedra Hernándezno ha dejado de recibir premios ni de acumular poder.
Y está entre los dos candidatos punteros para ser secretario de la Defensa Nacional de Andrés Manuel López Obrador, según el diario El Universal, o entre los cinco más aventajados, de acuerdo con la revista Proceso.
La cuarta transformación no está empezando por cambiar las relaciones entre militares y civiles. El presidente electo se reunió con los titulares actuales de Sedena y Semar, el general Cienfuegos y el almirante Soberón, para que le presentaran perfiles de posibles sucesores.
Ambos oficiales son los jefes de las fuerzas armadas más intervencionistas en la vida pública que se recuerde en más de medio siglo, los que más aparecieron en los medios, los que repartieron más advertencias e incluso amenazas… y los que quisieron intervenir en el proceso electoral criticando a uno de los candidatos.
A López Obrador:
Sin embargo, México seguirá siendo una anomalía entre los países democráticos, que tienen por norma mantener a los militares bajo el control directo de un civil en el cargo de ministro: aquí volverán a arreglar la sucesión como siempre, entre una cúpula de generales.
SAAVEDRA EN LA NOCHE DE IGUALA
Desde su cuartel en Chilpancingo, como comandante de la 35ª Zona Militar, el general Saavedra fue informado de todo lo que aconteció en la noche del 26 al 27 de septiembre de 2014.
Sus soldados controlaban los C-4 (centros de control, comando, comunicaciones y cómputo) de las principales ciudades, incluidas Chilpancingo e Iguala, por donde fluían los reportes e imágenes de las cámaras de seguridad, en tiempo real, sobre los movimientos de los estudiantes desde que salieron de la Escuela de Ayotzinapa hasta que fueron atacados en varios puntos de Iguala. Agentes de inteligencia militar estuvieron presentes en estos sitios, y unidades militares recorrieron la ciudad en misiones no aclaradas, hostigando a los alumnos agredidos, ignorando cadáveres y sin intervenir a pesar de que casi medio centenar de jóvenes estaba siendo llevado a la desaparición, y se escapaban los asesinos de seis personas.
El coronel José Rodríguez Pérez, subordinado inmediato del general Saavedra y comandante del 27º Batallón de Infantería del Ejército, que controla todo lo que pasa en Iguala, estuvo enviándole informes a su superior, según documentos integrados en el expediente de la PGR.
En cambio, el Ejército no entregó constancia alguna de las órdenes o comentarios que le giró el general Saavedra al coronel Rodríguez. Tampoco dieron a conocer la evaluación que ambos oficiales hicieron de los hechos en ese momento.
Hasta la fecha, Sedena ha obstaculizado sistemáticamente todas las indagatorias, incluidas las del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), al que impidió –como a todo el mundo- entrar a los cuarteles o levantar libremente testimonios de militares.
OBSTÁCULO PARA ENCINAS
El general Saavedra estuvo en Tlatlaya. Fue nombrado comandante de la 35ª Zona Militar el 2 de junio de 2014, y el 30 de junio acompañó a sus tropas para proveer seguridad perimetral a las del 102º Batallón en esa localidad, mientras realizaban las maniobras para encubrir la masacre de esa madrugada.
El alcalde de Cocula en ese momento, César Miguel Peñaloza Peñaloza, declaró a la PGR que el general Saavedra le había recomendado a los exmilitares que comandaron a la policía municipal, que tuvo un rol clave en los ataques contra los normalistas.
Nadie ha investigado esa denuncia, de la misma forma en que el general Saavedra jamás ha sido llamado a declarar con respecto a lo ocurrido en la noche de Iguala, a pesar de su posición de responsable militar de la zona.
Por lo contrario, el general Saavedra no ha dejado de recibir premios y ascensos:
El 20 de noviembre de 2014 –el mismo día en que se produjeron manifestaciones de protesta de dimensiones históricas y a sólo 9 semanas de los crímenes de Iguala-, fue promovido de general de Brigada a general de División.
Diez días después, el 30 de noviembre, lo elevaron de comandante de la 35ª Zona Militar a comandante de la IX Región Militar, que abarca todo Guerrero, con lo que lo convirtieron en el hombre fuerte del estado.
El 27 de octubre de 2015, el gobierno de Peña Nieto le otorgó la coordinación de la estrategia federal de seguridad, con lo cual, además de ser el jefe de cada soldado en Guerrero, adquirió poder de decisión sobre prácticamente todas las corporaciones policiacas que actúan ahí: federales, estatales y las de todos los municipios que habían aceptado el mando único.
El antecedente de tal acumulación de poder es el general Mario Arturo Acosta Chaparro, quien después fue a cárcel condenado por narcotráfico. Entonces con el rango de coronel, Acosta Chaparro fue el hombre fuerte de Guerrero cuando el gobernador Rubén Figueroa Figueroa le dio, en 1975, el mando de todas las fuerzas estatales para llevar a cabo la Guerra Sucia en la que desaparecieron más de 1500 personas, con vuelos de la muerte en los que se arrojaba a las víctimas al mar y asesinatos perpetrados por propia mano de Acosta Chaparro.
La diferencia es que Acosta Chaparro no tenía cargo de comandancia en el Ejército mientras ejercía funciones civiles. En contraste, el general Saavedra tiene al Ejército bajo su mando total. Y a las fuerzas federales, bajo su “coordinación”.
Si verdaderamente se proponía combatir la violencia, el general Saavedra fracasó. Los homicidios y otros delitos siguieron en acelerado crecimiento hasta que fue removido de la Región Militar, el 28 de noviembre de 2016.
Pero cayó en cama muy blanda: pasó a ser contralor del Ejército y Fuerza Aérea y, el 1º de diciembre de 2017, jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional.
Alejandro Encinas, quien ha sido designado para ocupar la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, y para asumir la dificilísima tarea de desfazer los entuertos de la administración peñista, empezando por el de Ayotzinapa, podría encontrarse con un obstáculo inmenso dentro del gabinete, con intereses directos que pueden verse afectados si se investiga qué fue lo que verdaderamente pasó en la noche de Iguala, y quiénes tienen responsabilidad en ello.
YA DE PASO, OTRO PREMIADO
En junio de 2014, el general de Brigada José Luis Sánchez León era comandante de la 22ª Zona Militar, y a su cargo el 102º Batallón, cuyas tropas cometieron la masacre de Tlatlaya.
Está en la lista de oficiales que serán ascendidos a general de División.
PROYECTA “MIRAR MORIR” O “NO SE MATA LA VERDAD”
#Ayotzinapa4años
Tú puedes organizar tus propias proyecciones de los documentales “MirarMorir. El Ejército en la noche de Iguala”, y “No se mata la verdad”, sobre los años sangrientos del periodismo en México.
En Ojos de Perro vs la Impunidad te los prestamos.
Informes en [email protected]
LEER EL ARTÍCULO ORIGINAL PULSANDO AQUÍ.
Fotografía: Cuartoscuro